libro tratados de la pintura



EL TRATADO
DE LA PINTURA
POR
LEONARDO DE VINCI,
Y LOS TRES LIBROS
QUE SOBRE EL MISMO ARTE
ESCRIBIÓ
LEÓN BAUTISTA ALBERTI,
TRADUCIDOS E ILUSTRADOS CON ALGUNAS NOTAS
POR DON DIEGO ANTONIO REJÓN DE SILVA,
CABALLERO MAESTRANTE DE LA REAL DE GRANADA, Y ACADÉMICO
DE HONOR DE LA REAL ACADEMIA DE SAN FERNANDO.
DE ORDEN SUPERIOR.
REIMPRESO EN MADRID EN LA IMPRENTA REAL
AÑO DE 1827.

AL SERENÍSIMO SEÑOR
D. GABRIEL DE BORBON,
INFANTE DE ESPAÑA &c. &:c.
SEÑOR.
JJeuda de mi obligación era siempre^
por lograr el honor de ser individuo de
un cuerpo de quien es V. A. dignísimo
Gefe^ poner á S. R. P. cualquiera producción
de mi limitado ingenio ; pero
tratando esta obra de un arte en que
con no poca admiración de los inteligentes
ha adquirido el sublime talento de
V. A. ^ y su extraordinaria aplicación
tanta inteligencia y adelantamiento^ es
absolutamente preciso que busque este
libro su patrocinio en la benignidad
de V. A.
Su amor á las bellas artes ^ su proteccion^
y su superior discernimiento
me aseguran que no será desagradable
á V. A. el Tratado mas científico de la
Pintura que veneran los Profesores^
digna producción del célebre Leonardo
de Vinci ^ y al mismo tiempo me hacen
esperar que premie V. A. mi afición
disimulando los errores de mi inadvertencia.
serenísimo señor.
A L. R. P. de V. A.
Su mas rendido subdito
Diego Antonio Rejón de Silva.
PROLOGO DEL TRADUCTOR
xLn todas las artes hay profesores que se contentan
con ser meros prácticos, sin mas estudio que
lo que comunmente ven hacer á los demás, ni mas
reglas que las que les suministra su imaginación';
pero también hay otros que uniendo la práctica al
estudio y aplicación, emplean su entendimiento en
buscar y aprender los preceptos sublimes que dieron
los hombres eminentes de su profesión, y reflexionar
profundamente sobre ellos y sobre las máximas
que establecieron ; y de este modo ejecuta su
mano las producciones de sus fatigas y desvelos con
honor y aprovechamiento del artífice, y con universal
satisfacción y aplauso. Tal vez la Pintura será
el arte que mas abunde de la una de estas dos especies,
aunque no sé con qué razón se llamarán los
de la primera profesores de Pintura, sino corruptores
de ella. No se dirige á estos mi discurso, ni hallo
en mí suficiente caudal de voces, ni tienen bastante
fuerza mis argumentos y expresiones para pretender
persuadirlos el grosero error que los alucina:
solo hablo con los aplicados y estudiosos, con aquellos
que se hacen cargo del número de ciencias que
han de acompañar al arte sublime que profesan : en
fin, con los Pintores Filósofos, cuyo anhelo es llegar
al último grado de perfección en la Pintura.
Para cooperar en cuanto me es posible al aprovechamiento
y utilidad de estos, he traducido el
Tratado de la Pintura del famoso Leonardo de Vinel,
y los tres libros de León Bautista Albertl, que
tratan del mismo arte. Instruido ya un joven con
fundamento en el dibujo^ y habiendo adquirido alguna
práctica en el manejo de los colores, que es la
materialidad del arte, se hace preciso que empiece
á estudiar y reflexionar sobre aquellos primores que
caracterizan de divina á la Pintura, dedicándose
enteramente al examen de la naturaleza para notar
y admirar la estupenda variedad de todos los seres
que la componen y constituyen su mayor belleza,
observando los diversos efectos de la luz, y de la interposición
del aire en todos los objetos corpóreos,
sacando de todo fecundidad , abundancia y amenidad
para la composición de sus obras, é imbuyéndose
finalmente de las ideas sublimes de que debe
estar adornado el que intente sobresalir en esta profesión.
Los auxilios que necesite para todo esto, juntamente
con no pocos preceptos de inestimable precio,
los encontrará en este Tratado, en donde verá
teóricamente, y luego podrá comprobar con la experiencia,
las mutaciones que causa en los cuerpos lo
mas ó menos grueso del aire que los circunda, y se
interpone entre ellos y la vista, ó la mayor ó menor
distancia. En él leerá ciertas y científicas reglas para
la composición, viendo el modo de enriquecer una
historia con la variedad oportuna de objetos y figuras
que debe tener , sin confiíndir la acción principal;
el contraste de la actitud de todas ellas; el decoro
con que han de estar, según los personages que
representan, ó la acción en que se suponen; el arreglo
de sus movimientos, y la armoniosa contraposición
de tintas , claros y oscuros que ha de reinar en
el cuadro, para que de todo resulte aquella hermosura
que embelesa los sentidos del que lo mira. A
cada paso hallará el documento de la continua observación
del natural, en lo cual insiste siempre
Vinci con todo conato, amonestando al Pintor á que
todo lo estudie por él, para que sus obras sean hijas
legitimas déla naturaleza, y no se acostumbre nunca
á pintar amanerado. Finalmente todo lo que compone
la parte sublime de la Pintura lo hallará el
aplicado en esta obra que con razón la miran los inteligentes
como excelente y útilísima; pero antes de
empezar á estudiar en ella será bien que se haga
cargo de las advertencias siguientes.
Vivió Leonardo de Vinci al fin del siglo XV,
y al principio del XVI; y casi en el último tercio
de su vida escribió el presente Tratado de la
Pintura , que, igualmente que otras varias obras suyas,
quedó manuscrito, y sin aquella coordinación
y perfección que requeria. La costumbre que tomó
de escribir á lo oriental, esto es, de derecha á izquierda
como los Hebreos y Árabes (según se lee
en su vida) es preciso que causase mucha dificultad
para sacar la primera copia, y por consiguiente
padecerian, asi esta como las demás que después
se hicieron, varias alteraciones considerables, que
serian casi imposibles de enmendar cuando se hizo
la edición en Francia año i65 1, que es la que se ha j
tenido presente para hacer esta traducción. Asi lo
dice el Editor, ad virtiendo que habia tenido presentes
dos copias, una de Mr. Ciantelou, á quien
se la habia regalado en Italia el Caballero del Pozzo,
y otra que poseia Mr. Tevenot, que aunque mas
correcta que aquella, estaba sin embargo llena de
errores , en especial en donde hay explicación géo^
métrica. En esta parte dice que le parece haber restituido
el texto original á su verdadera pureza á
fuerza de trabajo; pero en las demás no es extraño
que haya quedado tan confuso, como verá el Lector
en varios pasages. Esto, junto con el extraordinario
y anticuado estilo del autor, ha causado no pequeña
confusión al tiempo de traducir la obra, habiendo
sido preciso estudiar con sumo cuidado las palabras,
y consultar con algunos profesores para descifrar el
sentido, el cual en ciertos parages se ha quedado , á
pesar de tanta diligencia, en su misma oscuridad;
porque en ellos fue sin duda en donde se cometieron
los indispensables errores de las copias, ó tal
vez salieron informes de la mano de su autor, que
no los volvió á ver para corregirlos ó aclararlos. En
atención á esto, y al mayor aprovechamiento y mas
fácil inteligencia de todos, se ha usado de alguna libertad
en la traducción para que esté el estilo mas
corriente, lo que hubiera sido sumamente difícil ó
tal vez imposible , si se hubiera ido rigurosamente
ceñido á la inflexión que el autor da á sus frases,
y entonces quedaba la versión con la misma oscuridad
que el original. Para dar también mayor claridad
al texto, y excusar todo trabajo á los lectores, se
han puesto varias notas que sirven en algunas partes
de comentario á la obra, las cuales se ponen al
fin del Tratado por no afear las planas; y los números
Árabes que van entre paréntesis al fin de algunas
secciones, advierten adonde se ha de acudir para
ver la correspondiente nota. Algunas otras, que
son breves, se reclaman también con números Arabes,
pero sin paréntesis, y van colocadas al fin de la
plana; porque es preciso que estén á la vista para la
mayor inteligencia.
Parece que Leonardo de Vinci se preciaba de
muy inteligente en la Anatomía, aun mucho mas de
lo que necesita y corresponde á un Pintor. Prueba
de esto son algunas secciones del presente Tratado
en las que explica varias partes asi externas como
internas de la estructura humana; pero como en
aquel tiempo estaba muy en mantillas (por decirlo
asi) la ciencia Anatómica respecto de los adelantamientos
con que hoy dia se cultiva, se hallan los tales
pasages sumamente defectuosos y errados, cotejados
con las observaciones modernas. Tal vez en
ellos se habrán cometido también algunas faltas al
copiarlos, y esto aumenta mas su error. Para no dejar,
pues, defraudada la obra de un ramo de erudición,
que aunque en algunos casos (como ya se ha insinuado)
no es absolutamente precisa para el Pintor,
con todo no deja de ser muy útil y amena; se ha
procurado poner en donde le corresponde una nota
algo dilatada que explica la materia, aunque no con
toda la extensión que se requiere , con arreglo á los
mejores Tratados Anatómicos y observaciones modernas.
A este trabajo ha ayudado el Licenciado
D. Felipe López Somoza, Maestro Disecador de los
Reales Hospitales ; pero si alguno deseare instruirse
mas fundamentalmente, puede acudir al Tratado
Anatómico de Sabatier, edición de Paris año 1776,
ó á la Anatomía histórica y práctica de Lieutaud con
notas de Portal, impresa en la misma Ciudad año
1776, que es de donde se ha sacado toda la doctrina
para la mejor explicación. A algunos parecerá superfino
este trabajo; pero bien mirado, seria muy
extraño que se publicasen á vista de la Real Academia
de San Fernando unos pasages relativos á la
ciencia que tiene tanta conexión con el dibujo, caal
es la Anatomía, y en ellos advirtiesen los inteligentes
tantos errores que se dejaban correr libremente
y sin reparo alguno. Ni tampoco era decoroso á la
nación que la falta de corrección de ellos denotase
ignorancia en un asunto tan importante.
En la citada edición de Paris se tuvieron presentes
varios apuntamientos de figuras qae hizo el
célebre Poussin y tenia el M. S. de Giantelou, arregladas
á las instrucciones que da Vmci en este Tratado,
y por ellos dibujó Errard las que se hallan grabadas
al pie del capítulo ó sección que las corresponde,
aumentando algunas con ropas que tomó del
antiguo. En la presente traducción se han suprimido
algunas que no eran necesarias, y las demás las
ha dibujado D. Josef Castillo, profesor de Pintura
en esta Corte (igualmente que la estampa del frontispicio,
y los dos retratos), y aunque la actitud es
la misma , por evitar la nota que ponen á las de
Errard los inteligentes , se les ha dado una proporción
mas gallarda y esbelta , como conviene á unas
figuras de Academia. En donde ha parecido preciso
se ha consultado el natural para que salga todo
con la posible perfección.
En lo demás , cualquier defecto que se halle en
la traducción no será por falta de cuidado y diligencia
; en cuya suposición espero lo mire con benignidad
quien lo notase , lo cual me basta por suficiente
recompensa de las tareas qu$ he, emprendido en beneficio
de las bdlas' artes. uU^n^i, i;i; üj :.í:>í:: uü ..
-vj? Las figuras de Itneasi van numeradas por su orden
Gon números Romanos; y las humanas, aunque
llevan igualmente los suyos también Romanos, para
mayor claridad sé citan de este modo: Lámina I,
f-) ohn5lr'?r'o'^ vÁ ^2 o^
Explicación de la estampa del frontisficio.
Minerva, madre de las artes y ciencias, está al lado de
uh niño dedicado á la' Pintura;- j mostrándole con la una
mano un libro , y señalando con la otra al campo , le enseña
que la instrucción de los escritos científicos, y la imitación
de la naturaleza en sus producciones, le conducirán á la
deseada perfección. Al otro lado se ve un Genio ó mancebo
con varios instrumentos Matemáticos, denotando la necesidad
que tiene la Pintura de la Geometría , Perspectiva &c.
ti .... ..'
La ymeta» ,, ^ coi .,,..., i.:;i.jüj.¿L A'iriTíjAa yioaJl aa /'
Apoyada la Pintura , simbolizada -en la paleta , sobre la
lectura y estudio, llega indubitablemente 4 tener el lucimiento
y alabanza merecida, que denotan los, rayos, de luz y el
ramo de laurel. .&aioí<^
ÍNDICE.
La sttma brevedad de las secciones en que está dividí-»
do el Tratado de la Pintura de Vinci excusa el poner índice
de ellas, pues con la misma facilidad se puede hallar
lo que se busca en el discurso de la obra. :
,
Vida d^ Leonardo de Vinci Pág. i
El Tratado de la Pintura de Leonardo de
Vinci *....« 3
Notas al Tratado de Vinci 170
Vida de León Bautista Alberti i83
Notas a la vida de Alberti igS
Libro primero de la Pintura 197
Libro segundo ^Jl^}!^::!^^^Á::,^J,.^:u^.:,.:^L^..:,„ aao
Libro ieTcexoJ.,!:íu^I}::l. ......í^^í}.:ííL¡ííí¡¡~*í^i
Notas íIí^^ i^a^"^^


VIDA
DE LEONARDO DE VINCI,
ESCRITA
POR RAFAEL DU FRESNE.
i^i la nobleza de sangre, que es solo una cosa imaginaria,
hace tal distinción entre los hombres que exalta á
los unos sobre los otros, ¿quién podrá dudar que la nobleza
del ánimo , que consiste en la virtud efectiva , y
reside en la parte que trae su origen del Cielo , no es
capaz de ensalzar al hombre desde el estado mas inñmo
hasta los confines de la divinidad? Adornado Leonardo
de Vinci con esta verdadera y mas esclarecida nobleza
, pudo igualarse en la gloria y el honor á los hombres
mas grandes de su siglo, y elevándose sobre la ba^
jeza de su cuna , vivir , tratar y morir al lado de los Reyes
y Principes soberanos , y dejar su nombre ( prerogativa
concedida á pocos) vinculado á la inmortalidad.
Nació Leonardo de Vinci en un lugar llamado Vinci
, situado en el valle de Arno , mas abajo , aunque no
muy distante de Florencia ; y su padre se llamó Pedro de
Vinci. Este , advirtiendo la natural inclinación de su hijo,
que entre las ocupaciones de sus estudios siempre se aplicaba
á dibujar , resolvió coadyuvar á su propensión y llevarle
á Florencia , en donde le puso bajo la dirección de
Andrés Verrochio , Pintor de alguna reputación en aquel
tiempo. Admirado Verrochio del ingenio de aquel joven,
II
formó de él el concepto que tanto acreditó después el
tiempo ; y recibiéndolo por su discípulo , prometió á Pedro
de Vinci instruir á su hijo con el cuidado y esmero
que debia inspirarle la estrecha amistad que entre ambos
reinaba, y según lo merecian, á su parecer, las agradables
modales y costumbres de Leonardo. Como Verrochio
era, ademas de pintor, escultor y arquitecto, tallista
y platero, aprendió Leonardo en su escuela no solo a pintar,
sino también todas las otras artes -que tenían conexión
con el dibujo: en las que se adelantó tanto, que en poco
tiempo dejó atrás á su propio maestro. De este se lee que
estando haciendo un cuadro para los Religiosos de Valumbrosa
que están en S. Salvi, cuyo asunto era S. Juan
bautizando á Jesucristo , quiso que le ayudase Leonardo,
y le mandó dar el colorido á un Ángel que tenia en las
manos unas vestiduras. Cumplió Leonardo el encargo de
Verrochio con tanta maestría, que excedía su obra con'-
siderablemente á lo demás del cuadro ; y todos unánimes
convinieron que nada podia igualar á la belleza del Ángel.
Quedó avergonzado Verrochio viéndose superado
de un discípulo suyo tan joven; y enfurecido contra sus
pinceles, jamas volvió á manejar colores, despidiéndose
para siempre de la Pintura,
Luego -que salió de su escuela Leonardo , ya en edad
de poderse dirigir por sí mismo, hizo en Florencia aquellas
obras que refiere el Vasari, que son el cartón del
Adán y Eva para el Rey de Portugal, cuando cometieron
el pecado en el Paraíso ; en el cual, ademas de las dos figuras,
pintó de claro y oscuro con increíble paciencia y
diligencia los árboles y plantas. A instancias de su padre
III
hizo para un labrador de Vinel , amigo de este , en una
rodela de palo de higuera, una composición tan extraña
de animales diversos , como sierpes , lagartos , grillos y
langostas , que formando de todos ellos un solo monstruo,
parecía tan horrible y espantoso , que como si fuese la cabeza
de Medusa , pasmaba á quien lo miraba. Pero juzgando
el padre que una obra como esta no merecía estar
en manos de un labrador , la vendió á unos mercaderes,
de quienes la compró luego el Duque de Milán por trescientos
ducados. Pintó un cuadro con una Nuestra Señora
hermosísima, y entre otras cosas representó un frasco
lleno de agua con algunas flores dentro , sobre las cuales
pintó con admirable artificio el rocío ; cuya obra paró luego
en poder del Papa Clemente VIL Hace mención también
el Vasar! de un dibujo que hizo Leonardo en un papel
para un íntimo amigo suyo llamado Segni , en el cual
representó con extraordinaria invención y con su acostumbrado
primor al dios Neptuno en medio del mar agitado
en su carro , tirado de caballos marinos y acompañado
de monstruosos peces , tritones y otras cosas imaginarlas
que le parecieron á propósito en aquel asunto.
Aquí observaremos que aunque Leonardo supo muy
bien en lo que consistía aquella divina proporción que es
madre de la belleza, tanto que la gracia de sus figuras inspiraba
amor á quien las miraba ; no obstante se aficionó
de tal suerte á pintar cosas extravagantes y ridiculizadas,
que si vela por casualidad á algún hombre del campo con
fisonomía extraordinaria y rara , de modo que tocase en
lo ridículo , lo irla siguiendo un día entero embelesado con
la particularidad de aquel objeto , hasta que concibiendo
1..
IV
una idea idéntica de aquella cara, volvia á su casa, y la
retrataba como si la tuviese presente. Y dice Paulo Lomazo
en su libro 6.° de la Pintura que en su tiempo tenia
Aurelio Lovino cincuenta cabezas de estas dibujadas en
un libro de mano de Vinci. Por este estilo está pintado el
cuadro que hay en Paris , y se conserva entre otros muchos
en el palacio de las Tuilleries , al cuidado de Mr. Le
Maire , pintor , como todos saben , de no muy común habiUdad
, que representa a dos ginetes en acción de arrebatar
violentamente á otros dos una bandera : este grupo
componia parte de una obra mucho mayor, que era el cartón
que hizo para el salón del palacio de Florencia , como
adelante se dirá , y por su hermosura lo pintó en pequeño
Gon sumo gusto y afición: y ademas del fuego de los caballos
y la bizarría de los trages, se ven las cabezas de los
combatientes con semblante tan furioso , tan ardiente y
colérico, y con ademan tan extraordinario y particular, y
(como suele decirse ) con tal caricatura^ que al mismo
tiempo causan espanto y risa á quien los mira.
Volviendo á las primeras obras de Leonardo , dice el
Yasari , que empezó la cabeza de Medusa en un cuadro
al oleo de extraña invención , la cual quedó sin concluir.
Empezó también una adoración de los Reyes Magos , en
que habia algunas cabezas belHsimas ; pero jamas la concluyó
, como por lo común sucedia á todas sus obras : porque
como era hombre de infinitas noticias y bellas ideas,
vivísimo por naturaleza, y de un ingenio muy fecundo,
lo mismo era dar principio á una obra , que ya le venia
al pensamiento el emprender otra. Ademas del arte de la
Pintura, de que hacia profesión con tanto esmero y diliV
gencla , se aplicaba también á la Escultura , y modelaba
con perfección. Era excelente Geómetra, y en la Mecánica
siempre andaba ideando nuevas máquinas de que fue inventor.
Era muy inteligente en la Arquitectura , y nadie
le aventajaba en la Perspectiva ni en la Óptica. Estudió
también las propiedades de las yerbas; y penetrando su
ingenio hasta los cielos , se aplicó á la Astronomía, é hizo
varias observaciones acerca del movimiento de las estrellas.
En la Música se adelantó admirablemente , y llegó á
cantar y tañer con tal destreza , que excedió á todos los
músicos de su tiempo ; y para que no le faltase habihdad
alguna , con el mismo furor que Apolo le inspiró para la
Pintura y Música, le favoreció para la Poesía; pero habiéndose
perdido todas sus composiciones métricas, solo
nos ha quedado el siguiente Soneto moral.
Chi non puo quel chevuol , quel che puo voglia
,
Che quel che non si puo, folie é volere,
Adunque saggio é l'huomo da tenere
Che da quel che non puo suo voler toglia.
Pero ch' ogni diletto nostro é doglia
Stá in si, e no, saper, voler, potere,
Adunque quel sol puo che co'l dovere
Ne trahe la ragion fuor di sua soglia.
Ne sempre é da voler quel che Thuom puote,
Spesso par dolce quel che torna amaro
;
Piansi gia quel ch'io volsi, poi ch'io Thebbi.
Adunque, tu lettor di queste note.
Se á te vuoi esser buono, é á gl'altri caro,
Vogh sempre poter quel che tu debi.
VI
También sé ejercita'ba en otras varias habilidades , porque
era en extremo aficionadoiios caballos, que manejaba
con primor ; y siendo igual la agilidad y robustez de
sus miembros á la gallardía de su presencia y á la gracia
de sus acciones , consiguió superior' destreza en la esgrima.
Pero sobre todo gustaba de conversar con sus amigos,
y tenia tal atractivo en su -trato, y tanta felicidad y
urbanidad para explicarse ^ que arrastraba tras sí el ánimo
de quien le escuchaba.
Un número tan no visto de prendas, y un caudal tan
grande de ciencia hizo resonar el nombre de Leonardo
por toda Italia, y movió á Ludovico Sforcia, llamado el
Moro, favorecedor de todos los hombres de talento con
quienes mostró muy bien su liberalidad, á proponerle
que fuese á Milán , señalándole quinientos escudos de
renta al año. Lo primero que hizo aquel Principe fue
crear una Academia de Arquitectura , en la que introdujo
a Leonardo y quien aboliendo desde luego el modo
de fabricar á la Gótica , establecido en aquella Ciudad
cien años antes bajo la dirección de Michélino, abrió el
camino para que volviese este arte á su primitiva y antigua
pureza. Ocupóse por orden de dicho Príncipe en la
conducción de las aguas del Ada hasta Milán , formando
aquel canal navegable, que vulgarmente llaman el navio
de Mortesanay á quien se le agrega un rio también navegable
por espacio de mas de doscientas millas hasta los
valles de Chiavena y Faltelina. La empresa era tan dificil
-como importante , y digna del sublime ingenio de Leonardo
, por la noble emulación que causaba el gran canal
que doscientos años antes se hizo en tiempo que era ReVII
pública Milán, á la otra parte de la Ciudad, en cuyas
aguas, que toma del rio Tesino,se navega hasta Milán, y
con ellas se riega toda la campiña. Venció Leonardo todas
las dificultades que se suscitaron, y por medio de muchas
esclusas hizo navegar con toda seguridad los barcos por
montes y valles. ;
No contento el Príncipe con los beneficios que hizo
al Estado Leonardo como Arquitecto y como Ingeniero,
quiso también que lo adornase como Pintor con alguna
obra primorosa de su mano. Mandóle, pues, que en el
refectorio de los PP. Dominicos de Sta. María de Gracia
pintase la Cena de Jesucristo con los Apóstoles, cuyo
asunto desempeñó Leonardo con tanta excelencia , que
se miró luego como un milagro del arte. En efecto apuró
en esta pintura los primores del pincel de tal modo,
que todos á una voz confiesan que nada puede aventajarla
ni en dibujo, ni en expresión, ni en diligencia, ni en
colorido. Y en especial pintó con tanta belleza las cabezas
de los Apóstoles, particularmente la de ambos Jacobos,
que al llegar á la de Jesucristo, viendo que no era
posible darla mayor perfección, enfadado la dejó en
bosquejo.
Parecíale al Prior del Convento que duraba mucho la
obra del cuadro , y se quejó varias veces á Leonardo de
su tardanza, y aun al mismo Duque, quien hablando
con Leonardo de ello, supo que solo faltaba para la total
conclusxn acatar la cabeza de Cristo y la de Judas;
pero cono ro pedia formar una idea justa de la infinita
belleza del-Eijo de Dios, no le era posible expresarla
con el pincel. La cabeza de Judas, añadió Leonardo,
VIII
como que es hijo del Infierno , la tengo ya en el pensamiento
, y no deja de suministrarme idea para ella el gesto
de este Fraile , que tan groseramente nos ha importunado
á ambos.
Ejecutó con mucha felicidad la expresión de^ la sospecha
que concibieron los Apóstoles de querer saber
quien era el que habia vendido á su Maestro , según escribe
el Vasari ; y dice Lomazo (que tenia esta pintura tan
presente , como que habia hecho una copia de ella para
S. Bernabé de Milán) que en cada rostro se advertia la
admiración, el espanto, el dolor, la sospecha, el amor
y otros varios afectos que agitaban sin duda entonces el
corazón de los discípulos ; y en Judas se notaba la traición
que maquinaba con un rostro propio de un facineroso.
Esto da á entender lo bien que sabia Leonardo las diferentes
alteraciones que causa en el cuerpo la agitación
del ánimo , que es lo mas delicado y dificultoso del arte,
y por consiguiente lo menos practicado. Era esta
obra digna de permanecer para siempre ; pero estando
pintada al óleo en una pared húmeda, duró muy poco ; de
modo que hoy se halla casi del todo destruida. Guando
Francisco I fue á Milán , quiso que se buscaran todos los
medios posibles para llevarla á Francia, y enriquecer con
ella aquel Reino ; pero como la pared en que estaba era
muy gruesa, y tenia de alto y de ancho treinta pies, salieron
inútiles todas las tentativas. Es verosímil que este
Monarca mandase sacar alguna copia , y tal vez será la
que hoy se ve en la parroquial de San Germán , clavada
en la pared á mano izquierda , conforme se entra en la
Iglesia por la puerta del mediodía. En el mismo refectorio
en donde pintó la Cena Leonardo , retrató del tamaño
natural al Duque Ludovico , y á la Duquesa Beatriz , su
esposa, de rodillas , y delante de ellos sus hijos , y á la otra
parte un Crucifijo. Pintó también un nacimiento en una
tabla para un altar por mandado del mismo Duque , cuyo
•cuadro se regaló luego al Emperador.
Entre las varias ocupaciones de Leonardo durante su
mansión en Milán , fue de mucha importancia el estudio
que hizo de la Anatomía , en cuya ciencia , con el auxilio
de Marco Antonio de la Torre , Catedrático de esta
facultad en Pavía , adquirió gran conocimiento , y dibujó
un cuaderno de figuras anatómicas , que vino á parar
después en manos de su discípulo Francisco Melzi.
Dibujó también para un cierto Gentil Borri , Maestro de
Esgrima , de cuya habilidad se preciaba igualmente Leonardo,
un libro entero de figuras batallando a pie y á
caballo , en donde estaban expresadas las reglas de la verdadera
destreza. Escribió también para el adelantamiento
de su Academia de Milán varias obras sobre diversas materias
que estuvieron olvidadas mucho tiempo , y enteramente
desconocidas en la familia de los Melzis en su casa
del Pavero y y luego fueron á poder de varios sugetos,
como acaece á casi todos los libros ; porque un tal Lelio
Gavardi d 'Asóla , Prepósito de S. Zeno de Pavía , pariente
cercano de Aldo Manucio , que enseñaba las letras humanas
á dichos sugetos , como entraba con frecuencia en
la casa, tomó trece volúmenes, y se los llevó á Florencia
con la esperanza de que el Gran Duque se los compraría
á muy alto precio. Pero habiendo muerto este Príncipe
por aquel tiempo , marchó Gavardi á Pisa , y hallando
B
X
alli á Juan Ambrosio Mazenta , Caballero Milanés, que estaba
estudiando , escrupulizó de tener en su poder aquellos
libros, y le suplicó los restituyese á los Melzis cuan?
do volviese á Milán. Hizolo asi; pero maravillándose Horar
cío Melzi , cabeza de la familia , de la escrupulosidad de
uno y otro , se los regaló á Juan Ambrosio , quien los conservó
en su casa. Gloriábanse los Mazentas de esta posesión
, y los enseñaban á todos ; y habiendo dicho á Melr
2Í Pompeyo Leoni , Escultor del Rey de España , lo mucho
que valian aquellos libros , le prometió que lograría muchos
honores y gracias , si recuperándolos se los regalaba
al Sr. Felipe II. Movido Melzi con esta esperanza pidió
con la mayor sumisión á Guido Mazenta , hermano de
Juan Ambrosio , le volviera aquellos libros del Vinci. Dióle
siete de ellos Mazenta , y se quedó con seis , uno de
los cuales lo regaló al Cardenal Borromeo para la Biblioteca
Ambrosiana, y otro á Ambrosio Figgini, quien lo
dejó al tiempo de morir á su heredero Hércules Bianchí.
Carlos Emanuel , Duque de Saboya , tuvo otro de estos libros,
y los otros tres fueron á poder de Pompeyo Leoni
por muerte del referido Guido ; y Leoni los dejó á su
heredero Cleodoro Caichi , quien los vendió por .trescientos
escudos á Galeazo Leonato.
Solia Leonardo retirarse á la casa de campo de Vávero
cuando queria filosofar , ó aplicarse á alguna cosa seria;
y es constante que vivió alli mucho tiempo en compañía
de Francisco Melzi , su discípulo. Abajo se pondrá
un índice de las obras que escribió.
Después de la muerte del Moro , acaecida en el año
1500, á quien llevaron prisionero á Francia, en donde
XI
murió en la torré de Locesy con motivo de las guerras
que se originaron , se entibió mucho en Milán el estudio
de las bellas Artes , y fue deshaciéndose poco á poco
la Academia establecida , en la cual habian salido sobresalientes
en la Pintura Francisco Melzi , Cesar Sesto , Bernardo
Lovino , Andrea Salaino , Marco Vegioni , Antonio
Boltrafio, Paulo Lomazo y otros Milaneses, que todos
seguian la escuela de Vinci; de tal manera que muchas
veces no solo entonces, sino también ahora se estimaron
y vendieron muchas obras suyas por de Leonardo
, especialmente las de Sesto y Lovino , que fueron los
que mas imitaron la manera de su Maestro. Con todo
hubiera sin duda sobrepujado á los demás Lomazo , si no
le hubiera faltado la vista en lo mas florido de su edad^
como lo habia ya predicho Gerónimo Cardano : y ya que
no podia dedicarse á la pintura con la mano , se dedica
con el entendimiento ; y siendo ciego compuso aquellos
libros tan estimados de los que tienen vista , en los que
a cada paso propone á Vinci como idea de un verdadero
y perfecto Pintor.
Cuando pasó a Milán Luis XII, Rey de Francia (que
fue un año antes de la prisión del Moro) , habiendo suplicado
á Vinci los sugetos principales de la ciudad, que
inventase alguna máquina extraña y magnifica para cortejar
y obsequiar á aquel Principe , hizo un león con tal
arte , que después de haber dado muchos pasos por si en
una sala , se paró delante del- Rey, y luego abriéndose
él mismo el pecho , arrojó una infinidad de lises de que
estaba lleno. En las obras de Lomazo, lib. 2.°, cap. i.%
se lee que esto lo hizo para Francisco I ; pero fue error
XII
del copiante , porque cuando este Monarca entró en Milán
fue el año 1 5 1 5 , en cuyo tiempo estaba Leonardo
en Roma, como mas abajo se verá.
Las revoluciones de Lombardia y las desgracias de
los Sforcias , protectores de Leonardo , le obligaron á dejar
á Milán y volverse a su p;itria Florencia, en donde
lo primero que hizo fue aquel cartón de la Virgen con
Jesucristo, Sta. Ana y S. Juan, que para verle corria
á gran priesa el pueblo. Este cartón lo llevó Leonardo á
Francia , donde quiso el Rey que le diese el colorido. Después
hizo el retrato de Lisa , muger de Francisco Giocondo
, que generalmente llamaban la Gioconda , y se halla
en Fontainebleau junto con otros muchos cuadros dé estimación
, por haberlo comprado Francisco I en cuatro
mil escudos. Dicen que tardó Leonardo cuatro años en
concluir este retrato, y aun quedó sin acabar del todo,
porque era de tan delicado gusto y de un ingenio tan sutil
, que para llegar á la verdad de la naturaleza , buscaba
siempre excelencia sobre excelencia , y perfección sobre
perfección; y no contentándose nunca con lo que habia
hecho por bello que fuese , procuraba adelantar siempre
mas y mas. Mientras que pintaba este retrato, hacia
que hubiese alrededor de Lisa gentes con instrumentos
de Música cantando con algazara para que siempre estuviese
alegre , y no la sucediera lo que regularmente
acaece en todos los retratos que están melancólicos. Y
en efecto en el semblante de este se advierte un gesto
tan alegre , que , como dice Vasari , mas parece á la vista
cosa divina que humana. Hay también en Fontainebleau
otro retrato de mano de Vinci , que dicen que es de una
XIII
Marquesa de Mantua. Es también hermosísimo el de Ginebra
de Amerigo Benci , doncella de singular belleza en
aquellos tiempos. No se debe omitir la Flora que pintó
con tan admirable suavidad y con ademan tan divino, la
cual se conserva en París en poder de un particular.
Debiéndose adornar la sala del Consejo en Florencia
hacia el año de 1 5 o 3 , se eligió por decreto público á Leonardo
para que la pintara. Para este efecto hizo un cartón
con delicado arte y graciosa expresión , que representaba
una historia de Piccino. Empezó á pintar la obra al óleo;
y cuando ya llevaba la mitad advirtió que por haber puesto
una imprimación muy fuerte saltaba todo el color de
la pared , y dejó el trabajo.
En aquel tiempo , que fue en el Pontificado de Pío III,
y no del segundo , como dice Vasari , Rafael de Urbino,
que apenas tenia veinte años , y acababa de salir de la
escuela de Pedro Perugino , deseoso de ver aquel tan
famoso cartón , y llevado del renombre de Vinci ( que
entonces tenia ya cumplidos sesenta años), marchó por
la primera vez á Florencia. Quedó pasmado á vista de
las obras de Leonardo, y ellas fueron sin duda aquel
poderoso estímulo que le obhgó á volar con tanta rapidez
á la cumbre de la perfección del arte , que después
fue mirado y reverenciado de todos como el Dios de la
Pintura, dejando desde entonces la manera seca y dura
del Perugino para pasar á la morbidez y ternura de Vinci.
También presenció el joven Rafael las historias que
motivaron después aquella tan grande enemistad entre
Vinci y Miguel Ángel Buonarrota, que entonces tenia
veinte y nueve años, y por orden del Gobierno habia
XIV
hecho otro cartón para la otra fachada de la mencionada
sala del Consejo , y representó en él la guerra de Pisa con
varia multitud de desnudos hechos á emulación de Vinci.
Permaneció este en Florencia hasta el año i 5 i 3 , y pintó
varias obras. Francisco Bochi en el libro que escribió de
las bellezas de Florencia hace mención de un cuadro que
en su tiempo estaba en poder de Mateo y Juan Bautista
Botti , en donde habia pintada una Nuestra Señora con
suma diligencia y artificio , y el Niño Jesús en los brazos
prodigiosamente hermoso , que levantaba la cabeza con
mucha gracia. Borghini dice que en casa de Camilo de
Albizi habia una estupenda cabeza del Bautista de mano
de Vinci.
c Elevado León X al sumo Pontificado ^ en quien era
hereditario el amor á las Artes , en especial la Pintura,
acudió Leonardp á Roma para ofrecer sus respetos á
aquel Principe , verdadero Mecenas de los hombres hábiles.
Mandóle pintar una tabla; y cuenta el Vasari, que
habiendo empezado Vinci con gran priesa á destilar aceites
y preparar barnices , dijo León X que no se podia es-
^perar nada de quien al instante miraba á los fines sin considerar
los medios de una obra. Otras muchas cosas indignas
de la sublimidad del ingenio de Vinci cuenta Vasari
, las cuales deben tenerse por sospechosas por referirlas
un apasionado tan acérrimo de Miguel Ángel, el
cual , como ya se ha dicho , era enemigo declarado de
Vinci , y se entretenía en quitarle la reputación con cuentos
y burlas que inventaba. Hallábase Vinci sumamente
disgustado con aquel odio tan implacable ; y viendo que
le llamaba á su Reino Francisco I, que se habia enamoXV
rado de sus pinturas cuando estuvo en Milán , se resolvió,
á pesar de su avanzada edad , pues pasaba de setenta años,
á abrazar un partido tan ventajoso y glorioso para él , y
tomó el camino de Francia.
Sumo gusto recibió Francisco I viéndose dueño de
un profesor tan hábil , como estimado y deseado ; y aunque
apenas podia ya trabajar por sus muchos años , fue
no obstante siempre acariciado sumamente del Rey. Bien
sabido es que habiendo estado enfermo muchos meses en
Fontainebleau , fue el mismo Rey á visitarle ; y queriendo
Yinci , movido del respeto , incorporarse en el lecho'
y referirle su mal , lé sobrevino un accidente , de lo cual
enternecido el Monarca le sostuvo con la mano la cabeza,
y Leonardo admirado de un favor tan extraordinario, espiró
en sus brazos á los setenta y cinco años de su edad
con mucha mas gloria que ningún Pintor ; si es verdad
que una buena y honrosa muerte da honor á toda la vida*
Fue Leonardo de Yinci muy hermoso de cuerpo , como
ya se ha dicho : su juventud la pasó con descuido filosófico
; de modo que se dejó crecer la barba y cabello,
y parecia un Kermes ó un Druida antiguo. Nunca quiso
casarse; y si alguna vez tuvo esposa, como dice un Pintor,
lo fue sin duda el arte de la Pintura, y sus obras
sus hijos. Estas se hallan dispersas en varias partes, porque
muchas de ellas las tiene el Gran Duque de Florencia,
y otras varias las he visto en Inglaterra. En la Idea
del Templo de la Pintura de Paiilo Lomazo se hace mencion
al cap. 3 3 de una Concepción de la Virgen Santísima
que pintó para Ja iglesia de San Francisco de Milán;
y en la Biblioteca Ambrosiana de la misma ciudad hay
XVI
muchos dibujos y pinturas de su manó.
En Paris en el Palacio del Cardenal se ve una Nuestra
Señora suya, sentada en el regazo de Sta. Ana, y en
los brazos tiene al Niño Jesús que está jugando con una
ovejita. El pais que sirve de campo á este cuadro es bellísimo
; pero la cabeza de la Virgen quedó sin concluir.
El Cardenal Richelieu tenia una Herodias de singular
hermosura ; y el S. Juan en el desierto , figura de cuerpo
entero que está en Fontainebleau, y otro cuadro de la
Virgen con el Niño y S. Juan, y un Ángel de admirable
belleza, todos en un pais, son obras dignas de observa-'^
cion. En el gabinete del Marques de Sourdis en Paris
hay también otra Virgen muy buena del mismo autor.
Mr. de Ciarmois , Secretario del Mariscal de Schemberg
, Caballero de insignes prendas , que uniendo en sí
la curiosidad y la inteligencia tiene formada una copiosa
colección de buenos cuadros, posee entre ellos uno de
Vinci que representa en dos medias figuras al casto Josef
huyendo de la hermosa y deshonesta muger de Putifar.
Es un cuadro muy bello , y trabajado con suavidad y diligencia
: la expresión es admirable ; y el pudor del un rostro
y la lascivia del otro mas parecen verdaderos que fingidos.
Tiene también otro cuadro de la Virgen , Sta. Ana
y el Niño con S. Miguel que le presenta una balanza , y
S. Juan jugando con un corderito; todo sumamente hermoso.
Pero seria nunca acabar querer referir una por
una todas las obras de Leonardo : baste el haber hecho
mención de algunas de sus pinturas ; y ahora pasemos á
hablar de las que hizo con la pluma.
Acostumbraba Vinci á escribir de derecha á izquierXVII
da como los Hebreos , y de esta manera estaban escritos
aquellos trece volúmenes de que hemos hecho mención;
pero como la letra era buena y clara , se leian con facilidad
por medio de un espejo. Es probable que en esto
llevase el fin de que no todos leyesen sus obras.
La empresa del canal de Mortesana le dio ocasión de
escribir un libro de la naturaleza, peso y movimiento
del agua, el cual estaba lleno de varios dibujos de ruedas
y máquinas para molinos , y para arreglar el curso de
las aguas y elevarlas.
Escribió también , como hemos dicho , un tratado de
la Anatomía del cuerpo humano, igualmente enriquecido
con dibujos hechos con sumo estudio y diligencia , de
la cual hace mención el autor en el ^ xxii de esta obra.
Del tratado de la Anatomía del caballo habla el Vasari,
Borghini y Lomazo ; y habiendo sido Vinci tan primoroso
en modelarlos y pintarlos, como demuestra el cuadro
de los ginetes combatiendo que se ha referido, es preciso
que esta obra fuese tan bella como útil.
En los 55 LXXXÍ y CX de esta obra se cita un tratado
de Perspectiva del mismo autor dividido en varios libros
, y tal vez en él estaría explicado el modo de formar
las figuras mayores del natural que tanto alaba Lomazo
al capítulo 4.° de la Idea.
En los 55 CXII y CXXIII promete escribir un libro de
los movimientos del cuerpo y de sus partes ; materia anatómica
que nadie ha tocado hasta el presente.
También promete en el 5 CCLXVllI otro libro de la
equiponderacion del hombre.
El tratado de las luces y las sombras se halla hoy día
G
XVIII
en la Biblioteca Ambrosiana de Milán , escrito en folio,
forrado de terciopelo encarnado , que es el que (como se
dijo antes) regaló Guido Mazenta al Cardenal Borromeo.
En el trata el asunto como Filósofo , como Matemático y
como Pintor, y le cita en el $ CCLXXVIII de esta obra.
En esta parte de la Pintura fue Leonardo muy sobresaliente,
y llegó á imitar con tal perfección el efecto de la
luz y de la sombra, que sus obras mas parecían verdaderas
que fingidas.
Por último escribió la presente obra que intituló : el
tratado de la Pintura , la cual contiene varios preceptos
del arte , y juntamente la manera de dibujar y pintar.
Cuenta el Vasari que pasando á Florencia cierto Pintor
Milanes , le hizo ver dicha obra , y le prometió que asi que
llegase á Roma la haria imprimir; pero esto nunca lo
cumplió : y una cosa que no se hizo entonces en Roma
se efectuó en Paris un siglo después , en donde cotejando
varios manuscritos , aunque viciados , he podido por
fin restituir á la luz pública una obra , que por la excelencia
de sus preceptos , y por el mérito de su autor , es
digna de la inmortalidad. Para hacer mas fácil su inteligencia
la tradujo al idioma francés Mr. Chambrai , sugeto
sumamente hábil en el dibujo, el cual (como se dijo
de León X) por un instinto comunicado á toda su familia
solo se divierte en cosas de habilidad y de talento.
Esta versión es lo mismo que un comentario, por la
exactitud y claridad con que está interpretado el sentido
del autor.
EL TRATADO
DE LA PINTURA
DE
LEONARDO DE VINCI.
SECCIÓN PRIMERA.
Lo que primeramente debe aprender un joven,
lili joven debe ante todas cosas aprender la Perspectiva
para la justa medida de las cosas: despaes estudiará copiando
buenos dibujos, para acostumbrarse á un contorno
correcto: luego dibujará el natural, para ver la razón de
las cosas que aprendió antes*, y últimamente debe ver y
examinar las obras de varios Maestros, para adquirir facilidad
en practicar lo que ya ha aprendido.
4 TRATADO DE LA PINTURA
s n.
Qué estudio deban tener los jóvenes.
El estudio de aquellos jóvenes que desean aprovechar
en las ciencias imitadoras de todas las figuras de las cosas
criadas por la naturaleza, debe ser el dibujo, acompañado
de las sombras j luces convenientes al sitio en que están
colocadas las tales figuras.
s ni.
Qué regla se deba dar d los principiantes.
Es evidente que la vista es la operación mas veloz de
todas cuantas hay, pues solo en un punto percibe infinitas
formas^ pero en la comprensión es menester que primero
se haga cargo de una cosa , y luego de otra : por
ejemplo: el lector verá de una ojeada toda esta plana escrita,
y en un instante juzgará que toda ella está llena de
varias letras;, pero no podrá en el mismo tiempo conocer
qué letras sean, ni lo que dicen;, y asi es preciso ir palabra
por palabra, y línea por línea, enterándose de su contenido.
También para subir á lo alto de un edificio, tendrás
que hacerlo de escalón en escalón , pues de otro modo
será imposible conseguirlo. De la misma manera , pues,
es preciso caminar en el arte de la Pintura. Si quieres tener
una noticia exacta de las formas de todas las cosas,
empezarás por cada una de las partes de que se componen,
sin pasar á la segunda , hasta tener con firmeza en la memoria
y en la práctica la primera. De otro modo, ó se
perderá inútilmente el tiempo , ó se prolongará el estudio:
y ante todas cosas es de advertir, que primero se
ha de aprender la diligencia que la prontitud.
DE LEONARDO DE VINCI. í
§ IV.
Noticia del joven que tiene disposición para la Pintura.
Hay muchos que tienen gran deseo y amor al dibujo,
pero ninguna disposición; y eslo se conoce en aquellos jóvenes,
á cuyos dibujos les falla la diligencia , y nunca los
concluyen con todas las sombras que deben tener.
§ V.
Precepto al Pintor.
De ningún modo merece alabanza el Pintor que solo
sabe hacer una cosa, como un desnudo, una cabeza los
pliegues, animales, paises d otras cosas particulares á este
tenor-, pues no habrá ingenio tan torpe, que aplicado
á una cosa sola, practicándola continuamente, no venf^a á
ejecutarla bien.
S VI.
De qué manera debe estudiar el Joven.
La mente del Pintor debe continuamente mudarse á
tantos discursos, cuantas son las figuras de los objetos notables
que se le ponen delante v y en cada una de ellas debe
detenerse á estudiarlas, y formar las reglas que le parezca,
considerando el lugar, las circunstancias, las sombras
y las luces.
S VIL
Del modo de estudiar.
Estudíese primero la ciencia, y luego la práctica que
se deduce de ella. El Pintor debe estudiar con regla, sin
dejar cosa alguna que no encomiende á la memoria, viendo
qué diferencia hay entre los miembros de un animal, y
sus articulaciones ó coyunturas.
6 TRATADO DE LA PINTÜKA
§ VIII.
Advertencia al Pintor,
El Pintor debe ser universal, y amante de la soledad,
debe considerar lo que mira, y raciocinar consigo mismo,
eligiendo las partes mas excelentes de todas las cosas que
ve ; haciendo como el espejo que se trasmuta en tantos colores
como se le ponen delante*, y de esta manera parecerá
una seganda naturaleza.
$ix.
Precepto del Pintor universal.
Aquel qne no guste igualmente de todas las cosas que
en la Pintura se contienen, no será universal j porque si
uno gusta solo de paises, es señal de que solo quiere ser
simple investigador, como dice nuestro Boticello, el cual
anadia que semejante estudio es vano*, porque arrimando
á una pared una esponja llena de varios colores, quedará
impresa una mancha que parecerá un pais. Es verdad que
en ella se ven varias invenciones de aquellas cosas que pretende
hacer el hombre, como cabezas, animales diversos,
batallas, escollos, mares, nubes, bosques y otras cosas asi:
pero es casi como la música de las campanas, que dice lo
que á tí te parece que dice. Y asi, aunque tales manchas
te den invención , nunca te podrán enseííar la conclusión y
decisión de una cosa en particular, y los paises del dicho
Pintor eran bien mezquinos.
§x.
De que manera ha de ser universal el Pintor,
El Pintor que desee ser universal, y agradar á diversos
DE LEONARDO DE VINCT. 7
pareceres, hará que en nna sola composición haya masas
muy oscuras, y mucha dulzura en las sombras; pero cuidado
de que se advierta bien la razón y causa de ellas.
s XI.
Precepto al Pintor.
El Pintor que en nada duda, pocos progresos hará en
el arte. Cuando la obra supera al juicio del ejecutor, no
adelantará mas este; pero cuando el juicio supera á la obra,
siempre irá esta mejorando, á menos que no lo impida la
avancia.
§ xii.
Otro precepto.
Primeramente debe el Pintor ejercitarse en copiar buenos
dibujos, y después de esto, con el parecer de su maestro,
se ocupará en dibujar del relieve, siguiendo exactamente
las reglas que luego se darán en la sección que de
esto trate.
§ xm.
Del perfilar las figuras de un cuadro.
El perfil de un cuadro de historia debe ser muy ligero,
y la decisión y conclusión de las partes de cada figura
es menester que no sea demasiado acabada. Solo se pondrá
cuidado en la colocación de ellas, y luego, si salen á gusto,
se podrán ir concluyendo despacio.
$ XIV.
De la corrección de los errores que descubre uno mismo.
Debe poner cuidado el Pintor en corregir inmediata8
TRATADO DE LA PINTURA
mente lotlos aquellos errores que él advierta, ó le haga
advertir el diotameu de otros, para qae ciiauílo piiMiqíie
la obra, no lia^a pública al mismo tiempo su falla. Y eu
esto no debe lisonjearse el Pintor que en otra que haga
subsanará y borrará el presente descuido^ porque la pintura
una vez hecha nunca muere, como sucede á la música,
y el tiempo será testigo inmutable de su ignorancia. Y
si quiere excusarse con la necesidad , la cual no le da el
tiempo necesario para estudiar y hacerse verdadero Pintor,
la culpa será entonces también suyaj porque un estudio
virtuoso es igualmente pasto del alma y del cuerpo. ¡Cuántos
filósofos hubo que liabiendo nacido con riquezas, las
renunciaron, porque no les sirviesen de estorbo en el estudio
1
§ XV.
Del propio dictamen.
No hay cosa que engañe tanto como nuestro propio
dictamen al juzgar de una obra nuestra-, y en este caso
mas aprovechan las críticas de los enemigos, que las alabanzas
de los amigos; porque estos, como son lo mismo que
nosotros, nos pueden alucinar tanto como nuestro propio
dictamen.
§ XVI.
Modo de avivar el ingenio para inventar.
Quiero insertar entre los preceptos que voy dando una
nueva invención de especulación , que aunque parezca de
poco momento, y casi digna de risa, no por eso deja de ser
muy útil para avivar el ingenio á la invención fecunda : y
es, que cuando veas alguna pared manchada en muchas
partes, ó algunas piedras jaspeadas, podrás, mirándolas con
cuidado y atención, advertir la invención y semejanza de
algunos países, batallas, actitudes prontas de figuras, fiDE
LEONARDO DE VINGI. 9
sonomías extrañas, ropas particulares y otras infinitas cosas;
por<|ae de semejantes confusiones es de donde el ingenio
saca nuevas invenciones.
s XVII.
Del continuo estudio que se debe hacer aun al tiempo
de despertarse y ó poco antes de dormir.
He experimentado que es de grandísima utilidad, hallándose
uno en la cama á oscuras, ir reparando y considerando
con la imao-inacion los contornos de las formas
que por el dia se estudiaron, ú otras cosas notables de especulación
delicada, de cuya manera se afirman en la memoria
las cosas que ya se han comprendido.
§ XVIII.
Primero se ha de aprender la exactitud que la prontitud
en el ejecutar.
Cuando quieras hacer un estudio bueno y lilil , lo dibujarás
primero despacio, y luego irás advirtiendo cuíntas
y cuáles son las partes que gozan los principales gralos
de luz: y de la misma manera las que son mas oscuras
que las otras; como también el modo que observan de
mezclarse las luces y las sombras, y su cuaHIail : cotej.jrás
•igualmente unas con otras, y considerarás á qué parle se
dirijan las líneas, y en ellas cual parte h;ice cóncava y cual
convexa, en dónde va mas ó menos señalada, mas ó menos
sutil, y por último cuidarás que las sombras vayan unidas
y deshechas, como se ve en el humo, y cuando te liabas
acostumbrado bien á esta exactitud, le hallarás coa la
práctica y facilidad sin advertirlo.
D
1 o tíjatado de la pintura
§ XIX.
El Pintor debe procurar oír el cUcidmen de cada uno.
Nunca debe el Pintor desdeñarse de escachar el parecer
de cualquiera, mientras dibuja ó pinta ;, porque es evidente
que el hombre, aunque no sea Pintor, tiene noticia
de las formas del hombre, y conoce cuando es jorobado, si
tiene la pierna demasiado gruesa, ó mny grande la mano,
si es cojo, ó tiene cualquier otro defecto personal: y J)ues
que el hombre puede por sí juzgar de las obras de la naturaleza,
i
cuánto mas bien podrá juzgar de nuestros errores!
S XX.
Siempre se debe consultar el natural.
El que crea que en sú imaginación conserva todos los
efectos de la naturaleza, se engaña-, porque nuestra memoria
no tiene tanta capacidad^ y asi en todo es menester consultar
con el natural cada parte por sí.
§ XXL
De la variedad en las figuras.
Siempre debe anhelar e] Pintor á ser universal, porque
si unas cosas las hace bien y otras mal, le faUará lodavia
mucha dignidad, como á algunos que solo estudian el desnudo,
ser^nn la perfecta proporción y simetría, y no advierten
su variedad: porque bien puede un hombre ser proporcionado,
y ser al mismo tiempo grueso, alto, algo líajo,
delgado ó de medianas carnes; y asi el que no pone cuidado
en esta variedad, hará siempre sus figuras de eslampa,
y merecerá gran reprensión (i).
DE LEONARDO DE VINCI. I I
S XXII.
De la universalidad»
Fácil es hacerse universal el que ya sabe por qué lodos
los animales terrestres tienen semejanza entre sí, respecto
á los miembros , á los músculos , huesos y nervios , variándose
solo en lo largo ó grueso, como se demostrará
en ía Anatomía. Pero en cuanto á los acuátiles, caya
variedad es infinita , no persuadiré al Pintor á que se
proponga regla alguna.
§ xxíir.
De aquellos que usan solo la práctica sin exactitud y
sin ciencia.
Aquellos que se enamoran de sola la práctica , sin
cuidar de la exactitud, ó por mejor decir, de la ciencia,
son como el piloto que se embarca sin timón ni aguja ; y
asi nunca sabrá adonde va á parar. La práctica debe cimentarse
sobre una buena teórica , á la cual sirve de
guia la Perspectiva; y en no entrando por esta puerta,
nunca se podrá hacer cosa perfecta ni en la Pintura, ni
en alguna otra profesión.
s XXIV.
Nadie debe imitar á otro.
Nunca debe imitar un Pintor la manera de otro, porque
entonces se llamará nieto de la naturaleza, no hijo;
pues siendo la naturaleza tan abundante y varia, mas propio
será acudir á ella directamente, que no á los Maestros
que por ella aprendieron (a).
12 TRATADO DE LA PINTURA
.§ XXV.
Del dibujar del natural.
Criando te pongas á dibujar por el natural, te colocarás
á la distancia de tres estados del objeto que vayas á copiar;
y siemj)re qne empieces á hacer alguna línea, mirarás
á todo el cuerpo para notar la dirección que guarda
respecto á la línea principal.
§ XXVL
Advertencia al Pintor.
Observe el Pintor con sumo cuidado cuando dibuje,
cómo dentro de la masa principal de la sombra hay otras
sombras casi imperceptibles en su oscuridad y figura: lo
cual lo prueba aquella proposición que dice, que las superficies
convexas llenen tanta variedad de claros y oscuros,
cuanta es la diversidad de grados de luz y oscuridad
que reciben.
§ XXVII.
Cómo debe ser la luz para dibujar del natural.
La luz para dibujar del natural debe ser del norte, pa^
ra que no haga mutación; y si se toma del mediodía, se
pondrá en la ventana un lienzo , para que cuando de el sol,
no padezca mutación la luz. La altura de esta será de modo
que todos los cuerpos produzcan sombras iguales á la
altura de ellos.
§ XXVIII.
Qué luz se debe elegir para dibujar una figura.
Toda figura se debe poner de modo que solo reciba
DE LEONARDO DE VINCI. I 3
aquella luz que debe tener en la composición que se haya
inventado: de suerte, que si la figura se ha de colocar en
el campo 5 deberá estar rodeada de mucha luz, no estando
el sol descubierto, pues entonces serán las sombras mucho
mas oscuras respecto á las partes iluminadas, y también
muy decididas tanto las primitivas como las derivativas,
sin que casi participen de luz;, pues por aquella parte ilumina
el color azul del aire, y lo comunica á todo lo que
encuentra. Esto se ve claramente en los cuerpos blancos,
en donde la parte iluminada por el sol aparece del mismo
color del sol, y mucho mas al tiempo del ocaso en las nubes
que hay por aquella parte, que se advierten iluminadas
con el color de quien las ilumina; y entonces el rosicler
de las nubes, junto con el del sol, imprime el mismo
color arrebolado en los objetos que embiste, quedando la
parte á quien no tocan del color del aire ; de modo que á
la vista parecen dichos cuerpos de dos colores diferentes.
Todo esto, pues, debe el Pintor representar cuando suponga
la misma causa de luz y sombra , pues de otro modo
sería falsa la operación. Si la figura se coloca en una
casa oscura, y se ha de mirar desde afuera, tendrá la tal
figura todas sus sombras muy deshechas, mirándola por
la línea de la luz, y hará un efecto tan agradable, ([ue dará
honor al que la imite, porque quedará con grande relieve,
y toda la masa de la sombra sumamente dulce y pastosa,
especialmente en aquellas parles en donde se advierte
menos oscuridad en la habitación, porque alli son las
sombras casi insensibles;, y la razón de ello se dirá mas
adelante '.
Véase el § 3) y 287.
14 TRATADO DE LA PINTURA
S XXIX.
Calidad de la luz para dibujar del natural
y del modelo.
Nunca se debe hacer la luz cortada por la sombra decisivamente^
y asi para evitar este inconveniente, se fin^
giran las figuras en el campo, pero no iluminadas por el
sol, sino suponiendo algunas nubéculas trasparentes, ó
celages interpuestos entre el sol y el objeto; y asi no hallándose
embestida directamente por los rayos solares la
fiííura, quedarán sus sombras dulces y deshechas con los
claros.
§ XXX.
Del dibujar el desnudo.
Cuando se ofrezca dibujar un desnudo, se hará siempre
entero, y luego se concluirán los miembros y partes
que mejor parezcan, y se irán acordando con el todo^
pues de otra manera se formará el hábito de no unir bien
entre sí todas las partes de un cuerpo. Nunca se hará la
cabeza dirigida hacia la parte que vuelve el pecho , ni el
brazo seguirá el movimiento de la pierna que le corresponde:
y cuando la cabeza vuelva á la derecha, el hombro
izquierdo se dibujará mas bajo que el otro , y el pecho ha
de estar sacado afuera, procurando siempre que si gira
la cabeza hacia la izquierda, queden las partes del lado
derecho mas altas * que las del siniestro (3).
I Parece que debe decir mas bajas.
DE LEONARDO DE VINCI. I 5
§ XXXI.
Del dibujar por el modelo ó natural.
El que se ponga á dibujar por el moclelo ó por el natural,
se colocará de modo que los ojos de la figura y los
del dibujante esleri en línea horizontal.
§ XXXII.
Modo de copiar un objeto con exactitud.
Se tomará un cristal del tamaño de medio pliego de
marca , el cual se colocará bien firme y vertical entre la
vista y el objeto que se quiere copiar: luego alejándose
como cosa de una vara, y dirigiendo la vista á él, se afirmará
la cabeza con algún instrumento, de modo que no
sp pueda mover á ningún lado. Después cerrando el un
ojo, ?e irá señalando sobre el cristal el objeto que está á la
otra parlo conforme lo represente, y pasando el dibujo al
pTpel en que se haya de ejecutar , se irá concluyendo, observando
bien las reglas de la Perspectiva aerea (4)-
§ XXXIII.
Cómo se deben dibujar los países.
Los países se dibujarán de modo que los árboles se hallen
la mitad con somlira, y la mitad con luz-, pero es mejor,
cuando ocultado el sol con varios celages, se ven iluminados
(le la luz universal del aire, y con la sombra universal
de la tierra; observando que cuanto mas se aproximan
sus hojas á esta ^ tanto mas se van oscureciendo.
1
6
TRATADO D£ LA PINTURA
§ XXXIV.
Del dibujar con la luz de una vela.
Con esla luz se debe poner delante un papel trasparente
ó regular; y de este modo producirá en el objeto
sombras dulces y deshechas.
§ XXXV.
Modo de dibujar una cabeza con gracia en el claro
y oscuro.
El rostro de una persona que esté en un sitio oscuro
de una habitación, tiene siempre un graciosísimo efecto
de claro y oscuro; pues se advieitc que la sombra del dicho
rostro la causa la oscuridad del parage; y la parte iluminada
recibe nueva luz del resplandor del aire: con cuyo
aumento de sombras y luces quedará la cabeza con grandísimo
relieve, y en la masa del claro serán casi imperce{)tibles
las medias tintas; y por consiguiente hará la cabeza
bellísimo efecto.
§ XXXVI.
Cuál haya de ser la luz para copiar el color de carne
de un rostro ó de un desnudo.
El estudio ó aposento destinado para este fin debería
tener luces descubiertas, y las paredes dadas de color rojo;
y se procurará trabajar cuando el sol se halle entre cclages,
á menos que las paredes meridionales sean tan altas,
que no puedan los rayos solares herir en las septentrionales,
para que la reflexión de ellos no deshaga el efecto de
las sombras.
DE LEONARDO DE VINGI. I 7
§ XXXVIT.
Del dibujar las figuras para un cuadro historiado.
Siempre debe tener cuidado el Pintor de considerar en
el lienzo ó pared en que va á pintar alguna historia la altura
en que se ha de colocar; para que todos los estudios
que haga por el natural para ella, los dibuje desde un punto
tan Ijajo, como el en que estarán los que miren el cuadro
después de colocado en su sitio: pues de otro modo
saldrá falsa la obra.
§ XXXVIII.
Para copiar bien una figura del natural ó modelo.
Para esto se puede usar un hilo con un plomito , con
el cual se irán advirtiendo los contornos por la perpendicular.
§ XXXIX.
Medidas y divisiones de una estatua.
La cabeza se dividirá en doce grados, cada grado en
doce puntos, cada punto en doce minutos, y cada minuto
§ XL.
en doce segundos ^c.
Sitio en donde debe ponerse el Pintor respecto d la luz
y al original que copia.
Sea A B la ventana; M el punto de la luz: digo, pues,
que el Pintor quedará bien, con tal que se ponga de modo,
que su vista esté entre la parte iluminada y la sombra
del cuerpo que se va á copiar; y este puesto se hallará poniéndose
entre M y la división de sombras y luces que se
advierta en dicho cuerpo. Figura I.
I 8 TRATADO DE LA PINTURA
S XLI.
Cualidad que debe tener la luz.
La luz alta y abundanle, pero no muy fuerle, es la que
hace el mas grato efecto en las partes del cuerpo.
S XLIL
Del engaño que se padece al considerar los miembros
de una figura.
El Pintor que tenga las manos groseras, las liará del
mismo modo cuando le venga la ocasión, sucediéndole
igualmente en cualquiera otro miembro, si no va dirigido
con un largo y reflexivo estudio. Por lo cual lodo Pintor
debe advertir la parle mas fea que se halle en su persona
para procurar con todo cuidado no imitarla cuando vaya á
hacer su semejante.
S XLIII.
'Necesidad de saber la estructura interior del hombre.
El Pintor que se halle instruido de la naturaleza de
los nervios, músculos y huesos, sabrá muy bien qué nervios
y qué músculos causan ó ayudan al movimiento de un
miembro: igualmente conocerá qué músculo es el que con
su hinchazón ó compresión acorta el tal nervio, y cuáles
cuerdas son las que convertidas en sutilísimos cartílagos
envuelven y circundan el tal músculo *, y nunca le sucederá
lo que á muchos, que siempre dibujan de una misma
manera, aunque sea en diversas actitudes y posturas, los
hrazos, piernas, pecho, espaldas ^c. (5).
DE LEONARDO DE VINCI. I 9
§ XLIV.
Defecto del Pintor,
Uno de los defectos del Pintor será el repetir en un
mismo cuadro los mismos movimientos y pliegues de una
figura en otra j y sacar parecidos los rostros.
§ XLV.
Advertencia para que el Pintor no se engañe al dibujar
una figura vestida.
En este caso deberá el Pintor dibujar la figura por la
regla de la verdadera y bella proporción. Ademas de esto
debe medirse á sí mismo, y notar en qué partes se aparta
de dicha proporción, con cuya noticia cuidará diligentemente
de no incurrir en el mismo defecto al concluir la figura.
En esto es menester poner suma atención^ porque es
un vicio que nace en el Pintor al mismo tiempo que su
juicio y discurso: y como el alma es maestra del cuerpo, y
es cualidad natural del propio juicio deleitarse en las obras
semejantes á las que formó en sí la naturaleza*, de aqui nace
que no hay muger por fea que sea, que no encuentre
algún amante, á menos que no sea monstruosa: y asi el
cuidado en esto debe ser grandísimo.
§ XLVI.
Defecto del Pintor que hace en su casa el estudio de una
figura con luz determinada^ y luego la coloca
en el campo ú luz abierta.
Grande es sin duda el error de aquellos Pintores, que
habiendo hecho el estudio de una figura por un modelo
con luz particular , la pintan luego , colocándola en
2 o TRATADO DE LA PINTURA
el campo, en donde hay la laz universal del aire, la cual
abraza é ilumina todas las parles que se ven de un mismo
moilo: y de esta suerte hacen sombras oscuras en donde no
puede haber sombra;, pues si acaso la hay, es tan clara , que
apenas se percibe-, é igualmente hacen reflejos en donde de
ningún modo los puede haber.
§ XLVII.
De la Pintura y su dmsion.
Divídese la Pintura en dos partes principales : la primera
es la figura , esto es , los lineamentos que determinan
la figura de los cuerpos y sus partes; y la segunda es el colorido
que se halla dentro de los tales términos.
§ XLVIII.
De la figura y su división.
La figura se divide también en dos parles, que son la
proporción de las partes entre sí , que deben ser correspondientes
al todo igualmente : y el movimiento apropiado al
accidente mental de la cosa viva que se mueve.
§ xux.
Proporción de los miembrosi
La proporción de los miembros se divide en otras dos
partes, que son la- igualdad y el movimiento. Por igualdad
se entiende, ademas de la simetría que debe tener
respectiva al todo, el no mezclar en un mismo individuo
miembros de anciano con los de joven, ni gruesos con delgados
, ni ligeros y gallardos con torpes y pesados , ni poner
cu el cuerpo de un hombre miembros afeminados, AsiDE
LEONARDO DE VINCI. 2 I
mismo las actitudes ó movimientos de un viejo no deben
representarse con la misma viveza y prontitud que los de
un joven, ni los de una muger como los de un hombre,
sino que se ha de procurar que el movimiento y miembros
de una persona gallarda sean de modo que ellos mismos
demuestren su vigor y robustez.
§ L.
De los varios movimientosy operaciones.
Las figuras deben representarse con aquella actitud
propia únicamente de la operación en que se fingen, de
modo que al verlas se conozca inmediatamente lo que piensan
ó lo que quieren decir. Esto lo conseguirá mejor aquel
que estudie con atención los movimientos y ademanes de
los mudos, los cuales solo hablan con el movimiento de
las manos, de los ojos, de las cejas y de todo su cuerpo,
cuando quieren dar á entender con vehemencia lo que
aprenden. No parezca cosa de chanza el que yo señale por
Maestro uno que no tiene lengua, para que enseñe un arte
en que se halla ignorante ^ pues mucho mejor enseñará
él con sus gestos, que cualquiera otro con su elocuencia.
y asi td. Pintor, de cualquiera escuela que seas, atiende
según las circunstancias , á la cualidad de los que hablan,
y á la naturaleza de las cosas de que se habla.
S LI.
Todo lo recortado y decidido se dehe evitar.
El contorno de la figura no debe ser de distinto color
que el campo en donde se pone; quiero decir, que no se
ha de percibir un perfil oscuro entre la figura y el campo.
2 2 TRATADO VE LA PINTURA
§ LII.
En las cosas pequeñas no se advierten los errores tanto
como en las grandes.
En las obras menudas no es posible conocer la caalidad
de un error cometido, como en las mayores: porque
si el objeto de que se trata es la ñgura de un hombre en
pequeño ó de un animal, es imposible concluir las partes,
cada una de por sí, por su mucha disminución, de modo
que convengan con el fin á que se dirigen^ con que no estando
concluida la tal obra, no se pueden comprender
sus errores. Por ejemplo, viendo á un hombre á la distancia
de trescientas varas, es imposible, por mucho que sea el
cuidado y diligencia con que se le mire, que se advierta si
es hermoso ó leo, si es monstruoso ó de proporción arreglada
; y asi cualquiera se abstendrá de dar su dictamen sobre
el particular; y la razón es, que la enorme distancia disminuye
tanto la estatura de aquella persona, que no se
puede comprender la cualidad de sus partes. Para advertir
cuánta sea esta diminución en el hombre mencionado , se
pondrá un dedo delante dé un ojo á distancia de un palmo,
y bajándole y sabiéndole de modo que el extremo superior
termine bajo la figura que se está mirando, se verá
una diminución increible. Por esta razón muchas veces se
duda de la forma del semblante de un conocido desde lejos.
s un.
Causa de no parecer las cosas pintadas tan relevadas
como las naturales.
Muchas veces desesperan los Pintores de su habilidad
en la imitación de la naturaleza, viendo que sus pinturas
F,o^II

DE LEONARDO DE VINCI. 23
no tienen aqnel relieve y viveza que tienen las cosas que se
ven en un espejo, no obstante que hay colores, cuya claridad
y oscuridad sobrepujan el grado de sombras y luces
que se advierte en los objetos mirados por el espejo. Y en
este caso echan la culpa á su ignorancia, y no á la razón
fundamental, porque no la conocen. Es imposible que una
cosa pintada parezca á la vista con tanto bulto y relieve,
que sea lo mismo que si se mirara por un espejo (aunque
es una misma la superficie ) como ésta no se mire €on solo
un ojo. La razón es , porque como los dos ojos ven un objeto
después de otro, como A B, que ven á M N; el objeto
M nunca puede ocupar todo el espacio de N, porque
la base de las líneas visuales es tan larga, que ve al cuerpo
segundo después del primero. Pero en cerrando un ojo,
como en S, el cuerpo F ocupara el espacio de P\.^ porque
la visual entonces nace de un solo punto, y hace su base
en el primer cuerpo; por lo cual siendo el segundo de
igual magnitud j no puede ser visto. Figura 11.
S LIV.
Las series de figuras^ una sohre otra^ nunca
se deben hacer.
Este uso tan universalmenle seguido por muchos Pintores,
por lo regular en los templos, merece una severa
crítica^ porque lo que hacen es pintar en un plano una
historia con su pais y edificios;, luego suben un grado mas,
y pintan otra mudando el punto de vista, y siguen del
mismo modo hasta la tercera y cuarta;, de suerte que se ve
pintada una fachada con cuatro puntos de vista diferentes*,
lo cual es suma ignorancia de semejantes profesores.
Es evidente que el punto de vista se dirige en derechura al
ojo del espectador, y en él se pintará el primer pasagc en
grande, y luego se irán disminuyendo á proporción las figuras
y grupos, pintándolas en diversos collados y llanu2
4 TRATADO DE LA PINTURA
ras para completar toda la hisloria. Lo restante de la altura
de la íkcliada se llenará con árboles grandes respecto
al tamaño de las figuras, ó según las circunstancias de
la historia con Angeles, ó si no con pájaros, nubes ó cosa
semejante. De otro modo todas las obras serán hechas
contra las reglas.
§ LV.
Qué manera se debe usar para que ciertos cuerpos
parezcan mas relevados.
Las figuras iluminadas con luz particular demuestran
mucho mayor relieve y fuerza, que las que se pintan con
luz universal^ porque la primera engendra reflejos, los
cuales separan y hacen resaltar á las figuras del campo en
que se fingen -^ y estos reflejos se originan de las luces de
una figura, que resaltan en la sombra de aquella que está
enfrente, y en parte la iluminan. Pero una figura iluminada
con luz particular en un sitio oscuro no tiene reflejo
alguno , y solo se ve de ella la parte iluminada : y este género
de figuras solo se pintan cuando se finge una historia
de noche con muy poca luz particular.
§ LVL
¿Qué cosa sea de mas utilidad é ingenio^ ó el claro-oscuro^
ó el contorno '?
El contorno exacto de la figura requiere mucho mayor
discurso é ingenio que el claro-oscuro-, porque los lineamcntos
de los miembros que no se doblan, nunca alteran
su forma, y siempre aparecen del mismo modo; pero el
sitio, calidad y cantidad de las sombras son infinitas.
I Véanse las obras del Caballero Mengs.
DE LEONARDO DE VINCI. 25
S LVII.
Apuntaciones que se deben tener sacadas de buen autor.
Es preciso tener apuntados los músculos y nervios que
descnitre ó esconde la figura humana en tales y tales movimientos,
igualmente que los que nunca se manifiestan*,
y ten présenle que eslo se debe observar con suma atención
al estudiar varias obras de muchos Pintores y EscuUores
que hicieron particular profesión de la Anatomía
en ellas. Igual apuntación se hará en un niño, prosiguiendo
por todos los grados de su edad hasta la decrepitez;
y en todos ellos se apuntarán las mutaciones que
reciben los miembros y articulaciones, cuáles engordan y
cuáles enQaquccen.
§ LVIII.
Precepto de la Pintura.
Siempre debe buscar el Pintor la prontitud en aquellas
acciones naturales que hace el hombre repentinamente,
originadas del primer ímpetu de los afectos que entonces
le agiten: do estas hará una breve apuntación, y luego
las estudiará despacio, teniendo siempre delante el natural
en la misma postura , para ver la cualidad y formas
de los miembros que en ella tienen mas parle.
§ LIX.
La pintura de un cuadro se ha de considerar vista
por una sola ventana.
En todo cuadro siempre se debe considerar que le ven
por una ventana , según el punto de vista que se tome.
Y si se ofrece hacer una bola circular en una altara, se2
6 TRATADO D£ LA TINTURA
rá menester hacerla ovalada, y ponerla en nn término
tan atrasado j que con el escorzo parezca redonda (6).
S LX.
De las sombras.
Las sombras que el Pintor debe imitar en sus obras
son las que apenas se advierten, y que están tan deshechas,
que no se ve donde acaban. Copiadas estas con la misma
suavidad que en el natural aparecen p quedará la obra concluida
ingeniosamente.
§ LXI.
Cómo se deben dibujar los niños.
Los niños se deben dibujar con actitudes prontas y vivas,
pero descuidailas cuando están sentados; y cuando están
de pie se deben representar con alguna timidez en la
acción.
§ Lxir.
Cómo se deben pintar los ancianos.
Los viejos se figurarán con tardos y perezosos movimientos,
dobladas las rodillas cuando están parados, los
pies derechos, y algo distantes entre sí: el cuerpo se hará
también inclinado, y mucho mas la cabeza p y los brazos no
muy extendidos.
S LXIIL
Cómo se deben pintar las viejas.
Las viejas se representarán atrevidas y prontas, con mo-»
vimientos impetuosos (casi como los de las furias infernales);
pero con mas viveza en los brazos que en las piernas.
DE LEONARDO DE VINCI. 2 7
§ LXIV.
Cómo se dibujarán las mugercs.
Las mngpres se representarán siempre con aclitudes
vergonzosas, jimias las piernas, recogidos los brazos, la cabeza
baja, y vuelta hacia un lado.
§ LXV.
Cómo se debe figurar una noche.
Todo aquello que carece enteramente de luz es del todo
tenebroso-, y siendo la noche asi, cuando tengas que
represeutar alguna historia en semejante tiempo, harás un
gran fuego primeramente, y todas aquellas cosas que mas
se aproximen á él estarán teñidas de su color; porque
cuanto mas arrimada esté una cosa al objeto, mas participa
de su naturaleza; y siendo el fuego de color rojo, todos
los cuerpos iluminados por él participarán del mismo
color; y al contrario los que se aparten del fuego tendrán
su tinta mas parecida á lo negro y oscuro de la noche.
Las figuras que estén delante del fuego se manifiestan
oscuras en medio de la claridad del fuego : porque la
parte que se ve de dichas figuras está teñida de la oscuridad
de la noche y no de la luz del fuego: las que estén á
los lados tendrán una media tinta que participe algo del
color encendido del fuego; y aquellas que se hallen fuera
de los términos de la llama se harán iluminadas con
color encendido en campo negro. En cuanto á las aclitudes
se harán las naturales y regulares, como reparar
con la mano ó con una parle del vestido la fuerza del
fuego, y tener vuelta la cabeza á otro lado, en ademan
de huir del demasiado calor. Las figuras mas alejadas
2 8 TRATADO DE LA PINTURA
deberán estar muchas de ellas con la mano en la vista,
como que las ofende el excesivo resplandor.
$ LXVL
Cómo se debe pintar una tempestad de mar.
Para representar con viveza una tormenta se deben
considerar primero los efectos que causa , cuando soplando
el viento con violencia sobre la superficie del
mar ó de la tierra , mueve y lleva tras sí todo lo que
no está unido firmemente con la masa universal. Para
figurar, pues, la tormenta se harán las nubes rotas, dirigidas
todas hacia la parte del viento, con polvareda
de las riberas arenosas del mar ^ hojas y ramas levantadas
por el aire , y á este modo otras muchas cosas
ligeras que igualmente las arrebata. Las ramas de los
árboles inclinadas y torcidas con violencia siguiendo el
curso del viento, descompuestas y alborotadas las hojas,
y las yerbas casi tendidas en el suelo con la misma dirección:
se pintarán algunas personas caidas en tierra envueltas
entre sus mismos vestidos, desfiguradas con el
polvo ^ otras abrazadas á los árboles para poder resistir á
la furia del viento, y otras inclinadas á la tierra, puesta
la mano en los ojos para defenderlos del polvo; y el cabello
y vestido llevándoselo el viento. El mar inquieto y
tempestuoso se hará lleno de espumas entre las olas elevadas,
y por encima se verá como una niebla de las partículas
espumosas que arrebata el aire. Las naves estarán
algunas con las velas despedazadas, meneándose los pedazos;
otras quebrados los palos, y otras abiertas enteramente
al furor de las olas , con las jarcias rotas , y los
marineros abrazados con algunas tablas, como que están
gritando. Se harán también nubes impelidas de la
fuerza del viento contra la cima de alguna roca, que
hacen los mismos remolinos que cuando se estrellan las
DE LEONARDO DE VINCI. 29
ondas en las peñas. Ullimamente la luz del aire se representará
oscura y espantosa con las espesas nubes de
la tempestad j y las que forma el polvo que levanta el
viento.
S LXVII.
Fara pintar una batalla.
Ante todas cosas se representará el aire mezclado con
el humo de la artillería, y el polvo que levanta la agitación
de los caballos de los combatientes ; y esta mezcla
se hará de esta manera. El polvo , como es materia
terrea y pesada , aunque por ser tan sutil se levanta fácilmente
y se mezcla con el aire, vuelve inmediatamente
á su centro , quedando solo en la atmósfera la parte
mas leve y ligera. Esto supuesto se hará de modo que
apenas se distinga casi del color del aire. El humo mezclado
entre el aire y el polvo, elevado á una altura mayor,
toma la semejanza de espesas nubes, y entonces se
dejará distinguir del polvo , tomando aquel un color que
participe del azul, y quedando este con el suyo propio.
Por la parte de la luz se hará la referida mixtión de
aire , polvo y humo iluminada. Los combatientes cuanto
mas internados estén en la confusión, tanto menos se distinguirán
, y menos diferencia habrá entre sus luces y sombras.
Hacia el puesto de la fusilería ó arcabuceros se pintarán
con color encendido los rostros , las personas , el aire y
aquellas cosas que estén próximas , el cual se irá apagando
conforme se vayan separando los objetos de la causa.
Las figuras que queden entre el Pintor y la luz,
como no estén lejanas, se harán oscuras en campo claro
, y las piernas cuanto mas se aproximen á la tierra,
menos se distinguirán ; porque por alli es sumamente espeso
el polvo. Si se hacen algunos caballos corriendo fuera
del cuerpo de la batalla , se tendrá cuidado en hacer
las nubecillas de polvo que levantan , separadas uiia de
30 TRATADO DE LA PINTURA
Otra con la misma distancia casi que los trancos del caballo
, quedando siempre mucho mas desecha la que esté
mas distante del caballo, y mucho mas alta y enrarecida
; y la mas cercana se manifestará mas recogida y
densa.
El terreno se hará con variedad interrumpido de cerros,
coUnas, barrancos &c. ;, las balas que vayan por el
aire dejarán un poco de humo en su dirección-, las figuras
del primer término se verán cubiertas de polvo en el
cabello y cejas, y otras partes á propósito. Los vencedores
que vayan corriendo llevarán esparcidos al aire los cabellos
ó cualquiera otra cosa ligera, las cejas bajas, y el movimiento
de los miembros encontrado*, esto es, si llevan
delante el pie derecho, el brazo del mismo lado se quedará
atrás, y acompañará al pie el brazo izquierdo; y si
alguno de ellos está tendido en el suelo, tendrá de tras de
sí un ligero rastro de sangre mezclada con el polvo. En varias
partes se verán señaladas las pisadas de hombres y de
caballos, como que acaban de pasar. Se pintarán algunos
caballos espantados arrastrando del estribo al ginete muerto,
dejando el rastro señalado en la tierra. Los vencidos se
pintarán con el rostro pálido, las cejas arqueadas, la frente
arrugada hacia el medio, las mejillas llenas de arrugas arqueadas,
que salgan de la nariz rematando cerca del ojo,
quedando en consecuencia de esto altas y abiertas las narices,
y el labio superior descubriendo los dientes, con la
boca de modo que manifieste lamentarse y dar gritos. Con
la una mano defenderán los ojos, vuelta la palma hacia el
enemigo, y con la otra sostendrán el herido y cansado
cuerpo sobre la tierra. Otros se pintarán gritando con la
boca muy abierta en acto de huir. A los pies de los combatientes
habrá muchas armas arrojadas y rotas, como escudos,
lanzas, espadas y otras semejantes. Se pintarán varias
figuras muertas, unas casi cubiertas de polvo y otras
enteramente; y la sangre que corra de sus heridas irá
siempre con curso torcido, y el polvo mezclado con ella
DE LEONARDO DE VINCI. 3 I
se pintará como barro hecho con sangre. Unos estarán espirando
^ de modo que parezca que les están rechinando
los dientes, vueltos los ojos en blanco, comprimiéndose el
cuerpo con las manos y las piernas torcidas. También puede
representarse algún soldado tendido y desarmado á los
pies de su enemigo , y procurando vengar su muerte con
los dientes y las uñas. Igualmente se puede pintar un caballo
5 que desbocado y suelto corre con crines erizadas
por medio de la batalla, haciendo estrago por donde pasa;
y alíennos soldados caidos en el suelo y heridos, cubriéndose
con el escudo, mientras que el contrario procura acabarlos
de matar inclinándose todo lo que puede. Puédese
hacer también un grupo de figuras debajo de un caballo
muerto; y. algunos vencedores separándose un poco de la
batalla, y limpiándose con las manos los ojos y mejillas
cubiertas del fango que hace el polvo pegado con las lágrimas
que salen. Se puede figurar un cuerpo de reserva,
cuyos soldados manifiesten la esperanza y la duda en el
movimiento de los ojos, haciéndose sombra con las manos
para distinguir bien el trance de la batalla, y que están
aguardando con atención el mando de su Gefe. Puédese
pintar este Comandante corriendo y señalando con el bastón
el parage que necesita de refuerzo. Puede haber también
un rio, y dentro de él algunos caballos, haciendo
mucha espuma por donde van, y salpicando el aire de agua
igualmente que por entre sus piernas: últimamente se ha
de procurar que no haya llanura alguna en donde no se
vean pisadas y rastro de sangre.
*3 2 TRATADO D£ LA PINTURA
S LXVIII.
Modo de representar los términos lejanos.
Es claro que hay aire grueso y aire sutil , y que
cuanto mas se va elevando de la tierra , va enrareciéndose
mas, y haciéndose mas lra3[i^rente. Los objetos grandes
y elevados que se representan en término muy distante,
se hará su parte inferior algo confusa, porque se
miran por una línea que ha de atravesar por medio del
aire mas grueso; pero la parte superior, aunque se mira
por otra línea , que también atraviesa en las cercanías
de la vista por el aire grueso , como lo restante camina
por aire sutil y trasparente, aparecerá con mayor distinción.
Por cuya razón dicha linea visual cuanto mas se
va apartando de tí , va penetrando un aire mas y mas
sutil. Esto supuesto , cuando se pinten montañas se cuidará
que conforme se vayan elevando sus puntas y peñascos
5 se maniñesten mas claras y distintas que la falda
de ellas ; y la misma gradación de luz se observará
cuando se pinten varias de ellas distantes entre sí , cuyas
cimas cuanto mas encumbradas ^ tanta mas variedad tendrán
en forma y color.
S LXIX.
El aire se representará tanto mas claro y
cuanto vías bajo esté.
La razón de hacerse esto asi es, porque siendo dicho
aire mucho mas grueso en la proximidad de la tierra,
y enrareciéndose á proporción de su elevación ; cuando
el sol está todavía á levante, en mirando hacia poniente,
tendiendo igualmente la vista hacia el mediodía y norte,
se observará que el aire grueso recibe mayor luz del sol
DE LEONARDO DE VINCI. 3 3
qne no el sulil y delgado ; porque allí encuentran los rayos
mas rcsislencia. Y si termina á la vista el Cielo eon
la tierra llana, el fin de aquel se ve por la parte mas grosera
y Manea del aire, la cual alterará la verdad de los colores
que se miren por él, y parecerá el Cielo alli mas iluminado
que sobre nuestras cabezas; porque aqui pasa la
línea visual por menos cantidad de aiiie grueso y menos lleno
de vapores groseros.
§ LXX.
Modo de hacer que las figuras resalten mucho.
Las figuras parecerán mucho mas relevadas y resaltadas
de su. respectivo campo, siempre que este tenga un determinado
claro oscuro, con la mayor variedad que se pueda
hacia los contornos de la figura, como se demostrará en su
lugar-, observando siempre la degradación de luz en el claro
5 y la de las sombras en el oscuro ^
S LXXI.
De la representación del tamaño de las cosas que se pinten,
Al representar el tamaño que naturalmente tienen los
objetos antepuestos á la visla, se deben ejecutar las primeras
figuras (siendo pequeñas) tan concluidas como en la miniatura,
y como las grandes de la pintura al óleo; pero
aquellas se deben mirar siempre de cerca, y estas de lejos;
y asi su ejecución debe corresponder á la vista con tamaño
igual; porque se presentan con igual magnitud de ángulo,
como se ve en la siguiente demostración. Sea el objeto B C,
y el ojo A: sea D E un cristal, por el cual se vean las especies
de B C. Digo, pues, que estando la vista firme en A,
el tamaño de la pintura que se haga por la imitación de
I Véanse los §§ 137, 141, 154.
G
34 TRATADO DE LA PINTURA
B C debe ser en sus figuras tanto menor, cuanto mas próximo
se halla á la vista A el cristal D E, y á proporción
concluida su ejecución. Pintando la misma figura B C en
el cristal D E, deberá estar menos concluida que la B C,
y mas que la M N pintada sobre F G^ porque si la figura
O P estuviese concluida como la natural B C, seria falsa
la perspectiva de O P, pues aunque estarla arreglada en
cuanto á la diminución de la figura, estando disminuido
B C en P O; no obstante la conclusión no seria correspondiente
á la distancia: porque al examinar la perfección de
la conclusión del natural B C, pareceria hallarse B G en
el sitio de O Pj y al examinar la diminución de O P, parecerá
que se halla en la distancia de B C, y según la diminución
de su conclusión en F G. Figura III.
§ LXXII. i
De las cosas concluidas ^ y de las confusas*
Los objetos concluidos y definidos deben estar cercaj
y los confusos y deshechos muy lejanos.
§ LXXIII.
De las figuras separadas para que no parezcan unidas.
Procúrese siempre vestir á las figuras de un color que
haga gracia la una con la otra, y cuando el uno sirve de
campo al otro, sean de modo que no parezca que están
ambas figuras pegadas, aunque el color sea de una misma
naturaleza; sino que con la variedad del claro , correspondiente
á la distancia intermedia y de la interposición del
aire, se dejarán mas ó menos concluidos los contornos á
proporción de su proximidad ó separación.
DE LEONARDO DE VINCI. 3 5
§ LXXIV.
Si se debe tomar la luz por vn lado ó de frente;
y cuál de estas sea mas agradable.
Dando la luz de frente en un rostro que se halle entre
paredes oscuras, saldrá con grande relieve, y mucho
mas si la luz es alia; porque entonces las partes anteriores
del tal rostro están iluminadas con la luz universal del aire
que tiene delante, y por consiguiente sus medias tintas
serán insensibles casi , y luego se siguen las partes laterales
oscurecidas con la oscuridad de las paredes de la estancia,
con tanta mas sombra, cuanto mas adentro se halle el
rostro. Ademas de esto la luz alta no puede herir en aquellas
partes mas bajas, por interponerse otras superiores que
avanzan mas, que son los relieves de la cara, como las cejas
que quitan la luz á la cuenca del ojo, la nariz, que la
quita en parte á la boca, la barba á la garganta &c.
S LXXV.
De las reverberaciones.
Las reverberaciones las producen los cuerpos que tienen
mucha claridad, y cuya superficie es plana y semidensa,
en la cual hiriendo los rayos del sol, los vuelve á despedir,
de la misma manera que la pala arroja la pelota que
da en ella.
§ LXXVI.
En qué parages no puede haber reverberación de luz.
Todos los cuerpos densos reciben en su superficie varias
cualidades de luz y sombras. La luz es de dos maneras
, primitiva y derivativa. La primitiva es la que na3
TRATADO DE LA PINTURA
ce de una llama; del sol ó de la claridad del aire. La derivaliva
es lo que llamamos reflejo. Pero para no apartarme
del principal asunto, digo que en aquellas partes de un
cuerpo que hacen frente á otros cuerpos oscuros, no puede
haber reverheracion luminosa, como algunos parages
oscuros de un techo en una estancia» de vina planta ó de
un bosque, sea verde ó sea seco; los cuales, aunque la
parte de algún ramo esté de cara á la luz primitiva y por
consiguiente iluaiinada, no obstante, hay tanta multitud
de sombras causadas del amontonamiento de los ramos,
que sufocada la luz con tal oscuridad, tiene poquísima
fuerza ; por lo cual dichos objetos de ninguna manera pueden
comunicar á las cosas que tienen en frente reflejo alguno.
§ LXXVII.
De los reflejos.
Los reflejos participan mas ó menos de la cosa que los
origina , ó en donde se originan á proporción de lo mas ó
menos terso de la superficie de las cosas en donde se originan
p respecto de aquella que los origina.
§ LXXVIII.
Ve los reflejos de luz que circundan las sombras.
Los reflejos de las partes iluminadas, que hiriendo en
la sombra contrapuesta iluminan ó templan mas ó menos
]a oscuridad de aquella , respecto á su mayor ó menor proximidad,
ó á su mas ó menos viva luz, los han practicado
en sus obras varios profesores, y otros muchos lo han evitado,
criticándose mutuam^^nte ambas clases de sectarios.
Pero el prudente Pintor, para huir la crítica de unos y otros
ioualmente, procurará ejecutar lo uno y lo otro en donde
lo halle necesario, cuidando siempre que estén bien maDE
LEONARDO DE VINCI. 3 7
nifiestas las causas que lo motiven^ esto es, que se vea con
claridad el motivo de aquellos retlejos y colores, y el motivo
de no haber tales reflejos. De esta manera , aunque los
unos no le alaben enteramente, tampoco podrán satirizarle
abiertamente;, porque siempre es preciso procurar merecer
la alabanza.de Lodos, como no sean ignorantes.
§ LXXIX.
En qué parajes son mas ó menos claros los reflejos.
Los reflejos son mas ó menos claros, según la mayor ó
menor oscuridad del campo en que se ven: porque si el
campo es mas oscuro que el reflejo , este será entonces
muy fuerte, por la gran diferencia que hay entre ambos
colores-, pero si el reflejo se ha de representar en campo
mas claro qne él, entonces parecerá oscuro respecto á la
claridad sobre que insiste , y será casi insensible.
§ LXXX.
Quéparte del reflejo debe ser la mas clara.
Aquella parte del reflejo será mas clara que reciba la
luz dentio de un ángulo mas igual. Sea N el cuerpo laminoso,
y A B la parte iluminada de otro cuerpo, la cual
resulta por toda la concavidad opuesta, que es oscura.
Imagínese que la luz que reflecte en F tenga iguales los
ángulos de la reflexión. E no será reflejo de base de ángulos
iguales, como demuestra el ángulo E A B, que es
mas obtuso que E B A; pero el ángulo A F B, aunque se
halla dentro de ángulos menores que el ángulo E, tiene
por base á B A que está entre ángulos mas iguales que E;
por lo cual tendrá mas luz en F que en E, y será también
mas claro, porque está mas próximo á la cosa que le ilumina
segnn la proposición que dice; aquella parle del cuer38
TRATADO DE LA PINTURA
po oscuro será mas iluminada , que esté mas próxima del
cuerpo luminoso. Figura IV,
§ LXXXI.
De los reflejos de las carnes.
Los reflejos de las carnes que reciben la luz de oirás
carnes, son mas rojos y de un color mas liermoso que cualesquiera
de las otras partes del cuerpo del hombre ; por
la razón de aquellas proposiciones que dicen: la superficie
de todo cuerpo opaco participa del color de su objeto \ y
respecto á la mayor ó menor proximidad de dicho objeto,
es mas ó menos su luz, según la magnitud del cuerpo opaco;
porque si este es muy grande impide las especies de
los objetos circunstantes, los cuales por lo regular son de
varios colores, y estos alteran las primeras especies que están
mas próximas, cuando los cuerpos son pequeños; pero
también es cierto que un reflejo participa mas de un color
próximo, aunque sea pequeño, que de otro remoto, aunque
sea grande , según la proposición que dice : podrá ha--
ber cosas grandes á tanta distancia , que parezcan menores
que las pequeñas miradas de cerca,
§ LXXXII.
En qué parages son mas sensibles los reflejos.
Cuanto mas oscuro sea el campo que confina con el reflejo,
tanto mas evidente y claro será este; y cuanto mas
claro sea el campo, menos perceptible será el reflejo. La
razón de esto es, que puestas en contraste las cosas que
tienen diferentes grados de sombra, la menos oscura hace
que parezca tenebrosa la otra; y entre las cosas iluminadas
la mas clara hace parecer algo oscura á la otra.

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DE LEONARDO DE VINCI. 39
S LXXXIII.
De los re/lejos duplicados y triplicados.
Los reflejos duplicados son mas fuertes que los simples^
y las sombras interpuestas en los claros incidentes y
los reflejos son poco sensibles. Por ejemplo: sea A el luminoso;
A N 5 A S los rayos directos; S N las partes de un
cuerpo iluminado; O E las iluminadas con reflejos; será el
reflejo A N E reflejo simple; A N O, A S O reflejo duplicado.
Llámase reflejo simple aquel que produce un cuerpo
iluminado solo; y el duplicado es el que producen dos
cuerpos iluminados y el simple. El reflejo E lo origina el
cuerpo iluminado B D; el duplicado O se compone del
iluminado B D y D R , y su sombra es muy poca por estar
entre la luz incidente N y la refleja N O5 S O. Figura V.
§ LXXXIV.
Ningún color reflejo es simple sino mixto
de los que le producen.
Ningún color que reflecta en la superficie de otro cuerpo
la tiñe de su propio color, sino que este será una tinta
compuesta de todos los demás colores reflejos que resaltan
en el mismo parage. Por ejemplo: reflejando el color amarillo
A en la parte del cuerpo esférico C O E, é igualmente
el azul B, será el reflejo mixto del amarillo y azul; de
modo que si el tal cuerpo esférico era blanco, quedará tefiido
en aquel parage de verde; porque de la mixtión del
amarillo y azul resulta verde hermoso. Figura fl.
40 .TRATADO DE LA PINTURA
S LXXXV.
Rarísimas oeces son los reflejos del mismo color que tiene
el cuerpo en donde se manifiestan.
Pocas veces sucede que los reflejos sean del mismo co-
Jor del cuerpo eu que se juntan. Por ejemplo: sea el esférico
D F G E amarillo, el objeto que reflecte en él su color
sea B C azul, aparecerá la parte del esférico en donde
esté el reflejo teñida de color verde, siendo B C iluminado
por el sol ó la claridad del aire. Figura VIL
j § LXXXVI.
En qué parte se verá mas claro el reflejo.
Entre los reflejos de una misma figura, tamaño y luz
aquella parte de ellos será mas ó menos evidente que termine
en campo mas ó menos oscuro.
Las superticies de los cuerpos participan mas del color
de aquellos objetos que reflecten en ellos su semejanza dentro
de ángulos mas iguales.
Entre los colores de los objetos que reflecten su semejanza
en la superficie de los cuerpos antepuestos dentro de
ángulos iguales, será el de mas fuerza aquel cuyo rayo reflejo
sea mas corto.
Entre los colores de los objetos que se refiejan dentro de
áníiulos iguales y con alguna distancia en la superficie de los
cuerpos con,trapue§t.Qs, el.mas fuerte será: el d^l color, mgg
claro. r;[ on or/r>7o^ •; 1*7 fofrpn ff) obírf
Aquel objeto rcfleclírá mas inlensamcnte su color en el
antepuesto, que no tenga en su circunferencia otros colores
distintos del suyo. Y aquel reflejo que se origine de muchos
colores diferentes, dará un color mas ó menos confaso.
Cuanto mas próximo esté el color al reflejo, tanto
DE LEONARDO DE VINCI. 4
1
mas tenido estará este de él, y al contrarío.
Esto supuesto, procurará el Pintor en llegando á los
reflejos de la figura que pinte , mezclar el color de las ropas
con el de la carne , según la mayor ó menor proximidad
que tuvieren-, pero sin distinguirlos demasiado, como
no baya necesidad.
§ LXXXVII.
De los colores reflejos.
Todos los colores reflejos tienen mucha menos luz que
la directa j y entre la luz incidente y la refleja hay la misma
proporción que entre la claridad y la causa de ella.
S LXXXVIII.
De los términos del reflejo en su campo.
Siendo el campo mas claro que el reflejo, hará que el
término de este sea imperceptible*, pero siendo mas oscuro,
resaltará entonces el reflejo á proporción de la mayor ó
menor oscuridad del campo.
S LXXXIX.
De la planta de las jibaras.
Conforme disminuye el lado sobre que insiste un desnudo,
tanto mas crece el opuesto-, de modo que todo lo
que el lado derecho sobre que insiste se minora, igualmente
se aumenta el izquierdo, quedando siempre en su
lugar el ombligo y miembro. Esta diminución consiste en
que la figura que se planta sobre el un pie, hace centro
del peso universal en aquel punto; en cuya disposición se
levantan los hombros, saliéndose de la perpendicular que
pasa por el medio de ellos y de todo el cuerpo, y cuando
H
42 TRATADO DE LA PINTURA
dicha línea hace base sobre el un pie, de modo que queda
oblicua, suben entonces los lineamentos que atraviesan;
porque siempre han de formar ángulos iguales con
ella, bajándose por la parte sobre que insiste la figura j> y
elevándose en la opuesta. Véase B C, lámina L
XC.
Modo de aprender á componer las figuras de una historia.
Luego que esté el joven instruido en la Perspectiva , y
sepa tantear de memoria una figura, irá observando en todas
las ocasiones y sitios con retentiva la colocación casual
y movimiento de los hombres, cuando hablan, cuando disputan,
cuando riñen ó cuando rien; advertirá las actitudes
que toman en aquel instante, las de los que se hallan
á su lado, ó los que van á separarlos, y los que están mirándolos.
Todo esto lo irá apuntando ligeramente en una
libretilla que deberá llevar consigo siempre \, y estas apuntaciones
se guardarán cuidadosamente; porque como son
tantas las actitudes y formas de la figura, no es capaz la
memoria de retenerlas-, y asi debe conservar la libreta como
un auxilio ó Maestro para las ocasiones.
XCI.
Tamaño de ¡a primera figura de una historia.
La primera figura que se haya de colocar en un cuadro
historiado debe ser tantas veces menor que el natural,
cuantas sean las brazas de distancia que se supongan desde
el punto en que está á la primera línea del cuadro; y
luego se proseguirá á las demás p bajo esta misma regla á
proporción de su distancia.
J3í7f,-vuvt ¿í> (^.
s
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,'^'&??é^^W\;,;
DE LEONARDO DE VINCI. 4^
§ XCII.
Modo de componer una historia.
Entre las figuras de una historia, la que se pinte mas
próxima á la vista se hará de mucho mas relieve, según la
proposición que dice: aquel color se wanijestard con mas
viveza y proporción^ que tenga menos cantidad de aire
interpuesta entre él y el que lo mira. Y por esta razón se
hacen las sombras que constituyen el relieve de una fi¿^ura
mucho mas fuertes cuando se ha de mirar de cerca, que
cuando ha de estar en último término *, pues alli están ya
deshechas y alteradas por la mucha interposición del aire;
lo cual no sucede en las sombras próximas á la vista; y
entonces cuanto mas oscuras y fuertes son, tanto mas relieve
dan á la figura.
§ XCIII.
Precepto relativo al mismo asunto.
Cuando se haya de pintar una sola figura; se debe procurar
evitar los escorzos tanto en las partes de ella, tomo
en el todo, por no exponerse al desaire de los que no entienden
el primor del arte. Pero en las historias de muchas
figuras se harán siempre que ocurra, especialmente en las
batallas, en donde precisamente ha de haber escorzos y
actitudes extraordinarias entre los sugetos del asunto.
§ XCIV.
De la variedad que debe haber en las figuras.
En un cuadro de muchas figuras se han de ver hombres
de diferentes complexiones, estaturas, colores y actitudes,
unos gruesos, otros delgados, ágiles, grandes, pe44
TBATADO D£ LA PINTURA
qneíios, de semblanle ñero, agradable, viejos, jóvenes
nerviosos, innsciilosos, débiles y carnosos, alegres, melancólicos,
con cabellos corlos y rizados, lacios y largos; unos
con movimientos prontos, otros lardos y lánguidos; finalmente
debe reinar la variedad en todo, hasta en los trages,
sus colores &c. *, pero arreglado siempre á las circunstancias
de la historia.
§ xcv.
Del conocimiento de los movimientos del hombre.
Es preciso saber con exactitud todos los movimientos
del hombre, empezando por el conocimiento de los miembros
y del todo, y de sus diversas articulaciones, lo cual
se conseguirá apuntando brevemente con pocas líneas las
actitudes naturales de los hombres en cualesquiera accidentes
ó circunstancias, sin que estos lo adviertan, pues
entonces distrayéndose de su asunto, dirigirán el pensamiento
hacia d, y perderán la viveza é intención del acto
en que estaban, como cuando dos de genio bilioso altercan
entre sí, y cada uno cree tener de su parte la razón, que
empiezan á mover las cejas, los brazos y las manos con movimientos
adecuados á su intención y á sus palabras. Todo
lo cual no lo podrias copiar con naturalidad si les dijeses
que fingiesen la misma dispula y enfado, ú otro afecto ó
pasión, como la risa, el llanto, el dolor, la admiración,
el miedo &c. Por esto será muy bueno que te acostumbres
a llevar contigo una libretilla de papel dado de yeso , y
con un estilo ó punzón de plata ó estaño anotar con brevedad
todos los movimientos referidos, y las actitudes de
los circunstantes y su colocación , lo cual te enseñará á
componer una historia; y luego que este llena la dicha libreta,
la guardarás con cuidado para cuando te se ofrezca:
y es de advertir que el buen Pintor ha de observar siempre
dos cosas muy principales, que son el hombre, y el
DE LEONARDO DE VINCI. 45
pensamiento del hombre en el asunto c[ue se va á representar
j lo cual es importantísimo.
S XCVI.
De la composición de la historia,
Al ir á componer nna historia se empezará dibujando
solo con un tanteo las figuras, cuyos miembros, actitudes,
movimientos é inflexiones se han de haber estudiado de antemano
con suma diligencia. Después, si se ha de representar
la lucha ó combate de dos guerreros, se examinará
dicha pelea en varios |mntos y vistas, y en diversas actitudes:
igualmente se observará si ha de ser el uno atrevido
y esforzado, y el otro tímido y cobarde; y todas estas acciones
y otros muchos accidentes del ánimo deben estudiarse
y examinarse con mucha atención.
$ XCVII.
De la variedad en la composición de una historia.
El Pintor procurará siempre con atención que haya en
los cuadros historiados mucha variedad, huyendo cualquiera
repetición, para que la diversidad y multitud de objetos
deleite la vista del que lo mire. Es preciso también para
esto que en las historias haya figuras de diferentes edades
(conforme lo permitan las circunstancias), con variedad
de trages, mezcladas con mugeres, niños, perros, caballos,
edificios, terrazos ó montes; observando la dignidad
y decoro que requiere y se le debe á un Príncipe ó á
un Sabio, separados del vulgo. Tampoco se deben poner
juntos los que estén llorando con los que ríen; pues es natural
que los alegres estén con los alegres, y los tristes con
los tristes.
46 TRATADO DE LA PINTURA
§ XCVlIf.
De la diversidad que debe haber en los semblantes
de una historia»
Es defecto muy comnn enlre los Pintores i I alíanos el
ver en un cuadro repetido el aire y fisonomía del semblante
del sugeto principal en algunas de las muchas figuras
que le circundan: por lo cual para no caer en semejante
error es necesario procurar caidadosamente no repetir ni
en el todo, ni en las partes las figuras ya pintadas, y que
no se parezcan los rostros unos á otros. Y cuanto mas cuidado
se ponga en colocar en un cuadro al lado de un hermoso
un feo, al de un viejo un joven , y al de un fuerte y
valeroso un débil y pusilánime, tanto mas agradable será
, y tanta mayor belleza tendrán respectivamente las figuras.
Muchas veces quieren los Pintores que sirvan los
primeros lineamentos que tantearon^ y es grande error,
forque las mas veces sucede que la figura contornada no
sale con aquel movimiento y actitud que se requiere para
representar la interior disposición del ánimo ; y suele parccerles
que es desdoro el mudar una figura, cuando ha
quedado bien proporcionada.
S XCIX.
De la colocación de los colores y su contraste.
Si quieres que un color contraste agradablemente con
el que tiene al lado , es preciso que uses la misma regla
que observan los rayos del sol, cuando componen en el
aire el arco Iris, cuyos colores se engendran en el movimiento
de la lluvia, pues cada gota al tiempo de caer aparece
de su respectivo color, como en otra parte se demostrará.
Esto supuesto , advertirás que para representar una
DE LEONARDO DE VINCI. 47
grande oscnridad, la pondrás al lado de otra igual claridad,
y saldrá tan tenebrosa la una como luminosa la otra:
y asi lo pálido y amarillo hará que el encarnado parezca
mucho mas encendido que si estuviera junto al morado.
Hay también otra regla, cuyo objeto no es para que resallen
mas los colores contrastados, sino para que hagan mutuamente
mas agradable efecto, como hace el verde con el
color rosado, y al contrario con el azul-, y de esta se dedu"
ce otra regla para que los colores se afeen unos á otros,
como el azul con el amarillo blanquecino ó con el blanco:
lo cual se dirá en otro lugar.
s c.
Para que los colores tengan viveza y hermosura.
Siempre que quieras hacer una superficie de un color
muy bello, prepararás el campo muy blanco para los colores
trasparentes, pues para los que no lo son no aprovecha
nada; y esto se ve claro en Iob vidrios teñidos de color,
pues mirándolos delante de la claridad parecen en extremo
hermosos y brillantes, lo que no sucede cuando no hay
detrás luz alguna.
§ci.
JDel color que debe tener la sombra de cualquier color.
Toda sombra ha de participar del color de su objeto,
mas ó menos vivamente conforme á lo mas ó menos próximo
de la sombra, ó mas ó menos luminoso.
48 TRATADO DE LA PINTURA
S cu.
De la variedad que se percibe en los colores de los objetos
lejanos y los próximos.
Siempre que un objeto sea mas oscuro que el aire,
cuanto mas remoto se vea , tanto menos oscniiJad tendrá;
y entre los que son mas claros que el aire, cuanto mas
apartado se halle de la vista, tanta menor claridad tendrá;
porque entre las cosas mas claras y mas oscuras que
el aire, variando su color con la distancia, las primeras
disminuyen su claridad, y las segundas la adquieren,
s ciii.
Cuánta haya de ser la distancia para que enteramente
pierda un objeto su color.
Los colores de los objetos se pierden á una distancia
mas ó menos grande, respecto á la mayor ó menor altura
de la vista ó del objeto. Pruébase esto por la proposición
que dice: el aire es tanto mas ó menos grueso^ cuanto
mas ó menos próximo á la tierra sea ; y asi estando cerca
de la tierra la vista y el objeto, entonces lo grosero del aire
interpuesto alterará mucho el color que tenga este; pero
si ambos se hallan muy elevados y remotos de la tierra,
como ya es el aire muy delgado y sutil , será poca la variación
que reciba el color del objeto ; y tanta es la variedad
de las distancias, á las que. pierden su color los objetos,
cuantas son las diferencias del dia, y los grados de
sutileza del aire por donde penetran las especies del color
á la vista.
D£ LEONARDO D£ VINCI. 49
§ CÍV.
Color de la sombra del blanco.
La sombra del blanco, visto con el sol y la claridad
del aire, tiene un color que participa del azul; porque
como el blanco en sí no es color, sino disposición para
cual([uier color, según la proposición que dice : la su^
perficie de cualquier cuerpo participa del color de su ob-^
jeto , se sigue que aquella parte de la superficie blanca,
en que no hieren los rayos del sol 5 participa del color
azul del aire que es su objeto.
S CV.
Qué color es el que hace sombra mas negra.
Cuanto mas blanca sea la superficie sobre que se engendra
la sombra, mas participará del negro, y mas propensión
tendrá á la variedad de cualquier color que ninguna
otra: la razou es, porque el blanco no se cuenta en
el número de los colores, sino que recibe en si cualquier
color, y la superficie blanca participa mas intensamente
que otra alguna del color de su objeto, especialmente de
su contrario que es el negro (ú otros colores oscuros), del
cual es diamclralmentc opuesto el blanco por naturaleza;
y asi hay siempre suma diferencia entre sus luces y sus
sombras principales.
§ CVI.
Del color que no se altera con varias diferencias de aire.
Puédese dar el caso de que un mismo color en varias
distancias no haga mutación alguna; y esto sucederá cuando
la proporción de lo grueso del aire, y las proporciones
I
^O TRATADO DE LA PINTURA
que entre sí tengan las distancias de la vista al olijeto sea
una misma, pero inversa. Por ejemplo: A sea el ojo^ H
cualquier color , apartado del ojo á un grado de distancia
en un aire grueso de cuatro grados; pero siendo el segundo
grado A M N L dos grados mas sutil que el de abajo,
será preciso que el objeto diste del ojo doble distancia para,
que no se mude el color: y asi se le pondrá separado de
él dos grados A F, F G, y será el color G; el caal elevándose
al grado de doble sutileza que es M O P N^ será
fuerza ponerle á la altura E, y entonces distará del ojo
toda la línea A E, la cual es lo mismo que la A G en
cuanto á lo grueso del aire, y pruébase asi: si A G, distancia
interpuesta de un mismo aire entre el ojo y el color,
ocupa dos grados , y A E dos grados y medio •, esta distancia
es suficiente para que el color G elevado á E no varíe
en nada ; porque el grado A C y el A F , siendo una misma
la calidad del aire , son semejantes é iguales ; y el grado
C D, aunque es igual en el tamaño á F G, no es semejante
la calidad del aire; porque es un medio entre el
aire de dos grados y el de uno, del cual un medio grado
de distancia ocupa tanto el color, cuanto basta á hacer un
grado entero del aire de un grado que es al doble sutil
que el de abajo. Figura FUL
Esto supuesto, calculando primero lo grueso del aire,
y después las distancias , verás los colores, que habiendo
mudado de sitios no se han alterado ; y diremos según el
cálculo de la calidad del aire que se ha hecho; el color H
está á los cuatro grados de grueso del aire; G á los dos
erados, y E al uno. Ahora veamos si las distancias están
en igual proporción, pero inversa: el color E eslá distante
del ojo dos grados y medio; G dos grados; H un grado;
esta distancia no se opone á la proporción del grueso del
aire , mas no obstante se debe hacer otro tercer cálculo en
esta forma. El grado A G, como se dijo arriba, es igual y
semejante al A F, y el medio grado C B es semejante á
A Fj pero no igual ; porque su longitud es solo de un mePóO.
Fi^VIl
E
O
M
A
F^II.
---C>

Í)E LEONARDO DE VINCI. 5 I
dio grado que vale lanto como uno del aire de arriba.
Luego el cálculo hecho es evidente; porque A O vale dos
grados de grueso del aire de encima, y el medio grado
B C vale un entero del mismo aire; por lo que tenemos
ya tres grados, valor del dicho aire, y otro cuarto que es
B E. A H tiene cuatro grados de aire grueso; A tiene también
cuatro, que son dos de A F, y dos de F G; A E tiene
otros cuatro, dos de A C, uno de C D, que es la mitad
de A C y de aquel mismo aire, y otro entero en lo
mas sutil del aire: luego si la distancia A E no es dupla
de la distancia A G, ni cuadrupla de la A H, queda
solo con el aumento de C D, que es medio grado de aire
grueso, que vale un entero del sutil: y queda demostrado
que el color H G E no se varía aunque mude de distancia.
S CVII.
I>e la perspectiva de los colores.
Puesto un mismo color á varias distancias y siempre á
una misma altura, se aclarará á proporción de la distancia
que haya de él al ojo que le mira. Pruébase asi: sea E B
C D un mismo color; el primero E á dos grados de distancia
del ojo A; el segundo B á cuatro; el tercero C á seis;
y el cuarto D á ocho, según señalan las secciones de los
circuios de la línea A R. Sea A R S P un grado de aire
sutil, y S P E T un grado de aire grueso: sigúese de esto
que el primer color E llega al ojo pasando por un grado
de aire grueso E S, y por otro no tanto S A: el color B llegará
pasando por dos grados de aire grueso y dos del mas
sutil: el O por tres grados del un aire y tres del otro, y
el D finalmente por cuatro del grueso y cuatro del sutil:
con lo cual queda probado, que la proporción ó diminución
de los colores es como la de sus distancias á la vista;
lo cual solo sucede en los colores que están en una misma
^ 2 TRATADO DE LA PINTURA
altura; porque en siendo esta diversa, no rige la misma regla,
pues entonces la diferencia de los grados del aire varía
mucho en el asunto. Figura IX.
§ CVIII.
Qué color no recibirá mutación en varios grados de aire.
Colocado un color en varios grados de aire no recibirá
mudanza , cuando esté tanto mas distante de la vista,
cuanto mas sutil sea el aire. Pruébase asi: si el primer
aire tiene cuatro grados de grueso, y el color dista un grado
de la vista *, y el segundo aire mas alto tiene tres grados,
acjuel grado de grueso que pierde, lo gana en la distancia
el color; y cuando el aire ha perdido dos grados de
grueso , y el color ha aumentado otros dos á su distancia,
entonces el primer color será de la misma manera que el
tercero-, y para abreviar, si el color se eleva hasta entrar
en el aire que ha perdido ya tres grados de grueso, alejándose
igualmente otros tres, entonces se juzgará con certeza
que dicho color alto y remoto ha perdido tanto, como
el que está bajo y próximo; porque si el aire superior
ha perdido tres grados de grueso, respecto al inferior,
también el color se ha alejado y elevado otros tres.
§ CIX.
Sí pueden parecer varios colores con un mismo grado
de oscuridad y mediante una misma sombra.
Muchos colores diversos oscurecidos por una misma
sombra pueden al parecer trasmutarse en el color de la
misma sombra. Esto se manifiesta en una noche muy nublada
, en la cual no se percibe el color de ninguna cosa
; y supuesto que las tinieblas no son mas que privación
de la luz incidente y refleja que hace ver y distinguir los
DE LEONARDO DE VINCI. 5 3
colores de lodos los cuerpos , se sigue por consecuencia,
que quitada esta luz, faltará también el conocimiento de
los colores 5 y será igual su sombra.
S ex.
De la causa que hace perder los colores y figuras
de los cuerpos al parecer.
Hay muchos sitios , que aunque en sí están iluminados,
se demuestran y pintan no obstante oscuros y sin variedad
alguna de color en los objetos que dentro tengan:
la razón es, por el mucho aire iluminado que se interpone
entre el dicho sitio y la vista, como sucede cuando se
mira alguna ventana remota, que solo se advierte en ella
una oscuridad uniforme y grande; y si entras luego dentro
de la habitación , la hallarás sumamente clara , de modo
que se distinguen bien los objetos que dentro haya.
Esto consiste en un defecto de nuestros ojos, que vencidos
por el mucho resplandor del aire, se disminuye y con-»
trae tanto la pupila, que pierde mucha facultad y potencia
; y al contrario sucede en los sitios de luz moderada,
que dilatándose mucho, adquiere mayor perspicacia; cuya
proposición tengo demostrada en mi tratado de Perspectiva.
S CXI.
Ninguna cosa muestra su verdadero color ^ si no se halla
iluminada de otro color igual.
Ningún objeto aparecerá con su verdadero color, como
la luz que le ilumine no sea toda ella del mismo color;
lo cual se ve claramente en los paños, en los que los
pliegues que reflejan la luz á los otros que tienen al lado,
los hacen parecer con su verdadero color. Lo mismo sucede
cuando uzia hoja de oro da luz á otra hojap quedando
54" TRATADO DE LA PINTURA
muy diferente cuando la toma de otro cuerpo de distinto
color.
§ CXII,
De los colores que varían de naturaleza 5 cotejados
con el campo en que están.
Ningún extremo de color uniforme se demostrará
igual, si no termina en campo de color semejante. Esto
se manifiesta cuando el negro termina en el blanco , que
entonces cada color adquiere mas realce al lado del opuesto,
que no en los demás parages mas separados.
S CXIII.
De la mutación de los colores trasparentes puestos
sobre otros diferentes.
Cuando un color trasparente se pone sobre otro diverso,
resulta un color mixto, distinto del uno y del otro
que le componen ; como se ve en el humo que sale de una
chimenea, que al principio que su color se mezcla con el
negro de la misma chimenea, parece como azul; y cuando
se eleva y se mezcla con lo azulado del aire, aparece
con visos rojos. Asi, pues, sentando el morado sobre el
azul, quedará de color de violeta, y dando el azul sobre
el amarillo, saldrá verde, y el color de oro sobre el blanco
quedará amarillo claro; y últimamente el blanco sobre
el negro parecerá azul, y tanto mas bello cuanto mejor sea
el blanco y el negro.
DE LEONARDO DE VINCl. 5^
$ CXIV.
Qué parte de un mismo color debe mostrarse mas bella
en la Pintura.
Aquí vamos á considerar qué parte de un color ha de
quedar con mas viveza en la Pintura-, si aquella que recibe
la luz 5 la del reflejo, la de la media tinla, la de la sombra,
ó la parle trasparente, si la tiene. Para esto es menester
saber de que coor se habla*, porque los colores tienen
su belleza respectiva en varias partes diferentes: por ejemplo
: el negro consiste su hermosura en la sombra ; el blanco
en la luz;, el azul, verde ó amarillo en la media tinta*,
el anteado y rojo en la luz j el oro en los reflejos ^ y la laca
en la media tinta,
§ cxv.
Todo color que no tenga lustre es mucho mas helio en la
parte iluminada que en la sombra.
Todo color es siempre mas hermoso en la parte iluminada
que en la sombra, poique la luz vivifica y demuestra
con toda claridad la naturaleza del color, y la sombra la
oscurece y apaga, y no permite distinguirle bien. Y si á
esto se replica c[ue el negro tiene mas belleza en la sombra
que en la luz^ se responderá c[ue el negro no es color*
§ CXVL
De la evidencia de los colores.
Conforme Ta mayor 6 menor claridad de las cosas serán
mas ó menos perceptibles de lejos.
5 6 TRATADO DE LA PINTURA
§ CXVII.
Quéparte de un color debe ser mas bella según lo que dicta
la razón.
Siendo A la luz, y B el objeto ilamínado por ella en
línea recta; E, que no puede mirar la dicha luz, verá solo
la pared iluminada, la cual supongo sea de color de rosa.
Esto supuesto , la luz que se origina en la pared tendrá el
color de quien la causa , y teñirá de encarnado al objeto
E-, el cual si es igualmente encarnado, será mucho mas
hermoso que B; y si E fuese amarillo, se originará un color
tornasolado de amarillo y rojo. Figura X.
s CXVIII.
La belleza de un color debe estar en la luz.
Si es cierto que solo conocemos la cualidad de los colores
mediante la luz , y que donde hay mas luz, con mas
claridad se juzga del color; y que en habiendo oscuridad,
se tiñe de oscuro el color; sale por consecuencia que el
Pintor debe mostrar la verdadera cualidad de cada color en
los parages iluminados.
§ CXIX.
Del verde de cardenillo.
El verde de cardenillo gastado al oleo , se disipa inmediatamente
su belleza, si no se le da luego el barniz; y no
se disipa solamente, sino que si se le lava con una esponja
llena de agua, se irá al instante, y mucho mas breve si el
tiempo está húmedo. La causa de esto es porque este color
está hecho á fuerza de sal, la cual se deshace fácilmente
con la humedad , y mucho mas si se lava con la esponja.
n'?:ó6.
íí"^ A
FioIK
u,.

DE LEONARDO DE VINCI. 5 7
§ cxx.
Para aumentar la belleza del cardenillo.
Si el cardenillo se mezcla con el aloe que llaman cava-
Uno^ quedará sumaineiile bello, y mucho mas quedaría
con el azafrán, pero no es estable. Para conocer la bondad
de dicho aloe, se notará si se deshace en el aguardiente
caliente. Y si después de concluida una obra con este verde
se le da una mano del referido aloe deshecho en agua
natural, saldrá un perfecto color ^ y adviértase que el aloe
se puede moler él í-olo con aceite , ó mezclado con el cardenillo
ó cualquiera otro color.
§ CXXI.
De la mezcla de los colores. ^
Aunque la mezcla de los colores se extiende basta el
infinito, no obstante diré algo sobre el asunto. Poniendo
primero en la paleta algunos colores simples, se mezclarán
uno con otro: luego dos á dos, tres á tres, y asi hasta concluir
el número de ellos '. Después se volverá á mezclar los
colores dos con dos, tres con tres, cuatro con cuatro hasta
acabar^ y últimamente á cada dos colores simples se les
mezclarán tres , y luego otros tres , luego seis , siguiendo
la mezcla en todas las proporciones. Llamo colores simples
á aquellos que no son compuestos, ni se pueden componer
con la mixtión del negro y blanco, bien que estos no se
cuentan en el número de los colores; porque el uno es oscuridad,
el otro luz, esto es, el uno privación de luz, y
el otro generativo de ella; pero no obstante yo siempre
I Hasta aquí parece que habla Vínci de los colores primitivos ó generativos
solamente.
K
^8 TRATADO DE LA PINTURA
cuento con ellos , porque son los principales para la Pintura,
la cual se compone de sombras y luces , que es lo que
se llama claro y oscuro. Después del negro y el blanco sigue
el azul y el amarillo, luego el verde, el leonado (ó sea
ocre oscuro), y finalmente el morado y rojo. Estos son los
ocho colores que hay en la naturaleza , con los cuales empiezo
á hacer mis tintas ó mezclas. Primeramente rnezclaré
el negro con el blanco, luego el negro con el amarillo y
después con el rojo^ luego el amarillo con el negro y encarnado,
y porque aqui me falta el papel (dice el autor)
omito esta distinción para hacerla con toda prolijidad en
la obra que daré á luz, que será de grande utilidad y aun
may necesaria-, y esta descripción se pondrá entre la teórica
y la práctica (7).
§ CXXII.
De la superficie del cuerpo umbroso.
Toda superficie de cuerpo umbroso participa del color
de su objeto. Esto se ve claramente en todos ellos , pues
nunca podrá un cuerpo mostrar su figura y color, si la distancia
entre él y el laminoso no está iluminada. Y asi , si
el cuerpo opaco es amarillo, y el luminoso azul, la parte
iluminada parecerá verde, porque dicho color se compone
de azul y amarillo.
§ CXXIII.
Cual superficie admite mas colores.
La superficie blanca es la que mas admite cualquier
color respecto de todas las demás superficies de cualquier
cuerpo que no sea lustroso como el espejo. La razón es,
porque todo cuerpo vacío puede recibir todo lo que no
pueden los que están llenos^ y siendo el blanco vacío (esto
es, privado de todo color), y hallándose iluminado con
el color de cualquier luminoso ,
participará de este color
\
DE LEONARDO DE VINCI. 5 9
muclio mas que el negro; el cual es como un vaso rolo que
no puede conleuer en sí licor alguno.
§ CXXIV.
Qué cuerpo se teñirá mas del color de su objeto.
La superficie de un cuerpo participará mas del color
de aquel ol)jeLo ([ue esté mas próximo. La razón es porque
estando cercano el objeto, despide una infinita variedad
de especies, las cuales al embestir la superficie del cuerpo,
la alterarán mucho masque si estuviese muy remoto-, y
de este modo demuestra con mas viveza la naturaleza de su
color en el cuerpo opaco.
S cxxv.
: Qué cuerpo mostrará mas helio color.
Cuando la superficie de un cuerpo opaco esté próxima
á un objeto de igual color que el suyo p entonces será
cuando muestre el mas bello color.
5 cxxvr.
De la encarnación de los rostros,
'. Cuanto mayor sea un cuerpo, mas bulto liará á mayor
distancia. Esta proposición nos enseña que los rostros se
vuelven oscuros con la distancia; porque la mayor parte de
la cara es sombra, y la masa de la luz es poca, por lo cual
á corta distancia se desvanece: los reflejos son aun menos,
y por esto , como casi todo el -rostro se vuelve sombra , parece
oscuro en estando algo apartado. Y esta oscuridad se
aumentará mas siempre que detras del rostro haya campo
blanco ó claro.
6 o TRATADO DE LA PINTURA
$ CXXVII.
Del papel para dibujar del modelo.
Los Pintores para dibujar del modelo teñirán siempre
el papel de una tinta oscurita ^ y haciendo las sombras del
dibujo mas oscuras, tocarán los claros ligeramente con clarión,
solo en aquel punto donde bate la luz, que es lo
primero que se pierde de vista , cuando se mira el modelo
á alguna distancia.
S CXXVIII.
De la variedad de un mismo color^ según las icarias distancias
á que se mira.
Entre los colores de una misma naturaleza aquel que
esté menos remoto de la vista, tendrá menos variación:
porque como el aire interpuesto ocupa algo el objeto que
se mira, siendo mucha la cantidad de él, teñirá al objeto
de su propio color ; y al contrario , siendo poco el aire interpuesto
j estará el objeto mas desembarazado.
S CXXIX.
Del color verde de ¡os campos. -
Entre los varios verdes del campo el mas oscuro es el
de las plantas y árboles, y el mas claro el de las yerbas de
los prados.
$ cxxx.
Qué verde participará mas del azul.
Aquel verde, cuya sombra sea mas densa y mas oscura
participará mas del azul^ porque el azul se compone de
claro y oscuro á larga distancia.
DE LEONARDO DE VINCI. 6 I
§ CXXXI.
Qué superficie es la que demuestra menos que cualquiera otra
su verdadero color.
Cuanto mas tersa y lustrosa sea una superficie, tanto
menos mostrará su verdadero color. Esto se ve claramente
en las yerbecillas de los prados y en las hojas de los árboles,
las cuales en siendo de una superficie unida y lustrosa,
brillan y lucen con los rayos del sol ó con la claridad
del aire 5 y en arguella parte pierden sa natural color.
§ CXXXIT.
Qué cuerpo es el que muestra mas su verdadero color.
Todo cuerpo que tenga la superficie poco tersa mostrará
mas claramente sn verdadero color. Esto se ve en los
lienzos y en las hojas de los arlóles que tienen cierla pelusa,
la cual impide que se origine en ellas algiin reflejo; y
no pudiendo reflectir los rayos de la luz, solo dejan ver su
verdadero y natural color; pero esto no se entiende cuando
se interpone un cuerpo de color diverso que las ilumine,
como el color rojo del sol al ponerse j que tiue de encarnado
á las nubes que embiste.
S CXXXIII.
De la claridad de los paises.
Nunca tendrán semejanza la viveza, color y claridad
de un pais piulado con los naturales que están iluminados
del sol, á menos que se miren estos paises artificiales á la
misma luz.
62 TRATADO DE LA PINTURA
§ CXXXIV.
De la PerspectÍQa regularpara la diminución de los colores
d larga distancia.
El aire participará tanto menos del color azul , cuanto
mas próximo esté del horizonte, y cuanto mas remoto se
halle de él, tanto mas oscuro será. Pruébase esto por las
proposiciones que dicen: que cuanto mas enrarecido sea un
cuerpo , tanto menos le iluminará el sol. Y asi el fuego,
elemento que se introduce por el aire por ser mas raro y
sutil , ilumina mucho menos la oscuridad que hay encima
de él, que no el aire que le circunda, y por consiguiente
el aire, cuerpo menos enrarecido que el fuego, recibe
mucha mas luz de los rayos solares que le penetran, é iluminando
la infinidad de átomos que vagan por su espacio,
parece á nuestros ojos sumamente claro. Esto supuesto,
mezclándose con el aire la oscuridad de las tinieblas , convierte
la blancura suya en azul, tanto mas ó menos claro,
cuanto mas ó menos aire grueso se interponga entre la vista
y la oscuridad. Por ejemplo: siendo P el ojo que ve sobre
sí la porción de aire grueso P R, y después declinando
la vista, mira el aire por la línea P S, le parecerá mucho
mas claro, por haber aire mucho mas grueso por la línea
P S, que por P R^ y mirando hacia el horizonte D,
verá el aire casi sin nada de azul , porque entonces la línea
visual P D penetra por mayor cantidad de aire ^ que cuan-»
do se dirigia por P S. Figura XL
I Esto es, «!re grueso.
DE LEONARDO DE VINCI. 63
s cxxxv.
De las cosas que se representan en el agua ^
especialmente el aire.
Para que se representen en el agua las nubes y celages
del aire es menester que reflejen á la vista desde la superficie
del agua con ángulos iguales-, esto es, que el ángulo
de la incidencia sea igual al ángulo de la reflexión.
S CXXXVI.
Diminución de los colores por objeto interpuesto.
Siempre que entre la vista y un color haya algún objeto
interpuesto, disminuirá el color su viveza á proporción
de lo mas ó menos grueso, ó compacto del objeto (8).
§ CXXXVII.
De los campos que convienen d las sombras y d las luces.
Para que el campo convenga igualmente á las sombras
que á las luces, y á los términos iluminados il oscuros de
cualquier color, y al mismo tiempo hagan resaltar la masa
del claro respecto á la del oscuro, es necesario que tenga
variedad, esto es, que no remate un color oscuro sobre
otro oscuro, sino claro*, y al contrario, el color claro ó participante
del blanco finalizará en color oscuro ó que participe
del negro.
§ CXXXVIII.
Cómo se debe componer cuando el blanco cae sobre el blanco^
y el oscuro sobre oscuro.
Cuando un color blanco va á terminar sobre otro color
blanco 5 si son de una misma casta ó armonía ambos blan64
TRATADO DE tA PINTUpA
eos, se hará el mas próximo un poco mas oscuro por el
lado en que se une con el mas remolo; pero cuando el blanco,
que sirve de campo al otro blanco, es mas oscuro y de
otro género, enLonce& él mismo hará resaltar al otro sin mas
auxilio.
§ CXXXIX.
De la naturaleza del color de los campos , que sirven
para el blanco.
Cuanto mas oscuro sea el campo, mas blanco parecerá
el objeto blanco que insista sobre él; y al contrario, siendo
el campo mas claro, parecerá el objeto menos blanco.
Esto lo ensena la naturaleza cuando nieva; pues cuando
vemos los copos en el aire, parecen oscuros, y al pasar por
la oscuridad de alguna ventana, parecen blanquísimos.
Igualmente viendo caer los copos desde cerca , parece que
caen velozmente, y que forman cantidad contínna como
unas cuerdas blancas; y desde lejos parece que caen poco
á poco y separados,
S CXL.
De los campos de las figuras.
Entre las cosas de color claro , tanto mas oscuras parecerán,
cuanto mas blanco sea el campo en que insisten; y
al contrario, un rostro encarnado parecerá pálido en campo
rojo, y el pálido parecerá encarnado en campo amarillo:
y asi todos los colores harán distinto efecto según sea
el campo sobre que se miren.
§ CXLI.
Del campo de las pinturas.
Es de mucha importancia el modo de hacer los camDE
LEONARDO DE VINCI. 65
pos, para qne resalten bien sobre ellos los cuerpos opacos
pintados, vestidos de sombras y luces, porque el cuidado
ha de estar en que siempre insista la parte iluminada en
campo oscuro, y la parle oscura en campo claro.
$ CXLII.
De algunos que piulan los objetos remotos muy oscuros
en campo abierto.
Hay muchos que en un pais ó campiña abierta hacen
las figuras tanto mas oscuras, cuanto mas se alejan de la
vista; lo cual es al contrario, á menos que la cosa imitada
no sea blanca de suyo , pues entonces se seguirá la regla
que se propone en el siguiente $•
$ CXLIII.
Del color de las cosas apartadas de la vista.
Cuanto mas grueso es el aire , tanto mas fuertemente
liííe de su color á los objetos que se apartan de la vista.
Esto supuesto, cuando un objeto se halla á dos millas de
la vista, se advertirá mucho mas teñido del color del aire,
que si estuviera á una. Responderáse á esto, que en un
pais los árboles de una misma especie son mas oscuros los
que están remotos, que los cercanos; pero esto es falso,
como las plantas sean de una misma especie y tengan iguales
espacios entre sí; y solo se verificará cuando los primeros
árboles estén muy separados, de modo que por entre
ellos se vea la claridad de los prados que los divi(Ícn, y los
últimos sean muy espesos y juntos; como sucede á las orillas
de un rio, que entonces no se ve entre ellos espacio
claro, sino que están todos juntos haciéndose somltra unos
á otros. Es evidente también que en las plantas la parte
umbrosa es mucho mayor que la iluminada, y mirándose
L
66 TRATADO DE LA PINTURA
de lejos , la masa principal es la del oscuro, quedando casi
imperceptible la parte iluminada^ y asi esta unión solo
deja ver la parte de mas fuerza á larga distancia.
S CXLIV.
Grados de las pinturas.
No siempre es bueno lo que es bello; y esto lo digo
por aquellos Pintores qne se enamoran tanto de la belleza
de los colores, que apenas ponen sombra en sus pinturas,
pues son tan endebles é insensibles, que dejan la figura
sin relieve alguno. Este mismo error cometen los que hablan
con elegancia y sin conceptos ni sentencias.
§ CXLV.
De los visos y color dpi agua del mar y
visto desde varios puntos.
Las ondas del mar no tienen color universal, pues mirándolo
desde la tierra firme , parece de color oscuro , y
tanto mas oscuro , cuanto mas próximo esté al horizonte,
y se advierten algunos golpes de claro que se mueven lentamente
, como cuando en un rebaño de ovejas negras se
ven algunas blancas*, y mirándolo en alta mar parece azul.
La causa de esto es, porque visto el mar desde la tierra,
se representa en sus ondas la oscuridad de esta; y visto en
alta mar parece azul; porque se ve en el agua represenlado
el color azul del aire.
S CXLVI.
De la naturaleza de las contraposiciones.
Las vestiduras negras hacen parecer las carnes de las
DE LEONARDO DE VINCI. 67
imágenes humanas aun mas blancas de lo que son ; y las
blancas por el contrario las oscurecen. Las vestiduras amarillas
hacen resaltar el color de las carnes , y las encarnadas
las ponen pálidas.
S CXLVII.
Del color de la sombra de cualquier cuerpo.
Nunca será propio ni verdadero el color de la sombra
de cualquier cuerpo, si el objeto que le oscurece no tiene el
mismo color que el cuerpo á quien oscurece. Por ejemplo
:
si en una pieza, cuyas paredes sean verdes, se pone un objeto
azul, entonces la parte iluminada de este tendrá un
bellísimo color azul, y la parte oscura será de un color desagradable,
y no como deberia ser la sombra de un azul tan
bello; porque le altera la reverberación del verde que hiere
en él*, y si las paredes fuesen de un amarillo anteado p sería
mucho peor.
$ CXLVIII.
De la Perspectiva de los colores en lugares oscuros.
En los lugares claros, y lo mismo en aquellos cuya claridad
se disminuya uniformemente hasta quedar oscuros,
cuanto mas apartado de la vista esté un color, estará mas
oscuro.
$ CXLIX.
Perspectiva de los colores.
Los primeros colores deben ser simples, y los grados
de su diminución deben convenir con los de las distancias:
esto es, ^que el tamaño de las cosas participará mas de la
naturaleza del punto, cuanto mas próximas estén á él; y
los colores participarán tanto mas del color de su horizonte
5 cuanto mas cercanos se hallen á él.
6 8 TEATADO DE LA PINTÜJRA
$ CL.
De los colores.
El color que se halla entre la luz y la sombra ^ de un
cuerpo no debe tener tanta belleza como la parte iluminada
, por lo que la mayor hermosura del color debe hallarse
en los principales claros ^.
$ CLL
En qué consiste el color azul del aire.
El color azul del aire se origina de aquella parte de su
crasicie que se halla iluminada y colocada entre las tinieblas
superiores y la tierra. El aire por sí no tiene cualidad
alguna de olor, color ó sabor; pero recibe la semejanza de
todas las cosas que se ponen detras de él-, y tanto mas bello
será el azul que demuestre, cuanto mas oscuras sean
las cosas que tenga detras, con tal que no haya ni un espacio
demasiado grande, ni demasiadamente húmedo: y
asi se ve en los montes mas sombríos que á larga distancia
parecen mas azules, y los que son mas claros, manifiestan
mejor su color verdadero que no el azul , de que los viste
el aire interpuesto.
$ CLII.
De los colores.
Entre los colores que no son azules, puestos á larga
distancia, aquel participará mas del azul que sea mas próximo
al negro; y al contrario, el que mas opuesto sea á
1 Esto es, la media tinta.
2 Véase el § 124.
DE LEONARDO DE VINCI. 69
este conservará su color propio á mayor distancia. Esto supuesto,
el verde del campo se trasmatara mas en azul que
no el amarillo ó blanco; y al contrario j estos mudarán menos
que el verde y el encarnado.
§ CLIII.
De los colores.
Los colores colocados á la sombra tendrán mas ó menos
de su natural belleza , respecto de la mayor ó menor oscuridad
en que se hallen. Pero en estando en parage iluminado,
entonces manifestarán tanta mas hermosura, cuanta
mayor sea la claridad que les rodee. O al contrario, se dirá:
tantas son las variedades de los colores de las sombras,
cuantas son las variedades de los colores que tienen las cosas
oscurecidas. Y yo digo que los colores puestos á la sombra
manifestarán en sí tanta menos variedad, cuanto mas
oscura sea la sombra en que se hallen, como se advierte en
mirando desde una plaza las puertas de un templo algo oscuro,
en los cuales las pinturas vestidas de varios colores
parecen del todo oscurecidas.
$ CLIV.
De los campos de las figuras pintadas.
El campo sobre que está pintada cualquiera figura debe
ser mas oscuro que la parte iluminada de ella, y mas
claro que su sombra.
S CLV.
Por qué no es color el blanco.
El blanco en sí no es color, mas está en potencia de recibir
cualquier color. Cuando se halla en campo abiertO;,
70 TRATADO D£ LA PINTURA
todas SUS sombras son azules j y eslo es en razón de la pro^
posición cuarta que dice: la superficie de todo cuerpo opaco
participa del color de su objeto. Y como se halle el blanco
privado de la luz del sol por la interposición de algún
objeto, queda toda aquella parte que está de cara al sol y
al aire bañada del color de este y de aquel; y la otra que
no la ve el sol queda oscurecida y t)añada del color del aire.
Y si este blanco no viese el verde del campo hasta el horizonte,
ni la blancura de este, sin duda aparecería á nuestra
vista con el mismo color del aire.
§ CLVI.
De los colores.
La luz del fuego tine todas las cosas de color amarillo;
pero esto no se nota sino comparándolas con las que están
iluminadas por la luz del aire. Este parangón se podrá verificar
al ponerse el sol, y después de la aurora en una pieza
oscura, en donde reciba un objeto por alguna abertura
la luz del aire, y por otra la de una candela, y entonces
se verá con certeza la diferencia de ambos colores. Sin este
cotejo nunca se conocerá esta diferencia sino en los colores
que tienen mas semejanza, aunque se distinguen, como el
blanco del amarillo, el verde claro del azul; porque como
la luz que ilumina al azul tiene mucho de amarillo, viene
á ser lo mismo que mezclar azul y amarillo, de lo que resulta
el verde; y si después se mezcla con mas amarillo,
queda mas bello el verde.
$ CLVIL
Del color de la luz incidente^ y de la re/leja.
Cuando dos luces cogen en medio un cuerpo umbroso,
no se pueden variar sino de dos modos; esto es, ó serán de
DE LEONARDO DE VINCI. 7 I
igual potencia, ó serán desiguales entre sí. Si son iguales.
Be podrán variar de otros dos modos según el resplandor
que arrojen al objeto, que será igual ó desigual: será igual
cuando estén á iguales distancias, y desigual, cuando se
hallen en desigual distancia. Estando á iguales distancias
se variarán de otros dos modos: esto es, el objeto situado
á igual distancia entre dos luces iguales en color y resplandor,
puede ser iluminado de ellas de dos modos, ó
igualmente por todas partes, ó desigualmente: será iluminado
igualmente por ellas, cuando el espacio que haya alrededor
de ambas luces sea de igual color, oscuridad ó claridad;,
y desigualmente, cuando el dicho espacio varíe en
oscuridad.
S CLVIII.
De los colores de la sombra.
Muchas veces sucede que la sombra de un cuerpo umbroso
no es compañera del color de la luz , siendo aquella
verdosa, cuando esta parece roja, y sin embargo el cuerpo
es de color igual. Esto sucederá cuando viene la luz de
oriente^ pues entonces ilumina al objeto con su propio resplandor,
y al occidente se verá otro objeto iluminado con
la misma luz, y parecerá de distinto color que el primero;
porque los rayos reflejos resaltan hacia levante, y hieren
al primer objeto que está en frente, y reflejándose en él,
quedan impresos con su color y resplandor. Yo he visto
muchas veces en un objeto blanco las luces rojas, y las sombras
azules, como en una montaña de nieve, cuando está el
sol para ponerse, y se manifiesta encendido y rojo. FigU"
ra XIII.
7 2 TRATADO DE LA PINTURA
§ CLIX.
fí^ De las cosas puestas á luz abierta; y por qué es útil
este uso en la Pintura.
Cuando un cuerpo umbroso insiste sobre campo de color
claro é iluminado, precisamente parecerá apartado y
remoto del campo: esto sucede porque los cuerpos cuya
superficie es curva, quedan con sombra necesariamente en
la parte opuesta á la que recibe la luz, porque por alli no al^
canzan los rayos luminosos*, y por esto hay mucha diferencia
respecto al campo: y la parte iluminada del dicho cuerpo
no terminará en el campo iluminado con la misma claridad,
sino que entre este y la luz principal del cuerpo habrá
una parte que será mas oscura que el campo, y que su
luz principal respectivamente. Figura XLV.
S CLX.
De los campos.
En los campos de las figuras, cuando una de estas insiste
sobre campo oscuro, y la oscura en campo claro, poniendo
lo blanco junto á lo negro, y lo negro junto á lo blanco,
quedan ambas cosas con mucha mayor fuerza j pues un contrario
con otro resalta mucho mas.
§ CLXI.
De las tintas que resultan de la mezcla de otros colores-,
y se llaman especies segundas.
Entre los colores simples el primero es el blanco, aunque
los Filósofos no admiten al negro y al blanco en la clase
de colores j porque el uno es causa de colores, y el otro

r.r:E^cKrr«ab-*r#^.T9':L.4AU¿j«CV\
DE LEONARDO DE VINCI. 73
privación de ellos. Pero como el Pintor necesita absolutamente
de ambos, los pondremos en el número de los colores,
y segan esto diremos qae el blanco es el primero de
los colores simples, el amarillo el segundo, el verde el tercero,
el azul el cuarto, el rojo el quinto, y el negro el sexto.
El blanco lo ponemos en vez cíe la luz , sin la cual no
puede verse ningún color: el amarillo para la tierra: el verde
para el agua: el azul para el aire: el rojo para el fuego^
y el negro para las tinieblas que están sobre el elemento
del fuego j porque en él no hay materia ni crasicie en donpuedan
herir los rayos solares, y por consiguiente iluminar.
Si se quiere ver brevemente la variedad de todos los colores
compuestos, tómense algunos vidrios dados de color, y
mírese por ellos el campo y otras cosas , y se advertirá como
todos los colores de lo mirado por ellos estarán mezclados
con el del vidrio, y se notará la tinta que resulta
de la tal mezcla, ó cual de ellos se pierde del todo. Si el
vidrio fuese amarillo, podrán mejorarse ó empeorarse los
colores que por él pasen á la vista; se empeorarán el azul
y el negro, y mucho mas el blanco; y se mejorarán el amarillo
y verde sobre todos los demás; y de este modo se recorrerán
todas las mezclas de colores que son infinitas, y
se podrán inventar y elegir nuevos coloros mixtos y compuestos,
poniendo dos vidrios de dos diferentes colores
uno detras de otro para j)oder adelantar por sí.
S CLXII.
De los colores.
El azul y el verde no son en rigor colores simples;
porque el primero se compone de luz y de tinieblas, como
el azul del aire que se compone de un negro perfectísimo,
y de un blanco clarísimo; y el segundo se compone
de un simple y un compuesto, que es el azul y el amarillo.
M
74 TRATADO D£ LA PINTURA
Las eosas Irasparenles participan del color del cuerpo
que en ellas se Irasparenla, pues un espejo se liñe en
parle del color de la cosa que représenla, y tanto mas
participa el uno del otro, cuanto mas ó menos fuerte es
la cosa representada respecto del color del espejo, y la
cosa que mas participe del color de este, se representará
en él con mucha mayor fuerza.
Entre los colores de los cuerpos el que tenga mas blancura
se verá desde mas lejos, y el mas oscuro por consiguiente
se perderá á menor distancia.
Entre dos cuerpos de igual blancura, y á igual distancia
de la vista, el que esté rodeado de mas oscuridad
parecerá mas claro; y al contrario, la oscuridad que
esté al lado de la mayor blancura parecerá mas tenebrosa.
Entre los colores de igual belleza parecerá mas vivo
el que se mire al lado de su opuesto, como lo pálido con
lo sonrosado , lo negro con lo blanco , lo azul con lo amarillo,
lo verde con lo rojo, aunque ninguno de estos sea
color verdadero; porque todas las cosas se conocen mejor
al lado de sus contrarias 5 como lo oscuro en lo claro, lo
claro en lo oscuro. i
Cualquiera cosa vista entre aire oscuro y turbulento
parecerá mayor de lo que es •, porque , como ya se ha dicho,
las cosas claras se aumentan en el campo oscuro por
las razones que se han apuntado (9).
El intervalo que media entre la vista y el objeto lo
trasmuta á este, y lo viste de su color, como el azul del
aire liñe de azul á las montauas lejanas; el vidrio rojo
hace que parezcan rojos los objetos que se miren por él;
y el resplandor que arrojan las estrellas á su contorno está
ocupado también por la oscuridad de la noche, que se
interpone cutre la vista y su luz. El verdadero color de
cualquier cuerpo solo se notará en aquella parte que no
esté ocupada de ninguna cualidad de sombra ni de brillantez
, si es cuerpo lustroso.
DE LEONARDO DE VINCI. 7 5
Cuando el blanco termina en el negro parecerán los
términos de aquel mucho mas claros, y los de esle mucho
mas oscuros.
S CLXIIL
Del color de las montanas.
Cuanto mas oscura sea en sí una montana, tanto mas
azul parecerá á la vista; y la que mas alta esté, y mas llena
de troncos y ramas será mas oscura; porque la multitud
de matas y arbustos cubre la tierra de modo que no
puede penetrar la luz; y ademas las plantas rústicas son
de color mas oscuro que las cultivadas. Las encinas, bayas,
abetos, cipreses y pinos son mucho mas oscuros que
los olivos y demás árboles de jardín. La parte de luz que
se interpone entre la vista y lo negro de la cima, compondrá
con él un azul mas bello, y al contrario. Cuanto
mas semejante sea el color del campo en que insiste
una plañía al de esta, tanto menos parecerá que sale fuera,
y al contrario ; y la parte blanca que confine con parte
negra parecerá mucho mas clara, y del mismo modo se
manifestará mas oscura la que mas remota este de un paraje
negro, y al contrario.
S CLXIV.
El Pintor debe poner en práctica la Perspectiva
de los colores.
Para ver cómo las cosas puestas en Perspectiva varían,
pierden ó disminuyen en cuanto á la esencia del color, se
pondrán en el campo de cien en cien brazas varios objetos
como árboles, casas, hombres &:c.
Colocaráse un cristal de modo que se mantenga fir7
6 TRATADO DE LA PINTURA
me, y teniendo la vista fija sobre él, se dibujará un árbol
siguiendo los contornos qu.e señala el primer árbol : luego
se irá apartando el cristal hasta que el árbol natural quede
al lado del dibujado: á este se le dará el colorido correspondiente,
siguiendo siempre lo que ofrece el natural,
de modo que cerrando el un ojo parezca que ambos árboles
están pintados, y á una misma distancia. Hágase lo
mismo con el segundo árbol, bajo estos mismos principios,
y también con el tercero de cien en cien brazas; y esto
servirá de mucho auxilio y dirección al Pintor poniéndolo
en práctica siempre que le ocurra, para que quede la obra
con división sensible en sus términos. Según esta regla hallo
que el segundo árbol disminuye respecto al primero f
déla altura de este^ estando ambos á la distancia de veinte
brazas.
S CLXV.
De la Perspectiva aérea.
Hay otra Perspectiva que se llama aérea , pues por la
variedad del aire se pueden conocer las diversas distancias
de varios edificios, terminados en su principio por
una sola línea; como por ejemplo: cuando se ven muchos
edificios á la otra parte de un muro, de modo que todos
se manifiestan sobre la extremidad de este de una misma
magnitud, y se quiere representarlos en una pintura con
distancia de uno á otro. El aire se debe fingir un poco
grueso; y ya se sabe que de este modo las cosas que se
ven en el último término, como son las montarías, respecto
á la gran cantidad de aire que se interpone entre ellas
y la vista , parecen azules y casi del mismo color que aquel,
cuando el sol está aun en el oriente. Esto supuesto, se
debe pintar el primer edificio con su tinta particular y
propia sobre el muro; el que esté mas remoto debe ir
menos perfilado y algo azulado; el que haya de verse mas
D£ LEONARDO DE VINCI. 77
allá se hará con mas azul, y al que deba estar cinco veces
mas apartado, se le dará una tinta cinco veces mas
azul -, y de esta manera se conseguirá que todos los edificios
pintados sobre una misma línea parecerán de igual
tamaño, y se conocerá distintamente cuál está mas distante,
y cuál es mayor.
S CLXVI.
De varios accidentes y movimientos áel hombre
^
y de la proporción de sus miembros.
Las medidas del hombre en cada uno de sus miembros
varían mucho, ya plegándose estos mas ó menos, ó de
diferentes maneras, y ya disminuyendo ó creciendo mas
ó menos de una parte, según crecen ó disminuyen del lado
opuesto.
$ CLXVII.
De las mutaciones que padecen las medidas del hombre
desde que nace hasta que acaba de crecer.
El hombre cuando niño tiene la anchura de la espalda
igual á la longitud del rostro, y á la del hombro al codo,
doblado el brazo: igual á esta es la distancia desde
el pulgar al codo , y la que hay desde el pubis á la rótula
ó c'ioquezuela, y desde esta á la articulación del pie.
Peí o cuando ya ha llegado á la perfecta estatura todas
estas distancias doblan su longitud excepto el rostro, el
cual junto con lo demás dé la cabeza no padece tanta alteración:
en cuya suposición el hombre cuando ha acabado
de crecer, si es bien proporcionado, tendrá en su altura
diez longitudes de su rostro, la anchura de su espalda
será de dos de estas longitudes, y lo mismo todas
7 8. TRATADO DE LA PINTURA
las demás partes mencionadas. Lo demás se dirá en la medida
universal del hombre.
§ CLXVIII.
Los niños tienen las coyunturas al contrario que los adultos^
respecto á la grosura.
Los niños tienen todas las coyunturas muy sutiles, y
el espacio que hay entre una y otra carnoso: esto consiste
en que la cutis que cubre la coyuntura está sola, sin
ligamento alguno de los que cubren y ligan á un mismo
tiempo el hueso*, y la pingüedo ó gordura se halla entre
una y otra articulación^ inclusa en medio del hueso y de
la cutis: pero como el hueso es mucho mas grueso en la
articulación que en lo restante, al paso que va creciendo
el hombre, va dejando aquella superfluidad que habia entre
la piel y el hueso, y por consiguiente aquella se une
mas á este, y quedan mas delgados los miembros. Pero en
las articulaciones como no hay maa que el cartílago y los
nervios, no pueden desecarse ni menos disminuirse. Por
lo cual los niños tienen las coyunturas sutiles y los miembros
gruesos, como se ve en las articulaciones de los dedos
y brazos, y la espalda sutil y cóncava: al contrario el
adulto, que tiene las articulaciones gruesas en las piernas
y brazos, y donde los niíros tienen elevación, él disminuye
(i o).
§ CLXIX.
De la diferencia de proporción que hay entre el hombre
y el niño.
Entre los hombres y los niños hay gran diferencia en
cuanto á la distancia desde una coyuntura á otra , pues el
hombre desde la articulación del hombro hasta el codo,
desde este al. extremo del dedo pulgar, y desde el un
DE LEONARDO DE VINCI. 79
hombro al olro tiene la longitud de dos cabezas ^ y el niño
solo tina; porque la naturaleza compone la habitación
del entendimiento antes que la de los espíritus vitales.
S CLXX.
De las articulaciones de los dedos.
Los dedos de la mano tienen sus coyunturas gruesas
por todas partes cuando se doblan, y cuanto mas doblados
estén, mas se engruesan estas; y al contrario, conforme
se van extendiendo, se disminuye el grueso de las articulaciones.
Lo mismo sucede en los dedos del pie, y admiten
mas ó menos variación según lo carnosos que sean.
S CLXXL
De la articulación del hombro y su incremento.
La articulación del hombro y de los otros miembros
que se doblan se demostrará en el tratado de la Anatomía,
en donde se dará la razón y causa de los movimientos de
todas las partes que componen el hombre (ii),
S CLXXII.
De los hombros.
Los movimientos simples y principales que hace el
hombro son cuando el brazo correspondiente se levanta,
se baja ó se echa atrás. Pudiérase decir con razón que estos
movimientos eran infinitos; porque poniendo á un
hombre con la espalda arrimada á la pared, y señalando
en ella con el brazo un círculo, entonces hará todos los
movimientos de que es capaz el hombro : y siendo toda
cuantidad continua divisible hasta el infinito , como el
I Esto es, dos rostrosi
8 o TRATADO DE LA PINTURA
círculo es cuantidad continua, y está producido por el
movimiento del brazo, este movimiento no produciría
cuantidad continua, si no condujese á la línea la misma
continuación. Luego habiendo caminado por todas las partes
del círculo el movimiento del brazo, y siendo aquel
divisible hasta el infinito, serán también infiuitos los movimientos
y variedades del hombro,
S CLXXIII.
De las medidas universales del cuerpo.
Las medidas universales del cuerpo se han de tomar
por lo largo, no por lo grueso^ porque la cosa mas maravillosa
y laudable de las obras de la naturaleza consiste
en que jamas se parece exactamente una persona á
otra. Perianto el Pintor, que es imitador de la naturaleza,
debe observar y mirar la variedad de contornos y
lineamentos. Está bien tpie huya dé lo monstruoso, como
la excesiva longitud de una pierna, lo corto de un
cuerpo, lo encogido del pecho ó lo largo de un brazo;
pero notando la distancia de las articulaciones y los gruesos,
que es en donde mas varía la naturaleza , logrará
imitar también su variedad,
§ CLXXIV.
De la medida del cuerpo humano y dobleces
de los miembros.
La necesidad le obliga al Pintor á que tenga noticia
de los huesos que forman la estructura humana, principalmente
de la carne que los cubre, y de las articulaciones
que se dilatan ó contraen en sus movimientos
; por cuya razón , midiendo el brazo extendido , da
diferente proporción de la que se encuentra estando
DE LEONARDO DE VINCI. 8 I
doblado. El brazo crece y disminuye entre su total extensión
y encogimiento la octava parte de su longitud. Este
incremento y contracción del brazo proviene del hueso
que sale fuera de la articulación del codo , el cual , como
se ve en la ñgura C A B, hace largo desde la espaldilla d
hombro hasta el codo, cuando el ángulo de esLe es menos
que recto, y tanto mas se aumenta esta longitud, cuanto
mas disminuye el ángulo; y al contrario, se va contrayendo
, conforme se abre. Lámina II.
§ CLXXV.
De la proporción respectiva de los miembros.
Todas las partes de cualquier animal deben ser correspondientes
al todo: de modo que el que en sí es corto
y grueso, debe tener todos los miembros cortos y gruesos;
y el que sea largo y delgado, debe tenerlos por consiguiente
largos y delgados ; como también el que sea un
medio entre estos dos extremos, habrá de conservar la
misma medianía. Lo mismo se debe entender de las plantas,
cuando no estén estropeadas por el hombre ó por el
viento; porque de otro modo era juntar la juventud con la
vejez, con lo cual quedaba viciada la proporción natural.
§ CLXXVI.
De la articulación de la mano con el brazo.
La articulación de la mano con el brazo disminuye un
poco su grueso al cerrar el puño, y se engruesa cuando
se abre aquella: lo contrario sucede al antebrazo en toda
su extensión; y esto proviene de que al abrir la mano se
extienden los músculos domésticos ., y adelgazan el antebrazo;
y al cerrar el puño, se hinchan y engruesan los
domésticos y silvestres; pero estos solo se apartan del hue-
N
82 TRATADO DE LA PINTURA
SO 5 porque los lira la acción de doblar la mano (la).
S CLXXVII.
De la articulación del pie ^ su aumento y diminución.
La diminución y aumento de la articulación del pie
resulta en la parte llamada tarso ó empeine, la cual se engruesa
cuando se forma ángulo agudo con el pie y la pierna
; y se adelgaza conforme se va abriendo. Véase O P. Lámina
II.
S CLXXVIIL
De los miembros que disminuyen al doblarse ^ y crecen
al extenderse.
Entre los miembros que tienen articulación para doblarse,
solo la rodilla es la que se disminuye al doblarse,
y se engruesa al extenderse.
$ CLXXIX.
De los miembros que engruesan en la articulación
al doblarse.
Todos los miembros del hombre engruesan al doblarse
en su articulación ^ excepto la rodilla.
S CLXXX.
De los miembros del desnudo.
Los miembros de un hombre desnudo, fatigado en diversas
acciones, deben descubrir los músculos de aquel lado
por donde estos dan movimiento al miembro que está
en acción, y los demás deben representarse mas ó menos
señalados, según la mas ó menos violenta acción en que
estén. ^
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DE LEONARDO DE VINCI. 83
S CLXXXI.
Del movimiento potente de los miembros del hombre.
Aquel brazo tendrá mas poderoso y largo movimiento,
que eslando apartado de su sitio natural, experimente
mayor adherencia ó fuerza de los otros miembros por
retraerle al parage hacia donde desea moverse. Como la
figura A que mueve el brazo con el dardo E, y lo arroja
á silio contrario, moviéndose con todo el cuerpo hacia B.
Lámina III.
§ CLXXXII.
Del movimiento del hombre.
La parte principal y sublime del arte es la investigación
de las cosas que componen cualquiera otra; y la segunda,
que trata de los movimientos, estriba en que tengan
conexión con sus operaciones : estas se deben hacer
con prontitud, según la naturaleza de quien las ejecuta,
ya solícito, ó ya tardío y perezoso; y la pronlilud en la
ferocidad ha de ser correspondiente en todo á la cualidad
que debe tener quien la ejecuta. Por ejemplo: cuando se
ha de representar un hombre arrojando un dardo, una
piedra ó cosa semejante, debe manifcslar la figura la total
disposición que tiene para tal acción, como se ve en eslas
figuras, diversas entre sí, respecto á su acción y potencia.
La primera A representa la fuerza ó potencia; la segurula
B el movimiento: pero la B arrójala á mas distancia lo
que tire que la A; porque aunque ambas demuestran que
quieren arrojar el peso (jue tienen hacia una misma parte,
la B, teniendo vueltos los pies hacia dicho parnge, cuando,
torciendo el cuerpo, se mueve á la parte opuesta á
aquella hacia donde dispone su fuerza y ])otencia, vuelve
luego con velocidad y comodidad al mismo puesto, y
§4 TRATADO DE LA PINTURA
desde allí arroja de la mano el peso que tiene. Y en el
mismo caso la figura A, como tiene las puntas de los pies
hacia parage contrario á aquel adonde va á arrojar el peso,
se vuelve á él con grande incomodidad, y por consiguiente
el efecto es muy débil, y el movimiento participa
de su causa; porque la disposición de la fuerza en todo
movimiento debe ser torciendo el cuerpo con violencia , y
volviéndolo al sitio natural con comodidad, para que de
este modo tenga la operación buen efecto. Porque la ballesta
que no tiene disposición violenta, el movimiento de
la flecha que arroje será breve ó ninguno; pues donde no
se deshace la violencia, no hay movimiento, y donde no
hay violencia, mal puede destruirse: y asi el arco que no
tiene violencia, no puede producir movimiento, á menos
que no la adquiera, y para adquirirla tendrá variación.
Sentado esto, el hombre que no se tuerce y vuelve, no
puede adquirir potencia; y asi cuando la figura A haya
arrojado el dardo, advertirá que su tiro ha sido corto y
flojo para el punto hacia donde le dirigia , y que la fuerza
que hizo solo aprovechaba para un sitio contrario. Lámina
III.
$ CLXXXIII.
De las actitudes y movimientos ^ y sus miembros.
En una misma figura no se deben repetir unos mismos
movimientos, ya en sus miembros, ya en sus manos ó dedos;
ni tampoco en una misma historia se deben duplicar
las actitudes de las figuras. Y si la historia fuese demasiadamente
grande, como una batalla, en cuyo caso solo hay
tres modos de herir, que son estocada, tajo y revés; entonces
es forzoso poner cuidado en que todos los tajos se
representen en varios puntos de vista , como por la espalda,
por el costado ó por delante; y lo mismo en los otros
dos modos, y en todas las demás actitudes que participen
de una de estas. En las batallas tienen mucha viveza y arDE
LEONARDO DE VINCI. 8 5
liíicio los movimientos compuestos, como cuando una misma
figura se ve con las piernas hacia adelante, y el cuerpo
de perfil. Pero de esto se hablará en otro lugar.
§ CLXXXIV.
De las articulaciones de los miembros.
En las articulaciones de los miembros y variedad de
sus dobleces es de advertir que cuando por un lado crece
la carne, falla por el otro; lo cual se puede notar en el
cuello de los animales, cuyo movimiento es de tres modos
diferentes: dos de ellos simples, y uno compuesto que
participa de ambos El uno de los movimientos simples es
cuando se une á la espalda, ó cuando baja ó sube la cabeza.
El segundo es cuando se vuelve hacia la derecha ó
izquierda, sin encorvarse, antes bien manteniéndole derecho,
y la cabeza vuelta á un lado de la espalda. El tercer
movimiento, que es compuesto, se advierte cuando el cuello
se vuelve y se tuerce á un mismo tiempo, como cuando
la oreja se inclina sobre un hombro, dirigiendo el rostro
hacia la misma parte ó á la otra, encaminando la vista
al Cielo.
S CLXXXV.
De la proporción de los miembros humanos.
Mídase el Pintor á sí mismo la proporción de sus miembros
, y note el defecto que tenga , para tener cuidado de
no cometer el mismo error en las figuras que componga
por sí: ])orque suele ser vicio común en algunos gustar de
hacerlas cosas á su semejanza.
86 TRATADO D£ LA PINTURA
§ CLXXXVI.
De los movimientos de los miembros.
Todos los miembros del hombre deben ejercer aquel
oficio para que íueron deslinados ; eslo es, que en los
muertos ó dormidos no debe representarse ningiin miembro
con viveza ni despejo. Asi, pues, el pie se hará siempre
extendido, como que recibe en sí todo el peso del
hombre, y nunca con los dedos separados, sino cuando se
apoye sobre el talón.
§ CLXXXVIL
De los movimientos de las partes del rostro.
Los movimientos de las partes del rostro, cansados por
los accidentes mentales, son muchos: los principales son la
risa, el llanto, el gritar, el cantar, ya sea con voz grave ó
delgada, la admiración, la ira, la alegría, la melancolía,
el espanto, el dolor, y otros semejantes; de todos los cuales
se hará mención*, pero primero de la risa y llanto, porque
se semejan mucho en la configuración de la Loca y
mejillas, como también en lo cerrado de los ojos; y solo se
diferencian en las cejas y su intervalo. Todo esto se dirá
en su lugar, y también la variedad que recibe el semblante,
las manos, y toda la persona por algunos accidentes,
cuya noticia es muy necesaria al Pintor, pues si no, pintará
verdaderamente dos veces muertas las figuras. Y vuel.
vo á advertir que los movimientos no han de ser tan desmesurados
y extremados, que la paz parezca batalla ó junta
de eml)riagados : y sobre todo los circunstantes al caso
de la historia que se pinte, es menester que estén en acto
de admiración, de reverencia, de dolor, de sospecha, de
temor ó de gozo, según lo requieran las circunstancias con
DE LEONARDO DE VINCI. 87
que se haya hecho aquel concurso de figuras; y también se
procurará no poner una historia sobre otra en una misma
parte con diversos horizontes , de modo que parezca una
tienda de géneros con sus navetas y cajones cuadrados.
$ CLXXXVIII.
Diferencias de los rostros.
Las parles que constituyen la mediación ó canon de la
nariz son de ocho modos diferentes: i.^ ó son igualm.ente
rectas, igualmente cóncavas, ó igualmente convexas: 2>.^ ó
desigualmente rectas, cóncavas, ó convexas: 3.° ó rectas
en la parte superior, y cóncavas en la inferior: 4° ó en la
parte inferior convexas, y cóncavas en la superior: 5.^ ó
cóncavas en la parle superior, y en la inferior recias; 6.^ ó '
en la parte inferior cóncavas, y convexas en la superior:
7.° ó arriba convexas, y debajo rectas: 8.° ó arriba convexas,
y debajo cóncavas.
La unión de la nariz con el entrecejo es de dos maneras,
ó cóncava ó recta.
La frente varía de tres modos: llana, cóncava ó llena.
La llana puede ser convexa en la parte superior ó en la inferior,
ó en ambas, y también llana generalmente.
§ CLXXXIX.
Modo de conservar en la memoriay dibujar el perfil de un
rostro^ habiéndole visto solo una vez.
En esle caso es menester encomendar á la memoria la
diferencia de cuatro miembros diversos, como son la nariz,
boca, barba y frente. En cuanto á la nariz puede ser
de tres suertes recta, cóncava ó convexa. Entre las rectas
hay cuatro clases: largas, cortas, con el [)¡eo alto, ó con el
pico lajo. La nariz cóncava puede ser de tres géneros,
88 TRATADO DE LA P;[NTURA
pues linas tienen la concavidad en la parte superior, otras
en la media, y otras en la inferior. La nariz convexa puede
también ser de otros tres géneros: ó en el medio, ó arriba
ó abajo. La parte que divide las dos ventanas de la nariz
(llamada columna) puede igualmente ser recta, cóncava ó
convexa. \ t' ^ i
§ cxc.
Modo de conservar en Ja memoria Informa ó fisonomía
de un semblante, ]
Para conservar con facilidad en la imaginación la forma
de un rostro, es preciso ante todas cosas tener en la
memoria multitud de formas de boca, ojos, nariz, barba,
garganta, cuello y hombros, tomadas de varias cabezas. La
nariz mirada de perfil puede ser de diez maneras diíerentes:
derecha, curva, cóncava, con el caballete en la parte
superior ó en la inferior, aguilena, roma, redonda ó aguda.
Mirada de frente se divide en once clases diferentes:
igual, gruesa en el medio ó sutil, gruesa en la punta y sutil
en el principio, delgada en la punta y gruesa en el principio,
las ventanas anchas ó estrechas, altas ó bajas, muy
descubiertas ó muy cerradas por la punta ^ y de este modo
se hallarán otras varias diferencias en las demás partes, las
cuales debe el Pintor copiar del natural, y conservarlas en
la mente. También se puede, en caso de tener que hacer
un retrato de memoria , llevar consigo una librelilla en
donde estén dibujadas todas estas facciones, y después de
haber mirado el rostro que se ha de retratar, se pasa la
vista por la libreta para ver qué nariz ó qué boca de las
apuntadas se la semeja; y poniendo una señal, se hace luego
el retrato en casa.
DE LEONARDO DE VINCI. 89
§ CXCI.
De la belleza de un rostro.
No se pinten jamas músculos definidos crudamente;
antes al contrario, desháganse insensible y suavemente los
claros agradables con sombras dulces; y de este modo resultará
la gracia y la belleza.
§ CXCII.
De la actitud»
La hoyuela de la garganta viene á caer sobre el pie, y
echando adelante un brazo, sale de la línea del pie: si se
pone detras la una pierna, se avanza la hoyuela; y de este
modo en cuakjuier actitud muda de puesto.
S CXCIII.
Del molimiento de los miembros que debe tener
¡a mayor propiedad.
La figura cuyos movimientos no son acomodados á los
accidentes que representa su imaginación en su semblante,
dará á entender que sus miembros no van acordes con su
discurso, y que vale muy poco el juicio de su artífice. Por
esto toda figura debe representar con la mayor expresión
y eficacia que el movimiento en que está pintada, no puede
significar ninguna otra cosa mas de aqupl fin con que se
hizo.
S CXCIV.
De los miembros del desnudo.
Los miembros de una figura desnuda se han de expreo
pp TRATADO DE LA PINTURA
sar mas ó menos, en cuanto á la musculación, según la
mayor ó menor fatiga que ejecuten-, y solo se deben descubrir
aquellos miembros que trabajan mas en el movimiento
ó acto que se representa , y el que tiene mayor acción
se manifestará con mas fuerza, quedando mas suave y mórbido
el que no trabaja.
S cxcv.
Del movimiento del hombre y demás animales
cuando corren^
Cuando el hombre se mueve, ya sea con velocidad ó
lentamente, la parte que está sobre la pierna que va sosteniendo
el cuerpo, será mas baja que la otra.
S CXCVL
En qué caso está mas alta la una espaldilla que la otra
en las acciones del hombre.
Cuanto mas tardo sea el movimiento del hombre ó animal
, tanto mas se levantará alternativamente la una espaldilla*,
y mucho menos cuanto mas veloz sea el movimiento.
Esto se prueba por la proposición 9/ del movimiento local
que dice: iodo grave pesa por la linea de su movimiento:
por lo cual moviéndose el todo de un cuerpo hacia algún
parage, la parte unida á él sigue la brevísima línea del movimiento
de su todo, sin comunicar peso alguno á las parles
laterales de él. ,)
S CXCVII.
Objeción al 5 antecedente. .os iií
Dirán acaso en cuanto á lo primero, que no es necesario
que el hombre, que está á pie firme o que anda con
lentitud , use continuamente la dicha equiponderacion de
AI'^^J- /^
tnDE
LEONARDO DE VINCI. 9 I
los miembros sobre el centro de gravedad que soslicnc el
peso del lodo*, porque muchas veces no observa el hombre
lal regla , antes bien hace todo lo contrario : pues en varias
ocasiones se dobla lateralmente, afirmándose sobre un pie
solo; otras descarga parte del peso total sobre la pierna
que no está derecha, sino doblada la rodilla, como demuestran
las figuras B C. Pero á esto se responde que lo
que no hace la espaldilla en la figura B, lo hace la cadera,
como se demostró en su lugar '. Lámina IF,
5 CXCVIII.
La extensión del brazo muda al todo del hombre
de su primer peso.
El brazo extendido hace que recaiga lodo el peso de la
persona sobre el pie que la sustenta, como se ve en los Volatines,
cuando andan en la maroma con los brazos abiertos,
sin mas contrapeso.
§ CXCIX.
El hombre y algunos otros animales que se mueven con len^
titudy tienen el centro de gravedad cercano al centro
de su sustentáculo.
Todo animal quesea de lardo movimiento tendrá el
centro de las piernas, que son su sustentáculo, próximo
al perpendículo del centro de gravedad*, y al contrario, en
siendo de movimiento veloz, tendrá mas remolo el centro
del sustentáculo del de gravedad.
I Véase el § 89.
p2 TRATADO DE LA PINTUKA
S ce.
Del hombre que lleva un peso sobre la espalda.
Siempre queda mas elevado el hombro en que estriba
el peso en cualquier hombre, que el que va libre, como se
puede ver en la figura, por la cual pasa la línea central de
todo el peso del hombre, y del peso que lleva: y este peso
compuesto, si no fuese dividido igualmente sobre el centro
de la pierna en que estriba, se iria abajo necesariamente^
pero la necesidad providencia el que se eche á un lado
tanta cantidad del peso del hombre, como hay de peso accidental
en el opuesto. Esto no se puede hacer, á menos
que el hombre no se doble y se baje de aquel lado en que
no tiene tanta carga, de tal manera que llegue á participar
también del peso que lleva el otro : y de este modo se
ha de elevar precisamente el hombro que va cargado, y se
ha de bajar el libre-, cayo medio es el que ha encontrado
en este caso la artificiosa necesidad. Lámina F.
§ CCI.
Del peso natural del homhre sobre sus pies.
Siempre que el hombre se mantenga en soló uti pie,
quedará el total de su peso dividido en partes iguales sobre
el centro de gravedad que le sostiene. Lámina F.
§ CCII.
Del hombre andando.
Conforme va andando el hombre, pone su centro de
gravedad en el de la pierna que planta en el suelo. Lámina
FL
32 JL CM1%.'\f.

Can,. VI
I. Barcalon. f
"
V

DE LEONARDO DE VINCI. 93
§ CCIII.
De la balanza que hace el peso de cualquier animal inmóvil
sobre sus piernas»
La privación de movimienlo de cualquier animal plantado
en tierra nace de la igualdad que entonces tienen los
pesos opuestos j mantenidos sobre ellos mismos. Lámina I.
s CCIV.
De los dobleces del cuerpo humano.
Al doblarse el hombre por un lado, tanto disminuye
por él, como crece por el opuesto : de modo que llega á ser
la diminución subdupla de la extensión de la otra parte.
Pero de esto se tratará particularmente.
§ ccv.
Sobre lo mismo.
Cuanto mas se extienda el un lado de un miembro de
los que pueden doblarse, tanto mas se disminuirá el opuesto.
La línea central extrínseca de los lados que no se doblan
en los miembros capaces de doblez, nunca disminuye ni
crece en su longitud.
§ CCVI.
De la equiponderación.
Siempre que una figura sostenga algún peso, saliéndose
de la línea central de su cuantidad , es preciso que ponga á
la parte opuesta tanto peso accidental ó natural, que baste
á contrapesarlo, ó haga balanza al lado de la línea central
QA, TRATADO DE LA PINTURA
que sale del centro del pie en que estriba, y pasa por medio
del peso que insiste en dicho pie. Se ve muy frecuentemente
á un hombre tomar un peso en un brazo, j levantar
el otro ó apartarlo del cuerpo-, y si esto no basta para con.
trabalancear, añade á la misma parte mas peso natural doblándose,
hasta que es suficiente para resistir al que ha tomado.
También se advierte, cuando va á caerse un hombre
de un lado, que echa fuera el brazo opuesto inmediatamente.
$ CCYII.
Del movimiento humano.
Cuando se vaya á pintar una figura moviendo un peso
cualquiera, debe considerarse que todos los movimientos
se han de hacer por líneas diversas-, esto es de abajo arriba
con movimiento simple, como cuando un hombre se baja
para recibir en sí un peso, que va á levantarlo alzándose-,
ó cuando quiere arrastrar alguna cosa hacia atrás, ó arrojarla
hacia delante, ó tirar de una cuerda que pasa por
una polea ó carrucha. Adviértase que el peso del hombre
en este caso tira tanto, como se aparta el centro de su gravedad
del de su apoyo-, alo que se añade la fuerza que
hacen las piernas y el espinazo cuando se enderezan.
§ CCVllI.
Del movimiento causado por la destrucción de la balanza.
El movimiento causado por la destrucción de la balanza
es el de la desigualdad-, porcjue ninguna cosa puede moverse
por sí, como no salga de su balanza; y tanto mayor
es su velocidad, cuanto mas se aparta y se sale de aquella.
.Lüifid B^HÍÍ 6 ,

^s
Jiat-^'^"" "* " •
DE LEONARDO DE VINCI. 95
'.
S CCIX.
De la halanza de las figuras.
Si la figura planta sobre nn pie solo, el hombro del lado
que insisle debe estar mas bajo qne el otro, y la hoyuela
de la garganta debe venir á caer sobre el centro del pie
en que estriba. Esto mismo se ha de verificar en todos los
lados por donde se vea la figura, estando con los brazos no
muy apartados del cuerpo, y sin peso alguno sobre la espalda
ó en la mano, ni teniendo la pierna que no planta
puesta muy atrás ó muy adelante. Lámina FU.
$ ccx.
De la gracia de los miembros.
Los miembros de un cuerpo deben acomodarse con
gracia al propósito del efecto que se quiere haga la figura;
pues queiiendo que esta muestre bizarría , se deben representar
los miembros gallardos y extendidos, sin decidir mucho
los músculos, y aun aquella demostración que se haga
de ellos debe ser muy suave, de modo que se conozca poco,
con sombras claras; y se tendrá cuidado de que ningún
miembro (especialmente los brazos) quede en línea
recta con el que tiene junto á sí. Y si por la posición de la
figura viene á quedar la cadera derecha mas alta que la izpierda,
la articulación del hombro correspondiente caerá
en línea perpendicular sobre la parle mas elevada de dicha
cadera, quedando el hombro derecho mas bajo que el izquierdo,
y la hoyuela de la garganta siempre perpendicular
al medio de la articulación del pie que planta. La otra
pierna que no sostiene, se hará con la rodilla algo mas baja
que la derecha, y no separadas.
Las actitudes de la cabeza y brazos son infinitas , por
g6 TRATADO DE LA PINTURA
lo que no me detendré en dar regla alguna para esto: solo
diré que deben ser siempre naturales y agraciadas , de modo
que no parezcan leííos en vez de brazos.
§ CCXI.
jDe la comodidad de los miembros.
En cuanto á la comodidad de los miembros se ha de
tener presente que cuando se haya de representar una figura
que va á volverse hacia atrás ó á un lado por algún
accidente, no se ha de dar movimiento á los pies y demás
miembros hacia aquella parte adonde tiene vaelta la cabeza,
sino que se ha de procurar dividir toda aquella vuelta
en cuatro coyunturas, que son la del pie, la de la rodilla,
la de la cadera y la del cuello: de modo que si planta
la figura sobre la pierna derecha , se hará que doble la
rodilla izquierda hacia dentro, quedando algo levantado el
pie por afuera j la espaldilla de dicho lado izquierdo estará
mas baja que la derecha-, la noca vendrá á caer perpendicularmente
sobre el tobillo exterior del pie siniestro , y.
k) mismo la correspondiente espaldilla con el pie derecho.
Siempre se ha de tener cuidado que las figuras no han de
dirigir hacia un lado cabeza y pecho; pues como la naturaleza
nos ha dado el cuello para nuestra mayor comodidad,
lo podemos volver fácilmente á todos lados, cuando
queremos mirar á varias partes, y del mismo modo casi
obedecen las demás coyunturas. Si la figura ha de estar
sentada con los brazos ocupados en alguna acción al través,
procúrese hacer que el pecho vuelva hacia la cadera.
vj.OU BCfÜ 0fÍ30I3b OKÍrJOlí i'J uuiílibrJUp ^íilíiiíJáJ
.BBbfiíí; ^dooioh ni ot/p jj.
DE LEONARDO DE VINCI. 97
s ccxii.
De la figura aislada.
La ñ^i^ara que eslé aislada debe igualmente no tener
dos miembros en una misma posición : por ejemplo , si se
ñiv^e que va corriendo, no se le han de poner ambas manos
hacia delante, sino trocadas, pues de otro modo no
podria correr; y si el pie derecho está delante, el brazo
debe estar atrás y el izquierdo delante, pues no se puede
correr bien sino en esta actitud. Si hay que representar
alguna otra figura que va siguiendo á la primera, la una
pierna la adelantará bastante, y la otra quedará debajo de
la cabeza, y los brazos también con movimiento trocado:
todo lo cual se tratará mas difusamente en el libro de los
movimientos (i3).
§ CCXIII.
. Cuál es lo mas importante en una figura.
Entre las cosas mas principales que se requieren en una
figura de cualquier animal, la mas importante es colocar la
cabeza bien sobre los hombros, el tronco sobre las caderas,
y los hombros y caderas sobre los pies.
S CCXIV.
De la balanza que debe tener todo peso alrededor del centro
de gravedad de cualquier cuerpo.
Toda figura que se mantiene firme sobre sus pies, tendrá
igualdad de peso alrededor del centro de su apoyo.
De manera que si la figura, plantada sobre sus pies sin movimiento,
saca un brazo al frente del pecho, delte echar
igual peso natural atrás, cuanto es el peso natural y acci9
3 TRATADO DE LA PINTURA
denla! que echa adelante : y lo misnio se entenderá de cualquier
parte que se separe considerablemente de su todo.
S ccxv.
De las figuras que han de manejar y llevar algún peso.
Nunca se representará una figura elevando ó cargando
algún peso, sin que ella misma saque de su cuerpo otro
tanto peso hacia la parte opuesta.
S CCXVI.
De las actitudes de las figuras.
La actitud de las figuras se ha de poner con tal disposición
de miembros, que ella misma dé á entender la intención
de su ánimo.
§ CCXVII.
Variedad de las actitudes.
En los hombres se ponen las actitudes con respecto á
su edad ó dignidad, y se varían según lo requiere el sexo.
S CCXVIII.
De las actitudes en general.
El Pintor debe observar con cuidado las actitudes naturales
de los hombres producidas inmediatamente de cualquier
accidente, y procurarlas tener bien presentes en la
memoria *, y no exponerse á verse obligado á poner á una
persona en acto de llorar sin que tenga causa para ello, y
copiar aquel afecto: porque en tal caso, como alli rs sin
motivo el llanto, no tendrá ni prontitud ni naturalidad.
J)£ LEONARDO DE VINCI. 99
Por esto es muy conclacente observar estas cosas cuando
suceJea naturalmente, y luego haciendo que otro lo finja,
cuando sea menester , se toma de él lo que viene al caso , y
se copia. -.1
§ CCXIX.
De las acciones de los circunstantes que están mirando
un acaecimiento.
Todos los circunstantes de cualquier pasage digno de
atención esLan con diversos actos de admiración considerándolo
, como cuando la Justicia ejecuta un castigo en algunos
malhechores. Y si el caso es de devoción, entonces
los presentes están atendiéndolo con semblante devoto en
varias maneras, como si se representase el santo Sacrificio
de la Misa á la elevación de la Hostia y otros semejantes.
Si el caso es festivo y jocoso ó lastimoso , entonces no es
preciso que los circunstantes tengan la vista dirigida hacia
él, sino que deben estar con varios movimientos, condoliéndose
ó alegrándose varios de ellos entre sí. Si la cosa
es de espanto, se representará en los rostros de los qne huyen
grande expresión de asombro ó temor, con variedad
de movimientos, según se advertirá cuando se trate de ello
en su libro respectivo.
§ ccxx.
Cualidad del desnudo.
Nunca se debe pintar una figura delgada y con los músculos
muy relevados; porque las personas flacas nunca tienen
mucha carne sobre los huesos, antes bien por falta de
ella son delgados ; y en donde no hay carne , mal pueden
ser gruesos los músculos.
100 TRATADO DE LA PINTURA
SCCXXI.
Los músculos son cortos y gruesos. ty
\,i.'..^
Los hombres qne naturalmente son musculosos tienen
los huesos muy gruesos, y su proporción por \ó regular es
corla, con poca gordura-, porque como crecen mucho los
músculos, se oprimen mutuamente, y no queda lugar para
la gordura que suele haber entre' ellos. De este modo los
músculos, comprimidos asi unos con otros, y no pudiéndose
dilatar j engruesan mucho especialmente hacia el medio.
§ CCXXII.
Los hombres gruesos tienen los músculos delgados.
Aunque los hombres muy gruesos suelen ser por lo regular
poco altos, como sucede también á los musculosos,
sus músculos no obstante son sutiles y delgados: pero entre
los tegumentos de su cuerpo se halla mucha grosura esponjosa
y vana, ó llena de aire*, por lo cual las personas de
esta naturaleza se sostienen con mas facilidad sobre el agua
que los musculosos , los cuales tienen mucho menos aire en
su cutis.
S CCXXIII.
Cuáles son los músculos que se ocultan en los movimientot
del hombre.
Al levantar y bajar el brazo se oculta la tetilla y se hincha:
lo mismo sucede á los vacíos ó ijadas, al doblar el
cuer[K> hacia atrás ó hacia adelante. Los hombros ó espaldillas,
las caderas y el cuello varían mucho mas que las demas
articulaciones^ ponjue sus movimientos son mucho mas
variables. De esto se tratará particularmente en otro librOe
DE LEONARDO DE VINCI. I O I
s CCXXIV.
Da los músculos.
Los miembros de un joven no se deben representar con
los müscnlos muy señalados; porque esto es seual de una
fortaleza propia de la edad madura, y que no se halla en
los jóvenes. Señalaránse, pues, los sentimientos de los músculos
mas ó menos suavemente, según lo mucho ó poco
que trabajen, teniendo cuidado de que los músculos que
están en acción han de estar mas hinchados y elevados que
los que descansan; y las líneas centrales intrínsecas de los
miembros que se doblan nunca tienen su natural longitud,
S ocxxv.
La figura pintada con demasiada evidencia de todos sus
m^ásculos ha de estar sin movimiento.
Cuando se pinte nn desnudo, seíialados sobradamente
lodos sus músculos, es forzoso que se le represente sin movimiento
alguno: porque de ningún modo puede moverse
un hombre á menos que la una parte de sus músculos no
se afloje, y la otra o[)uesta tire. Los que se aflojan ([uedan
ocultos, y los que tiran se hinchan y se descubren enteramente.
§ CCXXVI.
JSIunca se debe afectar demasiado la muscidacion
en el desnudo.
Las figuras desnudas no deben estar sobradamente anatomizadas,
porque quedan sin gracia ninguna, los músculos
solo se señalarán en aquella parle del miembro que ejecuta
la acción. El músculo se manifiesta por lo coman en
102 TRATADO DE LA PINTURA
todas sus partes mediante la operación que ejecuta, de modo
que antes de ella no se dejaba ver.
S CCXXVII.
De la distancia y contracción de los músculos.
El músculo que tiene la parte posterior del muslo es
el que mas se dilata y contrae respecto de los demás músculos
del cuerpo humano. El segundo es el que forma la
nalga. El tercero el del espinazo. El cuarto el de la garganta.
El quinto el de la espaldilla. El sexto el del estómago,
que nace bajo el hueso esternón, y termina en el empeine,
como se dirá mas adelante (14)-
§ CCXXVIII.
En qué parte del hombre se encuentra un tendón
sin músculo.
En la parte llamada muñeca ó carpo , á cosa de cuatro
dedos de distancia hacia el brazo, se encuentra un tendón
que es el mas largo de los que tiene el hombre, el cual está
sin músculo, y nace en el medio de uno de los cóndilos
del radio ó hueso del antebrazo, y termina en el otro. Su
figura es cuadrada, su anchura casi de tres dedos, y su
grueso cosa de medio. Solo sirve de tener unidos los dichos
cóndilos para que no se separen (i5).
CCXXIX.
De los ocho huesecillos que se encuentran en medio
de los tendones en varias coyunturas.
En las articulaciones del hombre nacen algunos huesecillos
, los cuales están en medio del tendón , que la sirve
DE LEONARDO DE VINCI. I O 3
de lifi^amento; como es la rótula ó choquezuela, y los que
se hallan en la articulación de la espaldilla y en la del pie,
los cuales en todo son ocho, en esta forma: uno en cada
espaldilla , otro en cada rodilla , y dos en cada pie, bajo la
primera artictilacion del dedo gordo hacia el talón ó calcáneo,
y lodos ellos se hacen durísimos en la vejez (16).
§ ccxxx.
Del músculo que hay entre el hueso esternón y el empeine.
Nace un músculo en el hueso esternón v termina en el
empeine, el que tiene tres acciones, porque su longitud se
divide por tres tendones. Primero está la parte superior
del músculo , y luego sigue un tendón tan ancho como él
:
después está la parle media algo mas abajo, á la cual se
une el segundo tendón , y finalmente acaba con la parte inferior
y su tendón correspondiente, el cual eslá unido al
hueso pubis ó del empeine. PZstas tres partes de músculo
con sus tres tendones las ha criado la naturaleza, atendiendo
al fuerte movimiento que hace el hombre al doblar el
cuerpo y enderezarlo con la ayuda de este músculo, el cual
si solo fuese de una pieza, se variarla mucho al tiempo de
encogerse y dilatarse, cuando el hombre se dobla y endereza
j y es mucho mas bello que haya poca variedad en la
acción de este músculo, pues si tiene que dilatarse el espacio
de nueve dedos, y encogerse luego otros tantos, á
cada parte le tocan solo tres dedos, y por consiguiente varían
poco en su figura, y casi nada alteran la belleza del
hombre (17)-
§ CCXXXI.
Del último esfuerzo que puede hacer el homhre
para mirarse por la espalda.
El último esfuerzo que el hombre puede hacer con su
104 TRATADO DE LA PINTURA
cuerpo es para verse los talones, quedando siempre el pecho
al frente. Esto no se puede hacer sin mucha diñcultaJ,
y se han de doblar las rodillas y bajar los hombros. La causa
de esta posición se demostrará en la Anatomía, igualmente
que los músculos que se ponen en movimiento , tanto
al principio , como al ñn. Lámina VIH,
§ CCXXXII.
Hasta donde pueden juntarse los brazos por detras»
Puestos los brazos á la espalda, nunca podrán juntarse
los codos mas de lo que alcancen las puntas de los dedos
de la mano del otro brazo; esto es, que la mayor proximidad
que pueden tener los codos por detras será igual al
espacio que hay desde el codo á la extremidad de los dedos,
y en este caso forman los brazos un cuadrado perfecto. Y
lo mas que se pueden atravesar por delante es hasta que el
codo venga á dar en medio del pecho, en cuya actitud forman
los hombros con él un triángulo equilátero.
§ CCXXXIII.
De la actitud que toma el hombre cuando quiere herir
con mucha fuerza.
Cuando el hombre se dispone á hacer un movimiento
con gran fuerza, se dobla y tuerce cuanto puede hacia la
parte contraria de aquella en donde quiere descargar el
golpe, en cuya actitud se dispone para la mayor fuerza que
le sea posible, la cual dirige el golpe, y queda impresa en
la parte á que se dirigía, con el movimiento compuesto.
Lámina IX,
JiamJX.
liar.-.^Áutáy^'!''

jLani^Vm
JSAr,:^&n áfCé"'


eCOfn-JC
B^-ccU-'nf^
DE LEONARDO DE VINGI. 10 5
$ CCXXXIV.
De la fuerza compuesta del hombre, y primeramente
de la de los brazos.
Los músculos que mueven el antebrazo para su extensión
y retracción, nacen hacia el medio del olecranon, que
es la punta del codo, uno detras de otro. Delante está el
que dobla el brazo, y detras el que lo alarga (18).
Que el hombre tenga mas fuerza para atraer á sí una cosa
que para arrojarla, se prueba por la proposición 9.^ de
ponderibus , que dice: entre los pesos de igual potencia^ el
que esté mas remoto del centro de la balanza parecerá que
tiene mas. De lo que se sigue, que siendo N B y N C músculos
de igual potencia entre sí, el de delante N C es mas
poderoso que el de atrás N B, porque aquel está en la
parte C del brazo, que se halla mas apartada del centro
del codo A, que la parte B que está al otro lado; con lo
cual queda probado. Pero esta es fuerza simple, no compuesta
como la de que vamos á tratar. Fuerza compuesta
se dice cuando los brazos hacen alguna acción , y se añade
una segunda potencia del peso de la persona ó de las piernas,
como sucede al tiempo de atraer alguna cosa ó de empujarla;
en cuyo caso ademas de la potencia de los brazos
se añade el peso de la persona , la fuerza de la espalda y la
de las piernas, que consiste en el extenderlas*, como si dos
brazos agarrados á una columna, el uno la atrajese, y el
otro la impeliese. Lámina X.
S ccxxxv.
En qué tenga el hombre mayor fuerza , si en atraer
ó en impeler.
El hombre liene mucha mas fuerza para atraer que
Q
Io6 TRATADO DE LA PINTURA
para impeler; porque en aquella acción trabajan también
los músculos del brazo que formó la naturaleza solo para
atraer, y no para impeler ó empujar; porque cuando el brazo
está extendido, los músculos que mueven el antebrazo no
pueden trabajar en la acción de impeler mas que si el hombre
apoyara la espalda á la cosa que quiere mover de su
sitio, en cuyo acto solo operan los nervios que levantan la
espalda cuando está cargada ó encorvada, y (19) los que enderezan
la pierna cuando está doblada, que se hallan bajo
del muslo en la pantorrilla; en cuya consecuencia queda
probado, que para atraer se añade á la fuerza de los brazos
la potencia de la extensión de las piernas, y la elevación
de la espalda á la fuerza del pecho del hombre en la cualidad
que requiere su obliquidad: pero á la acción de im
peler , aunque concurre lo mismo, falla la potencia del brazo,
porque lo mismo es empujar una cosa con un brazo
sin movimiento, que si en vez de brazo hubiera un palo.
Lámina XI.
§ CCXXXVI.
De los miembros que se doblan , y del oficio que tiene
la carne en esos dobleces.
La carne que viste las coyunturas de los huesos y demas
partes próximas á ellos, se aumenta y disminuye según
lo que se dobla ó extiende el respectivo miembro ; esto es,
se aumenta en la parte interior del ángulo que forma el
miembro doblado, y se disminuye y dilata en la parte exterior
de él: y la parte interpuesta entre el ángulo convexo
y el cóncavo participa mas ó menos del aumento ó diminución,
según lo mas ó menos próximas que estén sus parles
al ángulo de la coyuntura que dobla.


DE LEONARDO DE VINCI. lOJ
S CCXXXVII.
Del volver la pierna sin el muslo.
El volver la pierna desde la rodilla abajo, sin hacer
ií^ual movimienlo con el muslo, es imposible: la causa de
esto es, porque la arlicalacion de la rótula es de tal modo,
que el hueso de la pierna ó tibia toca con el del muslo; de
suerte que su movimiento es hacia atrás y hacia adelante,
según exige la manera de andar y el arrodillarse; pero de
ningún modo se puede mover lateralmente, porque no lo
permiten los contactos de ambos huesos. Porque si esta articulación
fuese apta para doblar y dar vuelta como el hueso
húmero ó del brazo, cuya cabeza entra en una cavidad
de la escápula ó espaldilla, ó como el fémur ó hueso del
muslo, que entra también su cabeza en una cavidad del
hueso íleon ó del anca, entonces podría el hombre volver
la pierna á cualquier lado, así como ahora la mueve atrás
y adelante solamente , en cuyo caso siempre serian las piernas
torcidas. Tampoco esta coyuntura puede pasar mas allá
de la línea recta que forma la pierna, y solo dobla por detras
y no por delante, pues entonces no podría el hombre
levantarse de pie cuando se hinca de rodillas; porque en
esta acción se carga primeramente todo el tronco del cuerpo
sobre la una rodilla , mientras que á la otra se la deja
enteramente libre y sin mas peso que el suyo natural, y
asi levanta fácilmente la rodilla de la tierra y sienta la planta
del pie; luego carga todo el peso sobre el pie que estriba
ya en tierra, apoyando la mano sobre la rodilla correspondiente,
yá un mismo tiempo extiende el brazo, con
cuyo movimiento se levanta el pecho y la cabeza , y endereza
el muslo igualmente que el pecho, y se planta sobre
el mismo pie hasta que levanta la otra pierna.
I08 TRATADO DE LA PINTURA
$ CCXXXVIII.
Del pliegue que hace la carne,
La carne qae hace pliegue siempre forma arrugas, y
en la parle opuesta eslá tirante.
S CCXXXIX,
Del movimiento siw^ple del hombre.
Llámase movimiento simple el que hace el hombre
cuando simplemente se dobla airas ó adelante.
S CCXL.
Mordimiento comjmesto.
Movimiento compuesto es cuando para alguna operación
es preciso doblarse hacia dos parles diferentes á un
mismo tiempo. En esta atención debe el Pintor poner cuidado
en hacer los movimientos compuestos apropiados á la
presente composición;, quiero decir, que si un Pintor hace
un movimiento compuesto por la necesidad de lal acción,
que va á representar, ha de procurar no hacer una
cosa contraria poniendo á la figura con un movimiento simple
que estará mucho mas remoto de la tal acción (üc).
§ CCXLI.
De los movimientos apropiados d las acciones de las figuras.
Los movimientos de las figuras que pinte el Pintor han
de demostrar la cuantidad de fuerza que conviene á l.i acción
que ejecutan j quiero decir, que no debe expresar la
DE LEONARDO DE VINCI. I09
misma fuerza la que levante un palo, que la que alza ua
madero grande. Y asi debe tener mucho cuidado en la expresión
de las fuerzas 3 según Ja cualidad de los pesos que
manejan.
S CCXLII.
Del movimiento de las figuras.
Nunca se hará la cabeza de una figura mirando á su
frente en derechura , sino que gire á un lado, sea al derecho
ó al izquierdo, ya dirija la vista hacia abajo ó hacia
arriba, ó al frente j porque es preciso que manifieste en su
movimiento que está con viveza , y no dormida. Tampoco
debe estar toda la figura vuelta hacia á un lado: de modo
que la una mitad corresponda en línea recta con la otraj y
si se quiere poner una actitud en esta forma, sea en un viejo:
igualmente se ha de evitar la repetición de unos mismos
movimientos, ya sea en los brazos ó en las piernas, y
esto no solo en una misma figura, sino también en las de
los circunstantes, á menos que no lo exija el caso que se
representa.
$ CCXLIII.
De los actos demostrativos.
En los actos demostrativos las cosas cercanas en tiempo
ó en sitio se han de señalar sin apartar mucho la mano del
cuerpo del que señala; y cuando estén remolas, debe también
estar separada del cuerpo la mano del que señala, y
vuelto el semblante hacia el mismo parage.
$ CCXLIV.
De Ja variedad de los rostros.
Los semblantes se han de variar según los accidentes
lio TRATADO DE LA PINTURA
del hombre, ya fatigados, ya ea descanso, ya llorando, ya
riyendo, ya gritando, ya temerosos tkc., y aun todos los demas
miembros de la persona en su actitud deben tener conexión
con lo alterado del semblante.
S CCXLV.
De los movimientos apropiados d la mente del que se mueve.
Hay algunos movimientos mentales á quienes no acorapaña
el cuerpo-, y otros que van también acompañados del
movimiento del cuerpo. Los movimientos mentales solo de-»
jan caer los brazos, manos y demás partes que dan á entender
vida; pero los otros producen en los miembros del
cuerpo un movimiento apropiado al de la mente. Hay también
un tercer movimiento que participa del uno y del
otro; y ademas otro que no es ninguno de los dos, el cual
es propio de los insensatos, que se deja solo para los locos
ó para los bufones en sus actos cliocarreros (2.1 ).
S CCXLVI.
Los actos mentales mueven d ¡apersona en el primer grado
de facilidad y comodidad.
El movimiento mental mueve al cuerpo con actos simples
y fáciles, no con intrepidez; porque su objeto reside
en la mente, la cual no mueve á los sentidos cuando está
ocupada en sí misma.
§ CCXLVIL
Del movimiento producido por el entendimiento mediante
el objeto que tiene.
Cuando el movimiento del hombre lo produce y causa
un cierto objeto, esto ó nace inmediatamente, ó no: si naDE
LEONARDO DE VINCI. I T I
ce inmediatamente, el hombre dirige al instante hacia el
dicho objeto el sentido mas necesario, que es la vista, dejando
los pies en el mismo lugar que ocupal»an, y solo mueve
los muslos, que siguen á las caderas y las rodillas hacia
aquella parte adonde volvió los ojos, y de este modo en semejante
accidente se puede discurrir mucho.
§ CCXLVIII.
De los movimientos comunes.
Tan varios son los movimientos del hombre , como las
cosas qne pasan |)or su imaginación, y cada accidente de
por sí mueve con mas ó menos vehemencia al hombre, según
su grado de vigor y según la edad; pues de distinto
modo se moverá en iguales circunstancias un joven qae un
anciano.
S CCXLIX.
Del movimiento de los animales.
Todo animal de dos pies, al tiempo de andar, baja la
parte del cuerpo que insiste sobre el pie que tiene levantado,
respecto á la que insiste sobre el otro que estriba en
tierra. Al contrario sucede en la parte superior, como acaece
en las caderas y en los hombros de un hombre cuando
anda, y lo mismo en los pájaros en cuanto á la cabeza y
ancas.
S CCL.
Cada miembro ha de ser proporcionado al todo del cuerpo.
Téngase cuidado en que haya en todas las partes proporción
con su todo, como cuando se pinta un hombre bajo
y grueso, que igualmente ha de ser lo mismo en todos
sus miembros : esto es , que ha de tener los brazos cortos y
112 TRATADO DE LA PINTURA
recios, las manos anchas y gruesas, y los dedos cortos, y
abultadas las articulaciones; y asi de lo demás.
$ CCLI.
Del decoro que se debe observar.
Observe el Pintor el debido decoro : esto es , la conveniencia
del acto, trages, sitio y circunstantes, respecto de
la dignidad ó bajeza de la cosa que represente; de modo
que un Rey tenga la barba, el ademan y vestidura grave,
el parage en que se halla que esté adornado, y los circunstantes
con reverencia y admiración, y con trages adecuados
á la gravedad de una Corte Real : y al contrario las personas
bajas deben estar sin adorno alguno, y lo mismo los
circunstantes, cuyas acciones deben ser también bajas, correspondiendo
todos los miembros á la dicha composición.
La actitud de un viejo no debe ser como la de un mozo, ni
la de una muger igual á la de un hombre , ni la de este á
la de un niño.
§ CCLII.
De la edad de las figuras.
No se debe mezclar una porción de muchachos con igual
número de viejos, ni una tropa de jóvenes con otros tantos
niños; ni tampoco una cuadrilla de mugeres con otra de
hombres, á menos que las circunstancias de la acción no
exigiesen que estén juntos.
§ CCLIIT.
Cualidades que deben tener las figuras en la composición
de una historia.
Procure el Pintor por lo general , en la composición
regular de una historia , hacer pocos ancianos , y estos
DÉ LEONARDO DE VINCI. II3
separados siempre de los jóvenes; porque los viejos son raros
por lo común, y sus costumbres no se adaptan con la
juvenLnd, y donde no hay conformidad de coslumbres, no
puede tener lugar la amistad, y donde no hay amistad,
hay separación. Si la composición es de toda gravedad y
seriedad, entonces es preciso pintar pocos jóvenes; porque
estos huyen de ella , y asi de los demás.
§ CCLIV.
Del representar una figura en acto de hablar con varios.
El Pintor que haya de representar á un hombre en
acto de hablar á otros varios, procure pintarlo como que
considera la materia de que va á tratar, poniéndole en
aquella acción mas apropiada á la tal materia. Por ejemplo:
si el asunto es de persuasiva, debe ser su actitud acomodada
al caso, y si es para la declaración de varios puntos,
entonces puede pintar al que habla agarrando con
dos dedos de la mano derecha el uno de la izquierda (2.2),
cerrados los dos menores de aquella; la cara vuelta con
prontitud hacia el pueblo, y la boca un tanto abierta que
parezca qae habla. Si está sentado, ha de parecer que se
levanta un poco, y la cabeza erguida; y si está de pie, deberá
inclinarse moderadamente con el pecho y cabeza hacia
el pueblo, el cual debe figurarse silencioso y atento al
Orador, mirándole al rostro con admiración: píntese también
algún viejo, que tenga la boca cerrada, con muchas
arrugas en la parte inferior de las mejillas, como maravillado
del discurso que oye, las cejas aríjucadas, y arrugada
la frente: otros estarán sentados, agarrando con las manos
cruzadas la una rodilla: otros con una pierna sobre
otra, y encima la una mano, en cuya palma descargará el
codo del otro brazo, y sobre la mano de este puede apoyar
la barba algún anciano.
»
114 TRATADO :I)E.í ¡LA PINTURA
S CCLV.
Cómo debe representarse una figura airada.
Una figura airada tendrá asida por los cabellos á otra,
cuyo rostro estará contra la tierra, la una rodilla sobre el
coslado del caido, y levantado en alto el brazo derecho
con el puño cerrado. Esta figura debe tener el cabello erizado,
las cejas bajas y delgadas, y los dientes apretados;
los extremos de la boca arqueados, el cuello grueso, y
con arrugas por delante, por estar inclinado hacia el enemigo.
§ CCLVI.
Cómo se figura un desesperado.
El desesperado se figurará hiriéndose con un puñal,
después de haber despedazado con sus propias manos sus
vestidos; la una de estas estará en acción de rasgarse las
heridas que se va haciendo, los pies apartados, las rodillas
algo dobladas, y todo el cuerpo inclinado á tierra con el
cabello enmarañado.
§ CCLVIT.
De la risa y el llanto^ y su diferencia.
El que ric no se diferencia del que llora, ni en los ojos,
ni en la boca, ni en las mejillas, sino solo en lo rígido de las
cejas que se abaten en el que llora, y se levantan en el que
rie. A esto se añade que el que llora destroza con las manos
el vestido y otros varios accidentes, según las varias
causas del llanto; porque unos lloran de ira, otros de miedo,
otros de ternura y alegría, algunos de zelos y sospechas,
otros de dolor y sentimiento, y otros de compasión y
pesar por la pérdida de amigos y parientes. Entre estos
DE LEONARDO DE VINCI. I I
5
míos parecen desesperados, otros no tanto, unos derraman
lá^riiiias> otros gritan, algunos levantan el rostro al cielo y
dejan caer las manos cruzadas, y otros manifestando temor,
levantan los hombros, y asi á este tenor según las causas
mencionadas. El que derrama lágrimas , levanta el entrecejo
y une las cejas, arrugando aquella parle, y los extremos
de Ici I toca se bajan-, pero en el que ríe están levantados,
y las cejas abiertas y despejadas.
S CCLVIII.
Del modo como se plantan los niños.
Tanto en los niños como en los viejos no se deben figurar
acciones prontas en la postura de sus piernas.
§ CCLIX.
Del modo como se plantan los jóvenes y las mugeres.
Las mugeres y los jóvenes nunca se han de pintar con
las piernas descompuestas, ó demasiado abiertas : porque
esto da muestras de audacia ó falta de pudorj y estando
juntas es señal de vergüenza.
§ CCLX.
De los que saltan.
La naturaleza enseña por si al que salta, sin que este
reflexione en ello, que levante con Ímpetu los brazos y los
hombros al tiempo de saltar, cuyas partes por medio de
este impulso se mueven á una vez con todo el cuerpo, y se
elevan hasta que se acaba el ímpetu que llevan. Este ímpetu
va acompañado de una instantánea extensión del cuerno
que se habia doblado por la espalda, por las ancas , por las
I I 5 TRATADO D£ LA PINTURA
rodillas y por los pies, la cual exlension se hace oblicuamente:
esto es, por delante y hacia arriba^ y asi el movimiento
que se hace para andar, lleva hacia delante el cuerpo
que va a saltar, y el mismo movimiento hacia arriba levanta
al cuerpo, y haciéndole describir en el aire un arco
grande, aumenta el sallo.
$ CCLXI.
Del liomhre que quiere arrojar alguna cosa
con grande impulso.
Al hombre que quiere arrojar un dardo, una piedra, ú
otra cosa con movimiento impetuoso, se le puede figurar
de dos modos principalmente: esto es, se le podrá representar
ó en el acto de prepararse para la acción de arrojarlo,
ó cuando ya concluyó la acción. Si se le quiere pintar
preparándose para la acción de arrojar, entonces el lado interior
del pie estará en la misma línea que el pecho-, pero
sobre él insistirá el hombro contrario: esto es, si el pie
derecho es donde estriba el peso del hombre, insistirá sobre
él el hombro izquierdo. Lámina III. Figura A,
§ CCLXII.
Por qué^ cuando un hombre quiere tirar una barra, y
clai^arJa en tierra^ levanta ¡apierna opuesta encorvada.
Aquel que va á tirar una barra de modo que quede
clavada en la tierra, levanta la pierna contraria del brazo
que tira, doblándola por la rodilla. Y esto lo hace para
sompesarse sobre el pie que estriba en el suelo, sin cuyo
movimiento de la pierna seria imposible esto: ni tampoco
podría sin extenderla tirar la dicha barra.

II
V
J-iZn-iim
Sar^í^/tynJ^
DE LEONARDO DE VINCI. I I 7
; § CCLXIII.
Equiponderación de los cuerpos que no se mueven.
La equiponderacion ó balanza del hombre es de dos
maneras, simple ó compuesta. Simple es la que hace el
hombre cuando se planta sobre ambos pies firmes^ y abriendo
los brazos, con diversas distancias respecto á su mediación,
ó doblándose y manteniéndose sobre el un pie, conserva
el centro de gravedad perpendicular al centro del pie
que planta; y si insiste sobre ambos, entonces caerá la línea
del pecho perpendicular al medio de la distancia que
hay entre los centros de ambos pies. La balanza compuesta
es cuando el hombre sostiene sobre sí un peso con diversos
movimientos , como en la figura del Hércules luchando
con Anteo, la cual se debe pintar suponiendo á este entre
el pecho y los brazos, y su espalda y hombros deben
estar tan separados de la línea central de sus pies, cuanto
lo esté de ellos el centro de gravedad de la figura del Anteo
por la otra parte. Lámina XII.
$ CCLXIV.
Del hombre que planta sobre ambos pies insistiendo mucho
mas en el uno de ellos.
Cuando al cabo de mucho rato de estar en pie se le
cansa al hombre la pierna en que estribaba, reparte el peso
con la otra; pero esie modo de plantar solo se ha de
practicar con los decrépitos ó con los niños, ó también en
uno que se finjci muy fatigado, porque en efecto es señal
de cansancio ó de poco vigor en los miembros. Al contrario,
en un joven robusto y gallardo siempre se advertirá
q;ae plaiila sobre el un pie, y si acaso da algún poco de su
peso al otrOp solo es al tiempo de principiar un movimienII?
ITRATADO DE LA PINTURA
lo preciso, pues de otro modo no podría tenerle, siendo así
que el movimiento se origina de la desigualdad.
S .CCLXVi a U'"í.\oi;vt«i^jíToasiW^l
Del modo de plantar las figuras»
Todas las figuras que están de pie derecho deben teneí
variedad en sus miembros; quiero decir, que si un brazo
le tienen hacia delante, el otro esté en su sitio natural ó
hacia atrás; y si la figura planta sobre un pie, el hombro
correspondiente debe quedar mas bajo qUe el otro; todo
lo cual lo observan los inteligentes , los que siempre procuran
contrabalancear la figura sobre sus pies para que no se
desplome: porque cuando planta sobre una pierna, la otra
no sostiene el cuerpo por estar doblada, y es como si estuviera
muerta; por lo cual es absolutamente necesario
que el peso que hay sobre ambas piernas dirija el centro de
su gravedad sobre la articulación de la que le sostiene.
' n -7 - ; j >
i CCLXVI. ;t n-iío í;{ -
De la equiponderación del hombre estribando
sobre sus pies.
Firme el hombre de pie derecho , 6 cargará todo el peso
de su cuerpo sobre los pies igualmente ó desigualmente.
Si carga sobre ellos igualmente, insistirá con peso natural
mezclado con peso accidental, ó con peso natural simple^
mente. Si carga con peso natural y accidental, entonces los
extremos opuestos de los miembros no estarán igualmente
distantes de los puntos de las articulaciones de los pies;
pero insistiendo con peso natural simplemente, entonces
dichos extremos de los miembros opuestos estarán igualmente
distantes de las articulaciones de los pies: pero de
esto tratare en un libro aparte.
JÍS

DE LEONARDO DE VINCI. I I 9
$ CCLXVII.
fuin I
' Del movimiento lotal mas ó menos veloz.
El movimiento local que haga el hombre ó cualquiera
otro animal sera de tanta mayor ó menor velocidad, cuanto
mas remólo ó próximo se halle el centro de su gravedad
al del pie en que se sostiene.
S CCLXVIII.
De los animales cuadrúpedos como se mueven.
La altura de los animales cuadrúpedos se varía mucho
mas en los que caminan , que en los que están firmes , mas
ó menos conforme al tamaño que tienen: esto lo causa la
oblicuidad de sus piernas que van pisando la tierra, las
cuales elevan la figura del animal al tiempo de extenderse
y ponerse perpendiculares al suelo. Lámina XIIL
§ CCLXIX.
De la correspondencia que tiene la mitad del grueso
del hombre con la otra mitad.
Nunca será igual la mitad del grueso y anchura del
hombre á la otra mitad, si los respectivos miembros no
haceu movimientos iguales.
$ CCLXX.
El hombre al tiempo de saltar hace tres movimientos.
Cuan lo el hombre da un salto, la cabeza va tres veces
mas veloz que los talones, y antes que se aparte del suelo
12 TRATADO DE LA PINTURA
la punía del pie tiene dos tantos mas de velocidad que las
caderas. La causa de esto es porque á un mismo tiempo se
deshacen tres ángulos, de los cuales el superior es el que
forma el tronco con los muslos doblando hacia delante , el
segundo el que forman los muslos y las piernas, y el tercero
el que forman estas con los pies.
§ CCLXXI.
jíjp no oíq bb ic
No es posible que la memoria retenga todos los aspectos
y mutaciones de los miembros.
Es imposible que sea capaz la memoria de tener presentes
todos los aspectos y mutaciones de un miemljro de
cualquier animal que sea. Pongamos el ejemplo en una mano.
Toda cuantidad continua es divisible hasta el infinito;
y asi el movimiento del ojo que mira la mano, y camina
desde A á B, correrá por el espacio A B, que también es
cuantidad continua, y por consiguiente se puede dividir
infinitamente; y en cualquiera parle de él variará el aspecto
y figura de la mano en cuanto á la vista, lo cual sucederá
en el movimiento que haga por todo el círculo. Lo
mismo hará la mano al tiempo de levantarse en su movimiento;
esto es, pasará por un espacio que es cuaptidad
continua. Lámina XíX.
S CCLXXIL
De la práctica á que anhelan los Pintores tanto.
El Pintor que anhele á conseguir una práctica muy
grande ha de advertir que si esta no va fundada sobre un
grande estudio del natural, todas sus obras tendrán poquísimo
crédito, y menos utilidad. Pero haciéndolo como es
debido , podrá trabajar muchas obras , muy buenas , y con
honor y provecho.
DE LEONARDO DE VINCI. 12 1
$ ccLxxiir.
Del Juicio que hace el Pintor de sus obras ^
y de las de otro.
Cuando la obra corresponde al juicio, es muy mala señal;
Y mucho peor cuando le sobrepuja, como sucede al
que se admira de lo bien que le ha salido su trabajo. Pero
cuando el juicio es superior á la obra, entonces es la mejor
señal. Si un joven se halla en semejante disposición, sin
duda alguna será excelente artífice; y aunque haga pocas
obras, estas serán de modo que hagan parar á los que las
miran, para que las contemplen con admiración,
S CCLXXIV.
Deljuicio que debe formar el Pintor de sus obras.
Es sabido que los errores se conocen mucho mejor en
las obras agenas que en las nuestras; por lo que el Pinlor
debe procurar primeramente saber bien la Perspectiva,
conocer perfectamente la estructura del hombre, y ser
buen Arquitecto en cuanto á la forma de los edificios, copiando
siempre del natural todo aquello en que tenga alguna
duda: y luego teniendo en su estudio un espejo plano,
mirará con frecuencia lo que va pintando; y como se
le representará trocado, parecerá de otra mano, y podrá
juzgar con mejor acuerdo sus errores Es muy conveniente
levantarse á menudo y refrescar la imaginación, pues de
este modo cuando se vuelve al trabajo, se rectifica mas el
juicio, siendo evidente que el trabajar de seguido en una
cosa engaña mucho.
12 2 TRATADO DE LA PINTURA
§ CCLXXV.
El espejo es el Maestro de los Pintores.
Cuando quiera el Pintor ver si el lodo de su pinlura
tiene conexión con los estudios separados que ha hectio por
el natural, pondrá delante de un espejo las cosas naturales,
y mirándolas retratadas en él, cotejará lo pintado con
la imagen del espejo, y considerará con atención aquellos
objetos en una y otra parte. En el espejo, que es superficie
plana , verá representadas varias cosas que parecen relevadas
ó de bulto, y la pintura debe hacer el mismo efecto.
La pintura tiene una sola superficie, y lo mismo el espejo,
ti espejo y la pintura reprcbcntan la imagen de los objetos
rodeada de sombras y luz, y en ambos parece que se ven
mucho mas atrás que la superficie. Viendo, pues, el Pintor
que el espejo por medio de ciertos lineamentos y sombras
le hace ver las cosas resaltadas; y teniendo entre sus colores
sombras y luces aun de mucha mas fuerza que las del
espejo, es evidente que, si sabe manejarlos bien, parecerá
ií^ualmente su pintura una cosa natural vista en un espejo
grande. El Maestro, que es el espejo, manifiesta el claro y
oscuro de cualquier objeto, y entre los colores hay uno que
es mucho mas claro que las parles iluminadas de la imagen
del objeto, y otro también que es mucho mas oscuro que
alguna sombra de las del mismo objeto. Esto supuesto, el
Pintor hará una pintura igual á la que representa el espejo
mirado con un ojo solo ; porque los dos circundan el
objeto cuando es menor que el ojo.
BE LEONARDO D£ VINCI. I 2 3
S CCLXXVI.
Qué pintura merece mas alabanza.
La pintura mas digna de alabanza es la que se advierte
mas parecida á la cosa imitada. Este cotejo sirve de confusión
á aquellos Pintores que quieren enmendar á la naturaleza
misma, como sucede á los que pintan un niño de un
año, cuya altura total es de cinco cabezas, y ellos la hacen
de ocho '
: la anchura de los hombros es igual á la longitud
de la cabeza , y ellos la hacen dupla , reduciendo de este
modo la proporción de un niño de un año á la de un hombre
de treinta. Este error es tan frecuente y tan usado,
que ha llegado á hacerse costumbre, la cual se halla tan
arraigarla y firme en su viciada fantasía, que les hace creer
que tanto la naturaleza como el que la imita, en no conformándose
con su parecer, tienen defecto.
§ CCLXXVII.
Cudl sea el objeto e intención primaria del Pintor.
La intención primaria del Pintor es hacer que una simple
superficie plana manifieste un cuerpo relevado, y como
fuera de ella. Aquel que exceda á los demás en este arte,
será mas digno de alabanza, y este primor, corona de la
ciencia pictórica , se consigue con las sombras y las luces,
esto es, con el claro y oscuro. Por lo cual el que huya de
la sombra, huye igualmente de la gloria del arle, según
los ingenios de primer orden, por ganarla en el concepto
del vulgo ignorante, el cual solo se paga de la heimosura
de los colores, sin conocer la fuerza y relieve.
1 Véase el § 167.
124 TRATADO D£ LA PINTURA
§ CCLXXVIII.
Qué cosa s^a mas importante en la Pintura^ la sombra
ó el contorno?
Mucho mas trabajo 5^ especulación cuestan las sombras
de una pintura, que su contorno*, porque este se puede
pasar con una lela trasparente ó con un cristal, puesto entre
la vista y la cosa que se quiere pasar ó copiar-, pero las
sombras no están sujetas á estas reglas por lo insensible de
sus términos, los cuales las mas veces son muy confusos,
como se demuestra en el libro de las sombras y las luces
(2-3).
§ CCLXXIX.
Cómo se debe dar la luz d las figuras.
La luz se debe poner conforme estaria en el sitio natural
en donde se supone que está la figura. Esto es, si se^
supone que está al sol, se harán las sombras fuertes, y
grandes masas de claro, pintándose en tierra la sombra
de todos los cuerpos que alli haya. Si la figura está en
dia triste y nublado, se harán los claros con poca diferencia
de las sombras, y de estas no tendrá ninguna al
pie. Si la figura se finge que está en casa , los claros serán
fuertes, y también los oscuros, y á los pies su correspondiente
sombra. Si en la casa se figura la ventana cubierta
de un velo, y las paredes blancas, se hará poca diferencia
entre sombras y luces: si la luz proviene del fuego, entonces
serán los claros encendidos y fuertes , las sombras oscuras,
y el esbatimento de ellas en la pared ó en tierra
bien decidido, y mas ó menos grande, según lo apartada
que esté del cuerpo la luz. Si la figura se hallase iluminada
parte de la luz del aire y parte del fuego, se hará el
claro causado por la primera luz mucho mas fuerte ^ y el


DE LEONARDO DE VINCI. I 2 5
otro será casi rojo á semejanza del fuego. Finalmente cuídese
mucho de que las figuras pintadas tengan la masa del
claro grande, y la luz alta, esto es, luz viva, pues las personas
que van por la calle todas tienen la luz encima de sus
cabezas: y es evidente que si las diera la luz por debajo,
costaría trabajo el conocerlas (2.4)-
§ CCLXXX.
Dónde debe ponerse el que está mirando una pintura.
Sea A B la pintura que se deba ver, y D la luz-, digo,
pues, que si el que la mire se pone entre los puntos C y E.
no la verá bien, especialmente si la pintura es al oleo ó
barnizada; porque hace reflejos como un espejo: por lo cual
cuanto mas se aproxime al punto C, menos verá; porque
alli es donde resaltan los rayos de la luz que entra por la
ventana, y da en la pintara. Poniéndose, pues, entre los
puntos E y D, percibirá bien todo la vista, y mucho mejor
cuanto mas se acerque á D; porque este punto es el que
menos participa de la percusión de los rayos reflejos. Figura
XF,
§ CCLXXXI.
El punto se debe colocar siempre alto.
El punto de vista debe estar á la altura de los ojos de
un hombre de regular estatura-, y el extremo de la llanura
que confina con el cielo (esto es, el horizonte) debe estar á
dicha distancia; pero la elevación de las montañas es arbitraria.
12 TRATADO DE LA PINTURA
§ CCLXXXII.
Lasfiguras pequeñas deben estar precisamente sin concluir.
Aquellos objetos que aparecen á la vista disminuidos,
es por razón de estar distantes de ella: siendo esto asi, debe
haber entre ellos y la vista mucha cantidad de aire, la
cual confunde las formas de los objetos de modo que las
partes pequeñas quedan sin distinguirse. Por esto el Pintor
hará las figuras pequeñas solamente amagadas sin concluirlas,
pues de otro modo irá contra el efecto que hace
la naturaleza, que es la Maestra. El objeto aparece pequeño
por la mucha distancia que hay entre la vista y él: la
mucha distancia encierra en sí gran cantidad de aire, y este
se engruesa de modo que impide lleguen á la vista las par*»
tes mínimas de los objetos.
§ CCLXXXIII.
Qué campo debe poner el Pintor d las figuras.
Supuesto que enseña la experiencia que todos los cuerpos
están rodeados de sombras y luces, debe el Pintor poner
la parte iluminada de modo que termine en cosa oscura;
y la parte umbrosa igualmente que caiga en cosa clara.
Esta regla sirve mucho para que resalten y despeguen las
figuras \
$ CCLXXXÍV.
Máxima de la Pintura.
En aquella parte en que la sombra confina con la luz,
obsérvese en donde es mas clara que oscura , y en donde
I Véase el § 141.
DE LEONARDO DE VINCI. I 2 7
está mas deshecha ó suavizada hacia la luz. Sobre lodo es
necesario tener cuidado de no hacer las sombras en los
mancebos terminadas ó recortadas , como hacen las peñas,
porque las carnes tienen algo de trasparentes, como se advierte
cuando se pone una mano delante del sol, que aparece
muy encarnada , y se clarea la luz. Para ver que casta
de sombra requiere aquella carne, no hay sino hacer
sombra con un dedo, y según el grado de oscuridad ó claridad
que se la quiera dar, arrímese ó apártese el dedo, y
luego se imitará aquel color.
S CCLXXXV.
De la pintura de un bosque.
Los árboles y plantas, cuyos ramos sean mas sutiles deben
tener igualmente la sombra mas sutil; y aquellas mas
frondosas tendrán por consiguiente mas sombra.
S CCLXXXVI.
Cómo se debe pintar un animal fingido
que parezca natural.
Es sabido que no se puede pintar un animal sin que
tenga todos sus respectivos miembros, y que estos correspondan
exactamente á los de los otros animales. Esto supuesto
, para que parezca natural un animal fingido, por
ejemplo, una serpiente, se le hará la cabeza copiándola de
un mastin ó peno de muestra, los ojos como los del gato,
las orejas de ístricc, la nariz de lebrel, las cejas de león,
las sienes de gallo viejo y el cuello de tortuga.
128 TRATADO DE LA PINTURA
S CCLXXXVII.
Cómo se debe hacer un rostro para que tenga relieve
y gracia.
Situado un aposento en una calle que mire á poniente
(estando el sol en el medio día), y cuyas paredes sean lan
alias, que la que está de cara al sol no pueda reverberar
la luz en los cuerpos umbrosos*, bien que también seria
bueno que el aire iluminado no tuviese resplandor, para
que los lados del rostro participasen de la oscuridad de las
paredes opuestas: colocada, pues, una persona en dicho
aposento, vuelto á la calle el rostro y los lados de la nariz,
quedará todo él iluminado; y asi el que lo mire desde el
medio de la calle, advertirá iluminada toda la parte del
rostro que está vuelta hacia él, y las que miran á las paredes
llenas de sombra. A esto se añadirá la gracia de las sombras
deshechas con dulzura y suavidad, sin que por ninguna
parte hagan recortadas *, de lo cual será causa la longitud
del rayo de luz que entrando en la casa, llega hasta
las paredes, y termina en el pavimento de la calle, reflejando
luego en los parages oscuros del rostro, y aclarándolos
algún tanto. Y la longitud del rayo de luz que da principalmente
en la frente del rostro que mira á la calle, ilumina
también hasta el principio de las sombras de las partes
inferiores de la cara: de modo que va sucesivamente
aclarándose hasta que termina en la barba con una oscuridad
insensible por todos lados. Por ejemplo: sea la luz A E;
la línea F E del rayo de luz ilumina hasta debajo de la nariz;
la línea C F solo ilumina los labios; y la A H se dilata
hasta la barba; y asi queda la nariz con el golpe principal
de la luz; porque recibe la claridad A B C D E. Ld'
mina XIV,
DE LEONARDO DE VINCI. I 29
S CCLXXXVIII.
Para que las figuras queden despegadas del campo.
Si la fignra es oscura, se pondrá sobre campo claro, y
si tiene mucha luz, en campo oscuro. Si participa de uno
y otro 5 la parle umbrosa caerá en campo claro, y la iluminada
en oscuro ^
§ CCLXXXIX.
De la diferencia de las luces puestas en sitios diversos.
La poca luz produce sombras muy grandes y terminadas
en los cuerpos umbrosos. La mucha luz causa en estos
poca sombra, y esta muy deshecha. Cuando la poca luz
(aunque activa) se incluye en la grande, como el sol en el
aire, la menos viva queda en lugar de sombra en los cuerpos
á quienes hiere.
§ CCXC.
Dehe huirse la desproporción de las circunstancias.
Hay muchos Pintores que incurren en el defecto de
hacer las habitaciones de las personas y otras circunstancias
de modo que las puertas les llegan á la rodilla, aun
cuando están mas próximas á la vista del que lo mira que
la persona que ha de entrar por ellas. He visto algunos pórticos
con muchas figuras, y una de las columnas á que se
apoyaba una figura, parecia un bastón delgado que tenia
en la mano, y otras varias impropiedades que se deben evitar
con todo estudio.
1 Véanse los §§ 141 y 285.
XQO TRATADO D£ LA PINTURA
§ CCXCL
Del término de los cuerpos , llamado contorno.
Tiene el contorno de un cuerpo tantas partículas y tan
menudas, que al menor intervalo que haya entre el objeto
y la vista , desconoce esta la imagen de un amigo ó de un
pariente, y no puede distinguirle sino por el vestido; y
por el todo recibe la noticia del todo y de las partes (26).
§ ccxcn.
De los accidentes superficiales que son los primeros que se
pierden de vista al apartarse un cuerpo umbroso.
Lo primero que se pierde de vista al alejarse un cuerpo
umbroso es su contorno. En segundo lugar á mayor distancia
se pierden las sombras que dividen las partes de los
cuerpos que se tocan: luego el grueso de las piernas y pies;,
y asi sucesivamente se van ofuscando las partes mas menudas:
de modo que á larga distancia solo se percibe una
masa de una configuración confusa.
§ CCXCIII.
De los accidentes superficiales que se pierden primero
con la distancia.
La primera cosa, en cuanto á los colores, que se pierde
con la distancia es el lustre, que es su parte luminosa,
y luz de la luz. Lo segundo que se pierde es el claro, porque
es menor que la sombra. Lo tercero son las sombras principales,
quedando á lo último solo una mediana oscuridad
confusa.
wvv/ -
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i/
T^XVJIL
H R
DE LEONARDO DE VINCI. I 3 t
^
S ccxciv.
De la naturaleza del contorno de un cuerpo sobre otro.
Cuan.lo un cuerpo de superficie convexa termina sobre
Otro (le igaal color, el término del cuerpo convexo parecerá
mas oscuro que el otro sobre quien termina. El término
de doslarizis tendidas igualmente parecerá may oscuro en
campo bianco-, y en campo oscuro parecerá mas claro que
r)¡n¿;una ol ra pnrte suya, aunque la luz que hiera en ambas
lanzas sea de it^ual claridad.
$ CCXCV.
De la figura que finge ir contra el viento.
Toda figura que se mueve contra el viento, por ninguna
línea qne se mire mantendrá el centro de su gravedad
puesto con la debida disposición sobre el de su sustentáculo.
Lámina XV.
S ccxcvr.
De la ventana que ha de tener el estudio.
La ventana del estudio de un Pintor debe estar cubierta
de un paño trasparente y sin travesanos^ y el espacio de
sus términos debe estar dividido en grados pintados de negro,
de modo que el término de la luz no se junte con el
de la ventana (íí6).
S CCXCVII.
Por qué razón si se mide un rostro^ y después se pinta^
sale la copia mayor que el natural.
A B es la anchura del parage que va puesta en la dis1^
2 TRATADO DE LA PINTURA
lancia del papel C F, en donrle eslan las mejillas, y delieria
estar delras de loila la A C, y entonces las sienes se sefialarian
en la <listancia O R de las líneas A F, B F; pero
como hay la diferencia C O y R D, queda concluido qne
la línea C F y la D F por ser mas corta, ha de ir á encontrar
en el papel el sitio donde está señalada la altura total,
esto es, la línea F A y F B, que es la verdadera, y se liace
la diferencia p como he dicho, de G O y R D (27). Lámina
xir,
§ CCXCVIII.
Si la superficie de todo cuerpo opaco participa del color
de su objeto.
Es evidente que si se pone un objeto blanco entre dos
paredes, la una blanca y la otra negra, se hallará igual
proporción entre la parte umbrosa y la luminosa del citado
objeto, que entre ambas paredes: y si el objeto fuese
de color azul, sucederá lo mismo. Esto supuesto, cuando
se haya de pintar una cosa semejante, se hará del modo siguiente.
Tómese una tinta negra que sea semejante á la
sombra de la pared que se finge , reverbera en el objeto
azul para sombrearle ^ y para hacer esta tinta con conocimiento
cierto, se observará el método que sigue. Al tiempo
de pintar las paredes, de cualquier color que sean, tómese
una cuchara muy pequeña (ó algo mayor, según lo
requiera la magnitud de la obra en donde se ha de practicar
esta operación): esta cuchara tendrá los bordes iguales,
y con ella se medirán los grados de la cantidad de los
colores que se empleen en las mezclas ^ como si, por ejemplo
se hubiese hecho la primera sombra de las paredes d(
tres erados de oscuro y uno de claro: esto es, tres cucha-
Tadas (sin colmo, como las medidas de grano) de negro,
;
una de blanco; entonces se tiene ya una composición d
cualidad cierta sin qne haya duda. Hecha, pues, la un
pared blanca y la otra oscura , si entre ambas se ha de pe

131 ram.XV
Jinrcú¿ait. /T '^
J32 fant-XÍV
ABC
n.rr.rU, f''

DE LEONARDO DE VIÑCI. I 3 3
ner un ohjelo azul, para que este tenga la luz verdadera y
la sombra que le conviene á tal color azul , póngase á una
parte el azul que se quiere quede sin sombra, y á su lado
el negro; después se tomarán tres cucharadas de este, y se
mezclarán con una del azul luminoso, cuya tinta servirá
para la sombra mas fuerte. Hecho esto, se verá si el objeto
es de figura esférica ó cuadrada, ó alguna columna ó cualquiera
otra cosa; si es esícrico, tírense líneas desde los extremos
de la pared al centro del objeto, y en donde corten
la superficie de este, alli debe terminar la plaza de la ma-»
yor sombra, dentro de ángulos iguales. Después se empezará
á aclarar, como en N O, que queda aun con tanta
sombra como participa de A D, pared superior; cuyo color
irá mezclado con la primera sombra de A B con las
mismas distinciones (a8). Figura XVI.
§ CCXCIX.
Del movimiento de los animales.
Aquella figura fingirá mas bien que corre con mayor
velocidad, que esté mas desplomada hacia delante. El cuerpo
que se mueve por sí será tanto mas veloz, cuanlo mas
distante esté el centro de su gravedad del de su sustentáculo
Esto se dice también para el movimiento de las aves,
que también se mueven por sí sin el auxilio de las alas y
del viento: y esto sucede cuando el centro de su gravedad
está fuera del centro de su sustentáculo, estoes, íueía del
medio de aquel parage en que insisten entre las dos alas.
Porque si el medio de las alas está mas atrás que el medio
ó centro de gravedad del ave, entonces podrá el animal
moverse hacia delante y hacia abajo mas ó menos, conforme
esté distante ó próximo el centro de gravedad al de las
alas: quiero decir, que si el centro de gravedad está remolo
del medio de las alas, hará que se baje el ave muy oblicuamente
; y si cercano ^ con poca oblicuidad.
134 T^IATADO DE LA PINTURA
$ ccc.
Del pintar una ñgura que represente cuarenta brazas
de altura con sus miembros correspondientes
en un espacio de veinte.
En este y en cualquiera otro caso no debe dársele cuidado
al Pintor de que la pared en que haya de pintar sea
de un modo ó de otro, y mucho menos, cuando los que
han de mirar la tal pintura han de estar desde una ventana
ó claraboya; porque la vista entonces no atiende á la
superficie plana ó curva del parage, sino á las cosas que en
ella se representan en los varios puntos del pais que alli se
finge. Pero la figura de que aqui se trata se hará siempre
mucho mejor en una superficie curva como la G R F, porque
no hay en ella ángulos. Figura XFII.
5 CCCI.
Del pintar una figura en una pared de doce brazas^
que manifieste veinte y cuatro de altura.
Para hacer una figura que represente veinte y cuatro
brazas de altura, se hará de esla manera. Figúrese primero
la pared M N con la mitad de la figura que se quiere pintar;
luego se hará la otra mitad en el espacio restante M R.
Pero primero en el plano de una sala se ha de hacer la
pared con la misma forma que tiene la bóveda en que ss
iia de pintar la figura. En la pared recta, que está detras,
se dil)ujará la figura del tamaño que se quiera de perfil, y
se tirarán las lincas de los puntos principales al punto F; y
siguiendo los puntos en que corlan la superficie de la bóveda
N R, que es semejante á la pared, se irá tanteando
1J4- Sa7it'XVI
J^ílfcdatL {o tí"/"'

Pao Í3/ ^ A
\ !
DE LEONARDO DE VINCI. I 3 5
la figura-, y las intersecciones señalarán todas las dimensiones
de ella, cuya forma se irá siguiendo, porque la figura
misma se disminuye conforme se atrasa. La figura que ha
de estar en una bóveda es preciso que vaya disminuida como
si estuviera derecha j y esta diminución se ha de hacer
en un terreno plano, en donde debe estar dibujada exactamente
la figura de la bóveda con sus verdaderas dimensiones
5 y luego se va disminuyendo (29). Lámina XVL
S CCCII.
Advertencia acerca de las luces y las sombras.
En los confines de las sombras debe ir siempre mezclada
la luz con la sombra, y lauto mas se va aclarando esta,
cuanto mas se va apartando del cuerpo umbroso. Ningún
color se debe poner simplemente como es en sí, según la
proposición 9.* que dice: la superficie de iodo cuerpo participa
del color de su objeto .^ aun cuando sea superficie de
cuerpo trasparente^ como agua^ aire ^ y otros semejantes'^
porque el aire toma la luz del sol, y se queda en tinieblas
con su ausencia. Igualmente se tiñe de tantos colores, cuantos
son aquellos en que se interpone entre ellos y la vista,
porque el aire en sí no tiene color, ni tampoco el agua*, pero
la humedad que se mezcla con él en la región inferior le
engruesa de modo, que hiriendo en él los rayos solares, lo
iluminan, quedando siempre oscurecido el aire superior. Y
como la claridad y oscuridad forman el color azul, este es
el color que tiene el aire, tanto mas ó menos claro , cuanto
es mayor ó menor la humedad que percibe.
136 TRATADO DE LA PINTURA
5 CCCIII.
De la luz universal.
En todos los grupos de figuras ó de animales se ha de
usar siempre ir oscureciendo mas y mas las partes inferiores
de sus cuerpos, y lo mismo se ha de observar hacia el
centro del grupo, aunque todas las figuras sean de un mismo
color. Esto es necesario, porque en los espacios inferiores
que hay entre las figuras hay menos cantidad de cielo
lummoso, que en las partes superiores de los mismos espacios.
Pruébase esto claramente en la figura XVIII , en la
cual ABC D es el arco del cielo que ilumina universalmente
á los cuerpos que están debajo de él^ N M son los
cuerpos que terminan el espacio S T R H, interpuesto
entre ambos, en el cual se ve con claridad que el parage
F (estando iluminado solamente de la parte de cielo C D)
recibe la luz de una parte menor que aquella de quien la
recibe el parage E j el cual está iluminado de la parte A B,
que es mayor que D G, por lo cual ha de haber mas luz
en E que en F.
$ CCCIV.
De la correspondencia de los campos con los cuerpos
que insisten sobre ellos , y de las superficies planas
que tienen un mismo color.
El campo en que insista una superficie plana, si es del
mismo color que ella , y ambos tienen una misma luz , no
parecerá separado de la superficie, por ser iguales en color
y luz. Pero siendo de colores opuestos , y con distinta luz,
parecerán separados.
DE LEONARDO DE VINCI. I37
§ cccv.
Pintura de los sólidos.
Los cuerpos regulares son de dos especies, unos son de
superficie curva , oval ó esférica , otros se terminan por figuras
rectilíneas , regulares ó irregulares. Los cuerpos esféricos
ú ovales siempre parece que están separados del
campo, aun cuando ambos sean de un mismo color, y también
los otros, porque unos y otros tienen disposición para
producir sombras en cualquiera de sus lados , lo cual no
puede verificarse en una superficie plana.
S CCCVL
En la Pintura la parte mas pequeña será la que mas presto
se pierda de vista.
Entre las partes de los cuerpos que se apartan de la
vista, las primeras que se confunden son las de menos tamaño:
de lo cual se sigue que la parte mas voluminosa es
la última que se pierde de vista. Por esto no debe el Pintor
concluir demasiado las partes pequeñas de aquellos objetos
que están muy rem.otos.
¿Cuántos hay que pintando una Ciudad ú otra cosa lejana
de la vista, señalan tanto los contornos de los edificios,
como si estuviesen arrimados á los ojos? Esto es absolutamente
imposible; porque no hay vista tan perspicaz que
pueda distinguir todas las parles de los edificios perfectamente
en una distancia tan grande: porque el termino de
estos cuerpos lo es de sus superficies, y el término de estas
son líneas, las cuales no son parte de la cuantidad de dicha
superficie, ni aun del aire que la circunda. Esto supuesto,
todo lo que no es parte de ninguna cosa es invisible, como
se prueba por la Geometría: por lo cual si un Pintor hace
V
138 TRATADO DE LA PINTURA
los lérminos divididos y señalados como se acostumbra,
nunca podrá figurar la distancia que se requiere, pues en
fuerza de este defecto parecerá que no hay ninguna. Los
ángulos de los edificios tampoco se deben señalar en las
Ciudades lejanas, porque no es posible distinguirlos á tal
distancia; pues siendo el ángulo el concurso de dos lineas
en un punto, y este indivisible, es consiguiente que es
también invisible.
§ CCCVII.
Por qué un mismo pais parece algunas veces mucho mas
grande , ó menos de lo que es en sú
Muchas veces parece un pais mayor ó menor de lo que
es en realidad por la interposición del aire mas grueso ó
mas sutil que lo ordinario, el cual se pone entre la vista y
el horizonte.
Entre dos horizontes iguales en distancia, respecto á
la vista que los mira, aquel que delante de sí tenga aire
mas denso, parecerá mas lejano*, y el que lo tenga mas sutil,
se representará mas próximo.
Dos cosas desiguales vistas á distancia igual, parecerán
iguales, si entre ellas y la vista se interpone aire desigual:
esto es, el mas grueso delante del objeto menor. Esto se
prueba por la perspectiva de los colores, la cual hace
que un monte que al parecer es pequeño, parece menor
que otro que está cerca de la vista, como cuando un dedo
solo arrimado á los ojos encubre toda la extensión de una
montaña que está distante»
s cccviii.
Varias observaciones*
Entre las cosas de igual oscuridad, magnitud, figura y
distancia de la vista , aquella que se mire cu campo de maDE
LEONARDO DE VINCI. I 3 9
yor resplandor ó blancura, parecerá mas pequeña. Eslo lo
enseña la experiencia cuando se mira una planta sin hojas
estando el sol detras de ella, que entonces todas las ramas,
vistas al través del resplandor, se disminuyen tanto que se
quedan invisibles. Lo mismo sucederá con una lanza puesta
entre la vista y el sol.
Los cuerpos paralelos que están derechos , si se ven en
tiempo dé niebla , se han de hacer mas gruesos en la parle
superior que en la inferior. Pruébase esto por la proposición
9.^ que dice: la niebla ó el aire grueso y penetrado de
¡os rayos solares , parecerá tanto mas blanco , cuanto mas
bajo esté.
Las cosas vistas de lejos son desproporcionadas, lo cual
consiste en que la parte mas clara envia á la vista su imagen
con un rayo mas vigoroso que la mas oscura. Yo he
visto una muger vestida toda denegro, y la cabeza con
una toca blanca, que de lejos parecia dos veces mayor que
la anchura de los hombros, que estaban cubiertos de negro.
§ CCCIX.
De las Ciudadesy otros objetos que se ven con interposición
de aire grueso.
Los edificios de una Ciudad vistos de cerca en tiempo
nebuloso, ó con aire muy grueso, ya sea por el humo de
los fuegos que hay en los mismos edificios, ó por otros vapores,
siempre se manifestarán tanto mas confusos, cuanto
menor sea su altura; y al contrario con tanta mayor claridad,
cuanto mas elevación tengan. Pruébase eslo por la
proposición /\,^ que dice: el aire cuanto mas bajo^ es mas
grueso, y cuanto mas alto^ es mas sutil; lo cual lo demuestra
la lámina, en la que el ojo N ve á la torre A F
con interposición de aire grueso, el cual se divide en cuatro
grados \ que son cuanto mas bajos , mas densos.
I^Ó TRATADO DE LA PINTURA
Cuanta menos cantidad de aire se interpone entre la
Yista y el objeto, tanto menos participará este del color del
aire, y por consiguiente cuanto mas cantidad de aire haya
interpuesta, tanto mas participará el objeto del color del
aire. Demuéstrase esto asi: sea el ojo N al cual concurren
las cinco especies de las cinco partes que tiene la torre A F,
y son A B G D E, digo; pues, que si el aire fuese en todas
igualmente denso, el pie de la torre F participaría del color
del aire con igual proporción que la parte B , respecto
á la proporción que hay entre la longitud de la recta M F
y la B S. Pero como el aire , según la proposición citada,
se va engruesando conforme se va bajando, es necesario que
las proporciones con que el aire tiñe de su color las partes
de la torre B y F sean de mayor razón que la proporción
ya dicha: porque la recta M F, ademas de ser mas larga
que la B S, pasa por una porción de aire diferentemente
denso. Lámina XVII, Figura I.
S cccx.
De los rayos solares que penetran por algunas partes
de las nubes*
Los rayos solares que penetran por algunos espiráculos
que suelen encontrarse entre la varia densidad de las
nubes, iluminan todos los parages en donde hieren, y lo
mismo los lugares oscuros, tiñéndolos de su color, y quedando
la misma oscuridad en los intervalos de dichos
layos.
DE LEONARDO DE VINCI. I4I
s CCCXI.
De Jos ohjetós que percibe la vista con interposición .
de aire grueso y niebla.
Cuanto mas vecino esté el aire al agua ó á la tierra, es
tanto mas grueso. Pruébase por la 1 9/ del libro í2..^ que
dice: aquello que en sí tiene mas peso^ se eleva menos: de
lo que se sigue que lo mas ligero se elevará mas que lo
mas pesado.
§ CCCXII.
De los edificios vistos con interposición de aire grueso.
Aquella parte de un edificio que se vea con interposi-»
cion de aire mas denso, estará mas confusa;, y al contrario,
en siendo el aire mas sutil, se verá con mas distinción. Por
lo cual el ojo N que mira la torre A D, conforme á lo alto
que esté, verá una parte mas distintamente que otra; y
conforme á lo lajo que se halle, distinguirá menos una
parte que otra. Lámina XFIL íigura IL
$ CCCXIIT.
De los objetos que se perciben desde lejos.
Cuanto mas remota se halle de la vista una cosa oscura,
parecerá mas clara; y por consiguiente, cuanto mas se
aproxime, mas se oscurecerá. Asi las partes inferiores de
cual(|uier objeto colocado entre aire grueso parecerán mas
remotas que la superior-, por lo cual la falda de un monte
aparece mas lejana que su cima, la cual no obstante está
mas lejos.
142 TRATADO DE LA PINTURA
S cccxiy.
De la vista de una Ciudad circundada de aire grueso.
La vista que considera á una Ciudad circundada de
aire grueso, verá lo alto de los ediñcios mas oscuros; pero
con mas distinción que la parte inferior ^^y esla en campo
claro 5 porque están rodeados de aire denso.
s cccxv.
De los términos inferiores de los objetos remotos.
Los términos inferiores de los objetos remotos son siempre
menos sensibles que los superiores: esto sucede frecuentemente
en las montañas y collados, á cuyas cimas sirven
de campo las otras que están detras. A estas se les ve
la parte superior mas distintamente que la inferior, y está
mucho mas oscura , por estar menos rodeada de aire grueso
que está por abajo, y es el que confunde los términos
de la falda de los montes y collados. Lo mismo sucede á
los árboles y edificios, y demás cuerpos que se elevan; y
de aqui nace que las torres altas por lo común, vistas á larga
distancia, parecen mas gruesas hacia el capitel, y mas
estrechas abajo; porque la parte superior demuestra el ángulo
de los lados que terminan con el del frente , lo cual no
lo oculta el aire sutil , como hace el grueso. La razón de esto
se ve en la proposición 7.* del libro i.** que dice: el aire
grueso que se interpone entre el sol y la vista es mucho mas
claro en lo alto que en lo bajo : y en donde el aire es mas
blanco confunde mucho mas para la vista los objetos oscuros
, que si fuese azul , como se manifiesta á larga distancia.
Las almenas de las fortalezas son tan anchas como los
espacios que hay entre ellas, y aun parecen mayores los espacios
que las almenas j y á una distancia mas larga se con*
J\(^ J4^-
N
X^unMOI.
A
**J~'-'W^//<T »>'/*.

DE LEONARDO DE VINCI. I 43
funde lodo, de modo que solo aparece Ja muralla como si
no hubiera almenas.
§ CCCXVI.
Del término de las cosas vistas de lejos.
Cuanto mayor sea la distancia á que se mira un objeto
, tanto mas confundidos quedarán sus términos.
S CCCXVII.
Del color azul que se manifiesta en un país á lo lejos.
Cualquier objeto que esté distante de la vista, sea del
color que sea, aquel que tenga mas oscuridad, ya natural
ó accidental, parecerá mas azul. Oscuridad natural es cuando
el objeto es oscuro por sí j y accidental es aquella que
proviene de la sombra que le hace algún otro objeto,
§ CCCXVIII.
Cuáles sean las parles que se pierden mas breve de vista
por la distancia en cualquier cuerpo.
Las partes de menor tamaño son las que primero se
pierden de vista. La causa es, porque las especies de las
cosas mínimas en igual distancia vienen á la vista con ángulo
menor que las que son grandes; y las cosas remotas,
cuanto mas pequeñas son, menos se distinguen. Por consiguiente
cuando una cosa grande viene á la vista en distancia
larga con ángulo pequeño, de modo que casi se confunde
toda, quedará enteramente oculta cualquiera parte
pequeña '.
I Véanse los §§ 292 y 306,
144 TRATADO DE LA PINTURA
$ CCCXIX.
7
Por qué se distinguen menos los objetos conforme se van
apartando de los ojos.
Cuanto mas apartado de los ojos esté un objeto , nienos
se distinguirá: la razón es, porque sus partes menores se
pierden primero de vista, después las medianas, y asi sucesivamente
van perdiéndose las demás poco á poco, hasta
que concluyéndose las partes, se acaba también la noticia
del objeto distante, de modo que al fin quedan ocultas enteramente
las partes y el todo. El color también se pierde
por la interposición del aire denso.
§ cccxx.
Por qué parecen oscuros los rostros mirados de lejos.
Es evidente que todas las imágenes de las cosas perceptibles
que se nos presentan, asi grandes como pequeñas, se
trasmiten al entendimiento por la pequeña luz de los ojos.
Si por una ventana tan pequeña entra la imagen de la magnitud
del cielo y de la tierra, siendo el rostro del hombre,
comparado con ellos, como nada*, la enorme distancia la
disminuye de manera, que al ver el poco espacio que ocupa,
parece incomprensible: y debiendo esta imagen pasar
á la fantasía por un camino oscuro , como es el nervio óptico,
como ella no tiene color fuerte, se oscurece igualmente
al pasar , y al llegar á la fantasía parece oscura. Para la
luz no se puede señalar en este punto y nervio otra causa
que la siguiente^ 7 es, que como está lleno de un humor
trasparente como el aire, es lo mismo que un agujero hecho
en un eje, que al mirarlo parece oscuro y negro, y los
objetos vistos en aire aclarado y oscurecido se confunden
con la oscuridad.
DE LEONARDO DE VINCI. I 45
S CCCXXI.
Qué partes son las que primero se ocultan en los cuerpos
que se apartan de la vista ; y cuales se conservan.
Aqnclla parte del cuerpo que se aparta de la vista, y
cuya fi¿;ura sea menor, es la que menos evidentemente se
conserva. Ksto se ve en el golpe de luz principal que tienen
los cuerpos esféricos ó columnas, y en los miembros menores
de los cuerpos; como en el ciervo, que primero se pierden
de vista sus piernas y astas que el tronco del cuerpo,
el cual como es mas grueso, se distingue mucho mas desde
lejos. Pero lo primero que se pierde con la distancia es los
lineamentos que terminan la superficie y figura, esto es el
contorne.
S CCCXXIT.
De la Perspectiva lineal.
El oficio de la Perspectiva lineal es probar con medida
y por medio de líneas visuales cuanto menor aparece un
segundo objeto respecto de otro primero, y asi sucesivamente
hasta el fin de todas las cosas que se miran. Yo hallo
por la experiencia que si el objeto segundo dista del
primero tanto como este de la vista, aunque ambos sean
de igual tamaño, el segundo será la mitad menor (¡ne el
primero: y si el tercer objeto tiene igual distancia del segundo,
será al parecer dos tercios menor; y asi de grado
en grado, siendo iguales las distancias, se disminuirán
siempre proporcionalmente, con tal que el intervah» no exceda
de veinte brazas, pues á esta distancia una figura del
tamaño natural pierde \ de su altura; á las cuarenta brazas
\ erderá f ; á las sesenta ¿, y asi sucesivamente irán disminuyendo:
y la pared distante se hará de dos estados de al-
X
1^6 TRATADO DE LA PINTURA
til ra^ porque si se bace de uno solo, habrá mucha diferencia
entre las primeras brazas y las segundas.
S CCCXXIII.
De los objetos vistos al través de la niebla.
Todos los objetos vistos al través de una niebla parecerán
mucho mayores de lo que son verdaderamente: la causa
de esto es, porque la Perspectiva del medio interpuesto
entre la vista y el objeto no concuerda su color con la magnitud
del objeto^ pues la niebla es semejante al aire confuso
que se interpone entre la vista y el horizonte sereno , y
el objeto próximo á la vista, mirado al través de la niebla,
parece que está á la distancia del horizonte, en el cual una
torre muy alta parecerá aun mucho menor que el objeto
mencionado , si estaba cerca.
§ CCCXXIV.
Dq la altura de los edificios vistos al través
de la niebla.
En un ediñcio cercano la parte que esté mas distante
de la tierra parecerá mas confusa, porque hay mucha mas
niebla entre la vista y lo alto del ediñcio, que entre aquella
y la basa de este. Una torre paralela, vista á larga distancia
por entre la niebla, parecerá mas estrecha conforme
se vaya acercando á su basa. La causa de esto es, por
lo que se dijo en otra parte, que la niebla es tanto mas
espesa y mas blanca, cuanto mas próxima á la tierra, y por
la proposición a/ que dice: un objeto oscuro parecerá de
tanto menor tamaño^ cuanto mas blanco sea el campo en
que se mire. Luego siendo mas blanca la niebla junto á la
tierra que en la elevación ^ es forzoso que la oscuridad de

J^aniJíyjJl.7\
:3í{g^!tÍgS^;gS,,,.>-^,.^4#y
^(^.Jl.
V: \VÍ,J
^^-Jitmenj} j-e.
DE LEONARDO DE VINCI. I 47
la torre parezca mas estrecha junto al cimiento que hácid
el capitel '.
§ cccxxv.
De las ciudades y demás edificios vistos por parte de tardcy
ó por la mañana con niebla.
En los edificios vistos á larga distancia por la mañana
6 por la tarde con niebla ó aire muy grueso solo se percibe
la claridad de las partes iluminadas por el sol, liácia el
horizonte, y las demás partes que no las ve el solj quedan
del color de una oscuridad mediana ó niebla.
S CCCXXVI.
Por qué los objetos mas elevados ^d una distancia,, parecen
mas oscuros en la parte superior que en la basa^
aunque por todas partes sea igual lo grueso
de la niebla.
Entre los objetos vistos al través de la niebla ü otro aire
grueso, como vapor ó humo, y á alguna distancia, la parte
mas elevada será mas perceptible*, y entre los ol>jetos de
igual elevación aquel parecerá mas oscuro, que eslc rodeado
de niebla mas oscura, como sucederá á la vista H, que
mirando las torres A B C de igual altura, ve la C, remate
de la primera torre, en R, profundidad de dos grados de la
niebla, y la parte superior de la torre del medio B la ve en
un solo grado de niebla: luego la parte C parecerá mas oscura
que la B. Lámina XVlIL Figura 1.
1 Véanse los §§ 313 y 215.
1^8 TRATADO -DE LA PINTURA
§ CCCXXVII.
De las manchas de sombra que se dejan ver en los cuerpos
desde lejos.
La garganta ó cualquiera otra perpendicular del cuerpo
humano que tenga encima alguna cosa que la haga sombra
, será mas oscura que el objeto que cause la sombra. Por
consiguiente aquel cuerpo aparecerá mas iluminado, que
Tcciba en sí una masa mayor de una misma luz. Véase,
por ejemplo, 3a parle A á quien no ilumina luz alguna del
ciclo F K, y la parte B que la recibe de H K; la C de
G Kp y la D, que la toma de toda la parle entera F K.
Esto supuesto, el pecho de una figura tendrá la misma
claridad que la frente, nariz y barba. Mas lo que yo encargo
al Pintor con todo cuidado acerca de los rostros es,
que considere como en diversas distancias se pierden diversas
cualidades de sombras, quedando solo la mancha
principal del oscuro, esto es, la cuenca del ojo y otras semejantes-,
y al cabo queda todo el rostro oscuro, porque
se llegan á confundir todas las luces, que son muy pequeñas
en comparación de las medias tintas que tiene : por lo
cual á larga distancia se confunde la cualidad y cuantidad
de claros y sombras principales, y todo se convierte en una
media tinta. Esta es la causa de que los árboles y todos los
demás cuerpos á cierta distancia parecen mucho mas oscuros
de lo que son en sí, cuando se miran de cerca. Pero
después el aire interpuesto entre ellos y la vista los va aclarando
y tiñcndolos de su azul^ pero mas bien azulean las
sombras que la parte iluminada, que es en donde se advierte
mejor la verdad de los colores. Lámina XIX.
L„„.XIX

D£ LEONARDO DE VINCI. 1 49
§ CCCXXVIII.
Por qué pareren azules las sombras que se advierten
en unapafcd blanca á La caída de la tarde.
Las sombras de los cuerpos producidas del resplandor
del sol al liempo de ponerse, parecen sieir.pre azules. La
razón la da la proposición ii."* que dice: la superficie de
cualquier cuerpo opaco participa del color de su objeto.
Luego estando la blancura de la pared sin color alguno, se
teñirá del color de los objetos que tiene, los cuales en este
caso son el sol y el cielo: y como el sol por la tarde se pone
rubicundo, y el cielo es azul, la parte umbrosa que no
mira al sol (pues como dice la proposición 8.'^: ningún lu^
minoso mira la sombra del cuerpo á quien ilumina ) será
vista del cielo : luego por la misma proposición la sombra
dcri\ativa herirá en la pared blanca imprimiendo el color
azul, y la parte iluminada por el sol tendrá el color encendido
como él.
§ CCCXXIX.
En dónde es mas claro el humo.
Visto el humo al través del sol, parecerá mucho mas
claro (jue en ninguna otra parte de donde sale Lo mismo
sucede con el polvo y con la niebla; y si se miran teniendo
el sol á la espalda de la vista
, parecen oscuros.
s cccxxx.
Del poho.
El polvo que levanta algún animal cuando corre, cuanto
mas se eleva, mas claro parece*, y al contrario, mas oscuro
p cuanto mas bajOp mirado siempre al través del sol.
150 TRATADO DE LA PINTURA
S CCCXXXI.
Del humo.
El humo es mas trasparente y oscuro hacia los extremos
de los glol)OS que forma, que hacia el medio.
El humo se mueve oblicuamente á proporción del ímpetu
del viento que lo mueve.
El humo tiene tantos colores diferentes j cuantas son
las cosas que lo producen.
El humo no produce sombras terminadas, y sus contornos
están tanto mas deshechos , cuanto mas distantes de
su causa. Los objetos que están detras de él quedan oscurecidos
á proporción de lo espeso que sea el humo, el cual
será tanto mas blanco, cuanto mas próximo á su principio,
y tanto mas azul, cuanto mas remoto.
El fuego parecerá mas ó menos oscuro, según la cantidad
de humo que se ponga delante de la vista.
Cuando el hamo está lejano , los objetos que están detras
están mas claros.
Píntese un pais confuso, como si hubiera una espesa
niebla, con humo en diversas partes, dejándose ver la llama
que siempre hay al principio de sus mas densos globos;
y los montes mas altos se verán mas distintamente en su
cima que en su falda, como sucede cuando hay mucha
niebla,
§ CCCXXXII.
Varios preceptos para la Pintura.
Toda superficie de cuerpo opaco participa del color que
tenga el objeto trasparente que se halle entre la superficie
y la vista; y tanto mas intensamente, cuanto mas denso
sea el objeto, y cuanto mas apartado esté de la vista y de
la superficie.
DE LEONARDO DE VINCI. I 5 I
El contorno de lodo cuerpo opaco debe estar menos
decidido á proporción de lo distante que esté de la
\isla.
La parte del cuerpo opaco que esté mas próxima á
la luz que la ilumina , estará mas clara ; y la que se
halle mas cercana á la sombra que la oscurece 5 mas oscura.
Toda superficie de cuerpo opaco participa del color
de su objeto con mas ó menos impresión , según lo remolo
ó cercano que se halle dicho objeto , ó según la mayor
ó menor fuerza de su color. Los objetos vistos entre la
luz y la sombra parecerán de mucho mas relieve que en
la luz ó en la sombra.
Si las cosas lejanas se pintan muy concluidas y decididas,
parecerá que están cerca, por lo que procurará el
Pintor que los objetos se distingan á proporción de la distancia
que representan. Y si «1 objeto que copia tiene el
contorno coniüso y dudoso, lo mismo lo debe imitar en
la Pintura.
En todo objeto distante parece su contorno confuso y
mal señalado por dos razones: la una es porque llega á
la vista por un ángulo tan pequeño, y se disminuye tanto,
que viene á sucederle lo que á los objetos pequeñísimos,
que aunque estén arrimados á la vista, no es posible
el distinguir su figura, como por ejemplo las uñas
de los dedos, las hormigas, ó cosa semejante. La otra es
que se interpone entre la vista y el objeto tanto aire,
que por sí se vuelve grueso y espeso, y con su blancura
aclara las sombras, y de oscuras las vuelve de un color
que tiene el medio entre el negro y el blanco , que es
el azul.
Aunque la larga distancia hace perder la evidencia de
la figura de muclius objetos^ con todo, aquellos (jue cslen
iluininados por el sol parecerán con mucha claridad y distinción;,
pero los que no, quedarán rodeados de sombra y
coiiíusamcnle. Y como el airc^ cuanto mas bajo es mas
152 TRATADO DE LA PINTURA
grueso, los objetos que estén en bajo llegarán á la vista
no cUslinlairiente-, y al contrario.
Caaiitlo el sol pone encendí.las á las nubes que se hallan
por el horizonte, participarán también del mismo color
aquellos objetos, que por lo distantes parecían azules:
de aqui se originará una tinta con lo azul y lo rojo, que
daiá mucha alegría y hermosura á un pais, y to los los objetos
que reciban la luz de este rosicler, si son densos, se
verán muy distintamente y de color encendido.
El aire, iguahuente, para que esté trasparente participará
también de este mismo color, á manera del que tienen
los lirios.
El aire que se halla entre el sol y la tierra al tiempo
de ponerse aquel, ó al salir, debe sietnpre ocupar todas
las cosas que están detras de él mas que ninguna otra parte.
Esto es, porque el aire entonces tira mas á blanco.
No se señalarán los perfiles ó contornos de un cuerpo
de modo que insista sobre otro, sino que cada figura resalte
por sí misma.
Si el término de una cosa blanca insiste sobre otra cosa
blanca, si es curvo, hará oscuro por su naturaleza, y
será la parte mas oscura que tenga la masa luminosa; pero
si cae sobre campo oscuro, entonces el término parecerá
la parte mas clara de la masa oscura \
La figura que insista en campo mas variado resaltará
mas que cualquiera otra.
A larga distancia lo primero que se pierde es el término
de aquellos cuerpos de color semejante, si se mira
el uno sobre el otro, como cuando se ve la copa de una
encina sobre otra. A mayor distancia se perderá de vista
el término ó contorno de los cuerpos que tengan una media
tinta, si insisten unos sobre otros, como árboles, barbechos,
murallas, ruinas, montes ó peñascos; y lo último
I Aquí parece que debe decir oscura según el contexto , aunque en el
original dice luminosa.
DE LEONARDO DE VINCI. I
5 3
se perderá el término de los cuerpos c[ue caigan claro sobre
oscuro, y oscuro sobre claro.
De dos objetos colocados á igual altura sobre la vista,
el que este mas remoto de ella parecerá que está mas líajo:
pero si están situados bajo los ojos, el mas próximo á
la vista parecerá mas bajo: y los paralelos laterales con-»
currirán al parecer en un punto (3 o).
Los objetos situados cerca de un rio se divisan menos
á larga distancia, que los que están lejos de cualquier sitio
liúmcdo ó pantanoso.
Entre dos cosas igualmente densas, la que esté mas
cerca de la vista parecerá mas enrarecida, y la mas remota,
mas densa.
K\ ojo, cuya pupila sea mayor, verá los objetos con
.mayor tamaño. Esto se demuestra mirando un cuerpo celeste
por un pequeño agujero beebo con una aguja en un
papel, en el cual como la luz no puede onrar sino en un
espacio muy coito, parece que el cuerpo disminuye su
magnitud respecto de los grados que se quitan á la luz.
El aire grueso y condensado, interpuesto entre un objeto
y la vista, confunde el contorno del objeto, y lo hace
parecer mayor de lo que es en sí. La razón es, porque la
Perspectiva lineal no disminuye el ángulo que lleva al ojo
las especies de aquel objeto, y la perspectiva de los colores
la impele y mueve á mayor distancia de la que tiene;
y asi la una lo aparta de la vista , y la otra lo conserva en
su magnitud.
Cuando el sol está en el ocaso, la niebla que cae condensa
el aire, y los objetos á quienes no alcanza el sol t]uedan
oscurecidos y confusos, poniéndose los otros á quienes
da el sol de color encendido y amarillo, sccun se advierte
al sol cuando va á ponerse. Estos objetos se perciben
distintamente, en especial si son ediíicios y casas de alguna
Ciudad ó lugar, porque entonces la sombra que hacen
es muy oscura, y parece que aquella claridad que tienen
nace de una cosa confusa c incierta; porque todo lo
Y
15 4 TRATADO DE LA PINTURA
que el sol no registra, qaeda de un mismo color.
El objeto iluminado por el sol lo es también por el aire,
de modo que se producen dos sombras, de las cuales
aquella será mas fuerte, cuya línea central se dirija en derechura
al sol La línea central de la luz primitiva y derivativa
ha de coincidir con la línea central de la sombra
primitiva y derivativa (3i).
Mirando al sol en el poniente, hace el espectáculo
mas hermoso, pues entonces ilumina con sus rayos la altura
de los edificios de una Ciudad, los castillos, los corpulentos
árboles del campo, y los tiñe á todos de su color,
quedando lo restante de cada uno de estos objetos
con poco relieve *, porque como solo reciben la luz del aire,
tienen poca diferencia entre sí sombras y claros, y por
esto resaltan poco. Las cosas que en ellos sobresalen algo,
da en ellas el sol, y, como queda dicho, se imprime en
ellas su color: por lo que con la misma tinta que se pinte
el sol se ha de mezclar aquella con que el Pintor toque
los claros de estos objetos.
Muchas veces sucede que una nube parece oscura,
sin que la haga sombra otra nube separada de ella; y esto
sucede según la situación de la vista; porque suele verse
solo la parte umbrosa de la una, y de la otra la parte
iluminada.
Entre varias cosas que estén á igual altura la que esté
mas distante de la vista parecerá mas baja : la nube primer
ra, aunque está mas baja que la segunda, parece que esta
mas alta, como demuestra en la figura XIX el segmento
de la pirámide de la primera nube baja M A , respecto
de la segunda N M. Esto sucede cuando creemos ver una
nube oscura mas alta que otra iluminada por los rayos del
sol en oriente ó en occidente.
I

DE LEONARDO DE VINCI. 15 5
§ CCCXXXIII.
Por qué una cosa pintada^ aunque la perciba la vista hnjo
el mismo ángulo que d otra mas distante^ no parece nunca
tan remota como la otra que lo está realmente.
Supongamos qnc en la pared B C pinto yo una casa
que ha de fingir que dista una milla ^ y después pongo
otra que está realmente á la misma distancia, y ambas están
de tal modo que la pared A C corta la pirámide visual
con segmento igual: digo, que nunca parecerán á la vista
estos dos ol)jctos ni de igual tamaño, ni de igual distancia.
Figura XX. (3^).
§ CCCXXXIV.
De los campos.
El campo de las figuras es una parte principalísima de
la Pintura, en los cuales se advierte distintamente el término
de aquellos cuerpos que son naturalmente convexos
y la figura de ellos, aun cuando su color sea el mi^mo que
el del campo. La razón es, porque el término convexo de
un cuerpo no recibe la luz del mismo modo que la recibe
lo demás del campo, pues muchas veces será aquel mas
claro, ó mas oscuro que este. Pero si en este caso el término
de un cuerpo viniese á quedar del mismo color que el
campo, sin duda quedarla muy confusa su figura en aquella
parte;, lo cual debe evitar ingeniosamente el Pintor hábil,
puesto que su fin no es otro que el de que las figuras
resalten bien sobre el campo ^ y en las circunstancias dichas
sucede al contrario, no solo en la Pintura, sino también
en las cosas de bulto.
1^6 TRATADO D£ LA PINTURA
§ cccxxxv.
Cómo se ha de juzgar una obra de Pintura.
Primeramente se lia de ver si las figuras tienen aquel
relieve que conviene al sitio en que están;, después la luz
que las ilumina, de modo que no haya las mismas sombras
á los extremos del cuadro que en el medio; porque una
cosa es estar circundado de sombras, y otra el tener sombra
solo de un lado. Las figuras que están hacia el centro
del cuadra están rodeadas de sombra, porque las quitan
la luz las otras que se interponen, y las que se hallan entre
la luz V las demás del cuadro solo tienen nombra de un
lado : porque por una parte esta la composición de la historia
que representa oscuridad, y donde no está esta da el
resplandor de la luz que esparce claridad. En segundo lugar
se examinará si la composición ó colocación de las figuras
está arreglada al caso que se quiere representar en el
cuadro. Y en tercer lugar se notará si las figuras tienen la
precisa viveza cada una en particular.
§ CCCXXXVI.
Del relieve de las figuras distantes de la vista.
El cuerpo opaco que está mas apartado de la vista,
demostrará menos relieve j porque el aire interpuesto altera
las sombras , por ser mucho mas claro que ellas , y las
aclara, con lo cual se quita la fuerza del oscuro, que es lo
que le hace perder el relieve.
DE LEONARDO DE VINCI. I 5 7
S CCCXXXVII,
Del contorno de los miembros iluminados.
Cuanto mas claro sea el campo, mas oscuro parecerá
el término de un miembro iluminado •, y cuanto mas oscuro
sea aquel , mas claro parecerá este. Y si el termino es
plano c insiste sobre campo claro de igual color que la claridad
del término j debe ser este insensible.
§ CCCXXXVIII.
De los contornos.
Los contornos de las cosas de segundo término no han
de estar tan decididos como los del priínero. Por lo cual
cuidará el Pintor de no terminar con inmediación los objetos
del cuarto término con los del quinto, como los del
primero con el segundo; porque el término de una cosa
con otra es de la misma naturaleza que la línea matemática
, mas no es linca; pues el término de un color es principio
de otro color, y no se puede llamar por esto línea-,
porque no se interpone nada entre el término de un color
antepuesto á otro, sino el mismo término, el cual por sí
no es perceptible. Por cuya razón en las cosas distantes no
debe expresarlo mucho el Pintor.
S CCCXXXIX.
De las encarnaciones ^ y de los objetos remotos de la vista.
En las fiíTuras y demás objetos remolos de la vista solo
debe poner el Pintor las masas principales de claro y oscuro
sin decisión total, sino confusamente-, y las figuras de
este género solo se han de pintar cuando se finge que el
158 TRATADO DE LA PINTURA
aire eslá nublado ó al acabar el dia : y sobre todo guárdese
de hacer somljras y claros recortados, como ya he dicho,
porque luego mirándolas de lejos, no parecen sino
manchas, y desgracian mucho la obra. Acuérdese taiubien
el Pintor que nunca debe hacer las sombras de manera
que lleguen á perder por su oscuridad el color local de
donde se producen, si ya no es que se halla la figura situada
en un paragc tenebroso. Los perfiles no han de estar
muy decididos-, los cabellos no han de ir separados, y solo
en las cosas blancas se ha de tocar el claro de la luz con
blanco puro, el cual ha de demostrar la primitiva belleza
de aquel color en donde se coloca.
$ CCCXL.
Varios preceptos para la Pintura»
El contorno y figura de cualquier parte de un cuerpo
umbroso no se puede distinguir ni en sus sombras , ni en
sus claros: pero las partes interpuestas entre la luz y la
sombra de tales cuerpos se distinguen exactamente. La
Perspectiva que se usa en la Pintura tiene tres partes principales:
la primera trata de la diminución que hace el tamaño
de los objetos á diversas distancias: la segunda trata
de la diminución de sus colores*, y la tercera del oscurecimiento
y confusión de contornos que sobreviene á las figuras
vistas desde varias distancias.
El azul del aire es un color compuesto de claridad y
tinieblas. Llamo á la luz causa de la iluminación del aire
en aquellas partículas húmedas que están repartidas por
todo él: las tinieblas son el aire puro que no está dividido
en átomos ó partículas húmedas en donde puedan herir
los rayos solares. Para esto puede servir de ejemplo el aire
que se interpone entre la vista y una montaña sombría á
causa de la muchedumbre de árboles que en ella hay, ó
sombría solamente en aquella parte en donde no da el sol.
DE LEONARDO DE VINCI. 15 9
y entonces el aire se vuelve azul alli, y no en la parte luminosa,
ni menos en donde la montaña esté cubierta de
nieve.
Entre otras cosas igualmente oscuras y distantes, la que
insista sobre campo mas claro, se verá con mas distinción^
y al contrario.
El objeto que tenga mas blanco y negro tendrá asimismo
mas relieve que cualquier otro: no obstante, el Pintor
debe poner en sus figuras las tintas mas claras que pueda;
pues si su color es oscuro, quedan con poco relieve y muy
confusas desde lejos; porque entonces todas las sombras
son oscuras, y en un vestido oscuro hay poca diferencia
entre la luz y la sombra , lo que no sucede en los colores
claros.
§ CCCXLI.
Por qué las cosas copiadas perfectamente del natural
no tienen al parecer el mismo relieve que el original.
No es posible que una pintura, aunque imite con suma
perfección al natural en el contorno, sombras, luces y
colorido, parezca del mismo relieve que el original, si ya
no es que se mire este á una larga distancia y solo con un
ojo. Pruébase asi: sean los ojos A B que miran al objeto G
con el concurso de las líneas centrales de ellos A C, B C:
digo que las líneas laterales de las referidas centrales registran
el espacio G D que está detras del objeto, y el ojo
A ve todo el espacio E D, y el B todo el P G. Luego ambos
ojos registran toda la parle P E detras del objeto C:
de modo que este c[ueda trasparente según la definición
de la trasparencia, detras de la cual nada puede ocultarse:
y esto es lo que no puede suceder cuando con solo un ojo
se mira un objeto mayor que él. Esto supuesto, queda
probado nuestro aserio; ponjuc una cosa pintada ocupa
lodo el espacio que tiene detras, y por ninguna parte es
I 6o TRATADO DE LA PINTURA
posible registrar cosa alguna del lugar que tiene á su
espalda su circunferencia. Figura XXL
§ CCCXLII.
Lasfiguras han de quedar despegadas del campo d la vista:
esto es^ de la pared donde están pintadas.
Puesta una figura en campo claro é iluminado, tendrá
mucho mas reliev^e que en otro oscuro. La razón es , porque
para dar relieve á una figura, se la sombrea aquella
parte que está mas remota de la luz, de modo que queda
mas oscura que las otras;, y yendo luego á finalizar en campo
oscuro también, se confunden enteramente los contornos:
por lo cual si no le viene bien el poner algún reflejo,
queda la obra sin gracia, y desde lejos no se distinguen
mas que las partes luminosas , y parece que las sombreadas
son parte del campo , con lo cual quedan las figuras
como cortadas, y resaltan tanto menos, cuanto mas oscuro
es el campo.
§ CCCXLIIL
Máxima de Pintura.
Las figuras tienen muclia mas gracia si están con luz
universal, que cuando solo las alcanza una luz escasa y
particular: porque la luz grande y clara abraza todos los
relieves del cuerpo, y las pinturas hechas de este modo
parecen desde lejos muy agraciadas; pero las que tienen
poca luz, están cargadas de sombra: de modo que vistas
desde lejos , no parecen sino manchas oscuras.
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%^^í

D£ LEONARDO D£ VINCI. l6 I
§ CCCXLIV.
Del representar los varios países del mundo.
En los parajes marítimos ó cercanos al mar que eslan
al mediodía no se debe representar el invierno en los árLoles
y prados del mismo modo que en los paiscs remólos del
mar que están al norte p excepto aquellos árboles que cada
año echan hoja (33).
§ CCCXLV.
Del representar las cuatro estaciones del año.
El otoño se representará pintando todas las cosas adecuadas
á esta estación, haciendo que empiecen las hojas
de los árboles á ponerse amarillas en las ramas mas envejecidas,
mas ó menos, según la esterilidad ó fertilidad del
terreno en donde se halla la planta; y no se ha de seguir
la práctica de muchos que pintan todos los géneros de árboles,
aunque haya entre ellos alguna distancia, con nna
misma tinta verde*, pues el color de los prados y peñascos,
y el principio de cada planta varía siempre, porque en la
naturaleza hay infinita variedad.
S CCCXLVI.
Del pintar el viento.
Cuando se representan los soplos del viento, ademas
del abatimiento de las ramas y movimiento de las hojas
hacia la parte del aire, se deben figurar también los remolinos
del polvo sutil mezclado cou el viento tempestuoso.
I 62 TRATADO BE LA PINTURA
§ CCCXLVII.
Del principio de la lluvia.
La lluvia cae por entre el aire á quien oscurece, y por
el lado del sol se ilumiua y toma la sombra del opuesto,
como se ve en la niebla; y la tierra se oscurece, porque
la lluvia la quita el resplandor del sol. Los objetos que se
ven á la otra parte de la lluvia no se pueden dislinguir sino
confusamente; pero los que están próximos á la vista se
perciben muy bien-, y mucho mejor se distinguirá un objeto
visto entre la lluvia umbrosa que entre la lluvia clara.
La razón es, porque los objetos vistos entre lluvia umbrosa
solo pierden las luces principales; pero los otros pierden las
luces y las sombras: porque la masa de su claro se mezcla
con la claridad del aire iluminado , y la del oscuro se aclara
con ella también.
S CCCXLVIII.
De la sombra que hace un puente en el agua.
Nunca se verá la sombra de un puente en el agua que
pasa por debajo, á menos que por haberse esta enturbiado,
no haya perdido la facultad de trasparentar. La razón
es, porque el agua clara tiene la superficie lustrosa y unida
, y representa la imagen del puente en lodos los parages
comprendidos entre ángulos iguales entre la vista y el
puente: debajo de este trasparenta también al aire en el
mismo sitio donde debia estar la sombra del puente; lo
cual no lo puede hacer de ninguna manera el agua tuibia,
porque no trasparenta, antes bien recibe la sombra, como
hace un camino lleno de polvo.
DE LEONARDO DE VINCI. I 63
S CCCXLIX.
Preceptos para ¡a Pintura.
La Perspectiva es k rienda, y el limón de la Pinlnra.
El tamaño de la figura que se pinte deberá manifeslar
la distancia á que se mira. En viendo una figura del lamaño
natural se dele considerar que está junto á la vista.
S CCCL.
Si<2^ue la misma materia.
La balanza está siempre en la línea central del pecho
que va desde el ombligo arriba, y asi participa del peso
accidental del hombre y del natural. Esto se demacslra
con extender el brazo; pues alargándolo todo, hace entonces
el puño lo mismo que el contrapeso puesto en el extremo
de la romana : por lo cual necesariamente se echa tanto
peso á la otra parte del ombligo, como tiene el peso accidental
del puño \ y asi debe levantarse un poco el talón.
S CCCLI.
De la Estatua.
Para hacer una figura de mármol se hará primero una
de barro, y luego que esté concluida y seca, póngase en
un cajón capaz de contener en su hueco la piedra de que
se ha de hacer la estatua , después que se saque la de
barro. Puesta, pues, dentro del cajón esta, se introduci-»
rán por varios agujeros diversas varas hasta que loquen á
la superficie de la figura cada una por su parle: el resto
de la vara que queda fuera se teñirá de negro, y se señalará
cada una de ellas correspondientemente al agujero por
164 TRATADO DE LA PINTURA
donde entró, de modo qae no puedan trocarse. Sáqnese la
figura de barro, y métase la piedra , la cual se irá desbastando
por su circunferencia hasla que las varas se escondan
en ella en el punto de su señal j y para hacer esto con
mas comodidad, el cajón se ha de poder levantar en alto,
llevando siempre la piedra dentro: lo cual se podrá conseguir
íacilmente con el auxilio de algunos hierros.
§ CCCLII.
Para dar un barniz eterno d una pintura,
NOTA.
,,La confusión, oscuridad é inconexión de las proposij,
clones de este § es tal, que no es posible entenderla;, por
5,10 cual, como la experiencia enseña que la empresa es
5j punto menos que imposible , se ha omitido."
S CCCLIII.
Modo de dar el colorido en el lienzo.
Póngase el lienzo en el bastidor-, désele una mano ligera
de cola, y déjese secar: dibújese la figura, y píntense
luego las carnes con pinceles de seda, y estando fresco el
color, se irán esfumando ó deshaciendo las sombras seguu
el estilo de cada uno. La encarnación se hará con alba) alde
, laca y ocre , las sombras con negro y mayorica , y un
poco de laca ó lápiz rojo (34)- Deshechas las sombras se dejarán
secar, y luego se retocarán en seco con laca y goma,
que haya estado mucho tiempo en infusión con agua engomada,
de modo que esté líquida, lo que es mucho mejor;
porque hace el mismo oficio , y no da lustre. Para apretar
mas las sombras, lómese de la laca dicha y tinta (de la
China) p y con esta sombra se pueden sombrear muchos coDE
LEONARDO DE VINCI. I 65
lores*, porque es trasparente, como son el azul, la laca y
otras varias sombras: porque diversos claros se sombrean
con laca simple engomada sobre la laca destemplada, ó sobre
el bermellón templado y seco.
S CCCLIV.
Máxima de Perspectiva para la Pintura,
Cuando en el aire no se advierta variedad de luz y oscuridad,
no hay que imitar la perspecliva de las sombras,
y solo se ha de practicar la perspectiva de la diminución
de los cuerpos, de la diminución de los colores, y de la
evidencia ó percepción de los objetos contrapuestos á la
vista. Esta es la que hace parecer mas remoto á un mismo
objeto en virtud de la menos exacta percepción de su figura.
La vista no podrá jamas sin movimiento suyo conocer
por la Perspectiva lineal la distancia que hay entre uno y
Otro objeto , sino con el auxilio de los colores.
§ CCCLV.
De los objetos.
La parte de un objeto que esté mas cerca del cuerpo
luminoso que le ilumina será mas clara. La semejanza de
las cosas en cada grado de distancia pierde su potencia:
esto es, cuanto mas distante se halle de la vista, tanto me-»
nos se percibirá por la interposición del aire su semejanza.
§ CCCLVL
De la diminución de los colores y de los cuerpos.
Obsérvese con cuidado la diminución de cualidad de los
colores
p junto con la de los cuerpos en donde se emplean.
I 66 TRATADO DE LA PINTURA
§ cccLvir.
De la interposición de un cuerpo trasparente
entre la vista y el objeto.
Cuanto mayor sea la interposición trasparente entre la
vista y el objeto, tanto mas se trasmuta el color de este en
el de aquel. Cuando el objeto se interpone entre la luz y
la vista por la línea central, que va desde el centro de la
la luz al del ojo, entonces quedará el objeto absolutamentep
rivado de luz.
S CCCLVIII.
De los parios de las figuras y sus pliegues»
Los paños de las figuras deben tener sus pliegues según
como ciñen los miembros á quienes visten: de modo que
en las partes iluminadas no se debe poner un pliegue de
sombra muy oscura, ni en los oscuros se debe tampoco poner
un pliegue muy claro : igualmente deben ir los pliegues
rodeando en cierto modo los miembros que cubren, y
no con lineamentos que los corten, ni con sombras que hundan
la superficie del cuerpo vestido mas de lo que debe
estar; sino que deben pintarse los paños de suerte que no
parezca que no hay nada debajo de ellos: ó que es solo un
lio de ropa que se ha desnudado un hombre, como hacen
muchos, los cuales enamorados de la multitud de pliegues
amontonan una infinidad de ellos en una figura, olvidándose
del efecto para que sirve el paño, que es para vestir
y rodear con gracia los mieml)ros en donde está, y no llenarlos
de aire ó de pompas abultadas en todas las partes
iluminadas. No por esto digo que no se deba poner un
buen partido de pliegues; pero esto se ha de hacer en aquellos
parages en donde la figura recoge y reúne la ropa entre
un miembro y el cuerpo. Sobre todo cuídese de dar va-*

r
DE LEONARDO DE VINCI. I 67
riedacl A los paños en un cuadro liisloriado, haciendo los
pliegues de una figura grandes á lo largo, y esto en los paños
recios-, en olra muy ligeros y sueltos, y que no sea
oblicua su dirección j y en oirás torcidos.
§ CCCLIX.
'De la naturaleza de los pliegues de los paños.
Muchos gustan de hacer en un partido de pliegues ángulos
agudos y ir.uy sci'alados: otros quieren que apenas
se conozcan ; y otros finalmente no admiten ángulo alguno,
sino en vez de ellos una línea curva.
S CCCLX.
Cómo se deben hacer los -pliegues de los paños.
Aquella parle del pliegue que se halla mas remota de
sus estrechos términos se arrimará mas á su primera disposición.
Todas las cosas por naturaleza desean mantenerse
en su ser : el paño como es igualmente tupido y recio
por un lado como por otro, quiere siempre estar plano-, y
asi cuando se halla obligado con algún pliegue ó doblez á
dejar su natural propensión , en observando la fuerza que
hace en aquella parle en donde está mas oprimido, se verá
que en el parage mas remoto de esta opresión se va acercando
á su p.rimer estado natural, esto es, á estar extendido.
Sirva de ejemplo ABC pliegue de un paño como el
Tefcrido. A B sea el sitio en que el paño está oprimido y
plegado; y habiendo dicho que la parte mas remota de sus
estrechos términos se arrimará mas á su primera disposición:,
estando la parte C mas lejos de ellos, será el pliegue
mucho mas ancho en C que en toda su demás extensión.
Lámina XX,
1 68 TRATADO D£ LA PINTURA
§ CCCLXL
Cómo se han de hacer los plicQues en los paños*
En un paño no se deben amontonar confusamente muchos
pliegues, sino que solamente se deben emplear estos
en los parages en que agarra á aquellos la mano ó el brazo,
y lo restante debe dejarse suelto naturalmente. Los pliegues
se deben copiar del natural; esto es, si se quiere hacer
un pafio de lana, háganse los pliegues según los del
natural; y si de seda ó paño muy fino, ó de tela grosera,
se irán diversilicando según la naturaleza de cada cosa; y
no acostumbrarse, como muchos, á los pliegues de un modelo
vestido de papel; pues te apartará considerablemente
de la verdad.
§ CCCLXII.
De los pliegues escorzados.
En donde la figura escorza se han de poner mas pliegues
que en donde no escorza; y los miembros deben estar
rodeados de pliegues espesos, y que giren alrededor de
ellos. Sea E el punto de la vista; M N alarga el medio de
cada uno de los círculos de sus pliegues, por estar mas remotos
de la vista; N O los demuestra rectos, porque se
ven de frente; y P Q al contrario. Lámina XXL
§ CCCLXIII.
Del efecto que hacen á la vista los pliegues.
Las sombras que se interponen entre los pliegues de
las ropas que rodean un cuerpo humano serán tanto mas
oscuras, cuanto mas en derechura estén de la vista las concavidades
que producen las tales sombras; quiero decir,
Zam.XXI
Jiarí^e/<

DE LEONARDO DE VINCI. I 69
cuando se halle la vista entre la masa del claro y la del oscuro
de la fii^ura.
§CCCLXIV.
De los pliegues de las ropas.
Los pliegues de las ropas en cualquiera disposición deben
demostrar con sus lineamentos la actitud de la figura,
de modo que no quede duda alguna de ella á quien la mire:
ni tampoco ha de cubrir un pliegue con su sombra un
miembro de suerte que parezca que penetra la profundidad
del pliegue por la superficie del miembro vestido. Si
se pintan figuras con muchas vestiduras , cuídese de que
no parezca que la última de estas cubre solo los huesos de
la tal figura, sino los huesos y la carne juntamente con las
demás ropas que la cubren, con el volumen que requiera
la multitud de las vestiduras.
§ CCCLXV.
Del horizonte representado en las ondas del agua.
El horizonte se representará en el agua por el lado que
alcanza la vista y el mismo horizonte, según la proposición
6.° j como demuestra el horizonte F á quien mira el
lado B C, y la vista igualmente. Y asi cuando el Pintor
tenga que representar un conjunto de aguas, advierta que
no podrá ver el color de ellas, sino según la claridad ü oscuridad
del sitio en donde él se halle, mezclado con el color
de las demás cosas que haya delante de él (35). Ld"
mina XFUL Figura II.
AA
NOTAS
AL TRATADO DE LA PINTURA
DE VINCI.
$ XXL
(
I
) ixconseja Vinci aqui la variedad de las formas y
aspectos, porque de ella depende la hermosura y perfección
de una obra. Porque si en todas las figuras de una
historia se siguiese 'la proporción y belleza de la estatua
Griega, faltarla tal vez la belleza y proporción necesaria
á la obra. Por ejemplo: si en el célebre cuadro de Rafael,
Wamaáo el pasmo de S/cí7ia , hubiera el autor pintado á
uno de los Sayones que alli se ven con una disposición en
sus miembros igual á la de Jesucristo, no fuera tan alabado
como es: pues cada figura ha de manifestar en los
lineamentos exteriores de su rostro y cuerpo las propiedades
interiores, ó la intención de su ánimo. Aun en un
lienzo en que se representara el baño de Diana con multitud
de Ninfas, debe haber diferencia en la proporción de
sus cuerpos y semblantes^ pues de otro modo resultaría
una belleza, digámoslo asi, muy monótona.
S XXIV.
(2,) Este documento tiene alguna restricción, en el
cual da á entender que el estudio é imitación de la naturaleza
debe ser el único afán del Pintor*, pero asi como
para la total comprensión de una ciencia es menester ir
aprendiendo ó imitando los progresos que en ella hicieron
NOTAS. 171
los Maestros y demás hombres eminentes^ del mismo modo
el joven aplicado debe estudiar y arilielar á la i mi I ación
de la naturaleza, siguiendo las huellas de aquel proíesor
cuyo estilo se adapte mas á su genio.
$ XXX.
(3) Como en la mayor parte de los cuadros historiados
hay muchas figuras 5 cuya vista está interrumpida en
parte por la interposición de otras; muchos suelen dibujar
solamente las partes que se ven, con lo cual es muy diticil
que queden los miembros con aquella conexión y corresponrleneia
que deben tener entre sí. Por esto, pues, establece
Vinel esta máxima digna de toda atención y observación.
S XXXIÍ.
(4) Fsto puede servir principalmente para hacer un
pais por el natural, ó cosa semejante: pues para lo demás
es tan arriesgada esta práctica, como dificil la ejecución
sin auxilio alguno.
S XLIII.
(5) El movimiento de los miembros del hombre lo
ejecutan los músculos y tendones visiblemente, pero no
los nervios, como aqui dice Vinci ; pues aunque el espíritu
animal conducido por ellos es uno de los agentes principales
para el movimiento, como es invisiblemente, no es
de la inspección del Pintor su noticia. Lo que dice de las
cuerdas convertidas en sutílisirnos cartílagos ^ es absurdo
del todo.
172 NOTAS.
S LIX.
(6) Según acredítala experiencia nunca puede parecer
una bola circular ó una esfera de figura oval á la vista;
porque de cualquiera parte que se la mire, siempre presenta
á la vista un círculo perfecto. Esto supuesto, no parece
muy arreglado al natural este documento; pero esta
opinión no carece de sectarios, y tal vez Vinel seria uno
de ellos.
$ CXXI.
(7) Este documento es de aquellos que indispensablemente
necesitan explicación de viva voz del Maestro que
lo da; pues de otro modo es muy difícil comprender (según
la oscura expresión del original ) el modo de hacer las
mezclas de colores y tintas que dice ; y casi imposible adivinar
á qué conducen semejantes mezclas, cuando no se
propone objeto alguno á quien imitar con ellas. Estas faltas
é inconvenientes suceden siempre en las obras que se
publican después de muerto el autor p como la presente,
S CXXXVI.
(8) Poniendo delante de un color un velo mas ó menos
tupido, ó un cristal mas ó menos oscuro, pierde el color
parte de su viveza.
S CLXII.
(9) Estas razones que aquí cita Vinel estarían en alguna
nota ó apéndice de esta obra, que no pudo llegar á
las manos del Editor; porque no se encuentran en el resto
de ella.
NOTAS, 173
S CLXVIII.
(10) Según se demuestra en lodo genero de esqueletos,
la misma proporción hay entre el grueso de la parte
de hueso que compone la articulación, y lo restante de él
en un niño, que en un adulto. El espacio entre una y
otra articulación es por lo regular mucho mas abultado;
porque alli están los cuerpos de les músculos que son carnosos,
y esto sucede igualmente en el niño que en el adulto.
Es verdad que los niños tienen mas gordura en las partes
exteriores del cuerpo que en las interiores, lo que sucede
al contrario en los adultos proporcionalmente, y asi
dichas parles han de ser mas abultadas en los niños respectivamente
que en los hombres.
Dice Yinci que la coyuntura está sola sin ligamento
alguno de los que cubren y ligan á un mismo tiempo el
hueso-, lo cual es falso, porque toda articulación está cubierta
de todos los ligamentos que sirven para afianzarla
y aun en algunas pasan por encima algunos músculos y
tendones. Este error será tal vez, como ya se ha advertido
en el prólogo, ó alteración de las copias de la obra^ ó defecto
del arte anatómico en aquellos tiempos.
§ CLXXI.
(11) Gran lástima es que no haya llegado á nosotros
este tratado, pues en lo concerniente á la Pintura seriadigno
de la capacidad de tan grande hombre.
S CLXXVI.
(in) Los músculos que en este § llama Vinci domesti^
eos y silvestres serán sin duda lodos los que sirven para
1^4 NOTAS.
los movimientos del carpo ó muileca, y para la flexión y
extensión de los dedos, todos los cuales se hallan en el antebrazo,
á excepción de algunos que tienen su origen en
la parte inferior del húmero y sus cóndilos,
§ CCXII.
( i3) Aunque no ha llegado á nuestras manos el libro
que cita Vinci como suyo en este § , son tantos los documentos
que da este Tratado acerca del movimiento natural
del hombre , que basta para que los profesores estudien
una parte tan esencial para la belleza y propiedad de
las figuras de un cuadro.
S CCXXVII.
(14) La parte posterior del muslo la componen varios
músculos que seria prolijo el referirlos ahora, y asi no podemos
acertar con el que menciona aqui Vinci. En la garganta
y espaldilla hay también m.uchísimos; por lo que
también es casi imposible saber de cual de ellos habla el
autor. La nalga la forman tres músculos llamados glúteos.
El músculo del espinazo que nombra aqui Leonardo serán
tal vez los sacro-lumbares ^ largos- dorsales y grandes-espinosos
ó semiespinosos ^ los espinosos y los sacros, que son
los que hacen el movimiento de extensión de la espina], á
los que se pueden añadir los cuadrados de los lomos, aunque
el uso de estos es servir á la flexión de dicha parte. El
del estómago son los rectos del abdomen,
J CCXXVIII.
( i5) Según las observaciones mas exactas de la Anatomía
no hay nada de lo que aqui dice Vinci.
NOTAS. 175
S CCXXIX.
(16) Estos huesos, segnn parece, serán unos hueseci-
Uos llamados sesamoideos ^ que se encuentran en las articulaciones
de los huesos del metacarpo y metatarso con
las piimersis falanges de los dedos;, y también suelen hallarse
en algunos otros sitios del cuerpo, los cuales están
unidos á los tendones, de modo que parece sen alguna
porción de estos osificada, y sirven para facilitar el movimiento
de los dichos huesos y de los músculos flexores de
los dedos. Su número es indeterminado, y en los niños no
se encuentran hasta cierta edad, en la que sen cartilaginosos
por mucho tiempo. Los que dice \inci que se hallan
en la espaldilla , serán tal vez las apófisis ó eminencias
que alli se ven^ pues ningún Anatómico dice haber
encontrado en dichas partes y sus articulaciones ningún
sesamoideo. Todo esto solo se puede percibir en la disección
del cadáver; pero no en la figura vestida de toda su
carne, ni menos en el esqueleto, porque se pierden estos
huesecillos por su pequenez, excepto la róLu]a\ y asi el
Pintor no tiene necesidad de saberlo, y solo se pone aqui
para explicar este § con arreglo á la Anatomía moderna.
§ ccxxx.
(17) Toda la explicación que hace Vinci en este § conviene
exactamente á los' dos músculos llamados rectos que
hay en el abdomen^ uno á cada lado, cuyo oficio es doblar
y extender el cuerpo del modo que refiere.
§ CCXXXIV.
(18) Los músculos que sirven para la extensión y fle*
176 NOTAS.
xión del antebrazo son cuatro. Los dos de la flexión son
el bíceps^ y el braquial interno. El bíceps^ llamado asi
porque tiene dos cabezas, está situado á lo largo de la
parte anterior del hueso del brazo ó húmero^, la una cabeza
se une á la apófisis coracoides de la espaldilla^ la
otra al borde de la cavidad glenoidal de la misma. Luego
se reúnen ambas en la mitad del húmero^ formando un solo
músculo que va á terminar por un tendón fuerte en la
tuberosidad que se baila en la parte interna y superior
del radio. El braquial interno nace de la parte media del
húmero 'j se abre en forma de horquilla al principio para
abrazar el tendón inferior del músculo deltoides. Queda
cubierto del bíceps ^ y va á terminar en la parte superior
é interna del cubito. Los otros dos de la extensión son el
triceps braquial y el ancóneo. El tríceps tiene tres cabezas
que nacen, la primera de la extremidad anterior de la
costilla inferior del omoplato \ la segunda de la parte superior
y externa del húmero debajo de su gruesa tuberosidad
; la tercera de la parte interna del mismo hueso detras
del tendón del graji-dorsal: todas tres se unen en un
músculo, resultando un grueso tendón aponebrótico que
.abraza toda la extremidad del olecránon. El ancóneo es
un músculo de dos ó tres pulgadas de largo, situado exteriormentc
al lado del olecránon: nace de la parte posterior
del cóndilo externo del húmero., y se termina en la
cara externa del cubito unos cuatro dedos mas abajo del
olecránon.
§ ccxxxv,
(19) Los músculos que extienden la pierna son el
recto anterior^ el basto interno y el externo^ y el crwral.
El 7'ecto anterior viene desde la parte superior de la
articulación del fémur con los huesos de la cadera , y
descendiendo por la parte anterior del muslo, abraza la
rótida por una apon^brósis ó membrana tendinosa^ y terNOTAS.
177
mina en las partes laterales de la extremidatl superior de
la tibia ó hueso de la pierna. Los dos bastos se unen por
arriba, el interno al pequeño trocánter^ y el externo al
grande; después abrazan lateralmente el muslo hasta la
base de la rótula^ en donde sus tendones se eonfunden
con el del recto anterior. El crural está situado entre los
dos bastos j y detras del recto: abraza toda la parte interior
y convexa áe\ fémur; nace en el gran trocánter^ y
termina con una fuerte aponebrósis ^ que se confunde también
con la del recto anterior , en el mismo sitio que este.
S CCXL.
(2.0) Si en un cuadro, v. g. , de la degollación de los
Inocentes se quisiera pintar un verdugo arrancando violentamente
de los brazos de una madre á un niño para dego-«
liarle; esta figura debería tener precisamente un movimiento
compuesto , esto es, deberla estar en acción de arrebatar
al niño, y de quererle herir; y asi pintándola solo
con la segunda acción, quedarla defectuosa la expresión
que es lo que dice Vinci en este §.
$ CCXLV.
(í2i) Estos primeros movimientos mentales de que habla
Vinci son la tristeza, la meditación profumla, y otros
á este tenor que dejan al hombre por un rato en inacción,
y de este modo se deben expresar en la Pintura Los segundos
son la ira, el dolor sumo, el gozo &e. , los cuales
causan agitación en el cuerpo humano, á veces extraordinaria
, cuyas particularidades necesita el Pintor tener mxxj
preseutei.
BB
1^8 NOTAS.
S CCLIV.
(íia) La acción en que pinta Vínci á la figora en el
caso que supone, es tan inusitada en nuestros tiempos,
que no sé qué efecto causaría ver á un personage en semejante
actitud.
S CCLXXVIII.
(aS) Aquí parece que habla Vinci solamente de copiar
un cuadro*, porque en el § LVI dice expresamente:
que el contorno exacto de la figura requiere mucho mayor
discurso e ingenio que el claroscuro ^ cuya sentencia
adoptan todos los inteligentes, y los Maestros del arte.
§ CCLXXIX.
(24) Fácilmente se puede hallar la prueba de lo que
dice Vinci á lo último de este §•, pues es cierto que cuando
vemos en el Teatro á los Cómicos, es menester poner
cuidado para conocerlos y distinguirlos, por la mutación
que advertimos en sus rostros j> á causa de darles la luz
desde abajo.
$ CCXCI.
(íi5) Es evidente que á mediana distancia solo ad-
Tcrtimos en los rostros de las personas que miramos las
manchas principales que forman los ojos, la nariz y la
bocaj y por sernos la proporción de la distancia de estas
manchas, entre sí, tan conocida en las personas que
tratamos con frecuencia, las conocemos al instante, aunque
por estar separados no distingamos las menudencias
particulares de su cara, como si las cejas son mas ó meNOTAS.
179
nos pobladas, sí los ojos son mas 6 menos oscuros, si el
color es mas ó menos claro , si liene señales de viruelas
&c.: por lo cual, siempre que en un retrato haga
el Pintor las partes principales del rostro con igual proporción
en sus distancias, que las del original, el retrato
será parecido imlubitablemente, aunque en las demás
cosas no sea del lodo muy exacto ó puntual.
§ CCXCVI.
(2.6) Lo que quiere decir Vincí en este 5 ^s esto:
para que la luz que entre por la ventana del estudio del
Pintor no sea recortada , como sucede á toda luz que entra
por el espacio de una claraboya, quiere que el lienzo
que la cubra esté pintado de negro hacia los extremos,
cuyo color se irá aclarando por grados hacia el medio de
la ventana, á fin de que de este modo no penetre la luz
con igual fuerza por los términos de la ventana como por
el centro, y asi imitará á la luz abierta del campo. Todas
estas son delicadezas ó prolijidades propias del genio de
un artílice tan especulativo como Vincí.
S CCXCVIT.
(2.7) La doctrina que da en este § Vinel es conforme
á las regias rigurosas de la Perspectiva ; pero en un objeto
de corta dimensión, como es una cabeza, no se verifica:
porque siempre que se mida con un compás de puntas
curvas la altura total de una cabeza desde la punta de la
barba hasta el vértice ó la parte superior del cabello, del
mismo modo que miden los Escultores los miembros de un
modelo para hacer una estatua arreglada á él; y después
lome la medida de la distancia de las sienes y mejillas de
la misma manera que se mide el diámetro de un canon de
artillería para saber su calibre; pintada luego una cabeza
I 8o NOTAS.
bajo estas dimensiones , precisamente ha de parecer de
igual tamaño , y no mayor : pues entre dos cosas, la una
pintada, y la otra verdadera que ocupan igual espacio en
el aire, y el relieve natural de la segunda es igual al que
demuestra la primera en virtud del claro y oscuro, precia
sámente ha de haber igualdad. En cuanto á la oscuridad
y confusión que reina en las palabras y proposiciones de
este §, repito lo que ya otra vez he dicho, y es, que una
obra tantas veces copiada, y sacada á luz después de la
muerte de su autor, necesariamente padece mil alteraciones
y corrupciones.
S CCXCVIII.
(28) Según la explicación de este §, N O será la fuerza
de la sombra, siendo A D la pared oscura, O Y y N Y
serán medias tintas: C P la fuerza del claro, y C Y, P Y
medias tintas mas claras que las otras. Figura XFI>
J CCCI.
(ag) En este § no puede adquirir luz ninguna el principiante,
pues su explicación es absolutamente incomprensible.
$ cccxxxu.
(3o) Cuando se camina por una calle de árboles formada
por dos hileras paralelas , parece que van á concurrir
en un solo punto.
(3 i) Quiere decir que la luz ha de estar diametralmenle
opuesta á la sombra.
NOTAS. I 8 I
j cccxxxni.
(3a) Para saber de qaé pirámide habla aqoi Vincíp
léase con reflexión el libro I de León Bautista Alberti.
La razón de lo que declara esle § (según comprendo)
es porque el terreno que en la Pintura representa la milla
de distancia, ocupa solo aquel espacio que le da la Perspectiva,
la cual solo causa la ilusión en la \ista , guardando
esta la posición que debe en frente del punto, sin variar
ni mudarse j pero como esto no es posible, los ojos advierten
luego la diferencia que hay entre la distancia fingida
y la verdadera; porque cuanto mas registran á esta,
ya subiendo y ya bajando la vista, siempre la hallan mayor;
y al contrario aquella.
S CCCXLIV.
(33) Fslo alude á la propiedad que debe observar el
Pintor en lo (pie pinte en cuanto al parage, circunstancias,
clima, costumbres ócc.
$ CCCLUI.
(34) Como después de la muerte de Vinci se han descubierto
varios minerales y tierras que sirven de colores
en la Pintura para todo, es ociosa la doctrina de esle J. La significación de la voz jnajorica no se ha encontrado
en Diccionario alguno.
1 8 2 NOTAS,
S CCCLXV.
(35) En este §, aunque muy confusamente, habla
Vinci de la imagen que representa el agua, del objeto
que tiene á la otra parte, como cuando vemos una laguna
, y al otro lado un montecillo ó una torre , la cual se
verá en las aguas siempre que la vista perciba el punto su-.-
perior de dichos objetos y el espacio del agua, como demuestra
la estampa.
:nj

y^j
VIDA
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI,
POR
RAFAEL DU FRESNE.
r úblico testimonio es la historia de lo ilustre y antigua
que fue en Florencia la familia de Alberti; pues queriendo
Scipion Amirato por ciertas miras particulares realzar
el apellido de Concini , no halló mejor expediente que
ponerle al lado del de Alberti, dando un mismo origen
á ambas familias. Por ahora basta decir que en el año de
I 304 eran ya los Albertis sugetos de mucha estimación
en Florencia , adictos al partido de los Bianchis ; y en el
de I 3 84 en las fiestas que se celebraron en aquella Ciudad
por la toma de Arezzo, fueron tan magnificas las funciones
que dieron , que se juzgaron mas propias de Principes
que de particulares. En los Archivos de la República
se halla que los Albertis tuvieron nueve veces el Gonfalonerato
, que era el supremo grado de honor á que po-
¿ian aspirar los Florentinos. Pero en las frecuentes turbulencias
públicas no siempre tuvieron muy favorable á la
fortuna. En el año 1387 Cipriano y Benito Alberti fueron
desterrados de su patria , y en el de 1 4 1 1 se expatrió hasta
los niños de esta familia. En 1 42 8 se les indultó y permitió
vivir en Florencia. El dicho Cipriano fue padre de
Alberto , Lorenzo y Juan. Alberto Alberti fue primero Canónigo,
y en 1 43 7 le dieron el Obispado de Camerino. El
184
papa Eugenio, que fue recibido de los Florentinos con
tanta suntuosidad y demostraciones de afecto en su ciudad,
habiendo experimentado la virtud de este Prelado en el
Concilio que celebró , le condecoró con la Púrpura Cardenalicia,
mostrándose agradecido al mismo tiempo en esto
á su nación. Lorenzo su hermano dejó tres hijos llamados
Bernardo , Carlos y León Bautista , cuyas prendas serán
abundante asunto de este breve discurso. El cuidado y diligencia
con que fueron educados estos tres hermanos durante
la vida de su padre , lo dice el mismo León Bautista
en el Tratado que escribió é intituló : Comodidades é incomodidades
del estudio ; en donde cuenta que tenia todas
las horas distribuidas de tal modo para varios estudios,
que nunca estaba ocioso.
Luego que llegó á la edad juvenil Carlos su hermano,
se dedicó al cuidado de su casa sin abandonar la literatura;
pero León Bautista no teniendo mas negocios que sus libros
, se entregó de todo punto al estudio , y adelantó tanto
en las ciencias, que excedió á cuantos por entonces tenían
fama de literatos. La primera muestra que dio de la
viveza y prontitud de su ingenio fue el engañar con una
discreta é ingeniosa burla (mas feliz que la de Sigonio en
adelante) el juicio y parecer de los eruditos de su tiempo;
pues siendo de edad de veinte años, y hallándose en Bolonia
compuso ocultamente una fábula que intituló Philodo^
xios j bajo el nombre de Lépido Cómico , la cual la publicó
luego como que se habla encontrado por rara casualidad
en un manuscrito antiquísimo. Imitó en ella Alberti
con tal felicidad la dicción y estilo antiguo de los Cómicos
Latinos, que habiendo llegado á las manos de Aldo Manudo
, tenido entonces por el modelo de la latinidad mas
pura , la hizo iámediatamente imprimir en Lucaaño 1588
(A) , dedicándosela á Ascanio Persio , sugéto de mucha
erudición , como obra de un escritor antiguo : Lepidam
Lepidí antiqui comicij quisquís Ule sit j fabulam ad te mittOj
eruditissime Persi j quae cum. ad mdnus meas perveneritj
periré nolui ; ^antiquitatis rationem habendam esse duxi.
Multa sunt inea observatione digna _, quae tibij totius vetus"
tatis solertissimo indagatoríj non displicebunt y mihi certe
cum placuerint (¡^rc. El mismo Alberti se declaró en el prólogo
que compuso á esta fábula á los veinte años de su
edad; non quidem cupioy non peto in laudem trahij quodhac
vigessima annorum meorum aetate hanc ineptius : scripserim
fabulam: verum expecto inde haberi apud vos hoc persuasión
nis non vacuum me scilícet ^ non exundique incure meos obi^
visse annos. Con esta experiencia que hizo de sus fuerzas
Alberti á esta edad , no hubo luego ciencia que no adquiriese
con su aplicación , de modo que no pasaba dia en
que no leyese ó compusiese alguna cosa útil, como él mismo
lo asegura; y era su entendimiento tan dócil, que parecía
nacido para cualquiera arte ó ciencia. No es posible
discernir si fue mejor Poeta que Orador , si escribió mejor
el Latin que el Toscano, si fue mas hábil en las ciencias
prácticas que en las especulativas , ó si hablaba con
mas energía de las cosas sublimes, ó con mas gracia y
atractivo de las regulares.
Dice la Historia que Lorenzo de Médicis , verdadero
Mecenas de su siglo , quiso en una ocasión , para pasar con
comodidad la rigurosa estación del estío, juntar en la selva
de Camáldoli una Academia de los sugetos mas célecc
1 86
bres en toda clase de literatura , entre los cuales obtuvieron
los lugares primeros Marsilio Picino, Donato Acciayoli
, León Bautista Alberti , Alámano Rinvecino y Cris^
tobal Landino. La conversación de unos hombres como
estos cada uno se la puede imaginar ; pero entre todos solo
se llevó la palma Alberti ,> el cual con discursos profun-
4disimos , demostró que en la Eneida se esconden bajo la
apariencia de varias ficciones los mas altos secretos de la
•Filosofia , y que Virgilio era un verdadero Filósofo , vertido
y adornado con las invenciones poéticas. Estos discursos
hicieron tal impresión en el ánimo de los oyentes,
que^Cristobal Landino (que fue el Secretario de aquella
Academia) los copió y coordinó, con los cuales formó
luego aquella obra que se imprimió con el titulo de quaes^
tiones Camaldolenses , en Latín, en la que hacia el fin. escribe
Landino : Haec sunt quae de plurimis j longeque excellentioribus
j quae Leo Baptista Albertus memoriter j di^
lucide j ac copióse in tantorum virorum concessu disputavit,
meminisse volui.
Dejó Alberti varias obras escritas en Latín y en Toscano
, de las que pondremos al fin un catálogo puntual.
Entré las obras latinas la mas excelente y digna de compararse
con las de la antigüedad es la que intituló el Mo--
mo , la cual por su particular mérito fue impresa el mismo
año de 1520 por dos veces en Roma. En ella se explica
con infinita gracia , y con un artificio de los mas sublimes
entre chanzas, risas y burlas todo lo que los demás han
escrito con seriedad y gravedad acerca de la Filosofia moiral,
siendo el asunto principal de sus cuatro libros las
prendas que constituyen á un Príncipe perfecto y apto
i8?
para conocer á lo5 que le cercan , su carácter y costum--
bres. Es muy buena también la obrita que escribió intitu^
lada Trivia^ que trata de los Senadores , y *la otra que in-'
tituló de Jure^ ó de la administración de la Justicia , de las^
cuales no se por qué razón formó el quinto y sexto librd
del Momo Cosme Bartoli, cuando tradujo al Toscano varios
escritos de Alberti. Escribió también unas fábulas , y
en la particularidad de los conceptos aseguran que excedió
á Esopo. Compuso también la vida y costumbres
de su perro , y la de la mosca ; siendo tal su ingenio queí
del mismo modo podia burlarse con artificiosos rodeos
de las cosas graves y serias , que filosofar sobre las baja^
y frivolas. En italiano escribió tres libros de la economía,
y algunos asuntos amorosos en prosa y verso; siendo
él el primero (como escribe Jorge Vasari) que hizoversos
italianos con metro latino , como se ve en la Epístola
que compuso: '>i. J J : :-. :í :.
Questa pur estreñía ihiseíabir epístola
mando
A té che spregi miseramente nói &c.
Pero al hablar del sobresaliente ingenio de Alberti
en todo género de literatura , y del lugar que obtuvo entre
los eruditos , veo que me arrebatan los individuos de
una profesión diferente, quiero decir, los Pintores y
Arquitectos, los cuales quieren sea suyo del todo; y
mostrándome lo mucho que hizo en la Pintura y Arquitectura,
me hacen que vuelva atrás para empezar á escribir
las prendas de otro Alberti , pasando de las ciencias
especulativas á las prácticas y mecánicas. En efecto,
fue tan grande la capacidad y talento de Alberti, que no
i88
solamente pudo tinturarse en todas las ciencias generaUj
mente , sino que supo y profesó cada una de ellas en particular,
de modo que hizo creer á las gentes que Solo á
aquella se habia aplicado y dedicado de todo punto , igua-,
lando , y a veces excediendo á los mas hábiles facultativos.;
Hallábase en su tiempo tan decaida la Arquitectura,
que aunque habia de ella alguna noticia, era tancorrom-.
pida y distante de la nobleza y grandiosidad de los siglos
Romanos, que nada bueno producia. Alberti fue el primero
que intentó restaurar la pureza de este arte , y arrojando
la barbarie de los siglos Góticos, introdujo el orden
y la proporción , de suerte que fue llamado universalmente
el Vitruvio Florentino. La fama que adquirió indujo al
Papa Nicolao V á que se valiese de él para algunas fábricas
de Roma, poniendo en él toda su confianza en virtud
de las alabanzas que de su mérito le hizo Biondo ForUvese
, sugeto á quien estimaba el Pontífice particularmente.
Hizo el diseño de la Iglesia de S. Francisco para Segismundo
Pandolfo Malatesta , Señor de Rimino , la que
se empezó año 1447, y fue uno de los mas suntuosos
edificios de Italia. Se concluyó en 1 5 5 o : y ya que el Vasari
es tan prolijo en cosas de mucha menor importancia
que esta , y en la descripción de este magnifico Templo
fue escaseando las palabras , no obstante que pudo muy
bien haber observado en el tiempo que estuvo en Rimino
todas las partes de la fábrica, cuando pintó elS. Francisco
para el Altar mayor; nosotros para suplir en parte
esta negligencia, y para honrar en lo posible la memoria
del Arquitecto , haremos aqiii una sucinta relación de to-,
do lo que nos pareció digno de notarse cuando vimos es189
te edificio. Empezando , pues , por la fachada , hay en ella
un bellísimo embasamento de mármol de Istria , el cual
corre rodeando toda la fábrica , y por coronación tiene
un hermoso adorno de follages con las armas de los Pandolfos
, agrupado todo con excelente invención. Sobre
este embasamento se elevan cuatro columnas istriadas ó
medias cañas de orden compuesto. Los tres intersticios los
ocupan tres nichos, siendo mayor el de en medio , que es
la puerta, y se interna un poco -con adornos de follages
muy buenos. Sigue después el arquitrabe, friso y cornisa
, sobre la cual habia dos pilastras, y un nicho en medio
correspondiente á la puerta, todo del mismo orden, lo
cual , si se hubiera hecho , servirla para dar luz á la nave
de enmedio, y para colocar la estatua del Señor de Rímino.
A un lado del Templo se ven siete arcos con noble
y grandiosa invención, y debajo de ellos otros tantos sepulcros
de los Señores ilustres de Rimino. La parte inferior
del edificio no es en nada inferior á la de afuera, ni
en la grandiosidad del diseño , ni en el primor de los ornatos,
los que, aunque participan algo del gusto Gótico,
considerando la dureza de aquel siglo, merecen siempre
alabanza. Los mármoles de diversas especies se emplearon
con profusión tanto en lo interior , como en lo exterior
de este Templo ; y se lee en la vida de Segismundo
que pasando con su gente por junto á Rabena , despojó
las antiquísimas Iglesias de S. Severo y de Clasi de todas
las alhajas y demás particularidades preciosas que habia
en ellas, para llevar á Rimino todo lo que le parecía á
propósito para perfeccionar y enriquecer la obra que ha-
<;ia, con tal exceso, que Fio II vituperó mucho su accion,
llamándole con sobrado fundamento sacrilego.
.En una de las seis Capillas del Templo están los ricos'
y suntuosos sepulcros de Segismundo y de Isota su es-«
posa , y encima de uno de ellos se ve el retrato de dicho-
Señor (como escribe Vasari) , y en otra parte el de Leoii*
Bautista.
'
-
En el año 1 5 5 1 Ludovico Gonzaga , Marques de Man-*
tua , que era muy devoto de nuestra Señora de la Anunciación
de Florencia, por voto que hizo en ocasión de un
parto muy feliz de su esposa, mandó fabricar con diseños
de León Bautista el Coro que al presente se ve en la
referida Iglesia, con las armas de los Gonzagas; cuya
obra , asi como es un claro testimonio de la magnificencia
de aquellos Señores, es también una prueba de la habilidad
del Arquitecto que supo construirlo tan caprichosamente
, que parece un Templo circular con nueve Capi-;
Has alrededor. Y porque en él se advierten algunas cosas
que no causan tan buen efecto á la vista como se requiere,
como son los arcos de las Capillas que parece se caen hacia
atrás por la figura circular del recinto principal cuando
se miran de perfil, remitimos para esto al Lector al Vasari.
El mismo Marques queriendo reedificar desde los cimientos
la Iglesia de S. Andrés , célebre por la sangre
de Jesucristo , que alli se conserva , mandó llamar á Alberti
el año 1472, y declarándole el pensamiento que
tenia de ennoblecer á Mantua con un suntuoso y magnifico
edificio , le hizo formar el modelo del Templo
que se ve hoy ; el cual es de barro cocido en figura de
cruz, con una sola bóveda, que forma la parte inferior
de ella , puesta sobre el cuerpo principal de la Iglesia,
cuya longitud es de ciento y cuatro brazas, y la latitud
de cuarenta, sin que haya ninguna cadena de hierro, ni
de madera que la sostenga, y toda la obra es de orden
compuesto con tres Capillas grandes y tres pequeñas en
cada parte. En los brazos de la cruz hay dos Capillas á
cada lado opuestas. El cuadro en donde se ha de levantar
la cúpula mayor tendrá cuarenta brazas de lado. Ademas
hay el Coro de figura oval de cincuenta y dos bra*-
zas de largo , y la anchura como la de la Iglesia , y ambas
obras se acabaron el año 1600 hasta la cornisa conforme
al modelo antiguo de Alberti. La fachada está di*
vidida en tres puertas , y la mayor de ellas , que es la del
medio , está adornada de mármoles blancos con varios
follages muy buenos y trabajados con suma diligencia^
y las de los lados son de mármol pardo también con sus
labores. El que quiera ver una descripción circunstanciada
y extensa de todo esto, lea el libro 6.° de Donesmondi
de la Historia Eclesiástica de Mantua, de donde he
sacado todas estas noticias. Mario Equicola en su Historia
de Mantua dice que Alberti emprendió la obra de la
Iglesia de S. Sebastian en la misma Ciudad , en donde
tuvo por ayudante y exacto observador de sus diseños
un tal Lucas Florentino, el cual habia ya trabajado por
él en Florencia en el Coro de la Anunciata.
- Pero si Roma , Rímino y Mantua deben estar obligadas
á la habihdad de Alberti , no menos lo debe estar su
patria por haber contribuido tanto al ornato de ella. La
fachada de la Iglesia de Santa María la nueva en Florencia
se hizo con diseño suyo , en donde mezcló con mucha
gracia. los mármoles blancos y negros, correspondien192
do en todo su artificio á la grandiosidad de la fábrica del
Templo. Hizo también el diseño del Palacio que cons-
. truyó Cosme Rucellai en la calle que llaman la f^iña ; y
en la Iglesia de S. Brancacio hay también una Capilla de
su invención , y otras muchas cosas que se omiten por
no ser prolijos. Las obras de Pintura que dejó son poquísimas.
Pablo Giovio, que compuso el elogio de Alberti
, y le pone en el número de los mas ilustres literatos,
alaba mucho el retrato que hizo de sí mismo , el cual se
hallaba en tiempo del Vasari en casa de Palla Rucellai
con otras varias pinturas del mismo Bautista.
En todo cuanto se ha dicho acerca de la literatura
de Alberti y de su conocimiento del dibujo , se ve que
se le puede poner con mucha razón entre los hombres
famosos de una y otra profesión ; y aun él para unirlas
nfias estrechamente quiso que los discursos de la una sirviesen
para ilustrar las operaciones de la otra , haciendo
hablar á aquellas artes que en tiempos pasados hablan
estado casi mudas, y dejando escritos con limado estilo
muchos preceptos de ellas en lengua Latina. Lo primero
que escribió fue de la Escultura _, y compuso un libro
pequeño en Latín que intituló de la Estatua (B); y luego
en el mismo idioma escribió otros tres de la Pintura
muy alabados de los inteligentes, tanto por la belleza de
la dicción, -como por la importancia de los preceptos.
En el primero se expUcan los principios del arte con el
auxilio de la Geometría: el segundo contiene las verdaderas
reglas de que nunca debe apartarse el Pintor , asi
en la composición , como en el dibujo y colorido , que
son las tfes cosas á que ^e reducen todas las considera193
clones que se pueden hacer sobre la Pintura. En el tercero
se habla del oficio del Pintor, y del fin que se debe
proponer cuando pinta.
La última obra de León Bautista es la mas excelente
de todas ; porque fue la que con mas estudio y cuidado
trabajó , y es un Tratado de la Arquitectura^ en donde
con un orden exquisito y suma facilidad se demuestran
todos los secretos del arte , según se hallaban en los
oscuros escritos de Vitruvio. Esta obra no se publicó hasta
después de la muerte de Alberti , que lo hizo su hermano
Bernardo , y la dedicó á Lorenzo de Médicis , según
habia determinado en vida su autor. Tradújose en
lengua Italiana , y se adornó con varios diseños por Cosme
Bartoli año 1 5 5 o , y la dedicó a Cosme de Médicis.
También tradujo el mismo Bartoli los libros de la Pintura
y Escultura, y los imprimió año 1568 con otras
obras de Alberti. Pero el año 1 547 se dio á la prensa
otra traducción de estos libros hecha por Doménichi.
Concluido ya este discurso en donde hemos publicado
el talento de León Bautista, y admirado las producciones
de su fecundo ingenio, solo nos falta el desear
que lleguen a recogerse un dia , tanto por la fama de un
hombre como este , como por el adelantamiento y utilidad
del publico y gloria de la literatura , todas las obras
que existan suyas; por lo cual pondremos aqui el catálogo
de todas ellas. Alberti murió en Florencia, su patria,
y fue sepultado en la Iglesia de Santa Cruz.
DD
194
OBRAS DE ALBERTI IMPRESAS.
»
?>
9>
MoMus. Komae ex aedibus Jacobi Mazochii 1520
en 4.°; y en folio el mismo año con este título:
Leo Baptista de Albertis Florentinus de Principe.
Romae apud Stephanum Guileretum.
Trivia , sive de causis Senatoriis in Ciceronis locum
lib. 2 de officiis , brevis et accurata interpretatio ad
Laurentium Medicem. Basileae i 5 3 8 ,
4.** cum Petri
Joannis Olivaris Scholiis in somnium Ciceronis.
De Pictura praestantissima et numquam satis laudata
arte libri tres absolutissimi. Basileae 1 540, 8.° Últimamente
se reimprimió en Leiden año 1649
con el Vitruvio.
Leonis Baptistae Alberti viri doctissimi de equuo animante
ad Leonellum Ferrariensem Principem libellus,
Michaelis Martini Stellae cura ac stadio inventus,
et nunc demum in lucem editus. Basileae
1556, 8.°
Leonis Baptistae Alberti Florentini viri clarissimi libri
de aedificatoria. Parisiis 1 5 i 2 ; jy en otras
-partes.
Lepidi Comici veteris Philodoxios fábula ex antiquitate
eruta ab Aldo Manucio. Lucae 1588, 8.°
Baptistae de Albertis Poetae laureati de amore liber
optimus 147 I , 4.°
Baptistae de Albertis Poetae laureati opus praeclarum
in amoris remedio 147 i
,
4.**
„ Dialogo di Meser Leen Baptista Alberti Fiorentino,
>>
9t
de República, de vita civili, de vita rusticana, de
fortuna. Venecia. 1543, 8.**
LiBELLus statua dictus.
INÉDITAS.
,, De Jure tractatus.
„ De coMxModis et incommodis litterarum ad Carolum
fratrem.
Vita S. Potiti martyris.
„ Tractatus Cifera inscriptus.
„ Tractatus Mathematica appellatus.
De Musca.
Oratio funebris pro cañe suo.
Libellus apologorum. (Los tradujo é imprimió Bartoli.)
Chorografia Urbis Romae antiquae.
Líber Navis inscriptus.
Tres libros de economía.
Zas que llevan esta señal j^ las tradujo Bartoli^y se reimprimieron
en Venecia,
19^
NOTAS.
(A) Es preciso qne haya error en la cronología que
sigue aqui Du-Fresne; pues según parece hace contemporáneos
á Alberli y Aldo Manucio , el cual murió en 1 697;
y después dice que León Bautista hizo el diseño de la Iglesia
de S. Francisco de Rímino año i447- -^^^ adelante dice
también que Ludovico Gonzaga fabricó el Coro del
Templo de la Anunciata en Florencia, año i55i con dise-^
ños de Alberti *, de modo que parece que vivió este Profesor
al pie de ciento y treinta años, supuesto que ya ejercía
la Arquitectura en el de i447*
(B) El Libro de la estatua no contiene documento
particular para la Escultura, según como está hoy dia esté
arte-, por lo que no se publica, aunque está inserto en la
edición del Yinci hecha en Paris año i65i.
197
LOS TRES LIBROS
DE LA PINTURA
POR
LEÓN BAUTISTA ALBERTI.
LIBRO I.
Xlabiendo de escribir acerca de la Pintura en estos breves
comentarios, tomaré de los Matemáticos, para hacerme
entender con mas claridad , todo aquello que conduzca
á mi asunto. Entendido esto, explicaré lo mejor
que pueda qué cosa sea la Pintura, siguiendo los mismos
principios de la naturaleza. Pero en mi discurso doy
por advertencia que ha[>laré no como Matemático, sino
como Pintor; pues los Matemáticos consideran con solo
el entendimiento la especie y la forma de las cosas, separadas
de toda materia. Mas como mi intento es que el
asunto quede claro y palmario, usaré en mi escrito de
un método y estilo adecuado á todos; y me daré á la
verdad por muy satisfecho, si llegan á entender los Pintores,
leyéndole, una materia tan difícil como esta, de
la que hasta ahora nadie , que yo sepa , ha tratado por
escrito Por tanto suplico que no interpreten esta obra como
hecha por un Matemático, sino como de un Pintor.
En primer lugar es preciso saber que el punto es una
señal (digámoslo asi) que no se puede dividir en partes.
Aquí llanio yo señal á cualquiera cosa que se halle en una
igS TRATADO DE LA PINTURA
superficie, de modo que la pueda percibir la visla: pues
lodo lo que la vista no pueda alcanzar , nadie afirmará que
tenga conexión alguna con el Pintor, pues el fin de este es
imitar todo lo que se distingue con el auxilio de la luz.
Estos puntos si se fueran poniendo uno después de otro
formarian una línea , la cual para nosotros será cierta señal
capaz de dividirse en partes á lo largo; pero al mismo
paso tan sutil, que de ningún modo se podrá hender (A).
La línea puede ser recta, y puede ser curva. Línea recta
es una señal que se dirige en derechura desde un punto
á otro á lo largo. Línea curva es la que se tira de un punto
á otro, no por derecho, sino haciendo arco. Uniendo
muchas líneas como se unen los hilos en una tela , se formará
una superficie, que es el término ó extremo de un
cuerpo, que se considera con longitud y latitud, que son
cualidades suyas, pero sin profundidad. Estas cualidades
están algunas de ellas tan inherentes en la misma superficie,
que no se pueden remover de ella, á menos que del
lodo no se altere. Otras hay de tal modo, que subsistiendo
siempre la misma superficie, hieren á la visla de manera,
que al parecer queda aquella variada para el que la mira.
Las cualidades perpetuas de la superficie son dos: la una
es la que presenta á la visla el circuito ó termino en que se
incluye 5 al cual llaman algunos horizonte; pero nosotros,
si acaso nos es lícito, en virtud de cierta semejanza, lo llamaremos,
valiéndonos del Latin, area^ ó sea dintorno, el
cual podrá terminarse por una sola línea, ó por varias;
por una, como la línea circular; por varias, como una recta
y una curva , ó por muchas rectas ó por muchas curvas.
Línea circular es la que abraza y contiene en sí todo el espacio
del círculo. Este es una superficie circundada de una
línea como corona. Si en medio de esta superficie se hace
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. I 99
un punto, todos los rayos que en línea recta vayan desde
este punto á la corona ó circunferencia serán iguales entre
sí. Este punto se llama centro del círculo, y la recta que
divida en dos partes á este y pase por aquel , se llama entre
los Matemáticos diámetro. A esta recta la llamaremos
nosotros céntrica; y quede aqui sentado lo que dicen los
Matemáticos que ninguna línea que corte á la circunferencia
5 puede formar en ella ángulos iguales , sino la que pasa
por el centro.
Pero volvamos á la superficie : de todo lo que he dicho
arriba se entiende fácilmente cómo puede una superficie,
variando la dirección de sus últimas líneas, ó mas bien
su dintorno, perder la figura y nombre que antes tenia,
llamándose ahora triangular la que antes era cuadrangular
ó de mas ángulos. Dícese mudado el dintorno siempre
que se aumenten las líneas y los ángulos, ó se alarguen ó
acorten aquellos, y estos se hagan mas obtusos ó mas agudos.
Aqui parece del caso decir algo acerca de los ángulos.
Ángulo es el que forman dos líneas que se cortan en la extremidad
de una superficie;» es de tres especies, escuadra^
menor que escuadra^ y mayor que escuadra. La escuadra
ó ángulo recto es uno de aquellos cuatro ángulos que forman
dos líneas rectas que mutuamente se cortan, de modo
que cada ángulo es igual á cada uno de los otros tres; por
lo que es sentado que todos los ángulos rectos son iguales
entre sí. El ángulo menor que escuadra, ó agudo, es aquel
que es menor que el recto; esto es, que está menos abierto.
Ángulo mayor que escuadra ó obtuso es el que está
mas abierto que la escuadra.
Volvamos otra vez á la superficie. Ya hemos dicho de
qué modo se la da una cualidad por medio del dintorno;
ahora resta que hablar de la otra cualidad que tiene la su2
00 TRATADO DE LA PINTURA
perficie, la cual (digámoslo asi) es como una piel extendida
sobre la cara de la superficie. Esta se divide en tres,
plana ó uniforme, esférica ó abultada, cóncava ó ahondada.
A estas se añade la olra superficie que se compone de
las dichas, de la cual trataremos luego; pero ahora hablaremos
de las primeras.
Superficie plana es aquella, sobre la cual si se pone una
regla, tocará igualmente en todas sus partes; como la superficie
del agua que esté muy limpia y tranquila. La superficie
esférica imita al dintorno de una esfera, y esta es
un cuerpo redondo que puede dar vueltas por cualquier
lado , y en su centro hay un punto del cual distan igualmente
todas las partes de la esfera. Superficie cóncava es
aquella que interiormente está como el revés de la esfera;
como la superficie de un huevo mirado por adentro. Superficie
compuesta es la que tiene una parte plana , y la
otra cóncava ó redonda , como la superficie de una caña , ó
la superficie exterior de una columna ó pirámide cónica.
ABC ángulo recto. D E F obtuso. FEO agudo. H
superficie plana. M esférica. N cóncava. O compuesta. Lá^
mina I.
Aquí se ve cómo las cualidades que se hallan, ó en el
circuito ó en la cara de la superficie, la han dado diversos
nombres. Las otras cualidades que sin alterar la superficie
varían su figura, son también dos; pues mudando la luz ó
el sitio en que está, parece diferente la superficie á quien
la mira. Hablaremos primero del sitio, y luego de la luz;
porque á la verdad es preciso considerar de qué modo se
mudan al parecer las cualidades de tina superficie, solo
porque se mueve de un sitio á otro. Todo esto concierne á
la fuerza y virtud de los ojos; porque es forzoso que los
dintornos se representen á la vista, ó mayores ó menores,


DE LEOÑ BAUTISTA ALBERTI. 2 l'
Ó del todo diferentes de lo que antes eran, por causa de la
separación ó mudanza del sitioj ó también que la misma
superñcie parezca que ha aumentado ó disminuido su color.
Todas estas cosas las medimos y discurrimos con la escuadra;
y el modo de hacer la operación con ella lo explicaremos
ahora. Es sentencia de los Filósofos que las superficies
se han de examinar por medio de ciertos rayos, ministros
de la vista, á quienes se llama visuales: esto es, que
estos rayos llevan la imagen del oljjeto á la fantasía. Eslos
mismos rayos que van desde la superficie á la vista con una
prontitud y sutileza admirable que por naturaleza tienen,
se propagan con mucha claridad , guiados de la luz, y penetrando
el aire y demás cuerpos rarefactos y diáfanos,
hasta que encuentran con algún cuerpo denso y no muy
oscuro, en donde hieren y se detienen. Entre los antiguos
se disputó mucho si estos rayos salian de los ojos ó de la
superficie que se miraba \ pero esta contienda tan escabrosa
, como no necesaria para nosotros, la omitiremos. Y asi
imaginaremos á estos rayos como unos hilos sutih'simos,
que afirmados por el un cabo en el objeto van en derechura
al ojo, en cuyo centro se forma la visión. Aqui están
amontonados, y propagándose luego á larga distancia, siempre
en línea recia, se dirigen á la superficie que se les pone
delante. Entre estos rayos hay alguna diferencia, que
es forzoso saber, porque son diversos en la fuerza y en el
oficio: unos hiriendo el dintorno de la superficie, comprenden
toda su cualidad ; y como van volando de modo
que apenas locan las partes extremas de la superficie, los
llamaremos rayos extremos. Véase la Lámina 11^ y adviértase
que esta superficie se demuestra de cara para que se
puedan ver los cuatro rayos extremos que se dirigen á los
cuatro puntos principales y últimos de ella.
EE
20 2 TRATADO DE LA PINTURA
Otros rayos, ó recibidos ó procedentes de toda la cara
de la superficie , hacen su oficio dentro de aquella pirámide,
de que hablaremos mas abajo: estos reciben en si los
mismos colores y luces que tiene la superficie, y por esto
los llamamos rayos intermedios. Lámina II. Todo el cua^
dro es una sola superficie^ pero estando dentro inscrito
un octágono, se figuran los rayos intermedios, que van
desde el ojo á los puntos de los ángulos de la figura.
Entre los rayos hay también uno que siendo en todo
semejante á la línea que llamamos céntrica, se puede igualmente
llamar céntrico ó del centro; porque insiste en la superficie;
de modo que por todas partes engendra en torno
de él ángulos iguales.
Esto supuesto , tenemos ya rayos de tres especies , extremos,
intermedios y céntricos. Ahora averiguaremos el
efecto que hace en la vista cualquiera de ellos, tratando
primero de los extremos, luego de los intermedios, y por
último de los céntricos. Los rayos extremos comprenden la
cuantidad. Cuantidad es el espacio que se halla entre dos
puntos separados del dintorno que hay en la superficie,
cuyo espacio lo comprende la vista con estos rayos extremos,
como si fueran un compás; y en una superficie hay
tantas cuantidades, cuantos son los punios separados en un
dintorno, uno en frente del otro. Nosotros con el auxilio
de nuestra vista conocemos la longitud, mediante su altura
ó su profundidad; la anchura mediante los lados; el
grueso mediante la parte cercana ó la remola; y en fin todas
las demás dimensiones, sean las que sean, las comprendemos
con estos rayos extremos. Por esto se suele decir
que la visión se hace por medio de un triángulo, cuya
base es la cuantidad que se ve, y los lados son los mismos
rayos que salen de los puntos de la dicha cuantidad y van

-.1
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 203
dereclios al ojo. Esto es evidente , pues ninguna cuantidad
se puede ver sino con este triángulo. Los lados de este
triángulo visual son manifiestos, y los ángulos dos, que son
aquellos que insisten en los dos puntos de la cuantidad. El
tercer ángulo es el que se forma en el ojo en í rente de la
base. Lámina IlL A B C se puede llamar la pirámide.
Aqui no ventilaremos si esta visión se forma en el nervio
óptico, ó si se representa la imagen en la superficie del
ojo, como si fuera un espejo animado; pues en este Tratado
no se han de explicar todos los oficios de los ojos
para la acción de ver*, sino que solo expondremos aquellas
cosas que parezcan mas necesarias. Estando, pues, el prini
eipal ángulo de la vista en el ojo, ha dado fundamento á
la regla siguiente; y es, que cuanto mas agudo sea este ángulo
, parecerá menor la cuantidad que se ve. Por donde
se manifiesta claramente la razón de disminuirse un objeto
al parecer visto desde larga distancia hasta que casi queda
reducido á un punto. Pero con todo esto muchas veces
sucede que cuanto mas próxima se pone á la vista una su-»
perficie, tanto menor parece; y cuanto mas se aparta, se
va haciendo mayor; lo cual se advierte distintamente en las
superficies esféricas. Queda, pues, sentado que las cuantidades,
según el intervalo interpuesto, parecen á la vista
mayores ó menores: de cuya razón el que esté bien hecho
cargo , no dudará que muchas veces acaece convertirse los
rayos intermedios en extremos, y estos en aquellos, mudándose
el intervalo. Para lo cual se ha de saber que cuando
los rayos intermedios se conviertan en extremos, parecerá
menor la cuantidad mirada; y al contrario, cuando
los extremos se vuelvan intermedios, recogiéndose al dintorno,
cuanto mas disten de este, tanto mayor parecerá la
cuantidad. Sobre este punto suelo yo dar una regla ; y es.
2 04 TE ATADO DE LA PINTURA
que cuantos mas rayos abracemos con la vista, tanto mayor
debemos pensar que sea el objeto ó cuantidad que vemos;
y cuantos menos rayos, mas pequeño será el objeto.
Ulümamentc como los rayos extremos abrazan por todas
¡partes el dintorno de una superficie, la rodean toda como
si fuesen un foso. Y asi decimos que la visión se forma mejdiante
una pirámide de rayos.
Ahora es menester decir lo que es pirámide. Pirámide
es un cuerpo largo, y todas las líneas que se tiran de la
.base al cúspide rematan en un punto. La base de la pirámide
es la superficie que se mira , y los lados son los rayos
.visuales que llamamos extremos. El cúspide de la pirámide
está dentro del ojo en donde se forman los ángulos de
la cuantidad; y baste de explicación de los rayos extremos
que forman la pirámide, mediante la cual se ve lo mucho
que importa saber cuáles y cuántos intervalos hay entre la
vista y la superficie.
Tratemos ahora de los rayos intermedios , que son aqiie-
.11a multitud de rayos que se encuentran dentro de la pirámide,
rodeada de los rayos extremos. Su oficio es el mismo
que el del camaleón, según dicen, y algún otro animal,
que lleno de terror toma el color de la cosa que halla mas
cercana para que no le atisben los cazadores. Esto es lo que
hacen los rayos intermedios, pues con el contacto de la superficie
se tifien hasta el cúspide de la ])irámide de la variedad
de colores y luces que encuentran: de tal manera
que en cualquiera parte que se les cortase, representarian
alli mismo los propios colores y luces de que van impregnados.
Se ha observado que estos rayos intermedios en un
intervalo muy largo llegan á faltar y debilitan la visión-, y
Ja razón es esta. Asi estos rayos como los demás visuales
vaa llenos de colores y luces á penetrar el aire; y como


DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 O 5
este se halla impregnado de partículas gracsas, sucede muchas
veces que al pasar, los abate el mismo peso del aire;
por lo cual cuanto mayor es la distancia, parece la superficie
mas oscura y confasa.
Vamos ahora al rayo céntrico. Llamamos asi á aquel
que solo hiere en la cuantidad, de manera que forma por
todas partes ángulos iguales. Este rayo es seguramente el
mas activo y eficaz de todos , y es innegable que ninguna
cuantidad parecerá mayor á la vista, que cuando se halle
en ella el rayo céntrico. Muchas cosas se pudieran contar
de la fuerza que tiene este rayo ; pero baste decir solo que
todos los otros le fomentan á este, y le tienen en medio como
para favorecerle de común acuerdo, de suerte que con
razón se le puede llamar el principal de los rayos. Lo demas
se omite, porque parece que es mas propio para ostentar
ingenio, que para el asunto que hemos emprendido.
En otras partes se dirá todavia mas acerca de los rayos.
Los rayos intermedios del octágono se pueden considerar
como una pirámide de ocho lados dentro de otra de
cuatro.
Baste, pues, de la explicación de aquellas cosas, conforme
lo exige la brevedad de un comentario, de las que
nadie duda que suceden asi j y me parece que se ha demostrado
suficientemente que en mudándose el intervalo ó la
posición del rayo céntrico, inmediatamente se altera la superficie,
representándose ó menor ó mayor, ó diversificada
en cuanto al orden de sus líneas ó ángulos. Por lo cual
es evidente que la distancia y el rayo céntrico contribuyen
mucho á la exactitud de la vista.
Hay también otra razón por la cual parece á la vista
la superficie deforme y variada;, esta es el golpe de Inz que
reciLe. Esto se puede advertir en la superficie esférica y
2o6 TRATADO DE LA PINTURA
en la cóncava, en donde, si no hay mas que una luz, que-»
dará de una parte bastante oscura , y de la otra mas clara.
Y aun manteniéndose con el primer intervalo, y firme la
primera posición del rayo céntrico, con tal que la superficie
se halle con luz diferente , se verá como todas aquellas
primeras partes que con la luz estaban aclaradas, quedan
oscuras con la mutación de ella, y las oscuras aclaradas.
Ademas: si hay muchas luces alrededor, habrá diversas
claridades y oscuridades en una superficie de este modo
, que variarán según la cantidad y íuerza de las mismas
luces. Esto lo demuestra la experiencia.
Aqui me parece debido decir algo acerca de las luces
y colores. Que los colores se varian mediante las luces, es
evidente; pues ninguno se representa á nuestra vista en la
sombra de la misma manera que cuando dan en él los rayos
luminosos : porque la sombra confunde al color , y la
luz lo aclara y despeja. Dicen los Filósofos que no se puede
ver cosa alguna, si no está bañada de luz y de color,
pues entre estos y aquella hay una grande unión para con-*
tribuir á la visión-, la cual es tan grande, que en faltando
la luz, van también oscureciéndose poco á poco los colores
hasta que se ocultan; y en volviendo la claridad, vuelven
igualmente los colores á nuestra vista por la virtud de aquella.
Siendo esto asi, será bien tratar primero de los colores,
y luego investigaremos de qué modo se varían estos con la
luz. Dejemos aparte las disputas filosóficas sobre cuál es el
nacimiento y origen de los colores, pues nada le importa
al Pintor saber de qué modo se engendra el color de la
mixtión del raro y del denso, ó del cálido y seco, ó del
frió y húmedo. No por eso dejo de estimar á los que disputan
filosóficamente sobre este punto, afirmando que los
colores primitivos son siete ; que el blanco y el negro soa
Paí^íOe.
L^am^.
líac.-Bs-íT.
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 207
los extremos, entre los cuales hay uno que está en medio,
y que entre cada uno de estos extremos y el medio hay
otros dos en ambas partes: y porque el uno de estos se
aproxima mas al un extremo que al otro, lo colocan de modo
que parece dudan en donde ponerle. Al Pintor le basta
saber cuáles son los colores, y de qué modo se ha de servir
de ellos en la Pintura. No quisiera que me reprendieran
algunos sabios, que siguiendo el parecer de varios Filósofos,
dicen que en la naturaleza de las cosas solo se encuentran
dos colores verdaderos, que son el blanco y el
negro, y que todos los demás nacen de la unión de estos.
Yo, como Pintor, comprendo por esta proposición que de
la mixtión de los colores se originan otros infinitos^ pero
para los Pintores son cuatro los colores primitivos, asi como
son cuatro los elementos, de los cuales nacen otras muchas
especies diferentes. Hay el color del fuego, que es el
rojo-, hay el del aire, que se llama azul^ el del agua, que
es el verde, y el de la tierra, que es el amarillo. Todos los
demás colores se hacen con la mezcla de estos, como sucede
al diáspro y al pórfido. Son, pues, cuatro los géneros
de colores, de los cuales mediante la mezcla del blanco y
del negro se engen Irán innumerables especies^ pues en las
yerbas, que son verdes, vemos que van perdiendo la belleza
de su color por grados hasta que se vuelven casi blancas.
Lo mismo advertimos en el aire, que tal vez toma el
color de algún vapor blanco hacia el horizonte, y luego
vuelve poco á poco al sayo primero. En las rosas se puede
experimentar lo mismo; pues algunas tienen el color tan
encenlido, que se aproxima mucho al carmesí-, otras tienen
el coloritlo de las mejillas de una doncella, y otras parecen
blancas como el marfil. El color de la tierra también
tiene sus diferencias mediante la mezcla del blanco y del
2o8 TRATADO DE LA PINTURA
negro, pues la mezcla del blanco no muda el genero del
color, sino que origina otra especie diferente: y la misma
virtud tiene el negro, pues con su mezcla se originan varias
especies, Todo lo cual está muy arreglado á la naturaleza,
pues todo color se altera con las sombras, y se hace
diferente de lo que eraj porque aumentándose la oscuridad
se disminuye la claridad y blancura del color, y en
aumentándose esta se acrecienta su esplendor. Por esto
puede tener entendido el Pintor, que el blanco y el negro
no son colores verdaderos , sino los trasformadores suyos,
digámoslo asi. Verdad es que en la Pintura no se ha encontrado
mas que el blanco para expresar el mayor grado de
luz, y el negro para representar las linielilas y su oscuridad.
Ademas: en ninguna parte se hallará el blanco ó el
negro, que no caiga bajo algún género de color.
Ahora tratemos de la fuerza de la luz. 1 a luz proviene
ó de las constelaciones, como del sol, de la luna ó del lucero
de la mañana, ó de las luces materiales y del fuego.
Entre estos dos géneros hay gran diferencia. La luz del cielo
produce sombras casi iguales al cuerpo; pero el fuego las
origina mayores que el mismo cuerpo. Las sombras provienen
de estar interceptados los rayos de la luz;, los rayos interceptados
ó reflejan hacia otra parte, ó se reflejan sobre
sí mismos. Reflejan hacia otra parte, como cuando los rayos
del sol hieren en la superficie del agua , y resaltan al
lado opuesto;, y toda reflexión se hace según los Matemáticos
con ángulos iguales entre sí; pero esto pertenece á
otra parte de la Pintura. Los rayos que reflejan se tifien de
aquel color que encuentran en la superficie en que reflejan
ó reverberan. Esto se advierte cuando vemos á alguna persona
en un prado , y su semblante parece verde.
Y.a he hablado de las superficies ^^ de los rayos, del moDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 209
do que se forma la pirámide visual y sus triángulos, he
probado cuanto importa el que el intervalo, la posición
del rayo céntrico, y la percepción de la luz se determinen
con certeza: he dicho cómo se pueden ver de una mirada,
no una superficie sola, sino muchas-, y asi, supuesto que
se ha tratado con alguna extensión de cada género de superficie,
falta ahora averiguar de qué modo se representan
á la vista muchas superficies á un mismo tiempo. Cada superficie
se halla particularmente con su respectiva luz y
colores , y con su pirámide visual;, y como los cuerpos están
cubiertos de varias superficies, todas las cuantidades
de cuerpos que vemos, y todas las superficies producen
una sola pirámide que incluye tantas pirámides menores,
cuantas son las superficies que comprenden los rayos visuales
á un mismo tiempo. Siendo esto asi , dirá tal vez alguno
¿qué necesita el Pintor de tanta consideración? ¿Qué
utilidad le puede traer esto para la Pintura? A lo cual respondo
que todo esto le ayudará para ser Maestro excelente
en su arte , siempre que llegue á conocer exactamente
las diferencias de las superficies y sus proporciones j lo cual
son pocos los que han llegado á saberlo. Pues si por casualidad
se les pregunta qué efecto es el que buscan en el colorido
que dan á tal superficie , á cualquiera otra cosa responderán
con mas tino que á esta , quedándose sin poder
dar la razón del trabajo que hacen. Por esto suplico á los
Pintores estudiosos me escuchen j pues el aprender cosas
que pueden ser de provecho nunca ha dañado á nadie por
hábil que sea. Y sepan que cuando trazan con líneas una
superficie, y van cubriendo de color el dibujo que han hecho,
el efecto que buscan es que en una sola superficie se
representen otras muchas, no de otro modo que si la tal
superficie fuese de vidrio ó de otra cosa trasparente, para
FF
2 I o TRATADO DE LA PINTURA
que por ella penetrase la pirámide visual, con cuyo medio
se viesen dislinlamente los cuerpos verdaderos con intervalo
determinado y fijo, con segura posición del rayo céntrico,
y con luz permanente en sus lugares debidos. Que
esto es asi lo acreditan los mismos Pintores, cuando se retiran
de la obra que trabajan para considerarla desde lejos,
pues entonces guiados por la misma naturaleza van buscando
el cúspide de la pirámide, juzgando que desde tai
sitio descubrirán y podrán hacer mejor juicio de la pintura.
Y como esta sea solo una superficie de tabla, ó una pared,
en donde procura el Pintor representar muchas y varias
superficies y pirámides comprendidas en una sola pirámide
grande, será necesario que se corte en alguna parle
esta pirámide visual, para que en este sitio pueda expresar
el Pintor con Hneas y colores los dintornos y colorido
que demuestra la dicha sección ó corte. Siendo esto asi
los que miran la superficie pintada, ven el corle de la pirámide:
por lo que el cuadro pintado será la sección de la
pirámide visual con determinado espacio ó intervalo, con
su centro y luces particulares, representado lodo en una
superficie con líneas y colores Sentado, pues, que el cuadro
pintado es la sección de la pirámide, es menester investigar
todos los medios por donde se pueda percibir dislinlamente
cuanto se halle en dicho cuadro ó sección. Hablaremos
otra vez de las superficies, desde las cuales se ha
demostrado ya que salen las pirámides que se han de cortar
con la pintura. De eslas superficies unas eslan tendidas
en tierra, como los pavimentos ó el espacio que hay entre
-los edificios, ó algunas otras que están igualmente distantes
de dichos espacios. Otras superficies están verticales como
las paredes y demás superficies, cuyos lineamenlos siguen
la misma dirección que las paredes. Dxcese que tales
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 11
superficies eslan igualmente lejanas entre sí, coando la distancia
que las separa es una misma por todas partes. Las
superfijíes, cuyos lineamentos siguen la misma dirección
que las paredes , son aquellas que por todas partes las toca
una línea recta continuada, como las superficies de las
pilastras que se ponen en progresión en una estancia. Todo
esto se ha de añadir á lo que se ha dicho antes acerca
de las superficies, y sobre todo lo explicado acerca de los
rayos asi extremos como intermedios y céntrico-, y acerca
de la pirámide visual se tendrá presente aquella proposición
de los Matemáticos que dice: si una recta corta un
triángulo de modo que forma otro menor^ y queda parale^
la d la base del primero^ los lados del triángulo menor serán
proporcionales á los del mayor. Asi explican los Matemáticos
esta proposición^ pero para que sea mas inteligible
á los Pintores, haremos una explicación mas clara. Primeramente
es preciso saber que cosa es la que aqui se llama
proporcional. Llamamos triángulos proporcionales á
aquellos, cuyos lados y ángulos tienen entre sí igual conveniencia
: de modo que si el un lado de un triángulo es
mayor que la base de dos partes y media ó tres, todos los
demás triángulos, sean mayores ó menores, que tengan esta
misma correspondencia entre sus lados y la base , serán
proporcionales-, pues el mismo respecto que tiene esta parte
á la otra en el triángulo mayor, tendrá la otra á su correspondiente
en el menor. Todos los triángulos, pues, hechos
de este modo se llamarán entre nosotros proporcionales
j y para que se entienda mejor pondremos un ejemplo.
Un hombre de estatura pequeña será proporcional á otro
muy alto por la medida del codo; con tal que se emplee la
misma proporción de palmo y pie para medir todas las parles
del cuerpo en Evandro que en ílcrcules, del cual dice
2 1 2 TRATADO DE LA PINTURA
Gelio que era de estatura procer, tanto que sobresalía entre
todos No hubo diferente proporción entre los miembros
de Hércules que entre los del gigante Anteo*, y asi
como en cada uno de estos correspondía la mano al codo,
y el codo á la cabeza y demás miembros con igual medida
entre ellos; lo mismo sucederá en nuestros triv^ngulos, entre
los cuales habrá un cierto género de medida, por la
cual los pequeños corresponderán á los grandes en todo
menos en el tamaño. Entendido esto bien diremos, según
la proposición matemática contraída á nuestro asunto, que
la sección de cualquier triángulo, siendo paralela á la base,
forma un triángulo semejante, como dicen, al triángulo
mayor, y según nosotros proporcional. Y por consiguiente
en todas aquellas cosas que son entre sí proporcionales,
sus partes son también entre sí correspondientes; y cuando
los todos no son correspondientes, tampoco las parles serán
proporcionales. Las partes del triángulo visual, esto es, las
líneas son rayos, los cuales en la visión de cuantidades proporcionales
en la Pintura, serán iguales en cuanto al mimero;
y en las que no sean proporcionales, no serán iguales:
porque una de las cuantidades no proporcionales ocupará
tal vez mas número de rayos ó menos. Sabido, pues,
ya de qué modo es proporcional un triángulo menor á otro
mayor, y teniendo presente que la pirámide visual se compone
de triángulos; contráigase todo nuestro discurso y explicación
que hemos hecho de los triángulos á la pirámide,
y téngase por cierto c[ue ninguna de las cuantidades vistas
en la superficie, si son paralelas á la sección, hace alteración
alguna en la pintura; porque son verdaderamente cuantidades
e(|uivalentes y proporcionales en toda sección paralela
á sus correspondientes. Lo cual siendo asi , se sigue
que la pintura no padece alteración alguna en sus dintorDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 I 3
nos, ni se alteran las cuanlidades que llenan el espacio ó
campo, y miden los dichos dinlornos^ y que toda sección de
la pirámide visual, paralela á la superficie que se mira, es
igualmente proporcional á la dicha superficie.
Ya hemos hablado de las superficies proporcionales á
la sección, esto es, de las que están igualmente distantes
de la superficie pintada. Pero como nos veremos en la necesidad
de pintar diversas superficies, que no serán equidistantes,
debemos estudiar estas con mas diligencia, para
poder conocer alguna razón de la sección^ y como sería sumamente
dificil, y muy oscuro y prolijo explicar todo lo
concerniente á la sección del triángulo ó pirámide, según
el estilo de los Matemáticos, trataremos el asunto á la manera
de los Pintores. Digamos algo de paso primeramente
de las cuantidades que no son equidistantes, con cuya noticia
será fácil entender la explicación de las superficies
que tampoco son equidistantes. Entre estas hay algunas cuyas
líneas son en todo semejantes á los rayos visuales , y
otras que están á igual distancia que estos. Las cuantidades
semejantes á los rayos visuales, como no forman triángulo,
y no ocupan el número de los rayos, no ganan lugar
alguno en la sección. Pero las cuantidades que están á igual
distancia de los rayos visuales, cuanto mas obtuso sea el
ángulo que está en frente de la base, tanto menor número
de rayos recibirá aquella cuantidad, y menos espacio tendrá
para la sección. Hemos dicho que la superficie se cubre
de la cuantidad, y respecto á que comunmente sucede
hallarse en una superficie alguna cuantidad, que será equidistante
de la sección, sin que lo sean las demás cuantidades
de la misma superficie j por esta razón, solo aquellas
cuantidades equidistantes en la superficie son las que no
padecen alteración alguna en la pintura. Pero las cuauli2
14 TRATADO DE LA PINTURA
dades que no sean equidistantes , cuanto mas obtuso sea
el ángulo en frente de la base , tanta mas alteración padecerán.
Finalmente , á todo esto se debe añadir aquella opinión
de los Filósofos, que dice: que si el cielo , las estrellas,
los mares y los montes, los animales, y últimamente
todos los cuerpos se hicieran la mitad menores de lo que
son , no pareceria que se habían disminuido cosa alguna del
tamaño que ahora tienen; porque la magnitud, pequenez,
longitud, altura, profundidad, estrechez y latitud, la oscuridad,
claridad, y las demás cosas que se pueden hallar
ó no hallar en todo, las llamaron los Filósofos accidentes,
los cuales son de tal manera, que solo se les puede conocer
exactamente por comparación. Dice Vir-ilio que á
Eneas le llegaban los demás hombres á los hombios*, pero
si Eneas se comparase con Polifemo, pareceria pigmeo.
Dicen que Enríalo era muy hermoso-, pero comparado con
Ganimedes, aquel á quien arrebató Jove, pareceria feo.
En algunos paises se tienen por blancas algunas mugeres
que trasladadas á otro serian negras. El marfil y la plata
son de color blanco, pero al lado de los Cisnes y de las telas
de lino ya no lo son tanto. Por esta razón parecen las
superficies en la Pintura muy bellas y resplandecientes,^
cuando en ellas se advierte aquella proporción del blanco
al negro que hay en las cosas naturales de la claridad á
las sombras. Y asi todo esto se advierte por medio de la
comparación, pues en el cotejo de una cosa con otra se
encuentra cierta fuerza, con la cual se echa de ver lo que
hay de mas ó de menos, ó la igualdad. Por esto llamamos
grande á aquello que es mayor que otra cosa menor, y
grandísimo á lo que es mayor que lo grande*, luminoso á
lo qae es mas claro que lo oscuro, y clarísimo á lo que
tiene aun mas luz que lo que decimos luminoso. Y la comDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 I
5
paracion se hace siempre con aquellas cosas que son mas conocidas;
y por esto siendo el hombre la cosa mas conocida entre
todas las demás, dijo Protágoras que era el modelo y la
medida de todas las cosas; entendiendo por esto que los accidentes
de todas las cosas se pueden conocer y comparar con
las del hombre. Todo esto nos enseña que todas aquellas cosas
que pintemos parecerán á la vista grandes ó pequeñas, se
gun el tamaño que en la pintura demos al hombre. Esta fuerza
de la comparación juzgo que nadie la llegó á comprender tanto
entre los antiguos como Timantes, el cual pintando á un Cíclope
dormido en una tabla pequeña, lo puso al lado de unos
Sátiros que le abrazaban el dedo gordo del pie, para que pareciese
su estatura enorme comparada con la de los Sátiros.
Hasta aqui hemos hablado de casi todo lo que pertenece
á la virtud de la vista, y al conocimiento de la sección
de la pirámide visual ; pero como conduce mucho á nuestro
propósito el saber cuál sea esta sección, y de qué modo
se hace , falta decir la manera y el arte con que se expresa
en la Pintura. Para esto me parece mejor decir lo
que yo hago cuando me pongo á pintar. Para pintar, pues,
una superficie, lo primero hago un cuadro ó rectángulo
del tamaño que me parece, el cual me sirve como de una
ventana abierta, por la que se ha de ver la historia que voy
á expresar, y alli determino la estatura de las figuras que
he de poner, cuya longitud la divido en tres partes. Estas
para mí son proporcionales á aquella medida que comunmente
llaman hrazo-^ pues, según se advierte claramente
en la proporción del hombre, su regular longitud es de
tres brazos ó brazas (B). Con esta medida divido la línea
que sirve de base al rectángulo, y anoto las veces que entra
en ella. Esta línea es para mí proporcional á la mas próxima
cuantidad equidistante que se ve en aquel espacio al
2 I 6 TRATADO DE LA PINTURA
través. Hecho esto, señalo un punto, adonde se ha de dirigir
principahnente la vista, dentro del rectángulo, el cual
ocupará el mismo sitio en que debe insistir el rayo céntrico,
por lo que le llamo punto del centro. Este punto se
colocará en parage conveniente, no mas alto que la altura
que se señala á las figuras en aquel cuadro*, con lo cual
tanto los objetos pintados, como quien los mira parece que
están en un mismo plano. Señalado el punto del centro, tiro
rectas desde todas las divisiones de la línea de la base á
él, las cuales me demuestran el modo con que se van disminuyendo
las cuantidades que miro al través , cuando me
hallo en la precisión de llegar con los objetos hasta el último
término del cuadro. Lámina V.
Algunos tirarían una paralela á la línea de la base del
rectángulo, ya dividida, y dividirían ademas en tres partes
iguales el espacio que comprenden las dos rectas. Lúe*
go tirarían otra paralela á la segunda de tal suerte, que el
espacio comprendido entre la base y la primera paralela
dividida en tres partes, exceda toda una parte al otro espacio
que quede entre la primera y segunda paralela. Después
tirarían otra paralela observando la misma regla en
la distancia;, y aunque 'estarán persuadidos estos de que
caminan con dirección segura en esLe modo de pintar, en
mi sentir van no poco errados. Porque como la primera
recta la tiran á discreción, aunque las otras paralelas estan
con regla cierta, no por eso tienen lugar fijo y determinado
del cúspide de la pirámide para poder bien ver el
objeto, de lo cual provienen muchos errores en la Pinta-,
ra. Añádase á esto que dicha regla seria falsa siempre que
colocasen el punto del centro mas alto ó mas bajo de lo que
ftiese la altura de las figuras-, pues todos los inteligentes
convienen en que ninguna cosa pintada y copiada del natukX^
ó".
JiJ

*

DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 I 7
ral se puede ver y distinguir bien, como no este colocada
con la debida distancia respecto á la vista, de lo cual daremos
la razón cuando hagamos la demostración de la Pintura;
pues habiéndolo practicado asi en nuestras obras, cuando
los amigos las veian, decian que eran un milagro del arte.
A esto se dirige todo cuanto llevo dicho hasta aqui-, pero
volvamos á nuestro intento.
La práctica que yo sigo es la siguiente. En todo voy dirigiéndome
siempre por la misma línea y por el punto del
centro; divido, como he dicho, la base, y tiro rectas desde
todos sus puntos , de división al del centro. En las cuantidades
que están al través observo este método. En un espacio
pequeño tiro una recta, y la divido en tantas partes como
la base del rectángulo. Sobre ella coloco un punto á
igual altara que el punto del centro, y tiro desde él rectas
á todas las divisiones. Luego determino la distancia que me
parece entre la vista y el cuadro, y prefijado ya el sitio de
la sección alli mismo, con una perpendicular que levanto
corto todas las rectas que encuentro desde ella. Linea perpendicular
es la que cayendo sobre otra , forma todos los
ángulos rectos ó á escuadra. Lámina VI,
O P línea de la base de nueve brazas. A punto de la vista
á la altura de tres brazas: b, c, d &:c. líneas paralelas.
Esta perpendicular me da en sus intersecciones todos
los términos de la distancia que ha de haber entre las líneas
que atraviesan paralelamente el pavimento, con lo cual
tendré dibujadas todas las líneas de él, de cuya exactitud
será la prueba el que una misma recta sirva de diámetro á
todos los paralelógramos que se encuentren (C). Llámase
entre los Matemáticos diámetrp del paralelógramo aquella
recta que va desde un ángulo á su opuesto, la cual divide
al paralelógramo en dos partes iguales, convirtiéndole eu
GG
2 I 8 TRATADO D£ LA PINTURA
dos triángulos. Concluido eslo con toda exactitud, tiro una
paralela por encima, la cual corta ambos lados del rectángulo
grande , y pasa por el punto del centro. Esta línea me
sirve de término ó coníin, con el cual ninguna cuantidad
sobrepuja la altura de la vista j y porque pasa por el punto
del centro, se llama céntrica. De aqui se sigue que aquellas
fií^uras que se pinten entre las paralelas ulteriores serán
menores que las que se hagan en las anteriores, no por esta
razón sola , sino porque aquellas manifiestan estar mas lejos,
y por eso son mas pequeñas, como lo demuestra la misma
naturaleza cada dia. Por ejemplo: en un Templo vemos que
las cabezas de las personas que andan por él están casi á
una misma altura-, pero los pies de los que están distantes
parece que corresponden á las rodillas de los que están mas
cerca. Toda esta regla de dividir el pavimento pertenece
particularmente á aquella parte de la Pintura que se llama
composición, de la que trataremos en su lugar. Bien que me
temo que por su novedad , y por la brevedad de este comentario
quede algo oscura para muchos*, pues según ol)-
servamos por las obras de los antiguos, esta parte no fue conocida
de nuestros mayores por su dificultad extrema, sien-
'do casi imposible encontrar entre los cuadros antiguos una
historia bien compuesta y bien pintada ó bien esculpida
Por esta razón trataré de ella con brevedad y con la claridad
posible *, pero sé muy bien que para algunos no podré
pasar por elocuente , y á muchos que no me entenderán de
pronto, les costará infinito trabajo el comprender mis proposiciones.
Todo esto es muy fácil y curioso para los ingenios
sublimes y |)erspicaces aplicados á la Pintura , de cualquier
modo que se diga •, pero para aquellos entendimientos
torpes y nada aptos para un arte tan noble, aun cuando se
• tratase con la mayor elocuencia será desagradable, bien.que
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTr. 2 I 9
esto mismo dicho por mí, aunque con la posible brevedad,
tal vez no podrá leerse sin molestia. Pero con todo espero
disimulen el poco aliño que he puesto en mis frases por darme
á entender con mas claridad, advirtieudo que en adelante
tal vez será mas gustosa la lectura.
Hemos tratado ya 5 pues, de los triángulos, de la pirámide,
de la sección, y de todo lo demás que ha parecido
del caso , de todjo lo cual solia yo hablar con mis amigos
mas difusamente .con reglas geométricas, haciendo en su
presencia la demostración de todo, la cual no he querido
poner aqni por evitar toda prolijidad, y asi solo me he ceñido
á exponer meramente los primeros principios de la Piatura
j y los llamo primeros, porque son los principales fun*
damentos del arte para los Pintores que no lo saben. Pero
son tales, que el que se haga cargo bien de ellos conocerá
el mucho provecho que puede sacar para ilustrar el enten-*
dimicnto y para entender bien la definición de la Pintura y
todo lo demás que se ha de tratar en los dos libros siguientes.
Nadie piense que puede alguno llegar á ser buen Pintor
sin saber y conocer á fondo con toda inteligencia el efecto
que busca en sus obras; pues en vano se tira el arco si no
se ha prefijado antes el blanco adonde se quiere encaminar
la flecha. Yo quisiera que todos se persuadiesen que solo
podrá ser diestro Pintor aquel que haya aprendido primero
á colocar bien los dintornos y todas las cualidades de las
superficies-, y al contrario, yo aseguro que el que no sepa
con toda exactitud y conocimiento todo lo que hemos dicho,
jamas podrá llegar al grado de perfección que se requiere;
pues todo lo que se ha explicado de la superficie y la sección
es absolutamente necesario. Ahora falta instruir al
Pintor en el método que ha de observar para imitar con la
mano los objetos que tiene ya concebidos en el pensamieüto^
2 2 o TRATADO DE LA PINTURA
LIBRO SEGUNDO.
VJomo es natural que esle estudio parezca demasiado fatigoso
á los jóvenes, será oportuno manifestar aquí cuan digna
es el arte de la Pintura de que empleemos en ella todo
el cuidado y diligencia que sea posible. Esta arte tiene en
sí una fuerza tan divina , que no solo hace lo que la amistad
5 la cual nos representa al vivo las personas que están
distantes, sino que nos pone delante de los ojos aun aquellos
que há mucho tiempo que murieron, causando su vista
tanta complacencia al Pintor, como maravilla á quien
lo mira. Dice Plutarco que al considerar Casandro, uno de
los Capitanes de Alejandro, la estatua de este Héroe, contemplando
en ella aquella magestad real que tenia cuando
vivo, comenzó á temblar extraordinariamente. Cuentan
también que Agesilao, como conocía la fealdad tan grande
de su persona, no quiso que quedase ningún retrato suyo
para sus descendientes , por lo cual nunca permitió retratarse
ni en pintura ni en escultura-, lo cual manifiesta que
el semblante de los muertos vive largamente con el auxilio
de la Pintura. El haber esta arte expresado materialmente
los Dioses que veneraba el Paganismo se del e considerar
como un sublime don concedido á los mortales; pues la
Pintura ha coadyuvado infinito á la piedad ., por la cual se
unen los hombres á Dios, y á contener los ánimos con el
freno de la Religión. Es tradición que Fidias hizo una estatua
de Júpiter en Elide, cuya belleza aumentó el culto
ya establecido de la Religión. Pero para saber cuánto influye
la Pintura en todos los placeres del ánimo, y el ornato
y hermosura que da á todas las cosas, no hay sino ver coDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 2 1
mo casi nunca se encontrará alhaja, por preciosa que sea,
á la que no añada mucho mas valor la forma que la da la
Pintura, esto es, su dibujo. El marfil, los anillos y todas
las cosas preciosas y estimables se hacen aun mucho mas
preciosas por la mano del Pintor. El oro que se halle adornado
por la Pintura tiene mas valor que el oro mismo*, y
aun el plomo que es entre todos los metales el mas bajo , si
tiene la forma de una estatua que hubiese hecho Fidias ó
Praxiteles valdría sin duda mas que otro tanto oro ó plata
sin labrar. El Pintor Zeuxis regalaba sus obras, porque
decía que con ningún precio se podian pagar ^ pues en su
dictamen no podia haber en el mundo paga con que satisfacer
al que era como un Dios entre los mortales por la
perfección con que pintaba ó esculpía las producciones de
la naturaleza. Es prerogativa de la Pintura el que sus diestros
profesores no solo sean alabados, sino reputados como
muy semejantes á los Dioses. ¿Pero no es la Pintura la
Maestra de todas las artes, ó por lo menos su principal ornamento?
¿De quién tomó la Arquitectura los cimasios,
los capiteles, las basas, las columnas, las cornisas y todos
los demás adornos que sirven para hermosear un edificio,
sino de la Pintura? ¿Quién dio reglas, ó quién pudo enseñar
el arle del Tallista, Carpintero, Evanista, Zapatero y
demás oficios mecánicos, sino la Pintura? De modo, que
por bajo que sea el arte ú oficio, ninguno se encontrará
que no dejjcnda de la Pintura; por lo cual me atrevo á decir
que ella es quien da el gusto y ornato que se halla en
cualíjnicra cosa. I ntre los antiguos fue tan honrada esta arte,
que siendo asi que á casi todos los artífices les llamaban
Fabri en la lengua Latina, solo el Pintor tenia nombre
diferente. Poi lo cual muchas veces he dicho en presencia
de algunos amigos que el inventor de la Pintura
2 22 TRATADO DE LA PINTURA
fue sin dmía aquel joven Narciso que fue convertido en
flor: porque siendo la Pintura como la flor de todas las artes,
parece se puede acomodar sin violencia la fábula de
Narciso á ella: porque ¿qtié otra cosa es pintar que tomar
con el auxilie del arte la superficie de la fuente? Pensó'
Qaintiliano que los Pintores antiguos pintaban las sombras
de los cuerpos conforme las producia el sol, y qué
después se fue perfeccionando el arte poco á poco. Ha^
quien dice que los inventores de la Pintura fueron uní
Egipcio, llamado Filocles y Oleantes (de quien no tengonoticias).
Los Egipcios dicen que en su pais estaba en usola
Pintura seis mil años antes de que llevaran á Grecia este
arte-, y los Italianos dicen que empezó la Pinlura en Ita-«
lia después de las victorias de Marcelo en Sicilia. Pero nada
importa saber quiénes fueron los primeros Pintores ni
los inventores del arte, supuesto que nuestro intento no es
escribir la historia de la Pintura, como Plinio, sino tratar
del arte de la Pintura, del cual no dejaron los antiguos es-»
crito alguno, á lo menos que yo haya visto*, no obstante
que dicen que Eufranoro Istmio escribió un Tratado de las
medidas y de los colores*, y Antígono y Zenócrates otro de
la Pintura, en el cual puso algunas cosas suyas relaiivas al'
asunto Apeles, y lo dedicó á Perseo. Diógenes Laercio
cuenta también que el Filósofo Demetrio compuso unos
comentarios sobre la Pintura. Fuera de esto yo creo que
habiendo nuestros mayores escrito acerca de las bellas artes,
no parece regular se hubiesen olvidado de la Pintura-,
pues en Italia florecieron en tiempos muy remotos los
Etruscos , los mas diestros artífices de Pinlura que se conocieron.
Trimegisto, antiquísimo escritor, es de sentir que
la Pintura y la Escultura nacieron con la Religión , y asi
lo dice á Asc\e]^io: teniendo el género humano presente su
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 2 3
naturaleza y origen^ figuró los Dioses con rostro semejante
al suyo. ¿Y quién ignora que la Pintura ha obtenido
siempre el lugar mas honorífico , ya en las cosas públicas,
ya en las privadas, ya en las religiosas y ya en las profanas?
Tanto que no se hallará entre los hombres ningún artificio
que merezca igual atención y estima. Son increibles
los precios con que pagaban antiguamente las tablas pinla-
.das. Arístides Tebano vendió una sola pintura en cien talentos,
que son sesenta mil florines (D). Dice también la
historia que á la tabla de Protógenes debió Rodas el que
Demetrio no la abrasase, por no exponerse á que fuese pábulo
de las llamas una obra como aquella: de modo que se
puede decir que Rodas se rescató por un cuadro. Otras
muchas cosas á este tenor se cuentan que acreditan lo mucho
que se ha honrado y elogiado á los célebres Pintores
en todas parles, puesto que los Ciudadanos mas nobles y
esclarecidos, los Filósofos y los mismos Reyes cifraban su
paayor complacencia en las pinturas, y aun se aplicaban á
pintar. En Roma fueron Pintores Lucio Manilio, Caballe-
-ro Romano, y Faljio, que era de los mas distinguidos. Turpilio.
Caballero Romano, igualmente ejerció la Pintura ea
Verona. Pacubio, Poeta trágico, nieto del Poeta Enio por
.parte de madre , pintó en la plaza de Hércules. Sócrates,
Platón, Metródoro y Pirro, Filósofos todos, fueron muy
instruidos en el arte de la Pintura. Nerón, Valentiniano y
Alejandro Severo, Emperadores, fueron en extremo aficionados
á ella^ y sería imposible reíerir los muchos Príncipes
y Reyes que tuvieron la misma inclinación. Tampoco es
del caso poner aqui la infinita serie de Pintores antiguos,
cuyo número se puede calcular por este hecho, y es, que
en poco mas de un año se hicieron bajo la dirección de De^
metrio Valerio, hijo de Fanóstrato, trescientas y sesenta
2 24 TRATADO DE LA PINTURA
estatuas, unas ecuestres, otras pedestres y otras en carros.
*Y si en aquella Ciudad habia tantos Escultores , ¿es de
.creer que habría menos Pintores? Son la Escultura y la
Pintura dos artes hermanas, producidas de un mismo ingenio^
pero yo siempre daré la preferencia al del Pintor,
porque se ejercita en una cosa mucho mas difícil (E). Mas
volvamos al asunto. Era infinito, pues, el número de los
Pintores y Escultores que habia en aquel tiempo, pues entonces
nobles y plebeyos, doctos é ignorantes todos se aplicaban
á la Pintura. Y como era la costumbre exponer al
público las pinturas y estatuas que se tomaban en las presas
y despojos de las conquistas, llegó á tanto esto, que
Paulo Emilio, y otros muchos Caballeros Romanos hicieron
enseñar á sus hijos, entre las demás artes liberales,
la Pintura, como conducente para la vida honesta y feliz.
Esta costumbre tan laudable la tomaron de los Griegos,
entre los cuales los jóvenes de ilustre nacimiento a prendían,
ademas de todo lo perteneciente á la literatura, la
Geometría, la Música y la Pintura. Para las mugeres fue
también esta arte muy honrosa , como lo prueban los elogios
que dan los autores á Marcía , hija de Varron , porque
sabia pintar-, y estaba esto en tanta estima en la Grecia,
que se prohibió públicamente el que los esclavos aprendiesen
la Pintura, y no sin razón, pues tal arte solo es digna
de un ánimo noble y libre, siendo para mí la mejor señal de
ingenio excelente la aplicación y la afición al dibujo. Solo
iesla arte es la que igualmente agrada á los ignorantes, como
á los instruidos, lo que en ninguna otra sucede, pues
por lo regular lo que gusta á los inteligentes disgusta á los
que no saben. Tampoco se hallará una persona que no desee
saber pintar bien-, y es evidente que la misma naturaleza
tiene su delicia en elloj pues vemos que en las manDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 2 5
chas de los mármoles representa muchas veces Centauros,
y cabezas con barba larga (F). Cuentan también que en
una joya que tenia Pirro habia representadas naturalmente
y sin artificio aletmo las nueve Musas con sus atributos.
Añádase á esto que en ninguna de las artes, sino en esta,
trabajan con tanto gusto los que saben y los que no saben,
ya para aprenderla, ó ya para ejercitarse en ella: y si es
lícito decir lo que yo experimento en mí particularmente,
puedo asegurar que cuando me pongo á pintar solo por
gusto, como muchas veces me sucede, asi que me desocupo
de otros negocios, me deleito y me enageno tanto en
este ejercicio , que al cabo de tres ó cuatro horas me parece
que apenas han pasado algunos minutos; con lo que
puede concluirse diciendo, que este arte causa gusto y delicia
ejercitándose por afición en ella, y en llegando á ser
diestro Pintor, alabanza, fama y riqueza. Siendo esto asi,
puesto que la Pintura es el mejor y mas antiguo ornamento
de todas las cosas , digna solo de hombres libres , y agradable
á los instruidos y á los ignorantes, con toda la eficacia
que me es posible exhorto á los jóvenes á que se apliquen
á ella con todo el anhelo que puedan. A los que se
hallan ya instruidos los animo á que estudien hasta llegar
á la última perfección, sin perdonar fatiga ni diligencia
alguna. Tengan presente siempre los que procuran alcanzar
la excelencia del pincel, la fama y reputación que consiguieron
los antiguos, y con esto verán al mismo tiempo
lo enemiga que fue de la virtud y la alabanza la avaricia,
pues un ánimo que solo aspira al interés, rara vez podrá
llegar á la cumbre de la inmortalidad. He conocido muchos
que teniendo las mejores disposiciones y proporciones
para hacerse hombres grandes en la Pintura, se aplicaron
solo á la ganancia, y se quedaron sin poder alcanzar bienes
UH
2 2 6 TRATADO DE LA PINTURA
ni fama. Estos tales, si á fuerza de estudio hubiesen cultivado
su ingenio, fácilmente se hubieran hecho famosos, y
por consiguiente hubieran conseguido ric[ueza y gusto; pero
basta ya de esto.
La Pintura la dividimos en tres partes, y esta división
la sacamos de la misma naturaleza : pues siendo el fin de
aquella representarnos las cosas del mudo que se ven, hemos
reflexionado las diferentes maneras con que llegan á
nuestra vista los objetos. Primeramente cuando medimos una
cosa, advertimos que aquello ocupa cierto espacio-, el Pintor
circunscribirá el espacio este, á lo cual llamará propiamente
contorno. En segundo lugar en la acción de ver consideramos
el modo con que se juntan las diversas superficies
de la cosa vista unas con otras; y dibujando el Pintor esta
unión de superficies cada una en su lugar, podrá llamarlo
composición. Últimamente al tiempo de mirar discernimos
con toda distinción todos los colores de las superficies; y
como la representación de estos en la Pintura tiene tantas
diferencias por causa de la luz, por esta razón llamaremos
á esto adumbración *. De modo que la perfección de la
Pintura consiste en el contorno, en la composición, y en la
adumbrat ion ó clarooscuro.
Ahora trataremos de cada una de estas cosas, aunque
con brevedad; y empezando por el contorno, digo que es-
'le consiste en la justa colocación de las líneas, á lo cual se
llama hoy dibujo. En esta parte fue muy sobresaliente Parrasio
, aquel Pintor con quien introduce Genofonte á Sócrates
en conversación por la extremada delicadeza de sus
líneas. En mi sentir el dibujo se debe hacer con líneas muy
sutiles, que apenas las distinga la vista, asi como hacia Ape-»
I 6 sea clarooscuro»
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 227
les, que desafió á Protógenes á tirar líneas casi imperceptibles.
El dibujo consiste en señalar los contornos, lo cual
si se ejecuta con líneas muy gruesas, en vez de parecer
márgenes ó términos los de una superficie pintada, parecerán
hendeduras. Yo quisiera que en el dibujo solo se buscase
la exactitud del contorno, en lo cual es preciso ejercitarse
con infinita diligencia y cuidado, pues nunca se podrá
alabar una composición ni una buena inteligencia de
las luces si falta el dibujo. Al contrario, muchas veces sucede
que solo un buen dibujo basta para agradar: por lo cual
el dibujo es en lo que mas se ha de insistir, para cuyo esludio
creo que no puede haber cosa que mas ayude y aproveche
que el velo, de cuyo uso soy yo el primer inventor
en esta forma. Tómese un pedazo de tela trasparente, llamada
comunmente velo , de cualquier color que sea : estirada
esta en un bastidor, la divido con varios hilos en cuadros
pequeños é iguales á discreción: póngase después entre
la vista y el objeto que se ha de copiar, para que la pirámide
visual penetre por la trasparencia del velo. Este
velo tiene varias utilidades: primeramente representa siempre
las mismas superficies inmóviles, pues en señalando los
términos en él, al instante se encontrará el primer cúspide
de la pirámide con que se empezó;, lo eiial es muy dificil
de hallar sin este auxilio. Es absolutamente imposible que
no se mude alguna cosa al tiempo de pintar, porque el que
pinta nunca mira precisamente desde un mismo punto al objeto;
y de esto depende que la copia de una cosa pintada es
mucho mas parecida al original, que la que se hace de una
estatua. Ademas: el objeto se altera considerablemente
en cuanto al aspecto por la variación del intervalo ó de la
posición del centro. Por tanto el velo trae también la í^rande
utilidad de que siempre representa al objeto de un mis2
28 TRATADO DE LA PINTURA
rao modo. En segando lugar, con el velo se señalarán lodas
las partes del dibujo y todos los contornos con toda exactitud,
porque viendo que en un cnadrito está la frente,
en el de abajo la nariz, en el del lado la mejilla, y en el
otro mas abajo la barba; y de este modo todas las demás
partes colocadas en sus respectivos lugares; se puede con
toda facilidad trasladarlas á la tabla ó pared, poniendo en
ella igual división de cuadros (G). Últimamente este velo
sirve de mucha utilidad y auxilio para dar perfección á la
pintura: porque con él parecen los objetos no pintados, sino
del todo relevados: con lo cual la misma experiencia
puede manifestar con el auxilio de la razón lo mucho que
aprovechará para pintar bien y con perfección. No soy del
dictamen de algunos que dicen: no es bueno que los Pintores
se acostumbren al velo ó á la cuadrícula •, porque como
esto facilita y sirve tanto para hacer bien las cosas, sucede
que después no pueden ejecutar cosa alguna por sí solos
sin este auxilio, sino á costa de grandísimo trabajo. Es evidente
que nosotros no indagamos el mucho ó poco trabajo
del Pintor, sino que alabamos aquella pintura que tiene
mucho relieve, y que es sumamente parecida á los cuerpos
naturales que representa. Esto no sé yo cómo lo podrá
ejecutar ninguno, ni aun medianamente, sin el auxilio del
velo. Sírvanse, pues, de él los que quieran aprovechar en
el arte', y si algunos quieren sin él hacer alarde de su saber,
deben imaginar que le tienen delante, y obrar como
si realmente estuviera, para que con el auxilio de una cuadrícula
imaginaria puedan señalar con exactitud los términos
de la pintura. Mas como muchas veces sucede á los
que tienen poca práctica que no distinguen con toda certeza
los contornos y dintornos de las superficies; por ejemplo
en un rostro, en donde apenas se conoce donde remaDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 2 9
tan las sienes en la frente, es preciso darles una regla para
que puedan conocerlo y distinguirlo bien. La misma naturaleza
lo enseña j porque asi como las superficies planas
parecen bien á nuestra vista cuando tienen ó luz ó sombra
universal; asi también las superficies esféricas las baila
nuestra vista agradables cuando tienen varias mancbas de
claros y sombras, como si fuesen mucbas superficies. Cada
parte de por sí que tenga diferente laz ó diferente sombra,
se ha de considerar como superficie separada; y si la sombra
de una superficie continúa por largo espacio debilitándose
poco á poco hasta quedar en claro, entonces se deben
señalar con líneas los diferentes espacios de sus grados,
para que después al tiempo de dar el colorido no haya duda
en la regla que se ha de seguir.
Todavía habia mucho que hablar del dibujo , el cual
llene mucha conexión con la composición; pero es menester
saber qué cosa sea composición. La composición en la
Pintura es aquel modo ó regla de pintar, mediante la cual
se unen y arreglan entre sí todas las partes de una obra de
Pintura. La mayor obra de un Pintor es un cuadro de historia:
las partes de esta son las figuras, estas se dividen en
miembros, y los miembros en superficies. Y siendo el dibujo
aquella regla con la que se señalan los contornos de
cada superficie; y siendo estas unas veces pequeñas, como
los animales, y otras sumamente grandes, como en las figuras
colosales y edificios; para dibujar las primeras bastan
las reglas que hasta aqui se han dado, como el velo usado
en la forma explicada; pero para las segundas se necesitan
otras.
Para esto es menester traer á la memoria todo cuanto
se ha dicho acerca de las superficies, de los rayos, de la
pirámide y de la sección, igualmente que de las líneas pa230
TRATADO DE LA PINTURA
ralelas del espacio ó pavimento, del punto céntrico, y de
la línea céntrica. Dibujado el pavimento con las dichas paralelas,
se han de levantar las paredes, y todo lo demás que
llamamos superficies rectas y verticales, en cuya operación
apuntaré brevemente el método que yo sigo.
Empiezo primeramente por los fundamentos, y dibujo
en el pavimento la extensión y grueso de las paredes, en
lo cual solo he tomado lección de la naturaleza , pues de
una mirada nanea se pueden ver mas que dos superficies
rectas á la vez de un cuerpo que conste de ángulos rectos.
En el diseño del fundamento de las paredes solo tiro aquellos
lados que se presentan á la vista , y principio por los
mas lejanos, determinando después por las paralelas señaladas
en el pavimento lo largo y lo ancho de las paredes.
A cada paralela cuento una braza , y el medio de cada una
de aquellas lo tomo en la común intersección que hacen
sus diámetros. Con estas medidas señalo con exactitud la
anchura y extensión de las paredes que se levantan desde
el pavimento. Por ellas saco con facilidad la altura de las
superficies, pues la medida que hay entre la línea céntrica
y el sitio del pavimiento en donde empieza á elevarse el
edificio , ha de servir de regla y escala para todo él. Y si
se quiere que esta elevación sea cuatro veces mas que la
altura de las figuras que se han de pintar dentro, estando
la línea céntrica á la altura de ellas, esto es, á tres brazas,
no hay sino señalar tres veces esta distancia hacia arriba
desde la tal línea: con lo cual se podrá dibujar, mediante
estas reglas, cualquiera superficie angular. Lámina VI.
A B, pilastras ó paredes de diez brazas.
Ahora falta hablar del modo de dibujar las superficies
circulares. Estas se originan de las angulares, y mi método
es como se sigue. Hago un cuadrado, y dentro inscribo
D£ LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 3 I
un círculo: luego divido los lados de aquel en tantas partes
iguales, como divisiones tiene la linca del rectángulo
que se hizo en el cuadro-, y tirando rectas desde todos los
puntos de la línea dicha á los otros, queda todo aquel espacio
dividido en cuadrados pequeños. Después formo un
círculo con el diámetro que me parece, de modo que corte
mutuamente las paralelas, y noto los puntos de las intersecciones
, que después paso á los respectivos lugares de
las paralelas del pavimento puesto en perspectiva. Pero
como seria indecible trabajo cortar todo el círculo con paralelas
muy espesas, hasta tanto que por medio de una infinita
serie de puntos se tirase la línea de su circunferencia^
por esto, lo que hago es señalar ocho ó mas intersecciones
5 y después tiro á pulso la circunferencia por los puntos
señalados. Mas fácil seria hacer este contorno en la sombra,
con tal que el cuerpo que la causase tuviese la luz arreglada,
y estuviese en el lugar que debia.
Habiéndose hablado ya del dibujo de las superficies an-»
guiares y circulares con el auxilio de las paralelas, cuando
son de tamaño grande, hablaremos ahora de la composición.
Esta es aquella regla con la cual se unen y coordinan
entre sí las partes que componen una obra pictórica. La mayor
obra de un Pintor no es hacer una figura colosal, sino
un cuadro de historia j pues para esto se requiere mucho
mas ingenio que para lo otro. Las partes de la historia son
las figuras, las partes de estas son los miembros, y las de
estos son las superficies; porque de estas se hacen los miembros,
de los miembros las figuras, y de las figuras una historia
que constituye la última y mas excelente obra de un
Pintor. De la unión y compostura de las superficies nace
aquella gallardía y aquella gracia que llaman belleza; porque
si un rostro tiene unas superficies grandes y otras clii232
TRATADO DE LA PINTURA
cas, en unas partes muy hacia fuera, y en otras muy liácla
dentro, como se advierte en el semblante de un anciano,
será á la verdad cosa feísima: pero cuando las superficies
de un rostro estén tan unidas entre sí y compuestas que vayan
poco á poco oscureciéndose las luces, y degenerando
en sombras suaves sin que se noten ángulos, entonces formarán
un semblante bello y de la mayor hermosura. Esto
supuesto, es parte de la composición buscar é imaginar la
mayor gracia y belleza que se pueda en las superficies ó
formas. Para llegar á saber esto no he encontrado regla mas
cierta que la observación de la naturaleza; y asi el principal
estudio debe ser considerar y reflexionar con la mayor
atención la forma que da el maravilloso artífice de todas
las cosas, que es la naturaleza, á los miembros del cuerpo
humano, en cuya imitación es menester ejercitarse con el
mayor estudio, aprovechándose para esto, como ya se ha
dicho , del velo ó de la cuadrícula. Y cuando se hayan lomado
del natural las formas que parezcan mas bellas, al
tiempo de ponerlas en práctica , lo primero que se ha de
mirar ha de ser los términos, para tirar las líneas á los puntos
precisos y con todo arreglo.
Esto es en cuanto á la composición de las superficies;
ahora hablaremos de la de los miembros. La composición
de los miembros requiere principalmente que todos ellos
sean entre sí proporcionados. Llámanse bien proporcionados
cuando todos corresponden con propiedad respecto
al tamaño y á su oficio, respecto á la especie y á los colores
, y á las demás cosas como á la belleza , á la mageslad
^c. Si en una figura se pusiera una cabeza muy grande, el
pecho muy pequeño, la mano disforme, el p"e lo mismo, y
el cuerpo sumamente gordo, esta composición seria horrible
á la vista. Esto supuesto, es necesario tener una regla
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 233
cierta para el tamaño y medida, para lo cual aprovecha
mucho observar, cuando se copia un animal, sus huesos
principales, y considerar mentalmente su grandeza, pues
estos como nunca padecen alteración, siempre ocupan el
mismo espacio. Después es necesario colocar en sus propios
parages los nervios y músculos^ y luego se visten de
carne con su piel. Aqui me dirán algunos tal vez que ¿cómo
he dicho yo en otra parte que al Pintor solo le incumbe
lo que se ve, y no lo que está oculto? No hay duda que
es asi; pero asi como para hacer una figura vestida se debe
dibujar primero el desnudo, y luego se van poniendo
las ropas arregladas á los miembros *, asi también para pintar
un desnudo es preciso colocar en su debido lugar primero
los huesos y músculos, y luego irlos cubriendo de
carne, de modo que siempre se conozca su verdadero sitio.
La misma naturaleza nos ha puesto delante de los ojos todas
las medidas del cuerpo humano*, y asi el estudioso hallará
mucha utilidad en la investigación de estas proporciones
por sí propio en el natural, con lo cual el mismo
trabajo le hará mantener firme en la memoria todo lo que
haya aprendido en esta operación acerca de la proporción
de los miembros. Sirva de advertencia que para medir
cualquier animal se debe tomar uno de sus miembros por
medida firme, y por él se medirán los demás. El Arquitecto
Vitruvio mide al hombre por el pie ; pero á mí me parece
mas digno que todos sus miembros se sujeten á la dimensión
de su cabeza, bien que, según yo he observado
en casi todos los hombres la longitud del pie es igual á la
que hay desde la barba hasta el vértice ó parte superior de
la cabeza: por lo cual es necesario medir todos los demás
miembros por uno de estos dos, de modo que en toda la
figura no se halle miembro que no corresponda á los demás
II
234 TRATADO DE LA PINTURA
en longitud y anchura. Ademas de eslo es fuerza cuidar
de que lodos los miembros tengan su respectivo oficio, para
el que fueron criados. El que corre mueve los brazos
tanto como los pies; pero un Filósofo, que está perorando,
debe tener en todos sus miembros la mayor com[;ostura y
modestia. Un Pintor llamado Demon pintó á Hopiícito
peleando de tal manera, que parcela vérsele el sudor ^ y á
otro descansando tendido sobre sus armas casi sin aliento.
Hubo quien pintó á Ulises de modo que todos conocían
que se fingía loco, no siéndolo. Muy alabado es de los Romanos
aquel cuadro en que conducen muerto á Meleagro,
en donde está vivamente expresado el sentimiento de los
que le llevan, y el movimiento que hacen con todo el cuerpo*,
y al contrario en la figura del cadáver, que está verdaderamente
muerta, cayéndose cada miembro por su lado,
como manos, dedos, cabeza, y en fin todo concurre á
expresar la muerte de aquel cuerpo que es lo mas dlficll
que hay, pues el hacer que todos los miembros de un cuerpo
estén generalmente sin acción ni movimiento alguno es
obra de un Maestro consumado, asi como lo es también el
darles viveza á todos. Asi, pues, en todas las pinturas se ha
de observar que cada miembro de por sí esté en su movimiento
propio 3 de modo que cualquiera arteria por mínima
que sea esté en acción , á fin de que la figura que se represente
viva, lo parezca en la realidad, y la muerta un
diíunto verdadero. Entonces se dice que una figura está viva,
cuando parece que hace algún movimiento; y muerta,
cuando los miembros no hacen nada, esto es, que ni se
mueven ni sienten. En cuya suposición la figura que quiera
el Pintor esté viva, hará que todos sus miemliros tengan
movimiento y acción, siempre guardando los límites de la
gracia y la belleza, de lo cual abundan mucho aquellos
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 235
movímienlos que siguen la misma dirección que el aire, y
tienen también mucha viveza. Ademas de esto en la composición
de los miembros se ha de atender á la especie, pues
seria cosa muy impropia que en la figura de una Llena ó
de una Ifigenia se notasen las manos de una vieja ó una labra
lora; ó si en la de un Néstor se hiciese el pecho de un
joven , ó la cabeza muy delicada ; ó si en la de un Ganimedes
se le pusiese la frente llena de arrugas ó las piernas
tan nerviosas como las de un luchador;, ó si en la de Milon,
hombre extremamente robusto, se advirtiesen las caderas
y vacíos muy flacos. Igualmente la figura que tenga
la cara llena y abultada, será muy impropio que tenga los
Lrazos delgados y consumidos; y al contrario, el que pinta-
e á Aqueménides con aquel semblante con que dice Vir-«
gilio que le halló Eneas en la Isla, debe ponerle los demás
miembros con la misma extenuación y debilidad, pues de
otro modo seria muy ridículo (H). También ha de haber
correspondencia entre los colores*, pues la figura , cuyo rostro
sea sonrosado y con mucha frescura, no ha de tener el
pecho y brazos morenos, y de color desagradable. De este
modo tenemos ya dicho lo bastante acerca de la composición
de los miembros, y lo que se debe observar en cuanto
á su tamaño, su oficio, su especie y su color, pues siempre
es preciso que todas las cosas correspondan y convengan
entre sí con arreglo á la verdad: porque no se ha de
hacer una Venus ó una Minerva en trage de pobre mendigo,
ni tampoco un Marte ó un Júpiter con adornos mugeriles.
Los Pintores antiguos tenian cuidado, no obstante
que ambos Dioses eran de un parto, de representar al uno
de ellos algo mas robusto, y al otro algo mas ágil: también
hacian que á Vulcano se le conociese que era cojo, por detras
de sus vestiduras: ¡tanto era el cuidado que tenian
236 TRATADO DE LA PINTURA
en dar á cada cosa su oficio, su especie y su dignidad!
Ahora se sigue la composición de las figuras, en la cual
consiste toda la ciencia y alabanza del Pintor. De esto se
ha dicho ya algo en varios lugares mas abajo, hablando
de la composición de los miembros, pues es evidente que
todas las figuras de una historia han de tener conexión entre
sí en cuanto al oficio y tamaño. Porque si en un banquete
se pintara una porción de Centauros en la mayor agitación
y desorden, seria una locura poner en medio de tan
horrible bulla á alguna figura durmiendo con los vapores
del vino. También seria gran defecto que en una misma distancia
hubiese figuras bajas y otras altas, ó que un perro
tuviese el mismo cuerpo que un caballo. Muy digno de vituperio
es lo que yo veo no pocas veces, pintar un edificio,
y las figuras que están dentro parece se hallan encerradas
por fuerza en un calabozo por la estrechez en que están,
que apenas caben sentadas. Todas las figuras deben tener
suficiente espacio para el oficio á que se destinan y según
su tamaño-, y para que un cuadro historiado sea digno de
alabanza y de la admiración de cuantos le miren, es me*
nester que tenga tal gracia y belleza, que complazca y deleite
los ojos y el ánimo de los inteligentes, y de los que no
lo entienden.
Lo primero que en un cuadro llama la atención es la
abundancia y variedad de objctosj pues asi como en los
manjares y en la Música agrada la novedad, asi también se
recrea y alegra el ánimo con la multitud y variedad de las
cosas que ve : y asi en la Pintura lo mas agradable que hay
es la diversidad de figuras y de colores. Será abundante y
agradable una historia cuando en ella se vean mezclados
en sus lugares á propósito ancianos, jóvenes, matronas,
doncellas p niños, animales domésticos p como perrillos, páDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 237
jaros, caballos y corderos, edificios &:c. , y en fin siempre
que la abundancia y diversidad de objetos sean apropiadas
al asunto, será laudable; pues á los que lo miran se les pasa
el tiempo, considerando cada cosa de por sí, embelesados
con la gracia y la fecundidad de la idea del Pintor. Esla
abundancia debe ir, en mi dictamen, adornada y llena
de variedad giave y moderada, según la dignidad ó lo reverente
del asunto. Nunca alabaré á aquellos Pintores,
que para manifestar que no tienen escasez de ideas, y para
que en sus cuadros no quede lugar vacío, no se quieren
limitar á una composición arreglada, sino que van esparciendo
por todo el lienzo las figuras, sin orden y confusamente,
y asi en vez de representar la historia el asunto
que se quiere, solo representa una junta tumultuosa;
pues tal vez requiere un asunto pocas figuras, y asi como
las pocas palabras, con tal que sean sentenciosas, dan magestad
á un Príncipe, asi también en una historia un razonable
número de figuras causa dignidad , y en su variedad
puede haber gracia. No me gusta de ningún modo la soledad
en un cuadro, pero tampoco me agrada la multitud
de figuras que le quitan la dignidad. Yo quisiera que en
un cuadro se observase la práctica de los Poetas trágicos y
cómicos, que en sus composiciones solo introducen las personas
necesarias; y asi en mi dictamen ninguna historia ha
de tener tanta multitud y variedad de cosas, que no pue-»
dan todas expresarse debidamente con nueve ó diez figuras;
asi como Varron, que en sus convites, para evitar la
bulla y confusión, nunca juntaba mas de nueve personas.
Siendo, pues, tan agradable la variedad, hará este efecto
una pintura cuando todas las actitudes y posturas de las figuras
sean diferentes Unas se pondrán de modo que se
miren de frente con las manos levantadas ^ trasparentando2
3 S TRATADO DE LA PINTURA
se el resplandor de la luz por entre los dedos, y plantarán
siempre sobre el un pie: otras tendrán el rostro de perfil,
y los brazos tendidos, plantando sobre ambos pies, y cada
mía de por sí estará en actitud diferente, y con distintos
pliegues en las ropas. Habrá figuras sentadas, otras de rodillas
y otras casi tendidas en el suelo: otras habrá desnu-»
das, si no lo repugna el asunto, y otras medio vestidas y
medio desnudas, guardando siempre el decoro de la honestidad,
pues todo lo que ofende al pudor, y demás partes
del cuerpo qne no son del todo agradables, deben ir cubiertas
con paños, con hojas ó con las manos. Apeles pintaba
siempre a Antígono por el lado en qne no tenia el defecto
del ojo;, y Homero cuando ])inla á Ulises, que después
del naufragio va corriendo por aquella selva tras de
las voces de las mugeres, por no hacerle ir desnudo, le hace
que coja una rama de un árbol , y se cubra su desnudez.
Dicen que Pericles tenia la cabeza muy larga y sumamente
fea, por lo cual nunca le pintaron ni le esculpieron
con ella desnuda, como á los demás, sino siempre con morrión.
Ademas refiere Plutarco, que los Pintores antiguos
cuando tenian que pintar un Rey, si este tenia en su semblante
algún defecto, le representaban siempre con la mayor
semejanza que podían; mas no ponian la deformidad,
sino que la enmendaban en lo posible. Esta modestia y decoro
se debe observar en un cuadro de historia, descartando
ó cohonestando todo lo que sepa á oscenidad. Finalmente
se ha de poner el mayor cuidado, como ya tengo
dicho, en no repetir ni el gesto, ni la actitud de una figura
en otra. Y para que los que miren el cuadro estén con
la mayor atención, es menester que las figuras inanimadas
que contiene, parezca que están vivas, expresando los afectos
de sus ánimos-, pues es la cosa mas natural llorar con
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 239
quien llora, reír con quien rie, y compadecerse con quien
se lamenta, por la fuerza tan grande que tiene para con
nosotros la semejanza. Estos movimientos del ánimo se conocen
por los del cuerpo, pues en los melancólicos vemos
que por la tristeza de sus pensamientos, y por la debilidad
de la enfermedad están atenuados, y casi sin fuerzas, pálidos,
decaidos, y como muertos los miembros. Los que se
lamentan tienen el semblante caido, la calicza sin lirmeza,
y los demás miembros abandonados. Los furiosos, como están
enardecidos con el enojo, y se les hincha el rostro, y los
ojos despiden fuego, agitados de esta manera, tienen muchísimo
ímpetu y fiereza en sus movimientos. Pero cuando
estamos alegres, entonces tomamos actitudes agradables, y
nos movemos con agilidad. Mereció Eufranoro un grande
elogio, porque en la figura de Alejandro representó el rostro
de Paris coa tal expresión y tan al vivo.^ que al mirarle
se le reconocía por el Juez de las Diosas, por el amante
de Elena y por el homicida de Aquiles. Ct4ebre fue también
Demon , en cuyas obras inmediatamente se conocía al
iracundo, al injusto, al inconstante, al inexorable, al clemente,
al piadoso, al vanaglorioso, al humilde, al feroz.
Pero sobre todos ponen á Arístides Tebano, émulo de Apeles,
el cual expresó estos afectos del ánimo con tal vehemencia,
que no es posible lleguemos nosotros á aquel punto
de perfección, por mas estudio y diligencias que hagamos.
Debe saber el Pintor muy bien las varias actitudes y
movimientos del cuerpo humano, lo cual se ha de tomar
en mi sentir del mismo natural con mucho cuidado: la co-
^a es muy dificil, [)Orque los movimientos del ánimo son infinitos,
V [)or estos se gobierna el cuerpo. Ademas: ¿({uién
creerá, sino el que t)or sí mismo lo haya experimentado,
que es sumamcnLc dificil el pintar un rostro riyendo, y cvi240
TRATADO DE LA PINTURA
lar el que parezca que llora? ¿Quién será también el que
pueda, no habiendo puesto en ello el mayor estudio, pintar
bien lina cabeza de aquellas , cuya boca , barba , ojos,
mejillas, y nariz se configuran de la misma manera para la
risa que para el llanto? Por esto es menester estudiar continuamente
el natural, y tomar siempre aquellos primeros
movimientos, y principalmente se han de pintar aquellas
cosas que hacen pensar mas, y no aquellas que inmediatamente
se adivinan.
Pero me parece será del caso referir algunas obras de
Invención mia en cuanto á las actitudes, y otras que tomé
del mismo natural. Primeramente yo juzgo que todas las
figuras deben moverse en general con cierta gracia hacia
aquel objeto que forma el principal asunto. Ademas de esto
me agrada que haya en un cuadro alguna figura que llame
la atención de los espectadores, y como que les haga
señas con la mano para que vean lo que alli hay, ó también
que demuestre querer ocultar la acción, y con semblante
feroz y ojos espantosos amenace al que quiera acercarse á
verla, ó como que le advierte que hay alli un gran peligro
ó una cosa portentosa; ó también que con sus gestos
excite la risa del que mira ó le mueva á llanto. Finalmente
es necesario que todo lo que hacen entre sí las figuras,
ó entre ellas y los espectadores, concurra á manifestar y
declarar la historia. Mucho aplauso mereció Timantes de
Chipre con aquella tabla con que venció á Coloteyco; porque
habiendo representado la tristeza de Calcas, puso aun
mas triste el rostro de Ulises; y al ir á pintar á Menelao,
como ya habla apurado todos los primores del arte en las
otras expresiones, no encontró que hacer para expresar el
acerbo dolor de un padre, y asi le cubrió la cabeza con
un paño para dejar á la consideración de los demás el torDE
LEÓN BAUTISTA- ALBERTI. 2 4 I
mentó qiíe demostraría acjuel semblante por la pena que
le afliíiia. Es célebre también la nave que se ve en Roma,
pintada por Gioto Toscano, en la que piuló á los once discípulos
dé Jesucristo tan pasmados y atónitos por ver á sii
compañero caminar por las aguas, que cada uno de por sí
manifestaba la admiración y asombro interior que tenia; pero
con tales aelitudesy que en todos se veia obraba diferentemente
aquel afecto. '
>
Pero es preciso abreviar todo este Tratado de los movimientos;
porque entre ellos hay algunos que llaman los inteligentes
paíio/ze^, como la ira , el dolor, la alegría, el temor,
el deseo, y otros asi. Hay también movimientos únicamente
del cuerpo; porque este se mueve de muchos modos
diferentes, como cuando crece, cuando enflaquece, ó
cuando le asalta una enfermedad estando sano, ó cuando
recobra la salud, ó finalmente cuando muda de lugar. Pero
como nosotros los Pintores queremos expresar por medio
de los movimientos de los miembros los afectos del ánimo;
dejando á un lado las disputas, solo trataremos del movimiento
, que digamos se ha hecho al mudar de sitio.
Todas las cosas para moverse de un puesto pueden hacer
siete viages; pues se pueden mover hacia arriba, hacia abajo,
á la derecha, á la izquierda, apartándose, acercándose,
ó dando vueltas. Todos estos movimientos quisiera yo que
se vieran en una pintura; y asi debe haber figuras que caminen
al frente, otras que se retiren, otras que se dirijan hacia
la derecha, y otras hacia la izquierda; unas estarán de frente,
otras de espaldas, unas bajándose, y otras levantándose.
Pero como al dibujar todas estas cosas se quebrantan
algunas veces las reglas y el orden que debe haber, me parece
será oportuno referir aqui algunas particularidades
acerca del movimiento de los miembros y de la posición lo-
KK
242 TRATADO DE LA PINTURA
cal que he sacado yo del nalviral , para que se vea la moderación
con que es preciso valerse de ellos. El hombre , según
he observado , en todas sus acliludes pone siempre el
tronco del cuerpo perpendicularmente debajo de la cabeza,
que es lo que pesa mas en todo él. Siempre que un hombre
planta sobre un pie solo , queda el pie sirviendo de basa
perpendicular á la cabeza, y casi siempre se endereza el
rostro hacia donde vuelve la punta del tal pie. En cuanto á
los movimientos de la cabeza nunca son de modo que no
tenga debajo de sí, vuélvase al lado que se vuelva, alguna
parte del cuerpo que la sostenga, á menos que no extienda
el un brazo á la parte opuesta, para que sirva de contrapeso.
Vemos por expenencia que cuando un hombre con el
brazo extendido sostiene en la mano algún peso, retira atrás
el pie para que contrapese , y caiga sobre él todo el cuerpo
para que no falsee. Un hombre puesto de pie derecho
no puede levantar la cabeza mas que para mirar la mitad
del cielo; ni puede volverse al un lado, sino hasta tocar
con la barba en el hombro. Tampoco podemos volvernos
por la cintura hasta que quede el hombro perpendicular
con el ombligo, sino algo menos. Los movimientos de las
piernas y de los brazos son mas libres , con tal que con su
postura no ofendan al pudor: por lo regular las manos nunca
se levantan mas que la cabeza, ni el codo mas que los
hombros, ni el pie mas que la rodilla, ni tampoco se aparta
del otro mas distancia que su longitud. He observado
que cuando levantamos un brazo, todas las partes del cuerpo
de aquel lado siguen el mismo movimiento, pues hasta
el talón del pie correspondiente se levanta del suelo por el
movimiento del brazo. A este tenor hay muchas cosas que
deberá advertir y notar el curioso y diligente-, y rezelo que
las que hasta aqui he apuntado sean tan manifiestas y cíaPE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. ' 243
ras, que parezca superílua su noticia •, pero no he querido
dejar de ponerlas, porque á muchos he visto que han errado
en ellas.
Las actitudes y movimientos demasiado violentos hacen
que en una sola figura se vean al mismo tiempo el pecho y
los riñones, lo cual siendo imposible en la ejecución, es también
muy ingrato para la vista. Pero hay algunos que piensan
que cuanto mas esforzada y violenta está una figura en
la posición de sus miembros , tanto mas viva parece ; y asi
olvidando la dignidad y decoro de una pintura, imitan los
movimientos y ademanes de los truanes; por lo que sus obras
no solo quedan destituidas de toda gracia y hermosura, sino
que descubren el inmoderado genio del autor. Deben,
pues, las figuras de un cuadro tener movimientos moderados,
agradables, y convenientes á lo que se quiere representar*,
las doncellas con postura modesta y decorosa, y con
gallardía y sencillez en sus adornos propios de su edad : su
actitud ha de ser mas quieta y tranquila que agitada. Homero,
á quien siguió siempre Zeuxis, fue de parecer que
las mugeres se hablan de pintar siempre con la mayor hermosura;
los mancebos con movimientos ligeros y de regocijo,
con muestras de ánimo varonil y esforzado*, los hombres
manifestarán mas firmeza en sus movimientos , su actitud
debe ser bella y dispuesta para manejar con soltura
los brazos; los ancianos darán señales de lo pesado y tardo
de sus cuerpos, la actitud cansada, de modo que ademas
de sostenerse igualmente sobre ambos pies, se apoyen con
las manos á otra cosa. Finalmente todos los movimientos
del cuerpo han de ser conexos con aquellos afectos del ánimo
que se quieran representar, guardando siempre la dignidad
que debe tener cada figura. También es necesario que
los semblantes expresen con la mayor vehemencia las pasio2
44 TRATADO DE LA PINTURA'
nes fuertes del ánimo. Esta regla de los movimientos y actitudes
es muy común en todo género de animales, pues
nunca se ha de pintar un buey, que solo sirve para arar,
del mismo modo que un fogoso caballo como el bucéfalo;
pero para representar la famosa hija de Inaco convertida en
vaca, es menester figurarla en la acción de correr con los
brazos levantados, y la cola del mismo modo. Con esto basta
en cuanto á los movimientos de los animales.
Como todos estos movimientos de que hemos hablado
son necesarios, me parece será bien explicar de qué modo
se les da también movimiento á las cosas inanimadas en la
Pintura; porque los cabellos, las ramas y las hojas que parece
se mueven en un cuadro, causan muchísimo gusto.
Los cabellos, según mi dictamen, deben moverse de siete
modos, lo mismo que las figuras; porque á la verdad ellos
se enroscan y forman rizos , se esparcen por el aire como la
llama, van ondeando unos sobre otros; unas veces están hacia
un lado, y otras hacia otro. Las ramas se doblan formando
arco hacia arriba, en parte hacia dentro, y otras se
rodean al tronco como una cuerda. Esto mismo sucede en
los pliegues de los paños, pues asi como de un tronco nacen
muchas ramas, asi también de un pliegue nacen otros
muchos, y en ellos se ven todos estos movimientos de modo
que apenas habrá pliegue que no los tenga todos. Es menester
advertir que en todos los movimientos ha de haber
facilidad y soltura que manifiesten gracia , y no violencia y
dureza. Pero como siempre queremos que los paños sean
apropiados á los movimientos, siendo por su naturaleza graves,
y por consiguiente inclinados á la tierra, con lo que se
deshacen pronto los pliegues, por eso será oportuno colocar
en un ángulo del cuadro la cabeza del Zéfiro ó del Austro
que sople entre algunas nubes, y de este modo levanDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 4^-
tará hacia una misma parte los paños. Asi se conseguirá
también qae la parte de las figuras en donde bate el aire,
quedará ceñida de la ropa, y se verá la gracia del desnudo
por detras de ella , y al otro lado las ropas ondeando en el
viento con variedad de pliegues. En esto se observará que
no vaya el movimiento de la ropa contra el viento, y que
los pliegues no sean muy agudos ni redondos.
Todo lo dicho acerca del movimiento de los animales,
y de las cosas inanimadas debe ocupar mucho la atención
de los Pintores al ejecutar lo que se ha explicado acerca de
la composición de las superficies, de los miembros y de las
figuras. Y puesto que ya se ha tratado de las dos primeras
partes de la Pintura, que son el dibujo ó contorno, y la
composición , falta ahora hablar de la adumbración ó del
clarooscuro. Ya se ha demostrado suficientemente la fuerza
y virtud de la luz para variar los colores, pues sin alterarse
de ningún modo estos hemos explicado de qué manera
se manifiestan ó mas claros ó mas oscuros, según la mayor
ó menor luz que reciban. Se ha dicho también cómo con
el blanco y el negro se expresan en la Pintura las luces y
las sombras, y que los demás colores vienen á ser la materia
á que se agregan los varios accidentes de la claridad ü
oscuridad. Esto supuesto, dejando aparte todo lo demás,
debemos explicar ahora el modo de servirse eU Pintor del
blanco y del negro. Mucha maravilla causó á los Pintores
antiguos el ver que Polignoto y Timantes no usaban mas
que de cuatro colores, y Aglaofonte solo de uno, porque entre
tanto número de ellos como juzgaban que habia, les parccia
que eran mny pocos los que manejaban aquellos hombres
tan célebres, y creian que un Pintor sobresaliente debe
usar machísimos colores. Es verdad que la multitud y
variedad de colores da mucha gracia y hermosura á un cua246
TRATADO DE LA PINTURA
dro; pero es menester que el buen Pintor ponga todo sil
estudio en saber usar bien del blanco y del negro, emplean-,
do todo su cuidado y diligencia posible en su buena y oportuna
colocsbcion. Pues asi como las luces y sombras manifiestan
á la vista los parages en que se relevan las superficies,
y los en que se esconden ó se retiran, y cuánto se dobla
ó declina cada parte; asi también la buena disposición
del blanco y negro hace aquel efecto que tanto elogio acarreó
á Nicias, Pintor Ateniense, y que con tanto cuidado
deben buscar todos los profesores, que es el que la pintura
tenga mucho relieve. Dicen que el célebre Zeuxis fue el
primero que supo poner en práctica esta regla del claro y
oscuro, y que ninguno de los otros Pintores antiguos sobresalió
en esta circunstancia. En mi dictamen á nadie se le
puede dar el título ni aun de mediano Pintor, que no sepa
á fondo la fuerza que tiene en todas las superficies cada luz
y cada sombra. Siempre alabaré aquella cabeza , que agradando
asi á inteligentes, como á ignorantes, tenga tal relieve
, que parezca que sale del cuadro : y al contrario para
mí ningún mérito tendrá aquella en que solo se conozca el
arte en el contorno. La composición debe ir bien dibujada
y con buen colorido; y asi para que un Pintor llegue á merecer
la deseada alabanza, debe ante todas cosas señalar las
luces y las. sombras, considerando que en la superficie en
que hieren los rayos de luz debe estar el color muy claro y
luminoso, y después debe ir apagándose poco á poco y oscureciéndose.
Finalmente es menester considerar cómo corresponden
las sombras en la parte opuesta de las luces, pues
niniíuna superficie de ningún cuerpo iluminado hay en donde
no se advierta una parte clara , y la opuesta oscura. Y
como esto pertenece al saber imitar las luces con el blanco,
y las sombras con el negro, por eso encargo se ponga el maDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 247
yor estudio en conocer que partes van tocadas de luz, y
cuáles de sombra. Eslose aprende por el mismo natural;, y
luego que se tiene un perfecto conocimiento de ello, se aclarará
el color en su correspondiente sitio con blanco, lo menos
que se pueda , y en la parte opuesta se le rebajará con
negro siempre parcamente. De este modo, con este contrapeso,
digámoslo asi, del blanco y el negro aparecen las cosas
con mayor relieve. Después se irán apretando estas plazas
oscuras poco á poco, hasta que se consiga el efecto que
se busca; para lo cual no hay juez como el espejo, en donde
mirada una pintura bien hecha , adquiere otra tanta mas
gracia; y al contrario si está defectuosa, lo parece mucho
mas en él. Enmiéndense, pues, con el espejo las cosas copiadas
del natural, y permítaseme apuntar aqui algunas
que yo he observado. He visto por la experiencia que toda
superficie plana conserva únicamente por todas partes su
color; pero las cóncavas y convexas lo varían, pues por un
lado son claras, y por otro oscuras. Esta alteración de color
en una superficie que no es plana aturde mucho á un
Pintor perezoso; pero como haya apuntado con exactitud,
según se dijo, la masa de la luz y de la sombra, no tendrá
dificultad al tiempo de dar el colorido, pues lo que hará
será mezclar blanco ó negro en aquella superficie señalada
sin pasar de la división , con lo cual tendrá la primera mancha.
Después seguirá apretando mas el oscuro, y aclarando
el claro, y deshaciendo cuidadosamente el uno con el
otro en la división; de modo que se interne el primero en el
segundo como si fuese humo, sin que haya nada de recortado.
Téngase presente que nunca se ha de hacer una superficie
blanca enteramente; aun al pintar una vestidura blanca
no se ha de usar el color blanco puro, pues en la Pintura
solo el blanco puro es con lo que puede el Pintor repre24
S
TRATADO DE LA PINTURA'
sentar la mayor fuerza de la luz, y con el negro la mayor oscuridad
y liníehlas de la noche. En las ropas blancas se ha
de usar uno de los cuatro géneros de blanco (I) q;ue seabastante
claro; y en los paños negros se ha de emplear el
color mas oscuro. Finalmente el blanco y el negro usados
con destreza y arte representan á los ojos superficies de oro
y plata y de resplandeciente cristal. Por esto^son muy dig-f
nos de reprensión algunos Pintores qué indiscretamente
usan el blanco y el negro, y sin miramiento alguno, de modo
que yo quisiera que el blanco costase mas caro que el
color mas exquisito; ó que solo se hiciese dicho color y el
negro de aquellas perlas de Cleopatra que ablandaba á fuerza
de vinagre , para que no los desperdiciasen tanío. De es»
la suerte tendrían las pinturas mas gracia y mas verdad^
porque no es posible ponderar lo que aprovecha á una
obra que se use en ella con parsimonia el negro y el blanco.
Zeuxis solia reprender á los Pintores porque no sabian
en qué consistía la demasía; y en caso de disimular algún
error, mas bien se puede disculpar á los que gastan mucho
negro, que á los que usan mucho blanco. La práctica del
pintar me ha hecho conocer que la naturaleza misma aborrece
la oscuridad, y apetece la claridad; y asi conforme va-»
mos adelantando, siempre nos inclinamos mas á la hermosura
de las luces, y todos amamos lo claro y alegre; por lo
cual es menester poner freno á la mayor inclinación y propensión
que tenemos, porque allí es mas fácil el errar. :
Esto baste en cuanto al blanco y al negro: en cuanto á
los demás colores es menester observar también cierta regla,
de lo cual hablaremos ahora brevemente. No diremos
<ín donde se halla el buen cinabrio ó bermellón, ó aquellos
<:olores mas exquisitos , sino de qué modo se han de mezclar
entre sí los colores mas exccleíales, y se han de hacer las
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 249
tintas necesarias para pintar. Dicen que Eufranóro, Pinlor
antiguo, escribió un Tratado de esto; ni;is ya no existe.
Nosotros que heñios sacado á la luz pviblica el arle de la
Pintura, ya sea publicando lo que los antiguos dijeron, ó
ya poniendo en orden y método una cosa enleramenlc original
á fuerza de nuestro propio trabajo, seguiremos con el
mismo sistema: que hasta aqui según nos hemos propuesto.
Todas las tintas que pueden producir los géneros de colores
que conocemos, deben mirarse en el cuadro con toda
la gracia y belleza que sea posible. La gracia resultará cuando
los colores se hallen distribuidos con cierto cuidado y
prolijidad: por ejemplo, pintando á Diana guiando las mu"
danzas de un baile, seria muy conveniente para el fin propuesto
vestir á la Ninfa que estuviese, á su lado con ropas
verdes, la otra de blanco, la siguiente de color de rosa, la
de mas allá de amarillo &c. Y ademas es preciso observar
en esta diversidad de colores que los mas claros estén al lado
de los mas oscuros, pero siempre diferentes, y de este
modo la variedad de los colores causa mas gracia, y el con-'
traste de ellos mas belleza. Poniendo el color rojo entre el
azul y el verde hace resaltar á estos de un cierto modo magestuoso;
el blanco al lado de cualquier color le da claridad
y viveza. Los colores oscuros dicen muy bien entre los
claros, y lo mismo estos entre aquellos. Esto supuesto, el
Pintor dispondrá la colocación de sus colores para un cuadro
según el método referido. Hay algunos que emplean el
oro sin miramiento alguno, creyendo que la abundancia de
él da magestad á la pintura; nada de esto apruebo; antes
bien si se me ofreciera "pintar la Dido de Virgilio, que tenia
el carcax de oro, y el cabello sujetado con cintas de lo
mismo, los ceñidores y guarniciones del vestido de oro, los
frenos de los caballos que tiraban de su carro de oro igual250
TRATADO DE LA PINTURA
mente, y en fin en lodo resplandecía el oro, lo que baria
seria imitar este metal con los colores, y no poner nada del
verdadero, pues entonces heriría en la vista de los que la
mirasen la reverberación de tanto oro. Y siendo la principal
destreza del Pintor el manejo científico de los colores;
puesto el oro en mucha cantidad en una tabla, se verá cómo
muchas de las superficies que debían ser claras, parecen
oscuras, y otras al contrario que debían estar oscuras,
se muestran claras é iluminadas. Los ornatos que se ponen
á un cuadro, como son columnas y cornisas hechas de escultura
pueden ser muy bien de oro ó plata, ú doradas, pues
todo esto sirve de decoro y magnificencia á un cuadro bien
acabado (K).
Concluimos, pues, de hablar acerca de las tres parles
de la Pintura. Hemos tratado del diseño de las superficies
pequeñas y grandes*, de la composición de los miembros y
fií^uras, y de lo concerniente á los colores, en cuanto al uso
que debe hacer de ellos el Pintor. Y finalmente hemos recapitulado
todo el arte de la Pintura, incluyéndole en estas
tres partes, que son Dibujo, Composición y Clarooscuro.
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 2 $ I
LIBRO TERCERO.
Xero para formar nn Pintor perfecto de modo que llegue
á mereeer los elogios que hemos referido, faltan aun varias
cosas que decir, las cuales no debo omitir en ninguna manera,
aunque seré lo mas breve que me sea posible. El oficio
del Pintor es dibujar y dar el colorido á cualquiera cosa
que le presenten con líneas y colores en una superficie
plana, de modo que con un determinado intervalo, y cierta
colocación del rayo céntrico parezcan las cosas pintadas
como si fuesen corpóreas, y totalmente semejantes á las verdaderas.
El fin del Pintor debe ser adquirir fama, gusto y
crédito con sus obras, mas bien que riquezas^ lo cual lo
conseguirá siempre que sus pinturas detengan y deleiten
la vista y el ánimo de los que las miren. El modo de llegar
á alcanzar esto ya se dijo cuando se trató de la composición
y del clarooscuro-, pero ademas de esto quisiera yo
que el Pintor fuera hombre de bondad, instruido en las
ciencias, para que pudiera mejor hacerse cargo de todo lo
que hemos dicho. La bondad y agrado tiene mas fuerza para
captarse la benevolencia general que lo maravilloso de la
industria ó del arte. Ademas es cosa sabida que la benevolencia
coadyuva mucho para que un artífice adquiera estimación
y bienes; pues de esta benevolencia se origina que
los poderosos le dan que hacer, teniendo mucho mas gusto
en que se le proporcione una ganancia al que es modesto
y de suaves modales, que no al soberbio y altanero, aunque
tal vez tenga mas habilidad. Siendo esto asi deberá tener
el Pintor sumo cuidado en su modo de portarse y en
sus modales, mostrando siempre afabilidad y íígrado , para
252 TRATADO DE LA PINTURA
que por estos medios pueda atraerse la benevolencia de todos,
único y fijo asilo contra la pobreza, y también la ganancia,
auxilio excelente para la mayor perfección de una
obra. He dicbo que quisiera estuviese el Pintor instruido
en las ciencias; pero principalmente la Geometría debe ser
su mayor estudio. Muy bien decia Panfilo, antiquísimo y
excelente Pintor, primer Maestro de jóvenes nobles en esta
arte, cuando decia que nadie podia ser buen Pintor sin saber
Geometría. Y en efecto los primeros rudimentos en que
estriba toda el arte de la Pintura los comprende con facilidad
el Geómetra; mas el que no tiene alguna tintura de esta
ciencia no es posible que se haga cargo de ellos bien, ni
que llegue á entender ninguna de las principales reglas de
la Pintura. Asi, pues, es mi dictamen que el Pintor no debe
despreciar el estudio de la Geometría. También debe
leer con atención las obras de los Poetas y Retóricos, pues
los ornatos de ellas tienen mucha conexión con los de la
Pintura; ademas le dará muchas luces, y le servirá de no
poco auxilio para inventar y componer una historia la conversación
de los hombres literatos y abundantes de noticias,
pues es evidente que el principal mérito consiste en la invención,
la cual tiene la virtud de agradar y deleitar por sí
sola sin el auxilio de la Pintura. Deleita el leer la descripción
de la Calumnia que pintó Apeles, según Luciano, y
no creo que sea fuera de propósito el referirla aqui para
que aprendan los Pintores á inventar y componer con novedad
y sublimidad. Veíase en la tabla un hombre con desmesuradas
orejas, y á su lado dos mugeres que representaban
la ignorancia y la sospecha. En otra parte se vtia la Calumnia
en figura de muger hermosa, pero demostrando en
el semblante mucha n>alicia y astucia, en la mano izquierda
tenia una antorcha, y con la derecha asía por los cabeDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 253
líos á un mancebo que levantaba las manos al cielo. Al lado
de este babia un bombre pálido y seco, feo y de aspecto
feroz, como que estaba muy consumido y acabado por los
trabajos de la guerra, llamado con razón el encono. Acompañaban
también á la Calumnia otras dos mugeres, que eran
la asechanza y la mentira, y la componian los adornos. Después
se veia la penitencia ó arrepentimiento vestida con una
ropa oscura y sucia en acto de arañarse, con violentas ccntorsiones,
y detras de ella iba la vergonzosa y honesta verdad.
Este cuadro, cuya sola descripción tleleita el ánimo,
¡cuánto gusto causarla el verle pintado de mano de tal
Maestro!
i Qué diremos de aquellas tres hermanas doncellas,
á quienes llama Hesiodo Kgle, Eufrosine y Talía, las cua-'
les las pintaron asidas de las manos, y vestidas de una ligera
y trasparente gasa sin ceñir, y querian que significasen
la liberalidad! Porque la una da, la otra recibe, y la
tercera vuelve el beneficio*, condiciones que precisamente
se han de encontrar en la liberalidad perfecta, j Cuánta fama
alcanzan los profesores con unas invenciones tan ingeniosas!
Por esto exhorto yo á los Pintores aplicados á que
estudien los Poetas y Retóricos, como también otros varios
autores eruditos hasta familiarizarse con ellos, pues de unos
ingenios tan cultivados podrán sacar muchas noticias provechosas,
con las cuales adornarán y hermosearán sus composiciones,
que es lo que mas acredita una obra de Pintora.
Fidias, Pintor excelente, confesaba que de Homero había
aprendido á pintar la figura de Júpiter con magestad. A
mí me parece que nuestros Pintores, dándose á la lectvira
de los Poetas, podrán adelantar mucho, y fecundar su imaginación,
con tal que se apliquen mas á estudiar que á ganar.
Pero muchas veces sucede que no pocos jóvenes deseosos
de su adelantamiento y aplicados píe cansan á lo mejor,
2 54 TBATADO DE LA PINTURA
mas porque no saben el método de aprender, que porque
les incomode la fatiga del estudio. Por esta razón es preciso
explicar el modo y el método que se ha de observar para
llegar á ser profesor excelente.
Principiemos, pues, asi; todos los grados de la enseñanza
los debe sacar de la naturaleza misma j y la regla de la
perfección se ha de conseguir á fuerza de diligencia, de estudio
y de práctica. Yo quisiera que los principiantes de
Pintura hicieran lo que hacen los Maestros de escribir, los
cuales enseñan primero á formar las letras separadas, luego
á juntar las sílabas, y últimamente las palabras. Lo mismo
se debe observar en la Pintura j lo primero se ha de enseñar
á hacer el contorno de las superficies , que son como
el alfabeto de la Pintura, después se enseñará á unir estas
superficies , y luego la forma de todos los miembros de la
figura con distinción y separadamente, tomando de memoria
todas las diferencias que puede haber en ellos, que son
muchas y muy notables. Hay muchas personas que tienen
la nariz encorvada, otras chata, torcida ó ancha; algunas
tienen los labios tan prominentes, que parece que se les cae
la boca; y otras, cuyos labios son tan sutiles, que las agracia
infinito: y en fin todos los miembros tienen un cierto
punto de propiedad y proporción, que á nada que se altere
causará extraña variación en él. Los miembros de un niño
son redondos, de modo que parece están hechos á torno,
según lo lustrosos que son, y luego que llegan á adultos
ya se vuelven ásperos, y se varían. Todo esto lo aprenderá
el Pintor aplicado en la naturaleza misma , y examinará
por sí propio con reflexión las formas particulares de
cada cosa 5 considerándolas, y mirándolas con la mayor atención
y cuidado. Considerará la actitud que guarda el que
está sentado, y cómo doblan las piernas en ella, y caen sin
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI, 2 5 5
violencia alguna: considerará la postura del que eslá de pie,
y en fin, no debe haber parle en toda la figura de que no
tenga noticia , y de quien no sepa el oficio y la proporción,
eligiendo siempre entre todas, no solo las mas propias y semejantes,
sino las mas bellas. El antiguo Pintor Demetrio
se aplicó mas á expresar los objetos con la mayor propiedad
que podia, que á elegir lo mas bello y agraciado. Por esta
razón se han de escoger entre todas las figuras aquellas partes
mas bellas y proporcionadas, poniendo todo el cuidado
posible en saber en qué consiste la verdadera belleza para
ejecutarla en todo. Esto es sin duda sumamente dificil, porque
nunca se encuentran en un solo sugeto todas las perfecciones
de la belleza, sino que están repartidas en todos;
pero por lo mismo es preciso estudiar con el mayor conato
por aprenderlo, pues el que sepa las cosas de mas sublimidad
y se ejercite en ellas, hallará suma facilidad en las otras
cuando se le ofrezca practicarlas. No hay cosa por dificil y
abstracta que sea, que no se pueda alcanzar á fuerza de estudio
y práctica : pero para que el estudio no sea inútil ó
pernicioso, es menester huir de lo que hacen alguros, que
buscan la alabanza y el crédito trabajando guiados por su
propia fantasía, sin sujetarse á considerar y mirar el natural;
pues estos no aprenden á pintar bien, sino se sueltan
la mano para desatinar. La idea de la verdadera belleza no
solo no se deja descubrir por los ignorantes, sino que aun
los que saben la disciernen con dificultad. Zeuxis, Pintor
famoso, y el mas sabio y de mayor destreza, cuando tuvo
que pintar la tabla, que se habia de exponer al público en
el templo de Diana, lejos de fiarse de su propio ingenio, como
hacen casi todos los Pintores de estos tiempos, antes, de
ponerse á pintar de pura imaginación , pensó que para hacer
una cosa totalmente bella, no solo no podia el idearla
2 5'6 .TRATADO DE LA PTNTTJRA.
por sisólo, sino que aun cuando la quisiese tomar del nai
tural, tampoco hallaría en un solo sugelo todas las perfecciones
que buscaba- y asi eligió cinco doncellas entre todas
las de la Gindadilas mas hermosas, y de ellas tomó aquellas
partes mas bellas y proporcionadas para trasladarlas á
la pintura. Obró en esto Zeuxis como sabio; porque cuan^
do los Pintores no ponen á la vista lo que quieren imitar,
sino que quieren hallar ia belleza en sola áa imaginación',
Y adquirir fama de este naodo; no solono la adquieren corí
semejante trabajo, sino que se' acostumbran á una pésima
manera de pintar, que después no la pueden dejar aun á
costa de los mayores esfuerzos. Pero el que se acostumbre
á hacerlo todo por el natural, tendrá la mano tan hecha á
lo bueno, que todo lo que ejecute parecerá natural, que es
lo único á que se anhela en la Pintura. Pues si en un cuadro
hallamos la cabeza de un hombre que conocemos, aunque
al mismo tiempo haya eñ'el lienzo mil primores del ár¿
te, con todo nada atrae tanto la atención como el retrato
conocido. ¡Tanta fuerza y poder tienen én sí las cosas én-íteramente
parecidas al natural! Esto supuesto, todo lo que
haya de hacer el Pintor debe estudiarlo antes por el nataral,
y luego se elegirán de él las cosas que parezcan mas bellas
y mas á propósito. Pero es menester no hacer lo que algunos
que siempre pintan en tablas muy pequeñas*, antes
al contrario, nunca se debe pintar sino en grande, de
modo que las figuras sean á lo menos casi del mismo tamaño
que el natural. En las figuras pequeñas se esconden mny
bien aun los mayores defectos; pero en las grandes aun los
mínimos están patentes. Escribe Galeno que vio un anillo
en que estaba pintado Faclonte en su carro tirado de cuatro
caljallos, en donde se distinguían perfectamente los frenos,
los pechos y los pies. Dejen los Pintores este primor á
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 257
los artífices plateros, y ejercítense ellos en cosas mas grandiosas,
pues el que sepa pintar ó modelar una figura grande,
podrá tal vez de un solo rasgo hacer una pequeña con
perfección : pero los que están acostumbrados y hechos á
trabajar cosas pequeñas , facihnente errarán en las grandes.
Hay algunos que copian las pinturas de otro, y adquieren
reputación en este género de trabajo, en el qual se ejercitó
Camálides , Escultor , quien hizo doce vasos imitando
el estilo de Zenodóro, de suerte que no se diferenciaban
en ninguna manera de las obras de este. Mucho se engañan
los Pintores si piensan que los que han llegado á ser Maestros
consumados en el arte han hecho otra cosa, que procurar
pintar los objetos del mismo modo que los pinta la
naturaleza á nuestros ojos en la cuadrícula ó velo. El que
se dedique á copiar las obras de otro, por ser mas fácil que
copiar del natural, respecto de que en la Pintura están los
objetos firmes, mas bien quisiera yo que se ejercitara en copiar
obras de Escultura, aunque fuesen medianas, que no
pinturas, aunque fuesen muy buenas (L). Porque copiando
un cuadro, solo aprendemos á imitar y sacar un traslado
parecido; pero copiando del modelo, aprendemos á imitar
y estudiamos al mismo tiempo el efecto de las luces, para
lo cual ayuda mucho el mirarlas con los ojos algo cerrados
al través de las pestañas, para que parezcan algo mas
oscuras las luces. Tal vez aprovechará mas el ejercicio de
modelar que la práctica del pincel, porque la Escultnra es
arte mas fácil que la Pintura. Nadie podrá pintar bien una
cosa sin que sepa perfectamente todos los relieves que tiene,
y esto se aprende mejor modelando que pintando. Es evidente
que en cualquiera edad ó época se pueden encontrar
Escultores á lo menos de mediano mérito; mas Pintores todos
son á cual mas miserables é ignorantes (M). Finalmente
MM
258 TRATADO DE LA PINTURA v
sea en la Pintura ó en la Escultura siempre debemos lomar
por modelo y dirección algún ejemplar de los buenos
para imitarle y mirarle, y al tiempo de copiarle es menes^
ter que vaya unida la diligencia con la presteza , de modo
que el Pintor no levante nunca el pincel ó lapicero de lo
que trabaja sin haber resuelto y determinado decididamente
en la imaginación lo que ha de hacer, y el modo con que
lo ha de perfeccionar; pues siempre es mas fácil enmendar
en la fantasía, que borrar el error que ya ejecutó la mano.
Ademas de esto, cuando ya estemos acostumbrados á copiar
cualquiera cosa del natural, habremos llegado á un
grado mas eminente que Asclepiodóro , de quien dicen que
era el mas veloz que se conocía en pintar ; porque en aquello
en que mas ejercicio tenemos, está mas pronto el entendimiento,
mas apto y mas vivo, y la mano cuando va guiada
por regla mas cierta y segura, trabaja con mas soltura.
El haber muchos Pintores tardos es porque tienen rezelo
y miedo de emprender una cosa á la que no están muy hechos,
y que no poseen en fuerza del estudio que hayan tenido.
Y mientras que andan por estas tinieblas de los errores,
van tentando y buscando el camino que han de seguir
con el pincel , á manera de los tímidos ciegos que van tocando
con el palo la calle que no saben. Nadie, pues, se
ponga á trabajar sin haber reflexionado antes lo qvie va á
hacer, y sin haberse ejercitado en ello mucho de anlemanoi
y siendo la principal obra de un Pintor la historia, en donde
se ha de encontrar la abundancia y la excelencia de todas
las cosas, es preciso absolutamente saber pintar ron perfección
de todo, en cuanto alcance el entendimiento, no solo
la figura humana, sino la de todos los animales, y demás
objetos que Dcrcibe la vista y son dignos de mirarse , para
que nadie eche menos en un cuadro aquella variedad y
DE LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 259
abunclancía, sin la cual ninguna obra licne estimación. Es
parlicula rielad vcrdaJei amenté grande y apenas concedida
á los antiguos, el ser no solo excelente en todas las cosas,
sino ni aun mediano: pero es menester estudiar y poner
de nuestra parte el mayor cuidado y estudio en todo aquello
que pueJc acarrearnos mucho crédito, y mucho vituperio
el no saberlo. JNicias, Pintor Ateniense, pintó las mugeres
bcllísimamcntc; pero Zeuxis le aventajó, como á todos
los demás en esto. Eráelides fue excelente para pintar
una nave. Scrapion no supo pintar un hombre, y en todo
lo demás tenia habilidad. Alejandro, el que pintó la habitación
de Pompeyo, fue sobresaliente en pintar todo género
de cuadrúpedos, especialmente los perros. Aurelio, como
que siempre estaba enamorado 5 nunca pintaba otra cosa
que Diosas, poniéndolas el rostro de la dama que amaba.
Fidias gustaba especialmente de expresar en sus pinturas
la magestad de los Dioses mas que no la belleza de los hombres.
La habilidad principal de Eufranóro era pintar Héroes,
poniéndolos tal aire y dignidad, que nadie le igualó
en ello. Asi , pues , no todos supieron hacer bien todas las
cosas, sino que la naturaleza se dividió entre todos estos ingenios,
según lo que mas le adaptaba á cada uno No por
esto hemos de dejar nosotros de procurar instruirnos y ejercitarnos
en todo; antes bien debemos perfeccionar con el
estudio y aplicación los dotes de la naturaleza. Tampoco
hemos de dejar por negligencia cosa alguna que nos pueda
servir de adquirir fama. Finalmente cuando se nos ofrezca
pintar una historia, imaginaremos primero el modo y el orden
con que hemos de ajustar la composición, á fin de que
haga el mejor efecto que sea posible-, y tanteando los pensamientos
que nos ocurran en el papel, examinaremos el
todo y las partes despacio, oyendo el parecer de nuestros
í6o TRATADO DE LA PINTURA
amigos; y será nuestro mayor anhelo el pensar y meditar
cada cosa de por sí, de modo que no haya objeto en toda
la obra , cuyo lugar y colocación no la sepamos bien. Para
que esto se haga con mas exactitud, se pondrá una cuadrícula
delante de los modelos que se hayan hecho, para que
al ir á unir y acordar la composición, puedan colocarse las
figuras en su respectivo lugar. Para perfeccionar el trabajo
pondremos la posible diligencia junto con aquella celeridad
necesaria para que no engendre tedio el acabarlo*, pero
no tanta que nos precipite el deseo de concluirlo. De
cuando en cuando es preciso dejar el trabajo, y recrear y
despejar el ánimo, y no hacer nunca lo que muchos, que
emprenden una obra y á la mitad la dejan para comenzar
otra, sino concluir enteramente lo que una vez se empezó.
Enseñó á Apeles cierto profesor un cuadro, y le dijo: en un
instante lo he pintado-^ á lo que le respondió Apeles: sin
que tú lo dijeras lo he conocido; y lo que extraño es que no
hayas pintado infinitos de este modo. He visto muchos Pin--
lores y Escultores, y también mucho Poetas y Oradores (si
es que hay en estos tiempos quien merezca tal nombre), que
emprendieron con indecible ardor algunas obras, y habiéndose
entibiado luego, dejaron lo principiado sin concluirlo
ni perfeccionarlo; y al mismo tiempo solia venirles al pensamiento
otro proyecto, y lo empezaban con el mismo ahinco
que el otro. De ningún modo apruebo yo este modo de
pensar: porque todo aquel que quiera que sus obras agraden
á la posteridad, es preciso que las castigue bien primero,
y las perfeccione con gran cuidado, pues en muchos
casos sirve tanto la diligencia como el ingenio. Pero al mismo
tiempo es menester huir de la superstición, digámoslo
asi, de algunos, los cuales con el deseo de que sus obras
no tengan defecto alguno, y estén con la posible perfecDE
LEÓN BAUTISTA ALBERTI. 20 I
cion, consiguen que las consuma el tiempo antes que lleguen
á estar concluidas. Los Pintores antiguos murmuraban
de Prológenes, porque nunca sabia levantar la mano
de lo que pintaba^ y tenian razón, porque lo qUe se ha de
procurar es poner en una cosa toda aquella diligencia de
que es capaz el ingenio; pero el querer mas de lo que las
propias fuerzas alcanzan , ó de aquello que conviene , mas
propio es de un ánimo obstinado que diligente. Es , pues,
necesario poner en todas las cosas una diligencia moderada
, pedir consejo á los amigos aun al tiempo de emprender
el trabajo, y llamar para que vean la obra á algunos
de cuando en cuando, y de este modo podrá llegar á agradar
á todos. Podemos hacer caso muy bien de las opiniones
de la multitud siempre que no estemos presentes á ellas.
Apeles dicen que solia esconderse detras de la tabla que
presentaba al público para que hablaran con mas libertad,
y poder escuchar con mas decencia los defectos que ponian
á su obra. Con todo yo quisiera que nuestros Pintores
oyesen sin reparo ni reserva lo que cada uno dijese
francamente de las pinturas según su parecer -, porque esto
ayuda mucho para conocer la verdad de las cosas, y para
hacerse bien quistos. No hay nadie que no se precie de poder
dar dictamen sobre una obra de otro, y es menester hacerse
cargo de que los dichos de los envidiosos y maldicientes
en nada pueden cercenar una justa alabanza. Por esto el
Pintor debe escuchar lo que diga cada uno; pero antes debe
juzgar por sí mismo su obra, y corregirla lo mas que
pueda.
Esto es lo que me ha parecido á propósito decir en este
Tratado ; lo cual si puede de algún modo ser útil á los
Pintores, espero por único premio de mi trabajo que me retraten
en las pinturas que hagan (N), para que de este mo202
TRATADO DE LA PINTURA.
do acrediten á los futuros el agradecimiento que tuvieron
al beneficio recibido, y manifiesten que yo he sido profesor
de esta arte. Pero si no ha correspondido mi obra al concepto
que tenian formado de mí, á lo menos no me culparán
de haberme creido yo alguna vez capaz de ello: y si mi
ingenio no ha podido acabar una cosa que solo el intentarla
es laudable, acuérdense que en las empresas de mucha
dificultad suele ser mérito el emprenderlas. Tal vez habrá
quien supla lo que á mí me ha faltado, y pueda dar mas
luces y auxilios á los Pintores en esta nobilísima arte, Jo
cual, si llega á suceder, le suplico, cuan encarecidamente
puedo , que emprenda y tome á su cargo tan honroso y útil
trabajo con vigor y eficacia, para que lleve el arte al último
grado de perfección y excelencia. Sin embargo será mu*
cha complacencia siempre para mí el haber sido el primero
que ha escrito sobre tan ingeniosa arte, cuya dificil empresa,
si no he podido llevarla hasta aquel punto que aguardaban
los lectores, échese la culpa mas bien á la naturaleza,
que á mí mismo, la cual parece ha impuesto la ley de
que todas las artes han de tener principio en cosas defectuosas,
puesto que, según el común axioma, nada nace
perfecto. Y los que vengan después de raí, si se hallan con
mas capacidad y fuerzas, podrán conducirlo al cúmulo de
la posible perfección.
203
NOTAS.
') (A) \/aiere decir con esta expresión, que no tiene
anchura alguna, "[rrürt
(B) Braza llamamos en castellano á la distancia que
hay del extremo de una mano á otra , estando los brazos
extendidos en una línea recta. Esta distancia es igual por
lo común á la altura del hombre, por lo cual parece, que
la medida que Alberti llama brazo ó braza, será diferente,
respecto que da tres de ellas á la estatura humana.
(C) Toda esta operación, tan prolijamente explicada,
se reduce á señalar el pavimento de una estancia en una
pintura, en cuyo supuesto, si ha de coger todo el cuadro
(según parece que habla aqui AlLerti), parece ocioso que
se haga esta áeínarcñcion on un espacio pequeño^ y no en
el mismo lienzo en que se va á pintar. Al punto A de la lámina
le llama equivocadamente punto de vista, debiendo
llamarle punto de la distancia, pues el de la vista es M,
desde donde se tiran todas las rectas á las divisiones de la
basa para señalar las baldosas del pavimento.
(D) El florin tiene diferentes valores, según el país,
por lo cual no se puede asignar el equivalente de nuestra
moneda 5 pues no sabemos de qué florines habla aqui Alberti.
El valor justo del talento tampoco se puede calcular,
porque no siempre era igual.
' -
f :\r n^n
(E) Varios han ventilado la preferencia y superioridad
entrQ la Pintura y la Escultura p ya eíi atención á las prc264
NOTAS.
rogativas, cualidades y ventajas propias del arte, y ya res-»
pecio del mayor primor ó dificultad para el artífice. Pero
á mí me parece que puede acabarse tan reñida controversia
, considerando que el Escultor en una obra tiene que
atender á la composición de las figuras^ á su dibujo y
expresión, y al efecto que deben hacer desde el sitio en
que se han de colocar; pero el Pintor ademas de todas eslas
cosas ha de atender al relieve que deben tener las figuras,
al efecto de la luz, que debe ser el mejor y mas agradable,
al colorido proporcionado y adecuado á cada figura
de por sí, al contraste armonioso de los colores, y á la exacta
división de términos que se ha de conocer en la composición,
de modo que se vea el aire que hay entre la figura
que está delante, y la que está detras, prescindiendo de la
dificultad suma de poner los escorzos bien entendidos, de
la cual carece la Escultura; pues aunque caben en los bajos
relieves, en estos debe ser el mayor cuidado del artífice
el evitarlos por el mal efeicto que hacen regularmente á
la vista.
(F) En el Real Gabinete de Historia natural se ven
infinitas piezas de mármoles y jaspes que representan cabezas,
países, edificios y otTas cosas con tanta perfección,
que parece entró el arte á ayudar á la naturaleza.
(G) Esto se llama dibujar por cuadrícula, la cual es
precisa cuando se copia un cuadro grande para la mayor
exactitud &c. '- -
(H) Aun sin tanta oposición y discordancia puede haber
desconveniencia entre los miembros de una figura, pues
sij por ejemplo, se le ponen á una Matrona de estatura
NOTAS. 265
procer y esbelta, y proporción delgada las manos muy redondas
y gruesas, será un defecto notable contra el arte j é
igualmente lo será si sucediese al contrario.
(I) No se sabe qué géneros de blanco son los que aquí
menciona Alberti , pues ahora solo se gasta el albayalde
para la pintura al óleo , y la cal para el fresco.
(K) Estos ornatos son los marcos de talla ó bronce,
que regularmente se ponen á las pinturas, para su mayor
decencia.
(L ) En este lugar habla Alberti con los que aun no estan
muy firmes en el dibujo y manejo del clarooscuro, según
los efectos naturales de la luz, en cuyo estudio insiste
el autor que se ejerciten los jóvenes para que adquieran
costumbre y hábito de lo bueno; después de lo cual es indispensable
que copien y estudien en las obras de los Maestros
acreditados, y demás Pintores eminentes para instruirse
en la belleza y distribución de las tintas , y en el artificio
de la composición j como dice Leonardo de Vinci en el § I
de su Tratado.
(M) Es claro que habla aqui Alberti de los Pintores
de su tiempo, sin que pueda tener lugar esta proposición
en nuestros dias, en que vemos felizmente competir en los
primores del arte con aplauso universal á los Pintores y
Escultores, siendo iguales al mismo tiempo los adelantamientos
de la Arquitectura en sus profesores.
(N) Parece que aqui da á entender Alberti que su voluntad
es, no de que retraten y copien la fisonomía de su
NN
206 NOTAS.
roslro los Pintores en las obras que hagan ; sino que observen,
imitándole en esto, las máximas y documentos que
les da en sus tres libros : y es evidente que uno de los modos
(ó quizá el mejor) de agradecer un beneíicio á un Escritor
ó á un Maestro, es ejecutar lo que ordena en virtud
de su ciencia y experiencia.

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